La dignidad humana del embrión

La dignidad humana del embrión

 

El problema para adjudicar una determinada categoría ontológica al embrión, no está en el dato científico, como aquí creo que ha quedado claramente demostrado, está en el rango ético que se le asigne al embrión humano, en la política moral que se le aplique. Según una política de respeto, todo ser humano ha de ser reconocido y tratado como tal, por su dignidad humana intrínseca, que lo hace intangible. Según una política de poder y utilidad, el ser humano tiene la dignidad que otros le conceden y nada más, son los parlamento, los padres, los medios, los investigadores, los filósofos, la sociedad en general, quíenes le conceden o no dignidad y derechos, quienes determinan desde cuando y hasta cuando es sujeto de esa dignidad. En este contexto de dignidad concedida por otros se negocia la dignidad del embrión humano, y se le desprové de ella cuando objetivos científicos, comerciales o incluso de un pretendido humanitarismo lo aconsejan. Sin duda, esta última postura es un reflejo del pragmatismo que domina la bioética europea contemporánea y que no hace sino asumir las corrientes dominantes del modelo americano, el cual no ofrece otra solución ética a los problemas biomédicos que no sea la minimalista y la pragmática, todo ello adobado por un fondo proporcionalista, que considera que los beneficios que se derivan de la investigación con embriones superan al respeto que esos embriones humanos merecen, algo contrario al personalismo que antepone la dignidad del embrión, a cualquier otro bien que   de su manipulación se pudiera conseguir, en consonancia con el imperativo kantiano que afirma que el hombre es un fin absoluto, que nunca puede utilizarse como medio, por muy excelentes que parezcan los fines. Principio que mutatis mutandi puede ser sin duda también aplicado al embrión humano.

 

Durante sus primeros 14 días de la vida, el ser humano, ese joven embrión, es objeto de amplias y diversas amenazas, directas o indirectas, entre las que cabe destacar:

  1. Todos los ataques a la vida embrionaria secundarios a las técnicas de regulación de la fertilidad humana y de la denominada contracepción de emergencia.
  2. La pérdida de embriones humanos que se da a causa de las técnicas de fecundación in vitro.
  3. Los procesos de congelación y descongelación a que son sometidos los embriones sobrantes de estas técnicas de procreación asistida, con vista a su posterior utilización experimental.
  4. El uso del diagnóstico preimplantacional con diversas finalidades, como pueden ser, la elección de sexo o la selección de embriones sanos con presumibles objetivos médicos, pero siguiendo pautas experimentales difícilmente separables de la más cruda manipulación eugenésica.
  5. La denominada clonación terapéutica de embriones humanos, tanto si se utilizan para obtener células madre  o  troncales,  para ser usadas en la medicina  regenerativa y reparadora,  como  si se usan exclusivamente para experimentaciones biomédicas.
  6. Y, finalmente, la fabricación de embriones y posteriormente niños, para conseguir tejidos que puedan ser utilizados terapéuticamente, los denominados niños-medicamento.

La valoración moral o ética de todas estas acciones ‑utilizaremos de forma sinónima  ética y moral, pues ambas tienen el mismo significado etimológico, difiriendo únicamente en la raíz lingüística, griega o latina, de la que proceden-, se funda esencialmente en que en todas ellas se manipula la vida humana, llegando en muchos casos a destruirla, por lo que un aspecto fundamental para poder valorarlas éticamente es determinar cuando se inicia dicha vida, pues de esta premisa biológica depende el juicio ético que merezca la manipulación y destrucción de esos embriones tempranos. Si esos embriones son un ser humano que ya ha iniciado su andadura vital, su destrucción será éticamente inadmisible; sin son un conglomerado de células que no llegan a constituir ninguna realidad biológica organizada, podrían ser manipulados, e incluso destruidos, sin que estas acciones merecieran la más mínima reprobación moral.

Es un argumento tradicional en defensa de la individualidad  del embrión humano de pocos días afirmar que ya en el genoma del cigoto está contenida toda la información genética necesaria para que ese nuevo ser se desarrolle completamente hasta su condición de ser adulto vivo. Es decir, que en su genoma está determinada su identidad genética, base de su identidad individual. Si nada orgánico externo modifica el contenido genómico de ese individuo biológico naciente, ya que del mundo circundante, únicamente recibe órdenes que contribuyen a regular su propio desarrollo, es difícil, por no decir imposible, identificar  salto alguno en su evolución vital que pueda suponer el inicio de una realidad genómica distinta a la anterior. La evolución de ese ser es un proceso biológico continuo que va dando lugar a las distintas etapas de su desarrollo, dentro de la unidad vital que lo identifica como un único ser humano vivo desde la impregnación del óvulo por el espermatozoide hasta su muerte natural.

 

La tragedia de la nueva ley del aborto en España

Legalizar una ley del aborto como la presentada por el gobierno español es un síntoma claro de la corrupción ideológica y práctica de una democracia. Esta es la tesis que defiende el filósofo Gustavo Bueno, un conocido representante del materialismo filosófico, en un capítulo de su último libro El fundamentalismo democrático (Temas de Hoy, Madrid, 2010).

Fecha: 26 Enero 2010 . Fuentre Aceprensa.

No es habitual encontrar un análisis sobre la ley del aborto en un libro dedicado a la corrupción democrática. A menos que se entienda la corrupción, como hace Bueno, en un sentido más amplio de los definidos por el marco legal. A su juicio, hay toda una gama de “corrupciones no delictivas” que no por ello dejan de ser una “perversión” de la democracia.

Para Bueno, la ley de plazos del aborto es uno de los casos más sonados de “degeneración democrática” al que hemos asistido en España en los últimos años. Y eso, principalmente, por tres razones.

La ley de plazos del aborto es uno de los casos más sonados de “degeneración democrática” al que hemos asistido en España en los últimos años

El aborto no es progreso

En primer lugar, por la carga ideológica que lleva la reforma desde su concepción. Tal y como indica Bueno, la idea de una ley de plazos fue presentada por Zapatero recién obtenida su segunda victoria electoral (2008) dentro de un proyecto de “giro a la izquierda”.

Bueno cree que entender el aborto como un contenido propio de un programa de izquierdas es una consideración “totalmente gratuita y temeraria”. Como también lo es la identificación entre progresismo y aborto. Más bien, habría que ver el aborto “como un regreso o ‘retroceso reaccionario’ a la época de la barbarie”.

Para justificar esta afirmación, Bueno recuerda que el aborto provocado solo puede considerarse un progreso como técnica del control de la población alternativa al infanticidio, pero aun así es algo propio de una época bárbara. Incluso si se consideran las cosas sólo desde este punto de vista limitado, parece bastante claro que el recurso al aborto en las civilizaciones avanzadas representa “un arcaísmo inadmisible”.

 

La segunda razón que invoca Bueno para considerar la nueva ley del aborto como un caso de corrupción democrática es la estrategia seguida por el gobierno para “zanjar la cuestión reduciéndola a un enfrentamiento entre los ‘defensores racionalistas’ del aborto y los antiabortistas ‘que se apoyan en la Conferencia Episcopal’”.

Según este planteamiento, quienes se oponen al aborto lo hacen por motivos estrictamente religiosos. El gobierno respeta la posición de los fieles, pero éstos no pueden aspirar a imponer a la mujer embarazada sus convicciones religiosas. En último término, la cuestión del aborto sería un asunto privado.

Con esta sencilla argumentación, el gobierno aspira a silenciar a los discrepantes. La ausencia de un debate filosófico serio sobre el aborto se compensa con el puro voluntarismo político, “aduciendo que el único criterio práctico de resolución habría que buscarlo en lo que el pueblo decida a través de las Cámaras”.

“Lo que importaba es tramitar la ley cuanto antes y conseguir su aprobación en el Parlamento democrático. La ley de plazos del aborto quedaría justificada en el momento en el cual hubiera recibido su condición de ley democrática. Por ello la postura antiabortista debería considerarse como un simple residuo propio de las concepciones más reaccionarias de la época medieval”.

Una vida independiente del deseo

El tercer argumento de Bueno se dirige contra el supuesto “derecho al aborto” que tendría la mujer embarazada. La identidad individual del nasciturus, presente en cada fase del proceso ontogenético, hace que el argumento del “hijo no deseado” salte por los aires: “La vida de ese hijo que tiene ya una identidad singularizada no tiene nada que ver con que otra persona, aunque sea su madre, lo desee o lo deje de desear”.

“(…) ¿Y qué le importa al germen, al embrión, al feto o al infante, que tienen una vida individual propia y autónoma respecto de la madre, el no haber sido deseado por ella? ¿Acaso puede un hijo asesinar a sus padres porque no desea tenerlos?”

Unido a lo anterior está la crítica a la idea misma de una de ley de plazos para el aborto provocado: “Tan justificada (a efectos de control de la población o de la defensa de la madre ante los hijos no deseados) como la legalización del aborto en la semana catorce estaría la justificación del aborto en la semana treinta y cinco o incluso la legalización del infanticidio”.

La conclusión de Bueno es clara: “El proyecto de ley de plazos del aborto, con los fundamentos que para ella nos ofrecen sus defensores, manifiesta un gravísimo estado de corrupción ideológica de los dirigentes de la democracia realmente existente”. Si la ley vigente es éticamente inadmisible, “por lo menos no trata al aborto como un derecho de la mujer”.

Bueno reserva un certero dardo final para quienes se agarran a la polémica en torno al aborto de las menores sin el conocimiento de los padres, en lugar de abordar la cuestión más radical: “Quienes concentran sus protestas en este detalle del proyecto y se escandalizan ante él, al mismo tiempo que mantienen silencio ante lo principal, demuestran un grado de corrupción o de mala fe aún mayor que el de quienes apoyan explícitamente la ley del aborto en todas sus líneas”.

 

Reforma ley aborto españa

 

La reforma de la ley del aborto en España pretende, por una parte, reconocerlo como derecho y, por otra, reducir su número por la generalización de la anticoncepción y la información sexual desde la escuela. Para ver si son realistas estos objetivos es interesante atender a la situación en Francia, donde la Inspección General de Asuntos Sociales (IGAS) acaba de publicar un informe sobre el aborto, que había sido encargado por el gobierno. Los datos son alarmantes: no se ha reducido el número de abortos ni potenciando la contracepción de ugencia (la píldora). Es más, ha aumentado el número de intervenciones.

En Francia el aborto es legal desde 1975, y en 2001 se ampliaron las facilidades para interrumpir el embarazo, extendiendo el plazo de 10 a 12 semanas y permitiendo que las menores de 18 años aborten sin autorización e los padres. El informe de la Inspección se propone hacer balance de la reforma de 2001.

La ley francesa se ponía como objetivo progresar en el control de la fecundidad, de modo que el acceso generalizado a las técnicas anticonceptivas redujera el número de abortos. Lo mismo declara la ley de reforma en España, según la cual «los poderes públicos desarrollarán acciones informativas y de formación sobre salud sexual y reproductiva, con especial énfasis en la prevención de embarazos no planificados, dirigidas principalmente a la juventud y colectivos con especiales necesidades».

Anticoncepción para prevenir abortos

El informe francés reconoce que la anticoncepción está masivamente difundida en el país, con un fuerte predominio de la píldora. Menos del 5% de las mujeres declaran no utilizar técnicas anticonceptivas, cuando tienen una actividad sexual y no desean quedarse embarazadas. Sin embargo, el nivel de fracaso anticonceptivo sigue siendo alto. Un tercio de los embarazos se consideran «no deseados», y el 60% de ellos acaban en aborto.

Anticoncepción y aborto no son excluyentes sino complementarios. El informe francés reconoce: «El nivel de fracasos de la contracepción es preocupante: el 72% de las IVG [interrupciones voluntarias del embarazo] se realizan con mujeres que recurrían a prácticas anticonceptivas, y en el 42% de los casos esta contracepción se basaba en un método médico, teóricamente muy eficaz (píldora o DIU)».

En consecuencia, «la difusión masiva de la contracepción no ha hecho disminuir el número de IVG, que se mantienen en torno a 200.000 al año». La tasa de abortos es de 14,5 por 1.000 mujeres, mientras que en España se sitúa en 11,49 en 2007.

La píldora del día después

Como en España, las esperanzas de la reducción del número de abortos estaban puestas también en la píldora del día siguiente. Para quitar cualquier obstáculo, las jóvenes francesas pueden obtener esta píldora de forma gratuita y anónima. Ahora se ha puesto también en el mercado la «píldora de cinco días después». Esta política ha rendido frutos a los laboratorios, pero no a la prevención de embarazos no deseados.

«La contracepción de urgencia -dice el informe- debía poder prevenir la mitad de los embarazos no deseados, especialmente entre las jóvenes, y de los abortos cada año. Este objetivo es por el momento letra muerta. Si el recurso a la píldora del día siguiente ha aumentado un 72% entre 2000 y 2005, el número de IVG practicadas ha permanecido estable. Se constata incluso un aumento del aborto entre las jóvenes, que sin embargo son las primeras usuarias de la contracepción de urgencia». Esta evolución coincide con lo observado en España desde la introducción de la píldora del día siguiente en 2001, y puede ser indicativa de lo que puede suceder ahora que se vende incluso sin prescripción médica.

A la vista de esta experiencia, el informe francés parece abandonar la esperanza de que el aborto llegue a ser algo excepcional. Con una actitud que algunos han calificado de derrotista, mantiene: «La IVG no es pues un suceso excepcional, sino que constituye un componente estructural de la vida sexual y reproductiva y debe ser abordado en cuanto tal».

Educación sexual

La ley francesa, como la española, prevé también medidas en el ámbito educativo. La reforma española establece que la comunidad educativa realizará «actividades formativas relacionadas con la educación sexual, la prevención de infecciones de transmisión sexual y embarazos no planificados». En Francia, están previstas al menos tres sesiones anuales de educación sexual en la escuela, con grupos de edad homogéneos. Pero entre la ley y la práctica hay distancias: «Parece que la obligación legal es aplicada muy parcial y desigualmente», según el informe de la inspección.

No es que haya silencio sobre estos temas: «Con acciones de información sobre la sexualidad ofrecidas en muy diversos lugares, una larga difusión en Internet, difícilmente se puede decir que la población francesa no esté informada sobre estas cuestiones.» Sin embargo, reconoce el informe, se advierten representaciones equivocadas y errores de interpretación sobre los métodos anticonceptivos

 

La oposición al aborto llega a un máximo histórico en Estados Unidos

 

Una encuesta de Gallup mantiene que el 50% de norteamericanos se manifiesta contrario a él.
Los votantes demócratas son cada vez más críticos con la interrupción del embarazo.

David Alandete Washington 23 MAY 2012 – 22:59 CET2

elpais.com

El porcentaje de norteamericanos que se identifica favorable al aborto ha llegado a un mínimo histórico, según la última medición que efectúa la consultora Gallup. Hoy en día, sólo un 41% de los estadounidenses dice estar a favor de que la madre decida si quiere interrumpir el embarazo o no, lo que supone un descenso del 15% respecto a 1995. Ese pronunciado desplome obedece al hecho de que un mayor número de votantes demócratas e independientes se considera antiabortista.

Desde que Gallup empezara a efectuar
sus encuestas sobre las opiniones públicas respecto al aborto, en 1995, el número de opositores a éste ha superado al de aquellos que son favorables a él sólo en dos ocasiones: en 2009 y en 2012. Desde 2011, el porcentaje de demócratas favorables a la legalidad del aborto ha caído en 10 puntos porcentuales, del 68 al 58%. El de aquellos que se oponen a la interrupción del embarazo ha pasado del 27 al 34%.

La tendencia general del electorado está en consonancia con la de los votantes independientes, aquellos que no se consideran ni demócratas ni republicanos. En su mayoría, estos han sido tradicionalmente partidarios de la libertad de la mujer a decidir sobre la interrupción del embarazo. En 2009, sin embargo, hubo más independientes que se mostraron favorables a ilegalizar el aborto, algo que ha vuelto a suceder en 2012.

“Falta todavía saber si ese repunte de la opción

Bella

CASABLANCA

Fuente: Fluvium.org

contraria al aborto de este mes resulta ser permanente, del mismo modo en que lo fue en 2009, o si se mantiene un un espacio considerable de tiempo”, asegura la consultora Gallup en el estudio que ha difundido sobre la encuesta. Esta se realizó por vía telefónica a 1.024 personas, entre el 3 y el 6 de mayo. El margen de error es del 4%.

A pesar de que los analistas de Gallup consideran que EE UU es una nación dividida entre las dos opciones, hay una sólida mayoría de norteamericanos, un 51%, que considera que el aborto es “moralmente erróneo”. Sólo un 38% cree que es “moralmente aceptable”. Ambas opciones se equipararon en 2006, cuando alcanzaron el 44 y el 43%, respectivamente. Desde entonces, ha ido aumentando el número de estadounidenses que considera que la del aborto es una opción moralmente reprensible.

A pesar de ello, un 52% de electores considera que el aborto siempre debería ser legal bajo unas circunstancias determinadas. La mitad, un 25%, opina que debería ser legal en todas las circunstancias que elija la madre. Sólo un 20% está a favor de ilegalizarlo en su totalidad, según la encuesta. Los resultados de ésta muestran, por tanto, una división entre las consideraciones morales y las soluciones prácticas ante problemas como el incesto, la violación o la malformación del feto.

La maldad de la eugenesia

 

Este artículo comenta pasajes del libro de Chesterton llamado “La eugenesia y otras desgracias”. Aunque escrito en 1913, es de rabiosa actualidad pues muchos gobiernos están intentando legislar la aprobación de la eugenesia, y contaminando la opinión pública con argumentos falaces, que ya Chesterton denunció en su día.

Esta obra fue escrita en torno al debate social que concluyó con la Mental Deficienty Act inglesa de 1913, por la que se promovía la eugenesia para los

deficientes mentales. Chesterton se opone a tal ley. Ante un estado que se entromete en cuestiones personales íntimas, el autor considera que “hasta ahora, la humanidad ha atribuido tanta importancia al vínculo sagrado entre el hombre y la mujer, ha considerado tan imprevisible el efecto de ese vínculo sobre los hijos, que siempre valoró más el respeto por el honor que la prudencia”. El Estado se arrogaba unas competencias carentes de límites en una especie de ingeniería social, donde el concepto de “debilidad mental” era tan etéreo como arbitrariamente arrojadizo, “tan extensible como el pecado original”. Fue posteriormente utilizado y radicalizado en los procedimientos nazis.

Por otra parte “el mal moderno gravita principalmente alrededor de la idea de que la gente no advierte que la excepción confirma la regla”. Detectar a los posibles transmisores de taras, para recluirlos e impedirles procrear, configura un estado policial: “ser demente no es ser delincuente”; considerar al posible enfermo culpable es demencial. Frente a la mentalidad que favorece la eutanasia, la profesión sanitaria tiene que defender la vida, no sólo la del más fuerte. “llamamos al médico para que nos salve de la muerte…Pero no tiene derecho a administrarnos la muerte como panacea de todos los males humanos. Carece de autoridad para aplicar un nuevo concepto de felicidad, y tampoco la tiene para aplicar un nuevo concepto de cordura”. Si un gobierno se

embarca en el empeño de marginar a los más débiles, se olvida de que “en lo que se refiere a los derechos fundamentales, sólo Dios puede estar por encima del hombre”.

Lo más duro del diagnóstico quizá está en que entre los “débiles mentales” se engloban a obreros desarraigados y vagabundos sin tierra y sin libertad. El capitalismo industrial se aprovechaba del pobre y el pobre se ha debilitado cada vez más como herramienta de trabajo, malviviendo con “salarios de hambre”, según el autor. El capitalismo salvaje en vez de ayudar a las familias decidió controlar a la población. Esta situación es endémica porque “no se trata simplemente de nuestra incapacidad mental para comprender el error cometido. Se trata también de nuestra negativa espiritual a reconocer que hemos cometido un error”.

Por este motivo se considera que “la vida y el sexo deben ajustarse a las leyes propias de los negocios o del industrialismo, y no a la inversa”. Al eugenista no se le necesita para los ricos sino “para asegurar el dominio de las clases gobernantes sobre la ingobernable producción de los pobres”. Este pesimismo sobre la humanidad, tan provechoso para los adinerados, encontró su vitola “científica” en las leyes demográficas de Malthus, bochornosamente erróneas.

Se ha producido un eclipse de la libertad, no solo en el capitalismo industrial sino también en el socialismo, cuyo estado “es similar a una cárcel” para Chesterton. Un socialismo que intentó suprimir la propiedad privada, que tanto ha sido defendida por el cristianismo

Fuente: aceprensa.com

LA DERIVA DEL PARLAMENTO EUROPEO EN TEMAS DE VIDA, FAMILIA Y SEXUALIDAD

September 18, 2009

El Parlamento Europeo golpea a Lituania por poner freno a la promoción de la homosexualidad

By Piero A. Tozzi, J.D.

(NUEVA YORK – C-FAM)  El Parlamento Europeo ayer resolvió por 349 votos a 218 condenar a Lituania por su “ley de protección de menores” que prohíbe la promoción de “relaciones homosexuales, bisexuales o poligámicas» entre los niños menores de 18 años de la nación báltica. Los críticos que defienden la vida y la familia sostienen que la medida, elucubrada en reacción contra la legislación nacional de un Estado Miembro soberano en cuestiones de familia, excede la autoridad del Parlamento.

En la resolución se solicita a la Agencia de Derechos Fundamentales que estime si la ley se opone a los estándares antidiscriminatorios europeos. Una opinión semejante sería no vinculante, aunque es probable que los activistas la utilicen para ejercer presión a fin de alcanzar un mayor reconocimiento de los derechos basados en la “orientación sexual”.

En una propuesta anterior presentada por la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE, por sus siglas en inglés), la facción parlamentaria “liberal” pretendía iniciar demandas para suspender a Lituania según lo establecido en el Artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, pacto mediante el cual en 1992 se creó la Unión Europea (UE). Los parlamentarios unidos principalmente al grupo de los demócratas cristianos, el Partido Popular Europeo (PPE), trabajaron desde los bastidores para suavizar los términos de la resolución y quitar la referencia al Artículo 7.

Mientras que los parlamentarios “progresistas” se unieron para incriminar a Lituania de “promover la homofobia”, varios miembros del PPE y parlamentarios de derecha efectuaron declaraciones en oposición a la medida y expresaron su apoyo hacia el derecho soberano del país de aprobar leyes que protegen a las familias y a los niños. Entre ellos se encontraron el primer Jefe de Estado postsoviético lituano, Vytautas Landsbergis, y la parlamentaria eslovaca Anna Záborksá.

No obstante, el PPE se mantuvo dividido respecto de la medida, ya que casi todos sus miembros franceses votaron a favor de censurar a Lituania. De manera sorprendente, la delegación de Malta, junto con sus dos representantes del PPE, votó en bloque contra Lituania.

 

 

 

El Parlamento lituano (Seimas) aprobó en junio su legislación de protección al menor. El presidente la vetó, aparentemente en reacción frente a las críticas de los políticos de Europa Occidental y de las organizaciones que promocionan y defienden la homosexualidad. Al mes siguiente, en julio, el Seimas anuló el veto. Se prevé que la ley entrará en vigor en marzo de 2010.

David Quinn, director del Instituto Iona de Irlanda y defensor de los derechos de la familia, dijo que la resolución constituye «una intromisión completamente injustificada en los asuntos nacionales de un Estado Miembro”. Los críticos como Quinn ven que se está usando el principio de no discriminación, particularmente en lo que concierne a la orientación sexual, para anular los largamente venerados valores de la libertad religiosa y los derechos de los padres. Quinn dijo que la anti-discriminación es “la llave maestra que abre todas las puertas de la casa”.

Algunos observadores esperan que la acción parlamentaria tenga repercusiones en Irlanda, ya que la nación votará en un segundo referéndum sobre el Tratado de Lisboa el mes próximo.

Si bien la UE ha “garantizado” que la protección constitucional irlandesa de la vida en gestación no se verá afectada por el voto positivo en Lisboa, la medida adoptada por Parlamento Europeo respecto de Lituania ha avivado la preocupación entre los irlandeses euroescépticos, quienes temen que las instituciones europeas pretendan pasar por alto las leyes de su país. Entre otras modificaciones, el Tratado de Lisboa establecerá que la Carta de Derechos Fundamnetales sea un documento vinculante para sus miembros. Aunque omite el tema del aborto, los críticos temen que la Corte Europea de Justicia interprete que ese derecho está contemplado en la Carta.

Se abstuvieron en la votación sobre Lituania 46 parlamentarios, entre ellos 3 irlandeses miembros del PPE. Los cuatro miembros irlandeses de la ALDE se separaron del partido y votaron en contra, táctica que los afiliados a la Alianza creen que está dirigida a adelantarse a las críticas antes del referéndum de Lisboa.

 

Humanos híbridos

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Grandes esperanzas, falsas promesas

El proyecto, promovido por el gobierno británico, para reformar la Ley de Embriología y Fecundación Humana, que el 19 y el 20 de mayo superó una nueva fase de su tramitación en la Cámara de los Comunes (ver noticia en Aceprensa), incluye varios puntos muy discutidos. Uno de ellos, por ahora aprobado, es la autorización para crear embriones mixtos de humano y animal. Poco antes del debate en la Cámara, Neil Scolding, profesor de Neurociencias Clínicas en la Universidad de Bristol, sostenía en The Tablet (17 mayo 2008) que la justificación de esa medida se basa en falsas expectativas sobre la utilidad de los embriones híbridos para descubrir nuevas terapias.

Fuente: The Tablet

Fecha: 22 Mayo 2008

“¿Cuántas veces hemos leído durante las recientes discusiones sobre la Ley de Embriología y Fecundación Humana que la investigación con embriones híbridos de humano y animal es vital para conseguir remedios contra el alzheimer o el parkinson?” Según el primer ministro Gordon Brown, la ley permitirá encontrar terapias que “pueden salvar y mejorar la vida de miles de personas, millones al cabo de un tiempo”.

“Deslumbrado por las promesas, el público se inclina ante la ciencia. La Autoridad de Embriología y Fecundación Humana permite todo: no ha rechazado ningún proyecto de investigación con embriones. Los científicos partidarios de hacerlos tienen dóciles portavoces en políticos y periodistas cautivados por las promesas. ¿Cómo podría alguien oponerse a esas curas milagrosas? En los esfuerzos de algunos de los defensores del proyecto más motivados políticamente hemos podido ver una confusión de cuestiones y un clásico juego de manos”.

Células adornadas con méritos de otras

En primer lugar, señala Scolding, se han usado los progresos en terapias con células madre adultas para ilustrar y justificar las muy hipotéticas posibilidades terapéuticas de las células embrionarias. Un ejemplo son estas declaraciones de Gordon Brown: “Las células madre adultas ya se están usando para tratar enfermedades como leucemia, inmunodeficiencia severa combinada o enfermedades coronarias, y los científicos ya están cerca de lograr los descubrimientos que permitirán usar las células madre embrionarias para tratar una variedad mucho mayor de enfermedades”.

Scolding ofrece otro ejemplo: “En el Times del sábado pasado [10 de mayo], un suplemento de 12 páginas (patrocinado por la Wellcome Trust y publicado –curiosamente– dos días antes del debate en el Parlamento) no cesaba de cantar las excelencias de las terapias y la investigación con células madre, mediante historias conmovedoras de curaciones e informaciones impresionantes sobre progresos científicos. Pero había algo que no se mencionaba: todos los casos de tratamientos a pacientes eran con células madre adultas; todas las informaciones sobre células embrionarias eran de experimentos o de ensayos con animales, o de estudios que especulaban sobre el potencial futuro de tales células. No se ha tratado ni a un solo paciente, ni siquiera en ensayos, con células madre embrionarias: sería demasiado peligroso”.

Eso no es sorprendente, añade Scolding, a la vista de los problemas que presentan las células madre embrionarias: propensión a formar tumores, inestabilidad y anomalías genéticas y cromosómicas, peligro de rechazo y de infecciones en el caso de las células de donante. Por eso, hace tres meses, el New England Journal of Medicine (28-02-2008), tenaz defensor de la clonación y de la investigación con células embrionarias, se lamentaba así: “Quizás, como era previsible, las dificultades técnicas y las complicaciones éticas de esta opción [células madre de embriones clónicos], la hacían impracticable desde el principio”.

En cambio, recuerda Scolding, las células adultas se pueden obtener con mayor facilidad en el organismo del propio enfermo. De ahí el éxito de ensayos clínicos con pacientes de enfermedades tan diversas como infartos, diabetes, isquemia de extremidades, incontinencia de estrés y retinopatías.

Células madre adultas: nacidas para reparar

Además, las ventajas de las células madre adultas obedecen a una razón biológica profunda. “Nuestra idea de la medicina regeneradora ha cambiado notablemente en los últimos años. Las propiedades básicas de las células embrionarias (capacidad de proliferar ilimitadamente y de diferenciarse en células de cualquier tipo) se consideraban claramente ventajosas sólo cuando entendíamos la terapia celular como un simple reemplazo de células perdidas. En realidad, esta idea simplista es aplicable en muy pocas circunstancias clínicas. La reparación tisular es infinitamente más compleja. Implantar neuronas derivadas de células madre, por ejemplo, y esperar que curen el alzheimer viene a ser como meter unos cuantos engranajes, ruedas y muelles dentro de un reloj estropeado y esperar que vuelva a funcionar”.

Pues bien, “el uso de las células madre adultas, presentes en muchos órganos especializados, si no en todos, ha evolucionado hacia la reparación: esa es la función que tienen [en el organismo], y la cumplen de muchos modos. Pero esto es apenas relevante para la nueva ley”.

Viene ahora el juego de manos. “Se ha convertido el debate, falsamente, en un referéndum sobre la investigación con células embrionarias. Lo que se propone es en realidad ‘sólo’ autorizar que se creen varias clases de embriones mixtos de humano y animal como posibles nuevas fuentes de células madre. Pero todos los argumentos aducidos para justificar los experimentos con cíbridos (embriones humanos que contienen una pequeña cantidad de material genético animal [por haberse formado sustituyendo el núcleo de un óvulo animal por el de una célula humana]) están basados en la falsedad de que son vitales para desarrollar, a partir de células embrionarias, terapias contra enfermedades temibles”.

Opción estrambótica

Eso es pura tergiversación, dice Scolding, que cita a un defensor de la investigación con embriones, Roger Highfield, responsable de la sección de ciencia del Daily Telegraph. Los biólogos celulares que entienden la complejidad de los cíbridos, advierte Highfield, dudan seriamente que esos embriones puedan siquiera dar alguna información remotamente útil sobre enfermedades humanas. Y James Sherley, del Programa de Cáncer y Biología Regeneradora de Boston, ha dicho: “Habría que despreciar gruesos tomos de biología molecular y celular fundamental para justificar la investigación con cíbridos. No hace falta ni un solo experimento más para saber con certeza que la clonación humano-animal no puede proporcionar modelos válidos para la clonación humana”.

Scolding prosigue: “Sospecho que esta falsa ecuación –la derrota del proyecto supondría una derrota para toda la investigación con embriones– ha sido el toque de clarín que ha movilizado al establishment científico del país en apoyo del proyecto. En verdad, pocos científicos serios que trabajan con células madre embrionarias hablarán en favor de los cíbridos por la utilidad intrínseca de estos embriones para la investigación terapéutica; la mayoría, obviamente, hablará a favor de la investigación embrionaria en general. (Aunque incluso entre estos, una parte defiende el proyecto de ley más por el principio de que no se debe poner límite al trabajo de los científicos que por las células embrionarias en sí mismas.)”

Finalmente, Scolding recuerda que desde el año pasado existe una alternativa al uso de embriones: las células madre pluripotentes inducidas, que se obtienen por reprogramación genética de células diferenciadas del organismo. Esta técnica produce células “prácticamente idénticas a las embrionarias, y es muchísimo más fácil que la clonación humana (y no digamos que la clonación de cíbridos)”. “Científicos de todo el mundo se están pasando a la reprogramación; incluso investigadores británicos que trabajan con células madre dicen que la reprogramación anuncia el fin de la experimentación con embriones humanos. En ningún otro sitio despierta verdadero interés la opción, bastante estrambótica, de producir cíbridos, y menos aún híbridos”.

Gosling: el montaje de un caso de eutanasia

La confesión, hecha por el periodista de la BBC Ray Gosling, de haber matado a un amante por compasión y con su acuerdo, parece un intento bastante artificial de provocar debate sobre la despenalización de la eutanasia y la cooperación al suicidio.
Fecha: 19 Febrero 2010

Fuente: Aceprensa

No se sabe quién era el fallecido, ni cuándo murió, ni dónde. Lo único cierto es que el periodista británico Ray Gosling confesó, en un programa televisivo de la BCC emitido el 15 de febrero, haber matado por compasión a un amante gravemente enfermo de sida, hace muchos años. También parece claro que publicarlo ahora es una provocación. Si la finalidad era suscitar reacciones a favor de legalizar la eutanasia o la cooperación al suicidio, ha tenido poco éxito.

Gosling es el presentador del programa. En el último capítulo, sobre actitudes ante la muerte, hace su revelación mientras camina por un cementerio. Según dice, su compañero, aquejado de sida, estaba desahuciado y padecía fuertes dolores. En cumplimiento de la voluntad del enfermo, Gosling le dio muerte asfixiándole con una almohada. El pacto incluía no revelar la identidad del difunto ni el tiempo y lugar de los hechos.

La ley que prohíbe la cooperación al suicidio está para proteger a los vulnerables, dice la organización Care Not Killing

El día 17, la policía llamó a declarar a Gosling, que no quiso revelar nada más. Ahora el fiscal tendrá que decidir si lo acusa de homicidio. Pero son tan escasos los indicios, que apenas hay base para procesarle. De momento, ha quedado en libertad provisional mientras la policía sigue investigando.

Gosling, de 70 años, es un veterano activista gay. Se sabía que cuidó de su compañero de muchos años, Bryn Allsopp, durante la última enfermedad de este: un cáncer de páncreas del que murió en 1999. Quién pudo ser el otro, a quien dice Gosling que mató, nadie sabe.

Pese a haber alegado motivos humanitarios, Gosling no parece haber ayudado a la causa del llamado suicidio asistido. La asfixia no se corresponde con la idea de “muerte digna” que tiene la gente en general. La organización Dignity in Dying, promotora de la despenalización, que en otras ocasiones ha apoyado las demandas de personas deseosas de poner fin a su vida con cooperación de familiares o médicos, esta vez ha preferido mantener la distancia con Gosling.

 

 

 

Su portavoz, James Harris, ha dicho que solo sería un caso de cooperación al suicidio si Gosling hubiera ayudado indirectamente a la muerte de la persona en cuestión y a petición de ella. “Si tomó medidas directas para poner fin a la vida de la otra persona, eso caería bajo la categoría de homicidio”.

Otras reacciones han sido claramente críticas, siempre en modo hipotético, pues no se sabe seguro qué pasó. La organización Care Not Killing, que promueve los cuidados paliativos y argumenta contra la eutanasia y la cooperación al suicidio, ha subrayado que el relato de Gosling no da motivo para legalizar tales conductas, sino para extender el acceso al tratamiento del dolor a todos los enfermos que lo necesitan.

Para proteger a los vulnerables

Así, dice Gosling que actuó para poner fin al sufrimiento de su amigo enfermo; pero no está claro –señala el comunicado de Care Not Killing– “por qué aquel hombre padecía dolores ni por qué no recibía mejor tratamiento contra el dolor”. Sería lamentable, añade, que “este caso contribuyera a la extendida pero falsa creencia de que en algunos casos es inevitable que una personas muera en medio de dolores insufribles”.

Por tanto, no hay razón para admitir excepciones a la prohibición de la eutanasia y la cooperación al suicidio. “Hay personas dispuestas a matar por motivos de toda clase: para heredar, para librarse de la carga, también emocional, que supone cuidar a otro, o –alguna vez– por lo que quizá ellos consideren razones humanitarias. La ley establece una prohibición general de todos los actos de cooperación al suicidio y eutanasia, a la vez que da un margen de discrecionalidad al fiscal para acusar o no, y al juez para dictar sentencia”.

El comunicado pone una comparación: “Hay quien roba porque él o su familia pasa hambre. Pero nadie dice que la ley debería permitir por principio el robo en caso de grave necesidad. La ley, sabiamente, prohíbe robar y después, cuando se ha producido un robo, considera las circunstancias para determinar cuál es el mejor modo de tratar cada caso”.

Admitir una excepción bajo estrictas condiciones tal vez funcionaría en un mundo ideal, en que solo optaran por el suicidio personas plenamente libres y conscientes. Pero en la situación real todas las garantías que previese una ley permisiva no bastarían para asegurar la protección de personas vulnerables, condicionadas por el dolor, la depresión o el sentimiento de ser una carga. Contra todo eso se dispone actualmente de eficaz alivio en los cuidados paliativos.

Por eso, sostiene el comunicado, “hoy en día, la demanda de que se legalice la ‘ayuda a morir’ tiene menos que ver con las penalidades propias de la enfermedad que con la difusión de la ideología de la opción individual. Pero hay que poner límites a la opción individual. Precisamente por eso tenemos leyes, entre ellas leyes sobre el homicidio, por razones de seguridad pública: para proteger a los vulnerables, no para dar libertades a los fuertes”.

 

 

Finalmente, el comunicado critica a la BBC por haber emitido el programa, grabado hace más de dos meses, justo antes de que el fiscal general haga públicas sus nuevos criterios para decidir si acusa o no en caso de cooperación al suicidio. Esto, dice Care Not Killing, hace temer que la BBC no sea imparcial en el tratamiento del asunto o incluso “intente presionar al fiscal y al Parlamento dedicando una atención desporporcionada a casos emotivos en los que se presentan los hechos de modo sesgado a una audiencia mal informada”.