Por una investigación biomédica eficiente

Por una investigación biomédica eficiente, respetuosa con el ser humano y adecuada a la legislación europea

El Manifiesto 25 de marzo tiene como fin concienciar a la opinión pública de la necesidad de respetar la dignidad del embrión humano y de impulsar en España cambios legislativos que se adecúen a la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que excluye la posibilidad de registrar en toda Europa patente alguna que sea fruto de investigaciones que hayan implicado la manipulación y destrucción de embriones humanos, así como la utilización de éstos con fines comerciales e industriales.

Inicialmente, el Manifiesto ha sido suscrito por numerosos expertos (profesores de Universidad, investigadores, académicos e intelectuales relacionados con la Bioética, las Ciencias de la Salud y el Derecho) así como por varias asociaciones y entidades. Ahora estamos recabando adhesiones de ciudadanos de cualquier condición y profesión que estén de acuerdo con el Manifiesto.

Los abajo firmantes, profesores de Universidad, investigadores, académicos e intelectuales de diferentes profesiones relacionadas con la investigación, las ciencias de la salud y el Derecho, solicitamos al Gobierno de España la revisión de las leyes 14/2006 de Reproducción Humana Asistida y 14/2007 de Investigación Biomédica, por contener ambas en su articulado elementos opuestos al ordenamiento jurídico europeo y resultar contradictorios con el espíritu de respeto a la dignidad humana que emana de dicho ordenamiento y es la base sobre la que se asienta la defensa de los Derechos Humanos. En concreto, los puntos en conflicto son los siguientes:

1. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea con sede en Luxemburgo dictó una sentencia el 18 de octubre de 2011 (en el caso Brüstle v. Greenpeace, asunto C-34/10) para resolver una cuestión planteada por el Tribunal Supremo alemán sobre la posibilidad o no de patentabilidad de un procedimiento de células progenitoras neuronales obtenidas a partir de células troncales embrionarias. La citada sentencia excluye, sin lugar a dudas, la posibilidad de registrar en toda Europa patente alguna que sea fruto de investigaciones que hayan implicado la manipulación y destrucción de embriones humanos, así como la utilización de éstos con fines comerciales e industriales. Dicha prohibición la fundamenta el alto tribunal en el respeto debido a la dignidad humana, presente ya desde los primeros estadios de desarrollo del individuo. La legislación europea sobre patentes, como recuerda igualmente la sentencia, prohíbe que el cuerpo humano, en las diferentes etapas de su constitución y desarrollo, pueda ser patentado. A todos los efectos, el Tribunal europeo define «embrión humano» como “todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación, todo óvulo humano no fecundado en el que se haya implantado el núcleo de una célula humana madura y todo óvulo humano no fecundado estimulado para dividirse y desarrollarse mediante partenogénesis”. No hay lugar a dudas, pues, de hasta dónde llega la protección jurídica del embrión humano, y la imposibilidad de patentar descubrimientos que requieran su manipulación y destrucción, fundamentada

en el respeto inherente a su dignidad como individuo perteneciente a la especie humana. Esta prohibición se extiende no sólo a los fines de comercialización sino también de investigación, tal como señala la citada sentencia. Dado que dicho principio condena la patentabilidad de los posibles descubrimientos que se pudieran llevar a cabo a partir de la experimentación con embriones, carece de sentido que nuestras leyes sigan permitiendo su uso para investigación ni que se continúen malgastando recursos económicos para ello.

2. El Convenio Europeo sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina (Convenio de Oviedo), al que nuestro país se adhirió el 1 de septiembre de 1999 (siendo por tanto, vinculante para España) y que entró en vigor en enero de 2000, establece en su artículo 1 que los países firmantes del mismo “… protegerán al ser humano en su dignidad y su identidad y garantizarán a toda persona, sin discriminación alguna, el respeto a su integridad y a sus demás derechos y libertades fundamentales con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina.” Las leyes españolas 14/2006 y 14/2007 no garantizan dicha protección, al permitir actuaciones sobre el embrión de menos de 14 días, tales como la selección genética de embriones, previa a su implantación, con fines eugenésicos, la destrucción pasado cierto tiempo de los embriones sobrantes de ciclos de FIV o la posibilidad de su utilización para fines de investigación, o incluso la clonación con fines terapéuticos mediante la técnica de transferencia nuclear. Cabe recordar que esta última posibilidad quedó expresamente prohibida en la cláusula añadida al mencionado Convenio de Oviedo, firmada por España en 2001. Dichas actuaciones se realizan amparadas en la arbitraria utilización del término acientífico “pre-embrión», con el que se oculta la existencia del embrión a fin de permitir que se vulnere su dignidad mediante estas y otras prácticas. De hecho, la propia Ley 14/2007, en su artículo 3, define el término pre-embrión como un embrión (desde que es fecundado hasta 14 días más tarde), ya que no es asimilable a ningún otro concepto.

Por todo ello, los firmantes de este Manifiesto recordamos al Gobierno de España que los proyectos de investigación que conlleven la utilización o destrucción de embriones humanos no pueden ser patentados en Europa. Por tanto, no deben ser permitidos legalmente en nuestro país y mucho menos ser financiados con fondos públicos o privados. En consecuencia solicitamos:

  1. Que nuestra legislación, y en particular, las citadas leyes 14/2006 de Reproducción Humana Asistida y 14/2007 de Investigación Biomédica, sean reformadas para que incluyan estos principios y se adecuen con la legislación europea.
  2. Que se dediquen los suficientes recursos económicos a proyectos que utilicen células troncales adultas y células IP’s, que están cosechando éxitos notables y numerosos, mientras que la investigación con células troncales embrionarias, tras más de 10 años de trabajos, no ha obtenido resultado terapéutico alguno.

Dignidad para recibir la Sagrada Comunión

Carta “Dignidad para recibir la Sagrada Comunión. Principios Generales”    PDF   Imprimir   E-mail

Documentos – Documentos de la Curia Romana

Escrito por Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe   

Carta “Dignidad para recibir la Sagrada Comunión. Principios Generales” del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe al Cardenal Theodore McCarrick, Arzobispo de Washington y presidente del Comité de Política Doméstica, y a Mons. Wilton Gregory, Obispo de Belleville y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (junio de 2004), con ocasión de la reunión plenaria que este organismo celebró en Denver del 14 al 19 de junio de 2004.

1. Presentarse para recibir la Sagrada Comunión debería ser una decisión consciente, basada en un juicio razonado respecto de la propia dignidad para hacerlo, según los criterios objetivos de la Iglesia, haciéndose preguntas como: “¿Estoy en plena comunión con la Iglesia Católica? ¿Soy culpable de algún pecado grave? ¿He incurrido en una pena (p.ej. la excomunión, el entredicho) que prohíbe que reciba la Sagrada Comunión? ¿Me he preparado ayunando por lo menos una hora antes?” La práctica de presentarse indiscriminadamente a recibir la Sagrada Comunión, simplemente como consecuencia de estar presente en la Misa, es un abuso que debe ser corregido (cf. Instrucción Redemptionis Sacramentum, n. 81, 83).

2. La Iglesia enseña que el aborto o la eutanasia son pecado grave. La Carta Encíclica Evangelium vitae, respecto de decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promueven el aborto o la eutanasia, declara que existe “una grave y clara obligación de oponerse por la objeción de conciencia. En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito por tanto obedecerla, o ‘participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella’” (n. 73). Los cristianos tienen “una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios. En efecto, desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal. Tal cooperación nunca puede ser justificada invocando el respeto a la libertad de otros o apelando al hecho de que la ley civil lo permite o lo requiere” (n. 74).

3. No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia. Por ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del aborto y la eutanasia.

4. Aparte del juicio de un individuo respecto de su propia dignidad para presentarse a recibir la Santa Eucaristía, el ministro de la Sagrada Comunión se puede encontrar en la situación en la que debe rechazar distribuir la Sagrada Comunión a alguien, como en el caso de un excomulgado declarado, un declarado en entredicho, o una persistencia obstinada en pecado grave manifiesto (cf. canon 915).

5. Respecto del grave pecado del aborto o la eutanasia, cuando la cooperación formal de una persona es manifiesta -entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente por leyes permisivas de aborto y eutanasia-, su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que termine con la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía.

6. Cuando “estas medidas preventivas no han tenido su efecto o cuando no han sido posibles”, y la persona en cuestión, con obstinada persistencia, aún se presenta a recibir la Sagrada Comunión, “el ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla” (cf. Declaración del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos “Sagrada Comunión y Divorcio, Católicos vueltos a casar civilmente” [2002], n. 3-4). Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la Sagrada Comunión esté realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está reaccionando ante la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una situación objetiva de pecado.

Nota: Un católico sería culpable de cooperación formal en el mal, y tan indigno para presentarse a la Sagrada Comunión, si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura permisiva del candidato respecto del aborto y/o la eutanasia. Cuando un católico no comparte la posición a favor del aborto o la eutanasia de un candidato, pero vota a favor de ese candidato por otras razones, esto es considerado una cooperación material remota que sólo puede ser admitida ante la presencia de razones proporcionalmente graves”.

+Joseph Card. Ratzinger, Prefecto

Sexo, naturalmente

Sexo, naturalmente

Joseph B. Stanford

Publicado en First Things 97 (November 1999): 28-33.

Copyright (c) Firts Things 1999

Traducción castellana: Charlie Paternina y Jokin de Irala.

Cuando empecé mis estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Minesota en 1984, no sabía que 15 años más tarde, como médico de familia, me dedicaría por completo a promover la comprensión de la sexualidad humana y de la procreación desde un punto de vista totalmente contrario a las opiniones más extendidas y a las prácticas generalizadas de nuestra cultura contemporánea.

He descubierto que la medicina está empapada de posturas hacia la sexualidad y la fertilidad que son incompatibles con los valores cristianos acerca del matrimonio, y la procreación. Estas posturas reflejan y perpetúan la aproximación a la sexualidad como recreo que se hallan en nuestra cultura laica.

Basadas en experiencias personales, experiencias con pacientes, mi propia investigación y las investigaciones y estudios de otros, me llevan al convencimiento de que existe una postura espiritualmente auténtica y científicamente correcta frente a la sexualidad y la procreación humana, de la que carece enormemente la medicina actual, pero que es esencial recuperar para el auténtico respeto hacia la vida humana en nuestra cultura.

Tal vez, mi primer encuentro directo con la doctrina laica de la sexualidad en medicina fue un seminario universitario sobre «replantearse la actitud frente a la sexualidad humana». Parte de este curso incluía varias horas de películas pornográficas agresivas, usadas para “ampliar” las perspectivas de los estudiantes sobre la sexualidad humana.

Mientras decidía si asistiría a este seminario, recé y me dejé aconsejar por los líderes de mi iglesia. Esta postura me ha ayudado a mantenerme en mi camino en temas fundamentales desde entonces. Junto con otros compañeros de clase, decidí no tomar parte en el seminario, y escribí una artículo sobre mi postura ante la sexualidad y de qué manera afectaría al cuidado que yo daría a los pacientes que tuviesen posturas distintas a la mía.

Esto me ayudó a clarificar mis ideas referentes a cómo podía yo ser consecuente con mis creencias sobre el valor sagrado de la sexualidad humana y el valor de la castidad, al tiempo que proporcionaba un cuidado compasivo a los pacientes que quizás no tuviesen estas ideas. Comencé a aprender cómo tratar a todos los pacientes con total respeto humano, incluyendo a aquellos que tomaban decisiones que yo consideraba inmorales.

En las clases de farmacología en la Facultad de Medicina, se nos enseñaba que la contracepción hormonal (“la píldora” y otros métodos), que no siempre impide la ovulación, altera el endometrio de forma que se reduce la probabilidad de implantación en el vientre de vidas humanas acabadas de formar. Un pequeño grupo de los que estábamos en las clases, decidimos que no prescribiríamos contraceptivos hormonales. Los que hicimos este compromiso éramos una Católica, una Baptista y yo, perteneciente a los Santos de los Últimos Días (Mormones). No estoy seguro en lo que respecta a mis compañeros, pero yo he sido fiel a mi decisión a lo largo de mi preparación y mi práctica médica, y esto me ha abierto el camino para darles a mis pacientes muchas cosas que de otro modo no hubiese sido capaz de ofrecer.

El potencial de la contracepción hormonal para actuar tras la concepción, ofrece un interesante estudio que contrasta con la medicina moderna. A pesar de que está reconocido en la mayor parte de documentos ginecológicos y farmacológicos, la mayoría de ginecólogos lo ignoran, y tampoco hace eco de ello la información escrita que los pacientes reciben sobre la contracepción. La evidencia de que la contracepción hormonal actúa de esta forma no es definitiva, pero lo sugiere. Los pacientes deberían ser informados sobre todo este tema como un principio básico: las mujeres y sus maridos necesitan tener la mejor información médica disponible para poder tomar decisiones sobre planificación familiar que estén de acuerdo con sus propios valores y su conciencia moral.

Iba aprendiendo que la píldora podía actuar como un abortivo, y esto fue el principio para cuestionarme el valor de los contraceptivos. Durante el MIR en medicina familiar, evité hacer ligaduras de trompas o vasectomías porque los estatutos oficiales de los Santos de los Últimos Días rechazan firmemente estos procedimientos. Al final, me di cuenta de que la fertilidad forma parte de la salud, y no es una enfermedad, y que hay algo fundamentalmente contradictorio en las operaciones que buscan impedir una función saludable del cuerpo.

Con el tiempo y la experiencia adquirida con mis pacientes, comencé a pensar que cualquier forma de contracepción tenía efectos nocivos en los matrimonios e incluso en las relaciones prematrimoniales, aunque no todos lo reconocían. Cada vez más, tenía la seguridad de que la sexualidad y la fertilidad están unidas al nivel más fundamental tanto físicamente como espiritualmente. Comencé a ver más claro lo que puede ocurrir cuando el hombre intenta deshacer esta conexión.

La unión sexual en el matrimonio debería ser un don perfecto de cada cónyuge hacia el otro, y cuando la fertilidad (aunque sea en potencia) se excluye deliberadamente de este don, estoy convencido de que algo valioso se pierde. El marido puede comenzar a ver a su esposa como un objeto de placer sexual que debe estar siempre disponible para su propia satisfacción. Esta tendencia toma fuerza en la perspectiva reinante de la sexualidad en nuestra sociedad, que idealiza la erotización y la satisfacción sexual ilimitadas, pero libres (al menos teóricamente) de cualquier posibilidad de embarazo. La esterilización y los contraceptivos hormonales alimentan especialmente esta perspectiva masculina tan común y enormemente distorsionada (también adoptada por muchas mujeres).

Las parejas pueden perder de vista fácilmente por qué tomaron la decisión de evitar los embarazos, y no tratar el tema durante meses e incluso años, teniendo relaciones sexuales de manera muy alejada incluso de la idea de procreación.

Existen también efectos secundarios de mayor o menor naturaleza con cada contraceptivo. En un par de años, llegué a la conclusión de que no prescribiría en conciencia, contraceptivos de ningún tipo (abortivos o no), porque sentía que de algún modo, toda contracepción es perjudicial para el matrimonio y la salud de los esposos.

No hubiese sido capaz de tomar esta decisión sobre la prescripción de contraceptivos si no hubiese aprendido simultáneamente, de forma efectiva, científicamente correcta y espiritualmente saludable, sobre la planificación familiar. Existen vías fáciles y precisas de monitorizar e interpretar los signos de fertilidad en el cuerpo de una mujer. Las parejas pueden aprender a utilizar estos signos de fertilidad para planificar la concepción mediante el acto sexual durante los periodos fértiles, o espaciar los embarazos mediante la abstinencia sexual durante estos periodos.

Los signos de fertilidad básicos son:

    cambios en las secreciones vaginales durante los periodos de ovulación, que corresponden a secreciones de la cérvix uterina que permiten al esperma sobrevivir y desplazarse

    el aumento de la temperatura basal corporal, que es una señal de que la ovulación ha tenido lugar.

Con la preparación adecuada, estos signos pueden ser interpretados de modo fiable, independientemente del calendario, y de si los ciclos de la mujer son regulares o no. De hecho, estos fenómenos fisiológicos de la fertilidad humana tienen aplicaciones que van más allá de un simple método para planificar la familia “naturalmente”, es decir, sin contraceptivos. Sin embargo, como la expresión “planificación familiar natural” (PFN) se ha usado mucho para describir el conocimiento básico de los ciclos de fertilidad e infertilidad del cuerpo de la mujer, además de su aplicación para espaciar los embarazos, en este documento nos referiremos a todas las aplicaciones que tiene el conocer estos fenómenos.

Tres métodos modernos de PFN están respaldados por un conjunto amplio de datos científicos:

    el método sintotérmico, basado en las observaciones de secreción vaginal y la temperatura basal del cuerpo, combinada, en ocasiones, con otros síntomas

    el método de la ovulación, también conocido como el método de la ovulación Billings, de los doctores John y Evelyn Billings, basado únicamente en las observaciones de secreción vaginal

    el Modelo Creighton, una adaptación del método de la ovulación que estandarizó protocolos para usarlo y enseñarlo, desarrollado en la Universidad de Creighton.

Cada uno de estos métodos, tiene una base sólida de estudios médicos que demuestran una alta efectividad para evitar el embarazo.

Las parejas que tienen una necesidad seria de espaciar los embarazos o de evitarlos, pueden hacerlo de manera fiable utilizando PFN. Muchas parejas afrontan estas situaciones durante alguna época de su matrimonio. Si no existiera ninguna alternativa efectiva a la contracepción (más que la abstinencia total) estaríamos ante una difícil situación.

La abstinencia periódica utilizada en la PFN para evitar el embarazo, puede resultar un reto, a veces difícil, pero une a los matrimonios, ya que los dos cónyuges ponen las necesidades del otro (y del matrimonio) por delante de sus propias necesidades. Se necesita fe para utilizar la PFN: si no Fe en Dios, al menos fe en la fuerza del matrimonio, y en el buen augurio y la capacidad de cada esposo de ceder a una disciplina de PFN para el bien común de su matrimonio y su familia.

Esta fe se ve compensada con creces: existe un efecto profundo de «cortejo – luna de miel» entre los matrimonios que utilizan la PFN, incluso tras años de matrimonio. La abstinencia del contacto genital durante el periodo fértil evoca un sentido de “cortejo” periódico, tras el cual, la pareja disfruta de una “luna de miel” que aumenta el gozo y la capacidad de apreciar la unión sexual.

Las investigaciones sugieren que la frecuencia de uniones sexuales entre parejas que utilizan la PFN es similar a la de la mayoría de parejas casadas que utilizan la contracepción, pero que se distribuye de forma distinta. Yo he conocido parejas durante mis años de práctica médica que realizan el acto sexual por rutina diariamente, pero que no experimentan la satisfacción de su “vida sexual” con la profundidad que lo hacen aquellas parejas que utilizan la PFN. Dicho de otro modo, la PFN mejora los matrimonios de un modo que la contracepción no lo hace.

En mi opinión, las parejas que utilizan la PFN obtienen los siguientes beneficios:

    los esposos saben apreciar más profundamente la fertilidad como un don de Dios más que como un fenómeno biológico que se puede manipular o un mal que hay que evitar

    generalmente, consiguen consciente y rápidamente los embarazos cuando ellos los eligen (los embarazos “sorpresa” suceden muy raramente entre las parejas que usan la PFN)

    se replantean sus opciones sobre fertilidad periódica y constantemente

    en su relación íntima, cada esposo envía un mensaje implícito y poderoso: «Te acepto completamente, incluída tu fertilidad»

    aprenden a asumir y a ejercer juntos la responsabilidad sobre su fertilidad

    aprenden que los periodos de abstinencia de contacto genital pueden hacer una relación más sólida.

La mayoría de gente que empieza a usar la PFN no lo hace porque espera experimentar los beneficios en su relación y su espiritualidad que acabamos de describir. Las investigaciones sugieren que, al principio, la mayoría están interesados básicamente en los beneficios saludables: la ausencia de efectos secundarios y el conocimiento del funcionamiento normal del cuerpo. Otros comienzan a utilizar la PFN por un compromiso religioso. Independientemente de la razón por la cual se empieza a usar la PFN, las investigaciones han demostrado que, comparado con otros métodos de planificación familiar, una proporción relativamente alta de usuarios continúa utilizándolo. Y después de algunos meses de uso, la mayoría de ellos te dicen que han notado algunos de los beneficios de los que acabamos de hablar, en su relación.

La diferencia fundamental entre la PFN y la contracepción resulta más clara cuando las parejas que utilizan la PFN para evitar el embarazo intentan concebir una nueva vida. Para las parejas que utilizan la contracepción, la elección de concebir significa, normalmente, cortar con la contracepción (o utilizarla de un modo dispar e inconsistente) y “jugársela” o “ver qué pasa”. Aunque algunas parejas que utilizan la PFN pueden ocasionalmente utilizar estas expresiones, su experiencia es cualitativamente distinta. De modo contrario a lo que hacen las parejas que utilizan la contracepción, ellos saben perfectamente que probablemente se producirá la concepción, aunque no estén planeando deliberadamente hacerlo. Además, conocen la fertilidad, con los beneficios y responsabilidades que implica. Todo esto está fuera del alcance de la pareja que confía en la contracepción para su planificación familiar.

Este conocimiento tiene el potencial para hacer descubrir a la pareja el poder divino de la procreación. Contrariamente a lo que sucede con la contracepción, la PFN no lleva a desear tener el menor número de descendencia posible. Más bien al contrario. Al tiempo que capacita a las parejas a evitar los embarazos de forma fiable, también anima a estas parejas a tener tantos niños como razonablemente puedan cuidar. Desde una perspectiva cristiana, esta es una ventaja de la PFN que no comparte ningún otro método de planificación familiar. La PFN es, por su propia naturaleza, abierta a la vida.

No quiero decir con todo esto que las parejas casadas que utilizan la contracepción han de tener, necesariamente, problemas familiares o conyugales. Conozco muchas parejas maravillosas que están abiertas a la vida, están completamente comprometidas con su familia y sin embargo utilizan la contracepción. Pero estoy convencido de que la mayoría de estas parejas utilizarían la PFN si tuvieran la oportunidad de entenderla y conocer las bendiciones que conlleva.

Hay otras dos dimensiones de la PFN que sólo puedo mencionar brevemente, pero que son de igual importancia por su valor para espaciar los embarazos. El primero es la gran esperanza que la PFN ofrece a las parejas que afrontan la infertilidad. La PFN es el inicio de una postura frente a la infertilidad que se basa en la regeneración de los procesos naturales —don de Dios— de la reproducción humana para su funcionamiento saludable. Esto está en contraste radical con la mayoría de los esfuerzos que se desarrollan con tecnología avanzada contra la infertilidad hoy en día, y que tratan la vida humana como un objeto que se puede manipular científicamente en lugar que una realidad sagrada. Muchas parejas y muchos médicos utilizan la fecundación in vitro y otros procedimientos semejantes por su deseo de fertilidad, para al final encontrarse a ellos mismos afrontando dilemas morales insospechados tales como qué hacer con los embriones crio-conservados. La postura de la «procreación natural» a la infertilidad, que puede incluso incorporar técnicas médias y quirúrgicas sofisticadas mientras se utilicen para devolver la fisiología normal de fertilidad, se basa en el respeto a los procesos de la procreación humana y a la vida humana en sus estadios primeros.

Los datos precisos sobre la efectividad de los planteamientos de la procreación natural (que no recibe apenas fondos para la investigación, actualmente) todavía se han de interpretar, pero los datos disponibles me convencen de que este planteamiento demostrará ser, al menos, tan efectivo como los que se están utilizando actualmente para tratar médicamente la infertilidad. (El Instituto Pablo VI para el Estudio de la Reproducción Humana, en Omaha, Nebraska, lidera el desarrollo sobre la opción de la «tecnología procreativa natural» para la infertilidad). Esta aplicación de la PFN será probablemente lo primero que entrará en el maremagnum de la medicina reproductiva. Aún así, encontrará una firme oposición de aquellos que invierten grandes sumas en el sistema actual de tratamiento médico de la infertilidad.

Otra contribución esencial de la PFN es la posibilidad que ofrece para la salud ginecológica y reproductiva de las mujeres. Conocer cuándo y si una mujer está ovulando, y cuándo y si su sistema reproductor funciona normalmente, es de gran valor para el diagnóstico y tratamiento de las condiciones que están relacionadas con el sistema reproductor, tales como el síndrome premenstrual, hemorragias irregulares, endometriosis y los quistes de ovario.

La forma más común con diferencia, con la que los médicos tratan todas estas condiciones —con éxito variable en el control de los síntomas— es prescribir a las mujeres las píldoras de control de la natalidad u otros tratamientos hormonales que suprimen el funcionamiento normal del sistema reproductor. Por contra, la PFN ofrece la posibilidad de desarrollar tratamientos médicos que devolverán el funcionamiento normal del sistema reproductor. Más todavía: la PFN ayuda a la mujer a entender mejor su cuerpo, permitiéndole conocer exactamente en qué consiste el tratamiento médico. En mis años de práctica médica, he visto una diferencia cualitativa cuando he tratado a mujeres que padecen estos problemas y que utilizan (o están comenzando a utilizar) la PFN para entender sus ciclos, y aquellas que no los utilizan. Las investigaciones aumentarán el potencial de esta opción en el futuro.

Al igual que los métodos actuales son buenos para identificar los periodos fértiles del ciclo menstrual, estoy convencido de que en el futuro desarrollaremos prácticas más completas y efectivas. Hay algunas parejas que todavía tienen dificultades sustanciales para aprender e interpretar sus signos de fertilidad. Sin embargo, he visto que cuando las parejas que tienen estas dificultades reciben el mejor apoyo médico y moral posible, normalmente permanecen en su opción de utilizar la PFN, y son capaces de superar los momentos difíciles con un matrimonio sólido.

Menos de un 1% de las parejas de los EE.UU. utiliza la PFN moderna. ¿Por qué no hay más? Entre las causas están la falta de conocimientos, la imposibilidad de acceder a ella a distintos niveles, una cultura saturada de contracepción, y temas intrínsecos de confianza. Además, existe una minoría que percibe la PFN como «contracepción natural» y que la rechazan al igual que la contracepción.

En una cultura en la que, estadísticamente, es muy improbable que alguien conozca a alguien que utiliza la PFN, es difícil conseguir información adecuada sobre el tema, y mucho menos apoyo social para usarla. Para usar con efectividad la PFN se precisa de una instrucción adecuada que ha de dar un monitor especializado. El número de profesores de PFN disponibles varía geográficamente, pero es todavía muy limitado en la mayoría de lugares. Las compañías de seguros no cubren los gastos médicos de las parejas que utilizan servicios de salud relacionados con la PFN, aunque es impactante que sí que lo hagan en temas como la contracepción o la esterilización, aunque esto está cambiando lentamente.

Los médicos y los profesionales de la salud están muy poco informados (o mal informados) sobre la PFN moderna, y normalmente ni comentan la opción con los pacientes. La primera vez que aprendí sobre PFN no fue a través de mis clases, sino mediante una serie de clases nocturnas optativas organizadas por estudiantes de medicina para cubrir temas que no constaban en el curriculum de nuestra Facultad de Medicina. La mayoría de facultades de medicina y de programas de educación médica, carecen de información adecuada y precisa sobre la PFN.

La contracepción se ha convertido en una práctica tan integrada en la práctica médica que es difícil para aquellos estudiantes o médicos que deciden no prescribirlo, que se les permita completar su educación, y en el campo de obstetricia y ginecología es casi imposible. Yo no atribuyo esto a ninguna conspiración, sino a la aceptación cultural y la promoción de la contracepción en los últimos 30 años.

Con respecto a esto, uno no debería subestimar la influencia y el rol de las compañías farmacéuticas en la práctica, tan ampliamente aceptada, de la prescripción de contracepción por profesionales de la salud, ya que quizás ellos son la única fuente de fondos no estatales para continuar con el estudio médico y las jornadas y congresos profesionales sobre obstetricia y ginecología.

De todos modos, la falta de uso de la PFN no se debe a que la mayoría de mujeres y de parejas están satisfechos con los métodos contraceptivos modernos. Pocas mujeres disfrutan realmente con la experiencia física de tomar la píldora u otros contraceptivos hormonales y con sus efectos secundarios típicos y atípicos. No he encontrado ninguna mujer que disfrute realmente teniéndose que poner un diafragma, ni ningún hombre que prefiera ponerse un condón a la hora de practicar el sexo. Las investigaciones han demostrado que muchas mujeres y muchos hombres buscan algo mejor.

No intento juzgar a otros (en especial a mis pacientes) cuando eligen usar contraceptivos. Sus opciones acerca de su potencial reproductor están entre ellos y Dios, y están en su derecho y responsabilidad para determinar por ellos mismos qué hacer con su fertilidad. En conversaciones con mis pacientes, hago un esfuerzo para mantener el equilibrio comentando mis consejos médicos sobre los distintos métodos contraceptivos.

Al mismo tiempo, sin entrar en juicios, intento transmitir a mis pacientes (hasta el punto que ellos quieran escuchar) por qué creo que existe una alternativa saludable y efectiva que está en completa armonía con su fertilidad y con su dignidad de personas humanas, como hijos de Dios. Les hago saber claramente lo que puedo y no puedo hacer con mi propia conciencia, y que tendrán que ir a otro sitio si eligen una opción en la que yo no puedo participar. Casi todos mis pacientes lo entienden. Aquellos que eligen que ya no se les prescriban más contraceptivos, casi siempre vuelven conmigo para el resto de sus cuidados médicos.

He visto que aproximadamente una cuarta parte de mis pacientes que no ha utilizado la PFN la eligen tras una conversación conmigo sobre el asunto. (Muchos pacientes me visitan porque están buscando un médico que les ayude en su opción inicial de usar la PFN). Además de muchos médicos de familia, existe un creciente número de profesionales en obstetricia y ginecología que ha tomado la decisión de prescribir sólo la PFN para espaciar los embarazos, para tratar la infertilidad, y casi todo el resto de aspectos relacionados con la salud reproductiva. Estoy muy metido en el trabajo que realiza la Academia Americana de Planificación Familiar Natural, una organización comprometida dedicada al servicio y la investigación dentro de un marco de trabajo de total respeto por la vida y la procreación. He estado como director del Comité de Ciencia e Investigación, y recientemente como presidente. Que yo sea uno de los pocos miembros no católicos de la organización no ha dificultado mi profunda amistad y propósito común con estos profesionales de la salud.

Es posible que una pareja utilice la PFN de un modo inadecuado, para limitar su familia egoístamente, pero creo que es mucho menos probable que suceda con la PFN que con el uso de métodos artificiales de contracepción.

Desde luego, estoy familiarizado con la perspectiva católica sobre estos temas. He leído y releído la Humanae Vitae, la encíclica de 1968 del Papa Pablo VI. Aunque existen algunos puntos teológicos en los que discrepo, comulgo totalmente con la visión fundamental de la sexualidad humana y la vida familiar que la encíclica define de un modo precioso. Creo que las ideas de la encíclica sólo pueden venir por inspiración divina. De forma similar, aunque no estoy de acuerdo con todos los puntos descritos por el Papa Juan Pablo II en la Evangelium Vitae, encuentro esta visión de la batalla entre la Cultura de la Vida y la cultura de la Muerte, muy iluminadora.

La resistencia más fuerte a la PFN permanecerá concentrada probablemente entre aquellos que creen que el control de la población es el tema más crítico de nuestro tiempo, porque advierten —sin equivocarse— que la PFN no es tan “fiable” como muchos métodos de contracepción desde la perspectiva de animar a la gente a no tener hijos. Como he dicho, los primeros pasos de la PFN dentro del gran caudal de la medicina, vendrá probablemente al principio por su potencial para ayudar a las parejas en la infertilidad.

Al final, espero ver a la mayoría de profesionales de la salud de los EE.UU. aceptando la PFN como una opción que debería estar disponible para todas las mujeres y las parejas. Incluso aquellos que están metidos en la contracepción y en contra del aborto podrían apoyar esta “opción” adicional.

Existe un número creciente de profesionales de la salud que promueven los beneficios de la PFN aunque ven la PFN básicamente como uno entre tantos otros métodos de contracepción, cualesquiera sean sus ventajas. Muchos de estos promueven una versión de precaución ante la fertilidad que anima al uso de métodos de contracepción de barrera (u otras variaciones como el sexo oral) durante los periodos fértiles —una versión que mantiene algunos beneficios de salud de la PFN pero que pierde sus beneficios espirituales.

El valor último de la PFN lo encontrarán aquellos que aúnen sexualidad y fe. Se darán cuenta de que la PFN difiere fundamentalmente de la contracepción en que coopera con el don divino de la fertilidad, más que buscar suprimirla o destruirla, y que cooperar con el don divino de la fertilidad trae bendiciones espirituales al tiempo que beneficios médicos. La PFN devuelve la conexión entre sexo y procreación, mejora el matrimonio y ayuda a la virtud de la castidad. Ayuda a los esposos a ver al otro como personas y creadores de personas de forma apropiada, ya que es en la procreación donde la gente percibe su dignidad de hijos hechos a imagen de su Padre.

Joseph B. Stanford, M.D., es Profesor Adjunto de medicina Preventiva y de Familia en la Universidad de Utah. Ha sido Presidente de la Academia Americana de Planificación Familiar Natural, del Comité Asesor de Medicina Reproductiva de la United States Food and Drug Administration y, en la actualidad, es Miembro del Consejo de Administración del Instituto Internacional de Medicina Reproductiva Restaurativa. Algunas partes de este trabajo están adaptadas de un trabajo que apareció en “Physicians Healed (One More Soul)”

El negocio abortista tiembla

Texas hará que la mujer escuche el latido del bebé antes de abortar: el negocio abortista tiembla

Al contrario que el sobre cerrado español, esta información daña a la cultura abortista al hacer presente al bebé.
«Blood Money«: el documental que el Gobierno español no deja ver a los jóvenes.
«Expertos» piden que las imágenes de bebés por ultrasonidos no afecten al debate sobre el aborto.
  1. J. Ginés
ForumLibertas.com
La píldora del día siguiente: aspectos farmacológicos, éticos y jurídicos
José López Guzmán y Ángela Aparisi
        Lo decía en febrero una veterana líder abortista como Frances Kissling: «no podemos seguir haciendo como si el feto fuese invisible». La tecnología humana hace al feto más visible que nunca y esa tecnología está haciendo estragos en la cultura del aborto. La prueba más clara se está dando en Texas y de ahí puede saltar al mundo entero.

El Congreso de Texas aprobó una medida el lunes (107 votos a favor, 42 en contra) que exige que la mujer que quiera abortar se someta antes a una revisión por ultrasonidos y escuche una descripción de lo que muestra, del estado del feto (a la mujer se le permite cerrar los ojos ante la pantalla, es decir, a la realidad, pero debe escuchar la descripción). Y también debe escuchar el sonido del corazón que late (algo que empieza a suceder a las 3 o 4 semanas tras de la concepción). Después, la mujer deberá esperar 24 horas antes de abortar.

El Senado de Texas el mes pasado aprobó otra norma que gusta menos a los pro vida: exime a la mujer de ver la imagen y los sonidos si fue violada o si el feto tiene una «condición médica irreversible» y solo pide 2 horas de reflexión antes de abortar.

Como ambas normas chocan, el gobernador Rick Perry espera, antes de firmar, una versión que las combine, aunque ya ha declarado que le gusta más la del Congreso.

«Agradezco al Congreso de Texas que apruebe esta legislación, que potencia nuestros esfuerzos por proteger la vida humana al asegurarse que las tejanas están plenamente informadas al considerar esta importante decisión», declaró el lunes Perry. «La decisión de elegir la vida se hace clara cuando se tiene toda la información, y espero que esta importante ley llegue pronto a mi escritorio», añadió.

Las asociaciones abortistas, encabezadas por la patronal del sector, Planned Parenthood, están más que inquietas y han llamado a la movilización, pero como se demostró en las poco seguidas «Marchas por la Elección» de hace pocas semanas, la capacidad de convocatoria popular del sector del aborto en Estados Unidos (como en España) es escasa.

La patronal abortista Planned Parenthood protesta diciendo que la norma es una «intrusión» del Gobierno en la relación entre médico y paciente. El argumento es poco convincente puesto que hay miles de leyes sanitarias que regulan lo que los médicos deben o no deben hacer y ninguna patronal más sale quejándose de «intrusión».

Pero demuestra que el lobby abortista sigue en la vieja tradición americana de considerar al Estado como un enemigo molesto. Precisamente esto es lo que la veterana activista pro-aborto Frances Kissling pedía cambiar hace unas semanas: «Tratamos al Estado como a un enemigo. Para que el movimiento pro-elección siga siendo popular y se mantenga el derecho legal al aborto tenemos que trabajar con el Estado», y eso implicaba, según Kissling, «aceptar las regulaciones sobre derechos de los padres de la embarazada, consentimiento informado, etc…»

Frances Kissling proponía limitar los abortos a periodos pre.viabilidad, acogerse a plazos (con excepciones-coladero, eso sí), según el modelo europeo. Pero la industria del sector no aceptó sus argumentos. Eso sí, queda claro que cuanto más visible es el feto con los ultrasonidos y otras técnicas, peor le va a las clínicas abortistas: para facturar, necesitan que la madre no vea ni oiga a su hijo. Por eso, la ley tejana, si se extendiese, amenazaría todo su sector.

Fuente: fluvium.org

Objeción de conciencia contra el diagnóstico prenatal

Presentado un recurso de objeción de conciencia contra el diagnóstico prenatal

No sólo se objeta en conciencia, sino en ciencia

El Dr. Esteban Rodríguez Martín solicitó que se le exonerara del diagnóstico prenatal por razones de conciencia. En la mayoría de los casos, ese diagnóstico no permite curar nada, pero el protocolo le obliga a informar a la mujer de que está dentro del supuesto de aborto por razones eugenésicas. El Dr. Rodríguez Martín no sólo es provida, sino que es médico, y por tanto, comprometido y casi consagrado en la defensa de la vida.

Pero la dirección del hospital no le ha aceptado su petición. Así que presentó escrito de interposición el pasado 4 de abril. La vista tendrá lugar dentro de 10 días. Argumenta sobre base científica que el diagnóstico prenatal ya ha dejado de tener utilidad científica. El feto corre riesgos y sin embargo, su diagnóstico no permite la cura de ninguna enfermedad. Por lo tanto, no es que objete en conciencia, sino que objeta “en ciencia”. No aporta valor curativo.

Por el contrario, del resultado de ese diagnóstico, sí que se deriva un más que probable aborto. Es la razón por la que ya prácticamente no hay síndromes de Down en España y otros países permisivos con el aborto. El protocolo del Hospital Punta de Europa de Algeciras (donde trabaja) le obliga a informar a la mujer de que se encuentra dentro de los tres supuestos legales para abortar. Obviamente el Dr. Rodríguez Martín no está de acuerdo con colaborar en semejante eugenesia. Por eso ha recurrido la decisión de su hospital y solicita amparo para su libre ejercicio de la objeción de conciencia contemplado en sendas sentencias del Tribunal Constitucional.

Se trata del primer caso de objeción de conciencia no al aborto, sino a la técnica de la que se deriva la mayor parte de los abortos eugenésicos: el diagnóstico prenatal, “muy diferente a la medicina fetal”, señala el Dr. Rodríguez. Estaremos atentos al fallo. Seguiremos informando.

Obama, Palin y el aborto Por Jeff Jacoby

 

El pasado marzo, durante un acto de campaña celebrado en Pensilvania, preguntaron al senador Obama por los adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual. «La educación –incluyendo la información sobre los métodos anticonceptivos– es la más importante de las prevenciones», dijo entonces. Y añadió: «Tengo dos hijas, de 9 y 6 años. Lo primero que voy a enseñarles es todo lo relacionado con los valores y la moral; pero si cometen un error, no quiero verlas castigadas con un bebé. Y no quiero verlas castigadas con una ETS a los 16 años».

Si Obama hubiera pretendido sumir en el horror a los electores pro vida, no podría haber encontrado una frase más certera que ésa de las jóvenes «castigadas con un bebé». Esa consideración de un recién nacido con un castigo causó estragos, así que el equipo de campaña del senador demócrata hubo de difundir rápidamente una aclaración, en la que se decía que Obama, padre amantísimo de dos niñas, piensa que los niños son «algo milagroso», y que lo único que pretendía con sus palabras era resaltar la importancia de reducir la tasa de embarazos entre las adolescentes. Pero lo cierto es que sus declaraciones no necesitaban precisión alguna, pues daban certera cuenta de su posición radical a lo largo de su carrera política.

Lo que me ha hecho recordar este episodio ha sido, evidentemente, el embarazo de la hija soltera y adolescente –cuenta 17 años– de la gobernadora Sarah Palin. «Nuestra preciosa hija Bristol nos trajo noticias que, como padres, sabíamos que pueden obligarla a madurar más rápidamente de lo que jamás habíamos planeado», dijeron en su declaración pública Sarah y su marido. Y añadían: «Estamos orgullosos de que Bristol haya decidido tener el niño, y aún más de convertirnos en abuelos. Mientras afronta las responsabilidades propias de la madurez, Bristol sabe que cuenta con nuestro apoyo y nuestro amor incondicionales. Bristol y el joven con el que se va a casar van a descubrir rápidamente las dificultades de criar un hijo, de ahí que cuenten con el amor y el apoyo de toda nuestra familia».

De acuerdo, el Obama de Pensilvania estaba inmerso en el mundo de las especulaciones y lo de los Palin es un desafío bien real, pero ¡vaya contraste! Para el candidato demócrata, el hijo inesperado de una hija adolescente es un castigo que hay que evitar; en cambio, para la candidata republicana a la vicepresidencia se trata de una bendición. La diferencia sería enorme incluso si estuviéramos hablando de episodios excepcionales; pero es que resulta que no lo son, que reflejan lo que sobre la vida en el útero vienen diciendo sus respectivas campañas. Desde luego, éstas no son las primeras presidenciales que enfrentan a un republicano antiabortista con un demócrata abortista: sin embargo, jamás las diferencias fueron tan obvias.

En lo relacionado con el aborto, Obama va incluso más allá de lo que estipula la sentencia de Roe contra Wade. «Lo primero que haré como presidente –dijo el año pasado al Planned Parenthood Action Fund– será firmar la Ley sobre la Libertad de Elección». Con ello no sólo se atendería a lo recogido en Roe vs.

Wade, sino que se acabaría con las restricciones que permite el Supremo, como la prohibición que pesa sobre la financiación pública del aborto y sobre el aborto por nacimiento parcial.

El mes pasado preguntaron a Obama, en la iglesia de Saddleback, en qué momento considera que un bebé tiene derechos humanos; y Obama se salió por la tangente: «Responder con concreción a esa pregunta está más allá de mi competencia». Sin embargo, su postura sobre el aborto ha sido de todo menos equívoca. En el Senado de Illinois votó contra un proyecto de ley que pretendía dejar claro que los supervivientes de un aborto deben ser protegidos, que no se les puede matar o dejarlos morir. Incluso cuando un texto prácticamente idéntico: la Ley de Protección de los Nacidos Vivos, salió adelante (2002) con el voto unánime del Congreso y del Senado, Obama siguió rechazando la versión illinoisina del mismo. En lo relacionado con el aborto, jamás ha habido un candidato a la Presidencia tan radical.

Por cierto, ¿cuándo han tenido los republicanos un ticket tan decididamente pro vida? John McCain, uno de los miembros del Senado más confiables para los abortistas, es padre de siete hijos, uno de los cuales adoptó en Bangladesh. Su compañera no tiene su historial de votaciones, pero su postura resulta aún más impresionante: cuando, el pasado invierno, ella y su marido supieron que lo que venía era un niño con síndrome de Down, ni siquiera se plantearon el no tenerlo. Más del 90% de las estadounidenses en la misma situación han optado por abortar. Sarah eligió la vida. «Entendemos que toda vida inocente tiene un potencial maravilloso», dijo al poco de nacer la criatura, Trig Paxson Van Palin. «Le miro ahora mismo y veo la perfección».

La ambigüedad puede hacer de las suyas en esta campaña electoral, pero en el terreno del aborto no tiene nada que hacer: la próxima dupla gobernante será la más abortista de la historia de los Estados Unidos… o la más partidaria de la vida.

JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

OBAMA PERSIGUE A LOS PROVIDA

Según cuenta Noticias Globales, el Departamento de Seguridad Interior del Gobierno federal de los Estados Unidos dirigido por la sectaria y virulenta abortista Janet Napolitano, ex-gobernadora de Arizona, publicó una instrucción dirigida a sus agentes distribuidos en todo el país, por la que les insta a estar alerta e investigar a los que llama “extremismo de derecha” en el que incluye a personas y grupos que se oponen “al aborto y al matrimonio homosexual”.

El documento titulado, Rightwing Extremism: Current Economic and Political Climate Fueling Resurgence in Radicalization and Recruitment, declara pasibles de investigar a todos “los que son antagónicos a la nueva administración federal -la de Obama- y a sus políticas sobre cuestiones sociales”, (vid. NG 915, 956, 957).

Janet Napolitano siendo gobernadora de Arizona, vetó la ley que prohibía el aborto “por nacimiento parcial” y la que aseguraba el respeto a la objeción de conciencia de los farmacéuticos que no quería vender el abortivo llamado “píldora del día después”. (Nota: El aborto por nacimiento parcial, partial birth abortion, consiste en inducir el parto de un niño no-nacido que ya es viable y aspirarle el cerebro a través de una incisión en la base del cráneo, antes que su cabeza haya salido completamente del vientre de la madre).

Richard Thompson, presidente del Thomas More Law Center, declaró: «Esto no es un informe de inteligencia, sino una injuria contra los que se oponen a las políticas de la administración de Obama. Se trata de una declaración de guerra contra el pueblo y contra nuestra constitución. Se trata del preludio a una legislación que incite al odio contra las iglesias cristianas y contra otras instituciones o personas que se oponen al aborto y al llamado ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo”.

Wendy Wright, presidenta de Concerned Women of America (CWA), recordó a Life Site que durante el Gobierno de Bill Clinton existió una task force, conocida como Violence Against Abortion Providers Conspiracy (VAAPCON) que puso bajo vigilancia a la misma CWA, a la Christian Coalition, al National Right to Life Committee, a la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, e incluso al Cardenal John O’Connor, entonces arzobispo de New York, conocido por su lucha sin cuartel a favor del respeto a la vida humana y a la familia, (vid. NG 34, 81).

No es necesaria en absoluto la investigación con embriones humanos híbridos

«No es necesaria en absoluto la investigación con embriones humanos híbridos»

Entrevista con Mónica López Barahona
Fecha: 19 Enero 2007

Mónica López Barahona es profesora e investigadora de de la Universidad Francisco de Vitoria, de Madrid. Le hemos preguntado las claves para entender la polémica desatada en el Reino Unido tras las solicitudes de autorización de dos grupos científicos para investigar con embriones humanos híbridos. La agencia para la Fecundación y Embriología Humanas británica ha de decidir sobre las peticiones próximamente.

Como explica la Dra. López Barahona en una artículo en «Diario Médico» (17-01-2007): «El argumento de los grupos de investigación que han solicitado la aprobación de este tipo de técnica es otra vez el de poder estudiar nuevas terapias para enfermedades neurológicas degenerativas. De nuevo, llama poderosamente la atención esta reivindicación cuando hoy sabemos que no existe ensayo clínico alguno con células troncales embrionarias frente a los más de 500 en marcha con células madre adultas. Este dato puede comprobarse en www.clinicvaltrials.gov».

— Entonces, ¿para qué se considera necesaria esta técnica?

— No es una técnica necesaria en absoluto. Existen ya líneas celulares establecidas a partir de células troncales embrionarias que aportan un material más que suficiente para investigar. Por otra parte, los resultados de las investigaciones que se han realizado con estas líneas han puesto de manifiesto en modelos animales que las células troncales embrionarias diferenciadas generan teratomas: un efecto secundario que impide que pueda continuar la fase de experimentación con ensayos clínicos en humanos. Las células troncales embrionarias no tienen hoy aplicación terapéutica alguna y sí unos efectos secundarios que desaconsejan continuar la investigación «in vivo». Este tipo de experimentación no aporta por tanto ninguna ventaja y sin embargo degrada una vez más al embrión humano generándolo en este caso a partir de un óvulo animal y permitiéndole desarrollarse sólo hasta blastocisto para destruirlo una vez alcanzada esta fase de desarrollo.

— ¿Son embriones humanos los embriones híbridos?

 

 

 

 

— Sí, son embriones humanos. El cigoto que se pretende generar mediante esta estrategia, en tanto en cuanto puede desarrollarse hasta blastocisto y a partir de éste obtener células madre embrionarias humanas, tiene el estatuto de embrión humano: híbrido, sí, pero humano. El hecho de que no pueda continuar su desarrollo más allá de blastocisto no le merma su categoría de embrión humano, pues su estatuto se lo otorga el ser desde el estado de cigoto una célula específicamente humana y totipotente.

Fuente: ACEPRENSA