Al cole en shorts

blogs.aceprensa.com http://blogs.aceprensa.com/familiaactual/a-la-escuela-en-minishort/ A la escuela en minishort

Ponerse un minishort es fácil, pero hacerlo del modo correcto, en el momento oportuno, ante las personas adecuadas y en el lugar propicio, eso no es tan fácil.

Comenzamos parafraseando a Aristóteles por no hacerlo con una pregunta más directa: ¿es adecuado que las chicas vayan a la escuela con esos minipantaloncitos que están tan de moda? La misma cuestión se plantea un reportaje publicado este fin de semana en La Vanguardia, pues es un tema que está en la calle y afecta directamente a muchas familias con hijas adolescentes. “La preocupación hoy latente a la hora de analizar el significado de esta moda es –afirma Cristina Sen, la periodista que firma el reportaje– el de la hipersexualización, el acortamiento de la infancia, el ritmo de maduración de los jóvenes… Esto no significa vincular en términos generales la moda de los minishorts a estos aspectos que analizan psicólogos y sociólogos, pero sí que da pie a plantear si todos sus usos son adecuados, lógicos, sanos”.

Y parece que no lo son, porque nuestro cerebro no es libre para interpretar los estímulos que recibe. Es decir, que contemplar a una mujer vestida de manera sexy como un objeto sexual no es una degeneración del sujeto, sino más bien del objeto, o si se quiere, una degeneración del sujeto generada por el objeto. Porque parece que nuestros cerebros perciben a las mujeres sexys no como personas sino como objetos. Por lo menos eso es lo que pone de manifiesto un reciente trabajo publicado en la revista Psychological Science y firmado por Philippe Bernard y sus colaboradores de la Universidad Libre de Bruselas.

El estudio parte de la base de que el cerebro percibe de diferente manera a las personas y a los objetos. Un objeto, una silla, por ejemplo, es reconocible se presente boca arriba o boca abajo; en cambio, una persona no, o por lo menos, nos cuesta más hacerlo. Asentada esta premisa, se les fue presentando a varias personas en las pantallas de sus ordenadores fotos de hombres y mujeres en ropa interior y en poses sexuales, y algunas fotografías estaban boca abajo. A cada foto le seguía, durante un segundo, una de pantalla en negro e, inmediatamente, aparecían dos imágenes que el

sujeto testado tenía que vincular con la que había visto boca abajo.

El resultado fue que mientras los sujetos participantes en el experimento tenían dificultades para identificar a los hombres, a los varones, cuando habían aparecido girados, no tuvieron problema para identificar a las mujeres, lo que demuestra que una imagen de una mujer sexy se asemeja más a la de un objeto que a la de una persona. No resulta, pues, exagerado hablar de cosificación o de mujer objeto, porque cuando nuestro cerebro, tanto masculino como femenino, percibe una mujer en ciertas poses sexuales no la está percibiendo como un ser humano sino como una cosa. El siguiente paso, concluye Philippe Bernard, es estudiar si la forma de ver todas estas imágenes influye en cómo las personas tratan a las mujeres reales.

Da la impresión de que no hace falta ningún experimento para corroborar que las imágenes que nos formamos de las personas influyen en cómo las tratamos. No es, por tanto, una cuestión baladí que nuestras hijas vayan a la escuela en minishort, lleven camisetas minúsculas, tangas a la vista, faldas de poca tela, ropa sexy… porque están provocando una percepción de sí mismas que las convierte en objetos, tanto para los hombres como para las mujeres, pues en el experimento de Bernard coincidieron en sus apreciaciones los sujetos testados de ambos sexos. Y en la realidad ocurre otro tanto, como pone de manifiesto el reportaje citado: “En la universidad hay profesoras (en femenino) que comentan que hay chicas que vienen tan sexys que no se sabe muy bien cómo mirarlas”.

Ponerse un minishort es fácil, pero hacerlo del modo correcto, en el momento oportuno, ante las personas adecuadas y en el lugar propicio, eso no es tan fácil. Lo que puede ser pertinente para ir a la piscina o la playa, no tiene por qué serlo para ir a la escuela. Es algo que debemos explicar a nuestros hijos.

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Más de 150 hermanastros

ESTADOS UNIDOS: MÁS DE 150 HERMANASTROS DEL MISMO SEMEN

Denuncian peligro de incesto accidental

WASHINGTON, jueves 15 septiembre 2011 (ZENIT.org).- Una trabajadora social del área de Washington reveló haber descubierto que el semen utilizado para concebir a su hijo hace siete años ha dado vida al menos a otros 150 niños. El debate moral sobre las consecuencias está servido. Incluso, la posibilidad de que se produzca un incesto accidental.
Cynthia Daily, de 48 años, declaró al diario The New York Times –en un artículo publicado el martes 6 de septiembre–, que inició una búsqueda de los hermanastros de su hijo a través de un registro en internet.
Ella y su cónyuge recurrieron a un donante para concebir un bebé hace siete años y esperaban que un día su hijo pudiera conocer a algunos de sus medio hermanos. Tras buscar en el registro web, Cynthia ayudó a crear un grupo online para poder seguirles el rastro.
Con los años, vio cómo iba creciendo la cantidad de niños del grupo de su hijo. Hoy son 150 y hay más en camino. “Resulta bastante loco verlos juntos porque todos se parecen”, contó Cynthia, que a veces sale de vacaciones con familias del grupo de su hijo.
A medida que cada vez más mujeres deciden tener sus hijos solas, y aumenta la cantidad de nacidos por inseminación artificial, comienzan a aparecer grupos numerosos de hermanos, hijos de un mismo donante.
En Estados Unidos, donde la materia no está regulada, hay una creciente preocupación entre padres, donantes y médicos sobre las potenciales consecuencias negativas de que haya tantos hijos del mismo donante, incluida la posibilidad de que genes de enfermedades raras se diseminen con más facilidad. Algunos especialistas advierten sobre la posibilidad de que haya un incesto accidental entre medio hermanos.
“Mi hija conoce el número de su donante por esta misma razón –contó la madre de una adolescente concebida a través de donación de semen en California–. Hasta se enamoró de chicos que son hijos de donantes. El tema ya es parte de la educación sexual”.
Los sectores más críticos sostienen que los bancos de semen y clínicas de fertilidad están haciendo enormes ganancias al permitir que una cantidad demasiado grande de niños sea concebida con semen de donantes populares. Piden límites legales para la cantidad de niños que se pueden concebir con semen de un mismo donante.
“Al comprar un auto usado se tienen en cuenta más reglas que cuando se compra semen”, dijo Debora Spar, autora de The Baby Business: How Money, Science and Politics Drive the Commerce of

Conception (El negocio de los bebés: de qué forma el dinero, la ciencia y la política manejan el comercio de la concepción).
Aunque otros países, como Reino Unido, Francia y Suecia limitan la cantidad de niños para los que un donante puede aportar semen, en Estados Unidos ese límite no existe.

En España, las clínicas de reproducción asistida mantienen las muestras congeladas hasta lograr seis embarazos por donante. Es el máximo que permite la ley sobre técnicas de reproducción asistida.
La gratificación económica para los donantes, un tema controvertido, es defendida, sin embargo, por las clínicas de reproducción asistida en España. Especialistas reconocen que, si no se abonaran los 600 euros establecidos por donación, prácticamente no habría donantes. El retrato robot del donante de semen en España es el de un joven universitario de no más de 35 años

14 claves para el matrimonio

14 claves para un matrimonio duradero

La convivencia matrimonial requiere de esfuerzo, sacrificio y contratos claros

En momentos en que sólo se habla de separaciones, Florence Kaslow sostiene algo que hoy podría considerarse casi un antitema: matrimonios de larga duración y, más encima, satisfechos.

Una materia que esta psicóloga estadounidense domina no sólo en lo profesional, sino también en lo personal: lleva 50 años de feliz matrimonio.

14 claves para un matrimonio duradero

La doctora Kaslow es fundadora de la International Family Therapy Association, presidenta

actual de la International Academy of Family Psychology y del American Board of Family Psychology. En 1991, la American Association of Marriage and Family Therapy la premió por su contribución en la terapia familiar.

En Chile ha estado en dos oportunidades,1992 y 2001, cuando vino a dictar los primeros cursos sobre mediación para familias en conflicto, al Departamento de Psiquiatría, Campus Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

La investigación sobre las claves de los matrimonios duraderos, que comenzó en Estados Unidos, fue un fruto que maduró después de asistir a múltiples convenciones internacionales de expertos en terapia de pareja y familia, pertenecientes a distintas universidades.

Su trabajo fue tan novedoso, que inspiró a especialistas de Alemania, Israel, Suecia, Holanda, Sudáfrica y Chile a realizar otros similares, todos durante los últimos cinco años. «Quienes trabajamos en esto nos dimos cuenta de que nuestro esfuerzo había girado durante largo tiempo en torno a situaciones conflictivas y disfuncionales en las relaciones conyugales y familiares y que era hora de centrarnos en los aspectos saludables. Es decir, en descubrir cuáles eran los factores que influían en la satisfacción matrimonial y su mantenimiento a través de los años, tanto en las etapas de tranquilidad como en las de conflicto».

De los resultados observables en estos estudios que incluyeron a cerca de mil parejas, llama la atención lo parecidas que son las respuestas, a pesar de las diferentes culturas y religiones. Por eso, considera la psicóloga, «es tan importante transmitirlos, especialmente a los jóvenes, para que aprendan que la convivencia matrimonial requiere de esfuerzo, sacrificio y contratos claros que les permitan tener una vida de satisfacción y con herramientas para enfrentar las crisis sin temor, saliendo de ellas fortalecidos».

Factores que unen

Los estudios con matrimonios de larga duración, formados hace 25 o más años, se llevaron a cabo en los siete países, sobre la base de entrevistas. A los encuestados se les mostró una lista de más de cuarenta razones para permanecer unidos y se les pidió que escogieran las más importantes.

1.- La institución es un contrato para toda la vida: es la concepción que sobre el matrimonio tienen las casi mil parejas estudiadas.

2.- Responsabilidad por la pareja y los hijos en común, sean biológicos o adoptados. Sienten que forman parte del proyecto común y deben cuidarlos, educarlos y quererlos toda la vida.

3.- Profesar el mismo credo o tener concepciones similares del mundo. Contar con una fuerza protectora y orientadora que consolide el matrimonio significa un gran terreno ganado.

4.- Llevarse bien con la familia de origen del cónyuge. Esto, sin embargo, teniendo muy en

claro que se trata de dos grupos familiares distintos y que no se puede postergar al marido o a la esposa por los padres o los suegros.

5.- Llevarse bien con los amigos de la pareja y su círculo social fortalece y enriquece la convivencia marital.

6.- Capacidad para resolver las crisis que se dan en la vida conyugal, provocadas por los cambios que se van produciendo en lo personal, en la pareja y en lo familiar es otro de los desafíos que aprenden a vencer los matrimonios de larga duración. Eso implica diálogos profundos y periódicos, revisión de las grandes directrices de la unión, capacidad para comprender al otro, muchas veces tener que ceder o transar. «Lo que estas parejas saben es que de las crisis bien resueltas salen fortalecidas, beneficiando a la familia completa». La investigación tiene otra parte: los ingredientes que debe tener la vida conyugal para que sea satisfactoria. Entre los que señalaron las parejas en estudio, destacamos ocho. Es importante

señalar que cinco de los siete países donde se hizo el estudio pusieron en primer lugar «la confianza mutua», y sólo Estados Unidos y Chile colocaron «amor» encabezando la lista.

7. La confianza, según Florence Kaslow, significa «tener fe en el otro, saber que siempre será honesto, leal, fiel, alguien con quien andar juntos por la vida».

8. Respeto: es el reconocimiento de la presencia del cónyuge como tal, aceptándolo como es: «Convivo contigo siendo tú distinto».

9. Amor y capacidad para expresarlo. Los matrimonios entrevistados reconocen que este sentimiento varía en los distintos períodos. Primero es ciego (amor-pasión), después viene uno más profundo, relacionado con el proyecto común (como tener hijos) y en el que deben jerarquizarse los afectos. Por ejemplo, es natural que la mamá les dedique más tiempo a los niños que al marido, cuando son pequeños, y él tiene que entenderlo, postergándose durante esa época. «Lo que se ve en estas parejas es que se dan siempre la oportunidad del reencuentro en el que reviven su pasión».

10. Comunicación entre los cónyuges, el abrirse al diálogo fructífero en torno a sus emociones, pensamientos, desafíos, planes y temas en conflicto, es un elemento fundamental según los entrevistados.

11. Una buena capacidad para resolver sus problemas es otra herramienta matrimonial, «sabiendo escuchar al compañero e incorporándolo en las soluciones».

12. Compartir la misma concepción del mundo, valores e intereses, se considera un punto importante para la buena relación.

13. La preocupación del uno por el otro, de sus necesidades, sentimientos y felicidad,

constituye un elemento central para los felizmente casados.

14. Dejarse espacio y tiempo para estar y divertirse juntos. Las parejas encuestadas señalan que les sirve para compensar las responsabilidades familiares, muchas veces estresantes y pesadas. Ponerle una gota de humor a la relación, aunque parece un ingrediente liviano, le da sazón al matrimonio. Estos catorce factores, que permiten lograr una convivencia armónica y mantenida en el tiempo, no forman parte de una receta ni tampoco son teoría. Es la experiencia que aprendieron, espontáneamente o a costa de tropezones, caídas y recaídas, casi mil parejas de la vida real. A muchos les puede servir.

11 consejos sobre educación

11 consejos para enseñar a pensar a los hijos

 

Luis Olivera

Escritor y periodista

 

 

  1. Lo primero es actuar de acuerdo con la verdad de las cosas: enseñar a los hijos a no engañarse, a ser sinceros, a actuar con coherencia. “Podemos conocer la química cerebral que explica el movimiento de un dedo, pero eso no explica por qué ese movimiento se usa para tocar el piano o apretar un gatillo” (Marcus Jacobson).Y “no podemos abaratar la verdad” (F. Suárez), devaluando su valor, como si fuera época de rebajas.

 

  1. Un segundo es que “el entrenamiento es una exclusiva de la inteligencia humana” (Marina). Hay que enriquecer el lenguaje, hay que fomentar el diálogo, el ejercicio mental de razonar, de defender una causa, de tener argumentos para las propias decisiones, y no hacer sólo lo que hacen los demás, como los borregos. Aprender a pensar es descubrir todo el inmenso poder que tiene la moda en el mundo y saber salir de la jaula mental en que puede encerrarnos. El pensador libre, es decir, el pensador, no debe sacrificar su libertad de pensar en el altar de la moda. Sacrificar la verdad en el altar de la moda es una de las perversiones más nocivas del pensador.. Sin embargo, con excesiva frecuencia se encarcela a la razón en la jaula de la moda. Entrenamiento y cultivo, dado que “la tierra que no es labrada, llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil. Así sucede con el entendimiento del hombre” (Sta. Teresa de Jesús).

 

  1. Ya que es imposible no equivocarse nunca, al menos, por utilidad y por deber, hemos de aprender de nuestras equivocaciones: si queremos aprender a pensar, deberemos descubrir el mundo tan humano del error. «Equivocarse es humano», descubrieron los antiguos. El error es el precio que tiene que pagar el animal racional.

 

  1. Deliberar es la segunda etapa de la voluntad. Seremos más inteligentes y más libres cuando conozcamos mejor la realidad, sepamos evaluarla mejor y seamos capaces de abrir más caminos. Sería un error pensar, observa Leonardo Polo, que el hombre inventó la flecha porque tenía necesidad de comer pájaros. También el gato tiene esa necesidad y, s.e.., no ideó nada. El hombre inventó la flecha porque su inteligencia descubre la oportunidad que le ofrece la rama.
  2. Mantener abierta nuestra capacidad de dirigir nuestra conducta por valores pensados: hay que pasar del régimen del impulso irracional al régimen de la inteligencia. Más que enseñar a pensar, la función de los padres ha de consistir en motivar a los hijos para que quieran pensar, por cuenta propia. Con actitudes positivas, las niñas se comen el mundo; con actitudes negativas, el pensar aparece como algo cansino; el actuar, como mediocre.

 

  1. Enseñar a tomar decisiones: la inteligencia es la capacidad de resolver problemas vitales. No es muy inteligente quien no sea capaz de decidir, aunque dentro de su refugio resuelva con soltura problemas de trigonometría. Si convenimos que educar es, esencialmente, crecer en libertad y en responsabilidad, aprender a decidir bien resulta uno de los aspectos claves de esa tarea: cuanta más capacidad de decisión, más libertad.

 

  1. “Debemos recuperar de los niños, y fomentarla, la sana estrategia de preguntar continuamente. Las tres preguntas fundamentales son: ¿Qué es? ¿Por qué es así? y ¿Ud., cómo lo sabe? Aristóteles definía la ciencia como “el conocimiento cierto por las causas”. Pues, habituarse a formular por qués. Los padres deben estimular, motivar, comentar y promover el clima adecuado para favorecer los hábitos intelectuales de sus hijas.

 

  1. La inteligencia que planteamos tiene que saber aprender y, sobre todo, tiene que disfrutar aprendiendo: formular preguntas que ayuden a ser más reflexivos, a interrogarse sobre el pensamiento: ¿Por qué piensa el hombre? ¿Has pensado por qué recuerda cosas? ¿Pensamos mientras dormimos? ¿Qué es lo que más te hace pensar? ¿Puedes pensar en dos cosas distintas a la vez? Leonardo Polo define al hombre como un ser que, no sólo soluciona problemas, sino que además se los plantea. En efecto, el ser humano progresa planteándose nuevos problemas y buscando solucionarlos.

 

  1. La inteligencia debe de ser eficazmente lingüística: porque gracias al lenguaje, no sólo nos comunicamos con los demás, sino con nosotros mismos. La inteligencia no se parece a una colección de fotografías, sino a un río. Río e inteligencia “discurren”. Nuestra lengua natural, la materna, es un río donde confluyen miles de afluentes. «La pluma y la palabra son las armas del pensador» (JA Jauregui): aprender a pensar es aprender a tocar dos instrumentos del pensamiento: la pluma y la palabra.

 

  1. Fomentar la lectura y controlar el uso de la TV: ya que hablamos del vuelo de la inteligencia, se trata de “ser más inteligentes que la TV” (Jiménez). Los libros “tienen que ser obras que alimenten la inteligencia sin dejar seco el corazón”. O sea, que deben iluminar la mente con la verdad y no sumirla en las nieblas de la duda o en la oscuridad del error” (F. Suárez).

 

  1. Urge encontrar tiempos para reflexionar, para pensar, que es menos trabajoso y más barato que otras necesidades que nos creamos: sobre el sentido último de la vida, de las cosas, del hombre, de Dios. Cuando Unamuno dijo que solía ir a pasear con pastores de ovejas para aprender a pensar, para deshacerse de prejuicios y dogmas de escuela, todos se rasgaron las vestiduras. Sin embargo, Unamuno era sincero. Un pastor de ovejas tiene tiempo para pensar, para dar rienda suelta a su imaginación y descubrir nuevos horizontes filosóficos que no ha visto nunca ningún otro filósofo.

Fernando Corominas dice que hay que “sentar” en la mente y en el corazón de los hijos las cosas buenas, antes de que les lleguen las nocivas. Es llegar antes, es educar en futuro. Siempre que nos abandonamos, retornamos a la selva. La selva de la que hablo metafóricamente es siempre una claudicación de la inteligencia.

 

Ver pornografía distorsiona la visión de la sexualidad

Autor: Ana Aznar | Fuente: SonTusHijos.org

Ver pornografía distorsiona la visión de la sexualidad

¿Te has preguntado alguna vez qué hacen tus hijos en Internet? ¿Sabes si están conectados con amigos o con desconocidos?

¿Conoces cuáles son las web que frecuentan o si los juegos que más utilizan son adecuados a su edad?

Con la llegada de la adolescencia la curiosidad de nuestros hijos sobre temas sexuales es muy grande. Si previamente no hemos sembrado una confianza en casa para hablar sobre estos temas o si no nos hemos adelantado, lo más probable es que resuelvan sus dudas directamente con sus amigos o a través de la red. Esta situación la aprovechan con frecuencia otras personas para hacer negocio con la pornografía, a costa de una etapa tan inestable como la adolescencia.

Ver pornografía distorsiona la visión de la sexualidad

Usuarios expertos, pero inmaduros

Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a la hora de abusar de las nuevas tecnologías; corren el riesgo añadido de acceder a contenidos inapropiados o contactar con desconocidos a través de Internet y las redes sociales. Los padres debemos seguir unas pautas que regulen su uso. Pero no se trata de prohibiciones que con toda seguridad se saltarán cuando no estemos presentes, más bien debemos ayudarles a saber utilizar de forma responsable «los medios». Poco a poco ellos son los que deben ejercer ese autocontrol, tanto con el uso y el tiempo en internet, como en muchas otras facetas de su vida.

La psicóloga Alicia López de Fez considera que los adolescentes constituyen un grupo de riesgo, porque tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que durante más tiempo se conectan a Internet, además de estar muy familiarizados con las nuevas tecnologías. Son usuarios expertos, pero inmaduros.

Esta es una de las razones por las que se desaconseja que nuestros hijos tengan un ordenador o una videoconsola en el dormitorio, pues nos resultará más difícil controlar su uso. Por tanto, debemos colocarlos en un espacio común de la casa, donde «no tengan intimidad» para conectarse con quienes quieran y a cualquier hora del día. La experta recomienda que se pacte el tiempo, los días de juego y de navegación por Internet, siempre desde el diálogo y con sentido común. Así, es mejor una hora durante siete días a la semana, que siete horas seguidas un solo día.

Además, no es aconsejable que puedan navegar a su aire ni jugar a cualquier juego. Los padres debemos supervisar los contenidos a los que éstos tienen acceso. No está de más emplear programas que bloqueen el acceso a ciertos contenidos o que dejen el historial de las páginas visitadas.

Adictos a las nuevas tecnologías

En este sentido, la Organización Mundial de la Salud estima que al menos el 25% de la población sufre un problema relacionado con el abuso de las nuevas tecnologías. Las adicciones a éstas son un problema grave que puede repercutir de manera negativa al descuidar sus obligaciones o relaciones sociales, según explica Fernando Díez, psicólogo experto en adicciones de Amalajer (Asociación Malagueña de Jugadores en Rehabilitación).

Un adicto a las nuevas tecnologías puede entrar en una espiral de aislamiento, gasto incontrolado, depresión y ansiedad. Estas adicciones reciben el nombre de «no tóxicas», «sin sustancia» o «no químicas» y algunos expertos prefieren denominarlas como «problemas de abuso,

mal uso o dependencia»; de éstas, las más adictivas son el móvil, las videoconsolas e Internet; y como parte de este último, la dependencia a las redes sociales, al correo electrónico, a chatear, a la compra online, etc. Pero además, algunas están asociadas con otro tipo de patología: el uso abusivo de webs de pornografía.

Ver pornografía distorsiona su visión de la realidad

Patrick F. Fagan, director del Family Research Council, ha analizado los efectos sociales y psicológicos de la pornografía en su estudio «The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community». En éste explica cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad, justo cuando son más vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores morales.

Contrario al argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hace referencia a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo las actitudes y

percepciones sobre la naturaleza de la sexualidad. Si son consumidores habituales de pornografía, los hombres tenderán a tener una tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, además de ser un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que estimulan los centros de placer del cerebro. Poner límites a la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de forma correcta su sexualidad. «Desgraciadamente el desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida familiar», comenta Fagan.

Puede desembocar en enfermedad mental

De hecho, la pornografía lleva a percepciones distorsionadas de la realidad social: una percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general y una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad sadomasoquista. «De este modo las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están bastante lejos de la realidad. Un ejemplo es que la visión repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia sexual», afirma Fagan.

Entre las distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: las relaciones sexuales en la naturaleza son algo recreacional, los hombres son en general sexualmente dominantes y las mujeres son objetos o mercancías sexuales. En consecuencia, Fagan describe cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los chicos utilizan la pornografía con mucha más frecuencia que las chicas, su predominio conduce a la idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías sexuales.

¿Por qué empiezan?

Aunque nos sorprenda, la edad media de exposición a la primera imagen pornográfica son los 11

años. Si preguntamos a un adolescente cuándo o por qué empezó a ver pornografía, con seguridad que muchos de ellos nos dirán que fue de manera accidental cuando buscaban información por internet, se bajaron una película que resultó ser una versión porno de la original, con un videojuego que le dejaron o animado por sus amigos. Dependiendo de cada uno la reacción a la pornografía será muy diferente, pero todos se ven en mayor o menor medida afectados por ella. Por esta razón es importante hablar a menudo con nuestros hijos y resolver falsas imágenes que puedan haberse creado.

Podemos estar atentos a algunas señales de alarma como descuido en los deberes, falta de motivación para estudiar, inicio de la masturbación compulsiva, dificultades para relacionarse

con el sexo opuesto o tendencia a formar dependencias difíciles de cambiar; todo ello como consecuencia de estar expuestos a material pornográfico, creándoles sentimientos de culpa, baja autoestima y retraimiento social.

Además, entre las razones más frecuentes del inicio de los adolescentes en el consumo de pornografía se encuentra el deseo de experimentación, la búsqueda de identidad, la presión de los amigos, los mitos y una educación sexual deficitaria desde casa. Así la pornografía les «educa» con una visión distorsionada y carente de valores, origen en ocasiones de los conflictos de sexo, de pareja y de familia.

Cuatro etapas del consumidor de pornografía

El doctor Víctor Cline, de la Universidad de Utah, identifica cuatro etapas de quien consume pornografía:

• Adicción: el deseo y la necesidad de mirar imágenes pornográficas.

• Escalada: la necesidad de imágenes más explícitas y fuertes para conseguir el mismo efecto. • Desensibilización: el material que al comienzo era sorprendente y tabú se considera como normal.
• Actuar: tendencia a imitar los comportamientos vistos. Aunque no todos son igual de vulnerables, el doctor Cline concluye que para algunas personas, la pornografía «es la droga que inicia el camino hacia la adicción sexual».

Consecuencias de cara al comportamiento futuro

Jill. C. Manning, en su libro «¿Cuál es el gran negocio de la pornografía? Una guía para le generación de Internet», habla sobre los daños que la pornografía produce.

1. Se trata de algo potencialmente adictivo. Como tal puede obstaculizar la capacidad de una persona para tomar decisiones claras.

2. Puede distorsionar poderosamente la visión de una persona sobre cuerpos, relaciones y sexualidad.
3. Lleva a la gente a cosificar a los demás, viéndolos como juguetes sexuales que existen sólo para su propia satisfacción.
4. Debido a su influencia distorsionadora mina las oportunidades de los jóvenes de tener seguridad en sí mismos, ser felices y crear relaciones duraderas en el futuro.
5. Afecta, por tanto, su capacidad de ver la vida de forma verdadera, provechosa y sana.
6. Disminuye la sensibilidad hacia las mujeres, mostrando más agresiones, rudeza y falta de respeto.
7. Disminuye el deseo de tener hijos y formar una familia.
8. Aumenta el riesgo de tener dificultades en las relaciones íntimas.
9. Aumenta el riesgo de abusar sexualmente de los demás.
10. Aumenta el riesgo de recibir información incorrecta sobre la sexualidad humana.
11. Aumenta el riesgo de insatisfacción sexual con el/la futuro/a esposo/a.

12.Aumenta el riesgo de divorcio una vez casado

Varón y mujer: ¿naturaleza o cultura?

VARÓN Y MUJER: ¿NATURALEZA O CULTURA?

Jutta Burggraf

Si damos una mirada a los últimos siglos de nuestra historia, comprobamos que el movimiento feminista ha cambiado profundamente nuestra convivencia, tanto en la familia como en la sociedad. Estos cambios parecían, al principio, justos y necesarios; más tarde, se los ha caracterizado –con creciente preocupación– como dañinos y exagerados; y, en la actualidad, son (y quieren ser) plenamente destructivos. Para ilustrar esta afirmación, describiré brevemente las tres grandes etapas, en las que se desarrolla el proceso de “liberación” de la mujer. Estas tres etapas muestran un cierto desarrollo cronológico de ideas y hechos, en Occidente. Sin embargo, no están estrictamente separadas en la realidad, sino que se encuentran intercaladas y mezcladas en muchos países. Vivimos en sociedades multiculturales, en las que se pueden observar simultáneamente los fenómenos más contradictorios.

I. Tres etapas de la “emancipación femenina”

Nuestro recorrido comienza hacia finales del siglo XVIII y nos lleva hasta la actualidad. No vamos a detenernos en todos los detalles de este largo camino, sino que nos concentraremos en los acontecimientos más representativos de cada etapa.

1. Los movimientos en favor de los derechos de la mujer.

Al irrumpir la Revolución Francesa, algunas mujeres “inteligentes” se dieron cuenta de que los derechos humanos tan ensalzados beneficiaban tan sólo a los varones. Por tal razón, Olympe Marie de Gouges redactó, en septiembre de 1791, la famosa “Declaración de los derechos de la mujer”, entregada a la Asamblea Nacional para su aprobación. Detrás de ella, había un gran número de mujeres organizadas en asociaciones femeninas. Se definían a sí mismas como seres humanos y ciudadanas, y proclamaban sus reivindicaciones políticas y económicas.

Es interesante, por ejemplo, el artículo VII de esta declaración: “Para las mujeres no existe ningún régimen especial: se les puede acusar y meter en prisión, si así lo prevé la ley. Las mujeres están sometidas de la misma manera que los varones a las idénticas leyes penales.” El artículo X es aún más preciso: “La mujer tiene el derecho a subir al patíbulo.”1 Las mujeres no querían seguir sin voz ni voto, preferían que se les castigara e incluso padecer la muerte, antes de ser consideradas como niñas sin responsabilidad.

Desgraciadamente, Olympe de Gouges fue degollada, y junto con ella otras muchas mujeres famosas. A las sobrevivientes se les prohibió reunirse bajo pena de cárcel, y sus asociaciones fueron disueltas a la fuerza. Su misión, por lo pronto, parecía haber fracasado.

Pero las mujeres no se resignaron. En Inglaterra fundaron el llamado “movimiento contra la esclavitud”. Partían de la base de que también se les tenía que conceder los derechos de

1 Olympe Marie de GOUGES, Declaración de los derechos de la mujer, en Hannelore SCHRÖDER (ed.), Die Frau ist frei geboren. Texte zur Frauenemanzipation, I, München 1979, p. 38.

1

sufragio y ciudadanía, igual que se había hecho con los antiguos esclavos. Una de las protagonistas exclamó: “Todo el sexo femenino ha sido despojado de su dignidad. Se le pone a una misma altura con las flores cuyo cometido es sólo el de adornar la tierra.”2

En Alemania, la cuestión de la mujer se planteó más bien en el plano educativo. Se reconoció paulatinamente la necesidad de dar formación también a las jóvenes. Pues la educación no sólo es importante para avanzar más tarde en una profesión fuera del hogar, sino también para el pleno despliegue de la propia personalidad. Cuando una persona aprende a reflexionar por sí misma, también logra ser interiormente libre, no depender de la opinión pública, ni de los medios de comunicación; adquiere madurez humana y se encuentra en mejores condiciones de superar sus propios problemas vitales y los variables estados de ánimo.

Hedwig Dohm (1883-1919), una de las representantes más célebres de ese movimiento, se preguntó lo que hubiese sucedido si el escritor Friedrich Schiller hubiese nacido mujer.3 Probablemente, sus talentos no se hubiesen podido desarrollar, o acaso sólo después de grandes esfuerzos. Hedwig Dohm considera el interrogante acerca de si las mujeres deben, pueden o han de estudiar tan superficial como si se preguntase si está permitido al hombre desarrollar sus facultades, o si debe usar sus piernas para caminar.4

No vamos a referirnos todas las luchas feministas con sus logros y recaídas. A partir de principios del siglo XX las mujeres consiguieron, por fin, ser admitidas, de modo oficial, en la enseñanza superior y en las universidades, y alcanzaron la igualdad política –al menos según la ley5– en todos los países del continente europeo.6 Con ello, los movimientos en favor de los derechos de la mujer habían conseguido en Occidente sus metas primordiales, y se observa, a continuación, un cierto “período de calma”.7

2. El feminismo radical

A partir de la mitad del mismo siglo XX, una parte de las feministas ya no aspiraban simplemente a una equiparación de derechos jurídicos y sociales entre el varón y la mujer, sino a una igualdad funcional de los sexos. Comenzaron a exigir la eliminación del tradicional reparto de papeles entre varón y mujer –que les parecía arbitrario–, y a rechazar la maternidad, el matrimonio y la familia. Se basan fuertemente en la filósofa existencialista Simone de Beauvoir (1908 – 1986), cuya voluminosa obra “Le Deuxième Sexe” (1949) fue un éxito mundial. Beauvoir previene contra la “trampa de la maternidad”, que sería utilizada en forma egoísta por

2 Cf. Mary WOLLSTONECRAFT, A Vindication of the Rights of Woman, London 1792.
3 Cf. Hedwig DOHM, en Hannelore SCHRÖDER (ed.), Die Frau ist frei geboren, cit., p. 42.
4 Ibid., p. 60.
5 La subordinación de la mujer atenta contra el principio de igualdad entre los sexos y contra los derechos humanos reconocidos en la Declaración Universal de la Organización de Naciones Unidas de 1948 y en otros muchos documentos de la ONU.
6 Las mujeres obtienen el derecho al voto en Inglaterra y Alemania (ambas en 1918), en Suecia (1919), Estados Unidos (1920), Polonia (1923) y otros países. Lo obtuvieron más tarde en España (1931), Francia e Italia (ambas en 1945), Canadá (1948), Japón (1950) y México (1953) y, finalmente, también en Suiza (1971).
7 No se puede negar que todavía hay cierta discriminación de la mujer en la práctica social. Cf. los estudios de María ELÓSEGUI: “Existe todavía discriminación directa, indirecta y oculta en el ámbito laboral, en el de la seguridad social, en el derecho financiero etc.” Los derechos reproductivos. Un nuevo concepto jurídico procedente del mundo legal anglosajón, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado 16 (2000), p.689.

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los varones para privar a sus esposas de su independencia.8 En consecuencia, una mujer moderna debería liberarse de las “ataduras de su naturaleza” y de las funciones maternales. Se recomiendan, por ejemplo, relaciones lesbianas,9 la práctica del aborto10 y el traspaso de la educación de los hijos a la sociedad.11 Shulamith Firestone exige en su obra “The Dialectic Sex” la liberación de la mujer de la “tiranía de la procreación” a cualquier precio, y resume el sentir general de sus compañeras: “Quiero decirlo con toda claridad: El embarazo es una atrocidad.”12

En las décadas siguientes, otras feministas descubrieron que el deseo de “ser como el varón” –aparte de manifestar un cierto complejo de inferioridad– lleva, con frecuencia, a tensiones y frustraciones. Ensalzaron, por tanto, el otro extremo: para llegar a la plena realización, la mujer no tiene que comportarse como el varón, sino que ha de ser completamente femenina, “plenamente mujer”. En adelante, ya no se veía en la equiparación de la mujer con la naturaleza, con el cuerpo, con la emoción y la sensualidad un prejuicio masculino condenable. Al contrario, todo lo emocional, vital y sensual fue estimado como una esperanza para un futuro mejor. Se celebró la “nueva feminidad” y la “nueva maternidad” como funciones meramente biológicas. Y se sostuvo que las mujeres deberían liberar la tierra, y lo harán, porque viven en mayor armonía con la naturaleza.

Se puede ver en este fenómeno una reacción a los esfuerzos extraordinarios, que ha exigido una emancipación concebida únicamente como un amoldarse a valores considerados como masculinos. Después de que la racionalidad y el ansia de poder “masculinos” han llevado a la humanidad al borde del abismo ecológico y al peligro de una destrucción nuclear –así se dice–, ha llegado el tiempo de la mujer. La salvación sólo puede esperarse de lo ilógico y de lo emocional, de lo suave y lo tierno, tal y como lo personifica la mujer.13

Es obvio, que estas tesis también impiden a la mujer el pleno desarrollo propio. Aparte de considerarla, otra vez, como carente de inteligencia, se la idealiza, incluso se la glorifica, como si fuera un animal sano y santo. Se trata de un desprecio grande que se refiere, por una parte, al varón y aquello que se considera como masculino y, por la otra, a la misma mujer “liberada”, todo esto envuelto en un misticismo, que no ayuda a nadie en la vida cotidiana.

3. La ideología de género

Mientras perduran estas discusiones, hemos llegado a una situación completamente nueva. La actual meta ya no consiste únicamente en emanciparse del predominio masculino, ni tampoco se expresa solamente en liberarse de las funciones concretas femeninas y maternales, que se ha querido conseguir –como hemos visto– a través de dos vías contrarias: reprimiéndolas o exagerándolas hasta llegar a pretensiones irreales.

Hoy se intenta realizar un paso todavía mucho más radical: se pretende eliminar la misma naturaleza, cambiar el propio cuerpo, llamado cyborg: el neologismo se forma a partir de las

8 Simone de BEAUVOIR, Alles in allem, Reinbek 1974, p. 450
9 Cf. IDEM, Das andere Geschlecht, Hamburg 1951, pp.409ss. (Original francés Le Deuxième Sexe, Paris 1949.)
10 Cf. ibid., p. 504: “No hay cosa más absurda que las razones aducidas contra una legalización del aborto”.
11 Cf. ibid., p. 697.
12 Shulamith FIRESTONE, The Dialectic Sex, 1970.
13 Cf. Vandana SHIVA (1988), Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo, trad. Instituto del Tercer Mundo de Montevideo (Uruguay), Madrid, 1995.

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palabras inglesas cyber(netics) organism (organismo cibernético), y se utiliza para designar un individuo medio orgánico y medio mecánico, generalmente con el afán de mejorar –a través de modernas tecnologías– las capacidades de su organismo.14 Es evidente que, de este modo, el “feminismo” (en sentido propio) está llegando a su fin, porque la liberación deseada comprende indiscriminadamente tanto a mujeres como a varones. Mientras muchas mujeres pretenden nuevamente deshacerse –con más ímpetu que nunca– del matrimonio y de la maternidad,15 los medios de comunicación nos cuentan los sueños fantásticos de unos varones, que quieren disponerse a intervenciones quirúrgicas (implantarse un útero, etc.) para poder hacer la experiencia de dar a luz.

En consecuencia, algunos prefieren hablar de género (gender) en vez de sexo. No se trata sólo de un cambio de palabras. Detrás de esta modificación terminológica está la ideología posfeminista de gender que se divulga a partir de la década del sesenta del siglo pasado. Según esta ideología, la masculinidad y la feminidad no estarían determinadas fundamentalmente por la biología, sino más bien por la cultura. Mientras el término sexo hace referencia a la naturaleza e implica dos posibilidades (varón y mujer), el término género proviene del campo de la lingüística donde se aprecian tres variaciones: masculino, femenino y neutro. Por lo tanto, las diferencias entre el varón y la mujer no corresponderían a una naturaleza “dada”, sino que serían meras construcciones culturales “hechas” según los roles y estereotipos que en cada sociedad se asignan a los sexos (“roles socialmente construidos”).

Estas mismas ideas se encuentran resumidas en la llamada “Teoría Queer”, que destacadas feministas norteamericanas –como Judith Butler16, Jane Flax17 o Donna Hareway18– difunden con éxito por todo el mundo. El nombre de la teoría proviene del adjetivo inglés queer (= raro, anómalo), que fue utilizado durante algún tiempo como eufemismo para nombrar a las personas homosexuales. La “Teoría Queer” rechaza la clasificación de los individuos en categorías universales como “varón” o “mujer”, “heterosexual” o “homosexual”, y sostiene que todas las llamadas “identidades sociales” (no sexuales) sean igualmente anómalas.

14 Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline acuñaron el término cyborg en 1960 para expresar una relación íntima entre los humanos y las máquinas. Se refirieron, en concreto, a un ser humano artificialmente mejorado, que podría sobrevivir fuera de nuestro planeta. De acuerdo con algunas definiciones actuales del término, la dependencia que tenemos de la técnica ya ha comenzado a convertirnos en cyborgs. Una persona, por ejemplo, a la que se haya implantado un marcapasos, podría considerarse un cyborg, porque sería incapaz de vivir sin esta ayuda mecánica.

15 Algunos partidarios del feminismo de género proponen: “In order to be effective in the long run, family planning programmes should not only focus on attempting to reduce fertility within existing gender roles, but rather on changing gender roles in order to reduce fertility.” (“Para ser efectivos a largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género a fin de reducir la fertilidad.”) La cita se encuentra en Gender Perspective in Family Planning Programs, preparado por la DIVISION FOR THE ADVANCEMENT OF WOMEN FOR THE EXPERT GROUP MEETING ON FAMILY PLANNING, HEALTH AND FAMILY WELL-BEING, Bangalore (India), 26-30 de octubre de 1992; y organizado en colaboración con el UNITED NATIONS POPULATIONS FUND (UNFPA).

16 Cf. Judith BUTLER: “Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras. En consecuencia, varón y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como un femenino.” Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity, New York-London 1990, p.6. Aunque este trabajo esté criticado, en algunos círculos extremistas todavía más radicales, por no separarse del todo de la dimensión biológica, puede considerarse como una de las obras claves que presentan la ideología de gender.

17 Cf. Jane FLAX, Thinking Fragments. Psychoanalysis, Feminism and Postmodernism in the Contemporary West, Berkeley 1990, pp.32ss.
18 Cf. Donna HAREWAY, Un Manifiesto Cyborg: Ciencia, Tecnología, y Socialismo-Feminista en el Siglo Veinte Tardío, 1985; Primate Visions: Gender, Race and Nature in the Word of Modern Science, 1989; Simians, Cyborgs, and Women: The Reinvention of Nature, 1991.

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Algunos apoyan la existencia de cuatro, cinco o seis géneros según diversas consideraciones: heterosexual masculino, heterosexual femenino, homosexual, lesbiana, bisexual e indiferenciado. De este modo, la masculinidad y la feminidad –a nivel físico y psíquico– no aparecen en modo alguno como los únicos derivados naturales de la dicotomía sexual biológica. Cualquier actividad sexual resultaría justificable. La “heterosexualidad”, lejos de ser “obligatoria”, no significaría más que uno de los casos posibles de práctica sexual. Ni siquiera tendría porqué ser preferido para la procreación. Y como la identidad genérica (el gender) podría adaptarse indefinidamente a nuevos y diferentes propósitos, correspondería a cada individuo elegir libremente el tipo de género al que le gustaría pertenecer, en las diversas situaciones y etapas de su vida.

Para llegar a una aceptación universal de estas ideas, los promotores del feminismo radical de género intentan conseguir un gradual cambio en la cultura, la llamada “de-construcción” de la sociedad, empezando con la familia y la educación de los hijos.19 Utilizan un lenguaje ambiguo que hace parecer razonables los nuevos presupuestos éticos. La meta consiste en “re-construir” un mundo nuevo y arbitrario que incluye, junto al masculino y al femenino, también otros géneros en el modo de configurar la vida humana y las relaciones interpersonales.

Tales pretensiones han encontrado un ambiente favorable en la antropología individualista del neoliberalismo radical. Se apoyan, por un lado, en diversas teorías marxistas y estructuralistas,20 y por el otro, en los postulados de algunos representantes de la “revolución sexual”, como Wilhelm Reich (1897-1957) y Herbert Marcuse (1898-1979) que invitaban a experimentar todo tipo de situaciones sexuales. También Virginia Woolf (1882-1941), con su obra “Orlando” (1928), puede considerarse un precedente influyente: el protagonista de aquella novela es un joven caballero del siglo XVI, que vive, cambiando de sexo, múltiples aventuras amorosas durante varios cientos de años.

Más directamente aún, se ve el influjo de la ya mencionada francesa Simone de Beauvoir que –sin poder ser plenamente consciente del alcance de sus palabras– anunció ya en 1949 su conocido aforismo: “¡No naces mujer, te hacen mujer!,” 21 más tarde completado por la lógica conclusión: “¡No se nace varón, te hacen varón! Tampoco la condición de varón es una realidad dada desde un principio.”22 Como los protagonistas de la ideología de género sabían estimular convenientemente el morbo del gran público, no es sorprendente que los medios de comunicación pronto comenzaran a informar –con abundantes detalles– sobre los acontecimientos más curiosos. Así, por ejemplo, podíamos enterarnos de que Roberta Close, elegida como “la mujer más guapa de nuestro planeta” en los años ochenta del siglo pasado, ha nacido como Luis Roberto Gambino Moreira, en Brasil.23 Y prácticamente en todo el mundo se conoce el rostro transexual y sintético, que ha conseguido tener el popstar Michael Jackson a través de múltiples intervenciones quirúrgicas. ¡“My body is my art”! (“Mi cuerpo es mi arte”),

19 El feminismo de género ha encontrado favorable acogida en un buen número de importantes instituciones internacionales, entre las que se encuentran algunos organismos de la Organización de las Naciones Unidas. Asimismo, en algunas Universidades se pretende elevar los “Gender Studies” a un nuevo rango científico.
20 Fue Friedrich ENGELS quien sentó las bases de unión entre el marxismo y el feminismo. Cf. su obra The Origin of the Family, Property and the State, New York 1972.

21 Simone de BEAUVOIR, Das andere Geschlecht, cit., p.285.
22 IDEM, Alles in allem, cit., p.455. Los estudios socioculturales de Margaret Mead (1901-1978) también pueden incluirse en este proceso histórico, aunque la validez científica de sus aportaciones fue cuestionada por otros investigadores. Cf. Margaret MEAD, Male and Female. A Study of the Sexes in a Changing Word, New York 1949. Gloria SOLÉ ROMEO, Historia del feminismo. Siglos XIX y XX, Pamplona 1995, pp.50-53.
23 Cf. el reportaje Das schönste Photomodell wird endlich eine Frau en Neue Zürcher Zeitung (17-III-1997), p.28.

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es una de las tesis que utilizan los propagandistas de la ideología de género, considerando al cuerpo como lugar de libre experimentación.

II. Una reflexión crítica sobre la ideología de género

¿Qué pensar sobre estas teorías, cuyas consecuencias se pueden apreciar claramente en múltiples ámbitos de nuestra existencia, por ejemplo, en la política y en la medicina, en la psicología y, de modo especialmente destructivo, en la educación? ¿Puede aceptarse que no exista ninguna naturaleza “dada”, que todo sea expresión de nuestra libre voluntad, y que incluso la biología no sea más que cultura?

Con un mínimo de experiencia y de sentido común, es fácil detectar que esta ideología no puede ser un camino hacia la felicidad. En efecto, reactiva –sin decirlo y, quizás, incluso sin quererlo– la vieja equivocación del maniqueísmo, porque se muestra hostil al cuerpo al que manipula profunda y arbitrariamente. Es evidente que no todo es naturaleza, ni todo es cultura. Pero si el hombre no acepta su corporeidad –con todo lo que implica–, entonces no se acepta a sí mismo y terminará en un desequilibrio emocional, psíquico y espiritual, como veremos a continuación.

1. La necesidad de aceptar la propia corporeidad

Hace algún tiempo, la prensa internacional recordó un terrible experimento médico de los años setenta, que ha fracasado completamente. En aquel entonces, el psiquíatra americano John Money pretendió demostrar la teoría de que el sexo depende más que nada de la forma en que una persona es educada.24 Sus “conejillos” fueron los gemelos Bruce y Brian Reimer. Como Bruce había tenido un accidente después de nacer, el doctor Money aprovechó la ocasión para transformar su cuerpo –a través de una cirugía plástica– en un cuerpo aparentemente femenino. A la vez dijo a los padres que debían criar al bebé como si fuera una nena y mantener todo el episodio en estricto secreto. Bruce pasó a ser Brenda; su hermano Brian sirvió de sujeto control.

Aunque los padres siguieron las instrucciones del médico al pie de la letra, las cosas no marchaban como estaba previsto: a Brenda no le gustaban los vestidos, no era bien aceptada en la escuela, y pronto manifestó “tendencias lesbianas”, a pesar de las hormonas que le obligaron tomar. Cuando tuvo trece años, su padre no vio más remedio que confesarle lo que había ocurrido. Entonces, Brenda decidió someterse a otro proceso quirúrgico y vivir como chico. Se llamó David en adelante; recordó las frecuentes sesiones terapéuticas con Money durante toda su vida como una tortura, que le habían provocado heridas profundas y siempre abiertas. En 2004, se suicidó.25

Se trata de un ejemplo emblemático: la naturaleza reclama sus derechos. En cierto sentido, el hombre es verdaderamente su cuerpo. No se reduce a poseerlo o habitarlo. Existe en el mundo

24 John Money (1921-2006) fue experto en sexología en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU) y uno de los precedentes más influyentes de la teoría de género.
25 Cf. Volker ZASTROW, Der kleine Unterschied, en Frankfurter Allgemeine Zeitung, no 208 (7-IX-2006), p.8.

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no solamente “a través de su cuerpo” (Merleau-Ponty), sino “siendo su cuerpo” (Congar). Por su constitución intrínseca, es su cuerpo y, a la vez, lo sobrepasa.

En la persona humana, el sexo y el género –el fundamento biológico y la expresión cultural–, ciertamente, no son idénticos, pero tampoco son completamente independientes. Para llegar a establecer una relación correcta entre ambos, conviene considerar previamente el proceso en el que se forma la identidad como varón o mujer. Los especialistas señalan tres aspectos de este proceso que, en el caso normal, se entrelazan armónicamente: el sexo biológico, el sexo psicológico y el sexo social.26

El sexo biológico describe la corporeidad de una persona. Se suelen distinguir diversos factores. El “sexo genético” (o “cromosómico”) –determinado por los cromosomas XX en la mujer, o XY en el varón– se establece en el momento de la fecundación y se traduce en el “sexo gonadal” que es responsable de la actividad hormonal. El “sexo gonadal”, a su vez, influye sobre el “sexo somático” (o “fenotípico”) que determina la estructura de los órganos reproductores internos y externos. Conviene considerar el hecho de que estas bases biológicas intervienen profundamente en todo el organismo, de modo que, por ejemplo, cada célula de un cuerpo femenino es distinta a cada célula de un cuerpo masculino. La ciencia médica indica incluso diferencias estructurales y funcionales entre un cerebro masculino y otro femenino.27

El sexo psicológico se refiere a las vivencias psíquicas de una persona como varón o como mujer. Consiste, en concreto, en la conciencia de pertenecer a un determinado sexo. Esta conciencia se forma, en un primer momento, alrededor de los 2 o 3 años y suele coincidir con el sexo biológico. Puede estar afectada hondamente por la educación y el ambiente en el que se mueve el niño.

El sexo sociológico (o civil) es el sexo asignado a una persona en el momento del nacimiento. Expresa cómo es percibida por las personas a su alrededor. Señala la actuación específica de un varón o de una mujer. En general, se le entiende como el resultado de procesos histórico-culturales. Se refiere a las funciones y roles (y los estereotipos) que en cada sociedad se asignan a los diversos grupos de personas.

Estos tres aspectos no deben entenderse como aislados unos de otros. Por el contrario, se integran en un proceso más amplio que consiste en la formación de la propia identidad. Una persona adquiere progresivamente, durante la infancia y la adolescencia, la conciencia de ser “ella misma”. Descubre su identidad y, dentro de ella, cada vez más hondamente, la dimensión sexual del propio ser. Adquiere gradualmente una identidad sexual (se da cuenta de los factores biopsíquicos del propio sexo, y de la diferencia respecto al otro sexo) y una identidad genérica (descubre los factores psícosociales y culturales del papel que las mujeres o varones desempeñan

26 El sexo biológico suele denominarse simplemente sex, sexo, mientras que el sexo psicológico y social están unidos en el término gender, género.
27 Cf. Dennis D. KELLY: Sexual Differentiation of the Nervous System, en: Principles of Neural Science, ed. por Eric R. KANDEL, James H. SCHWARTZ, Thomas M. JESSELL, 4. ed. (Ed. Appleton and Lange), Norwalk, Connecticut 2000, pp.1131-1149. P. NOPOULOS, M. FLAUM, D. O’LEARY, N.C. ANDREASEN: Sexual dimorphism in the human brain: evaluation of tissue volume, tissue composition and surface anatomy using magnetic resonance imaging, en: Psychiatry Res (2000/2), pp.1-13. H. DAVIDSON, K.R. CAVE, D. SELLNER: Differences in visual attention and task interference between males and females reflect differences in brain laterality, en: Neuropsychologia (2000/4), pp.508-514. N. SADATO, V. IBANEZ, M.P. DEIBER, M. HALLETT: Gender difference in premotor activity during active tactile discrimination, en: Neuroimage (2000/5), pp.532-540. K. KANSAKU, A. YAMAURA, S. KITAZAWA: Sex differences in lateralization revealed in the posterior language areas, en: Cereb Cortex (2000/9), pp.866-872.

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en la sociedad). En un correcto y armónico proceso de integración, ambas dimensiones se corresponden y complementan.

Considerando sin prejuicios los datos fisiológicos y psíquicos, no es difícil admitir que la naturaleza masculina y la femenina se expresan de manera diferente, aunque no hay ni la más mínima duda en que tanto el varón como la mujer tienen el mismo valor, la misma dignidad, y deberían tener las mismas oportunidades para influir en la sociedad en que viven. Sin embargo, la diferencia originaria entre ellos no es ni irrelevante ni adicional, y tampoco es un mero producto social. No es una condición que igualmente podría faltar, y tampoco es una realidad que se pueda limitar sólo al plano corporal. El varón y la mujer se complementan en su correspondiente y específica naturaleza corporal, psíquica y espiritual. Ambos poseen valiosas cualidades que les son propias, y cada uno es, en su propio ámbito, superior al otro.

2. La importancia de aceptar las diferencias sexuales

Afirmar que los sexos se distinguen, no significa discriminación, sino todo lo contrario. Si exigimos la igualdad como condición previa para la justicia cometemos un grave error. La mujer no es un varón de calidad inferior, las diferencias no expresan minusvalía. Antes bien, debemos conseguir la equivalencia de lo diferente. La capacidad de reconocer diferencias es la regla que indica el grado de inteligencia y de cultura de un ser humano. Según un antiguo proverbio chino, “la sabiduría comienza perdonándole al prójimo el ser diferente.” No es una armonía uniforme, sino una tensión sana entre los respectivos polos, la que hace interesante la vida y la enriquece.

Por supuesto, no existe el varón o la mujer por antonomasia, pero sí se diferencian en la distribución de ciertas facultades. Aunque no se pueda constatar ningún rasgo psicológico o espiritual atribuible a uno solo de los sexos, hay características que se presentan con una frecuencia especial y de manera pronunciada en los varones, y otras en las mujeres. Es una tarea sumamente difícil distinguir en este campo. Quizá nunca será posible decidir con exactitud científica lo que es “típicamente masculino” y aquello que es “típicamente femenino”, pues la naturaleza y la cultura, los dos grandes moldeadores, están entrelazadas desde el principio muy estrechamente. Pero el hecho de que varón y mujer experimenten el mundo de forma diferente, solucionen tareas de manera distinta, sientan, planeen y reaccionen de un modo desigual, es algo que cualquiera puede percibir y reconocer, sin necesidad de ninguna ciencia. En lo que sigue veremos resumidamente algunos datos que suelen lanzarse en los debates pertinentes.28

Con frecuencia se alude a la mayor fuerza física que generalmente tienen los varones, mientras que las mujeres poseen más fuerza espiritual, más resistencia interior. Suelen ser capaces de soportar una mayor carga psíquica que sus maridos y sus compañeros de trabajo, resistir mejor situaciones de estrés y disponer de más flexibilidad para la adaptación a situaciones nuevas.29

Parece, además, bastante evidente que, al menos hasta ahora, los varones parecían ser más agresivos que las mujeres. En cambio, esto no significa para nada que el sexo femenino sólo sea

28 Cf. Marta BRANCATISANO, Approccio all’antropologia della differenza, Roma 2004. S.E. RHOADS, Taking sex differences seriously, San Francisco 2004. Doris BISCHOF-KÖHLER, Von Natur aus anders. Die Psychologie der Geschlechtsunterschiede, Stuttgart 32006.
29 Cf. I. ECUYER-DAB; M. ROBERT, Examining the relationship in western men and women, en Journal of Comparative Psychology, no 118 (2004), pp.217-231.

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suave y dulce, sino simplemente que los cauces de la agresividad son diferentes. Las mujeres prefieren discutir verbalmente, empleando cotilleos y chismes, mientras que a los varones les asusta menos la agresión física.30

Las mujeres suelen pensar, sentir y planear de una manera más integral que los varones. Por eso se muestran más seguras psíquicamente, más constantes, capaces de apoyar a las personas que les rodean. A menudo salvan a los demás de vivir desintegrados entre el intelecto y las pasiones.31

Finalmente, casi todo el mundo está de acuerdo en que es más fácil adivinar las intenciones de un varón que las de una mujer. Las mujeres tienden a un comportamiento más complicado que puede ser sumamente oscuro. Por eso a veces se ha hablado del “enigma” o del “misterio” que supone la mujer.32

3. El desafío de aceptar los propios talentos

El varón y la mujer no se distinguen por supuesto a nivel de sus cualidades intelectuales o morales, pero sí en un aspecto mucho más fundamental y ontológico: en la posibilidad de ser padre o madre. Es esta indiscutiblemente la última razón de la diferencia entre los sexos. Sin embargo, no podemos reducir la maternidad al terreno fisiológico. Numerosos pensadores, a lo largo de los tiempos, recuerdan la maternidad espiritual, concepto que tiene muy poca o ninguna relación con lo sumamente suave, lo sentimental y delicado que se ensalza en la literatura ecológica.33

La auténtica maternidad espiritual puede indicar proximidad a las personas, realismo, intuición, sensibilidad frente a las necesidades psíquicas de los demás, y también mucha fuerza interior. Indica, expresándonos con cautela, una capacidad especial de la mujer para mostrar el amor de un modo concreto, un talento especial para reconocer y destacar al individuo dentro de la masa.

Pero sabemos muy bien que no todas las mujeres son suaves y abnegadas. No todas ellas muestran su talento hacia la solidaridad. No es raro que, en determinados casos, un varón tenga más sensibilidad para acoger, para atender que la mayoría de las mujeres. Y puede ser más pacífico que su esposa.

En este sentido, conviene recordar que los valores femeninos son valores humanos. Tenemos que distinguir entre “mujer” y los valores que parecen ser más propios a ella, y “varón” y los valores que parecen ser más propios a él. Es decir, cada persona puede y debe desarrollar

30 Cf. J. ARCHER, Sex differences in aggression in real-world settings: a meta-analytic review, en Review of General Psychology, no 8 (2005/1), pp.291-322. Hoy se puede observar también otra repartición entre los sexos respecto a las posibilidades de ser violentos, diferentes a las de antes. La tendencia feminista actual admite que la mujer pueda tomar la misma iniciativa, y ya hace tiempo que no son una excepción las mujeres violentas. En varios países se fundaron “asociaciones de varones maltratados”.

31 Cf. C. HOPF; M. HARTWIG (eds.), Liebe und Abhängigkeit. Partnerschaftsbeziehungen junger Frauen, Weinheim 2001.
32 Cf. M.L. FISHER, Female intrasexual competition decreases female facial attractiveness, en Science, no 271 (2004), Suppl. 5, pp.283-285.

33 Cf. Alicia PULEO (ed), Del ecofeminismo clásico al deconstructivo: principales corrientes de un pensamiento poco conocido, en Celia Amorós y Ana de Miguel (eds.), Teoría feminista. De la Ilustración a la globalización, Madrid, 2005, pp.121-152.

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también los llamados talentos del sexo opuesto aunque, de ordinario, le puede costar un poco más. Por ejemplo, una mujer madura y realizada, no sólo es tierna y comprensiva; también es fuerte y valiente. Y un varón maduro no sólo es valiente, también es comprensivo y humilde, acogedor.

Por cierto, donde hay un especial talento femenino debe haber también un correspondiente talento masculino. ¿Cuál es la fuerza específica del varón? Éste tiene por naturaleza una mayor distancia respecto a la vida concreta. Se encuentra siempre “fuera” del proceso de la gestación y del nacimiento, y sólo puede tener parte en ellos a través de su mujer. Precisamente esa mayor distancia le puede facilitar una acción más serena para proteger la vida, y asegurar su futuro. Puede conducirle a ser un verdadero padre, no sólo en la dimensión física, sino también en sentido espiritual; a ser un amigo imperturbable, seguro y de confianza. Pero puede llevarle también, por otro lado, a un cierto desinterés por las cosas concretas y cotidianas, lo que, desgraciadamente, se ha favorecido, en épocas pasadas, por una educación unilateral.

Aparte del sexo existen, sin duda, otros muchos factores responsables de la estructura de nuestra personalidad. Cada uno tiene su propia manera irrepetible de ser varón o mujer. En consecuencia, es una tarea importante descubrir la propia individualidad, con sus posibilidades y sus límites, sus puntos fuertes y débiles. Cada persona tiene una misión original en este mundo.34 Está llamada a hacer algo grande de su vida, y sólo lo conseguirá si cumple una tarea previa: vivir en paz con la propia naturaleza.

Jutta Burggraf

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34 Cf. Jutta BURGGRAF, Libertad vivida: con la fuerza de la fe, Madrid 22006.

Sida: eufemismos, manipulaciones y verdadera prevención

Sida: eufemismos, manipulaciones y verdadera prevención

En el día mundial de la prevención de esta enfermedad

ROMA, martes 1 de diciembre de 2009 (ZENIT.org) ¿Es una utopía educar a los jóvenes del siglo XXI en programas de abstinencia y fidelidad como los únicos medios para prevenir la difusión del Sida? ¿Han resultado útiles los programas de educación sexual para reducir el número de contagios en el mundo?

«Creo que programas como ‘Educación para la vida’ y ‘Juventud viva’, que tuvieron sus inicios en Uganda y que ahora se están presentando en África y en otros países del mundo tienen una aproximación positiva», afirma a ZENIT monseñor Robert Vitillo, consejero especial de Caritas Internationalis sobre VIH y Sida.

El prelado se refiere a una campaña que adelantó el ministerio de salud en Uganda, iniciada en 1986 con el nombre de ABC, (abstinencia, fidelidad y condón como última vía) que ha reducido las tasas de contagio del Sida de un 30 a un 5 %.

Pero, ¿cómo pueden resultar atractivos dichos programas a los jóvenes de hoy? «Los presentamos como ‘buena noticia’ –explcia monseñor Vitillo– y no simplemente como una serie de mandamientos negativos o como una alerta para prevenir la infección del VIH».

El prelado indica que se trata, en primer lugar, de que el ser humano reconozca su dignidad para luego «ayudar a las personas a entender el significado especial de la sexualidad que Dios nos ha dado» y después «ayudarlos a desarrollar sus capacidades, a actuar responsablemente y a seguir el mandamiento de Dios de que la actividad sexual debe ser ejercida sólo en el contexto de una relación permanente y fiel en el matrimonio entre un hombre y una mujer».

Preservativo… ¿seguro?

Sin embargo, son otros los «valores» cada vez más presentes en los diferentes programas de educación sexual alrededor del mundo.

El Papa Benedicto XVI el pasado 18 de marzo durante su viaje a África dio a uno de los periodistas la conocida respuesta que luego creó una fuerte polémica mundial sobre el uso del preservativo: «No se puede superar el problema del Sida sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si no se ayuda a los africanos, no se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema».

 

 

 

 

¿Tenía razón Benedicto XVI?

El índice de fallos en el preservativo es al menos de un 15.7 % sólo en la prevención del embarazo. «Debido a que una mujer puede concebir sólo unos cuantos días (6 á 8) por mes, y también sabemos, que el índice de deficiencia de los condones debe ser más alto cuando se trata de prevenir una enfermedad que puede ser transmitida los ¡365 días del año!», aseguró en un artículo enviado a ZENIT el médico peruano Raúl Cantella Salaverry, fundador, director y gerente del Centro de Diagnóstico Cantella SAC en la ciudad de Lima.

Entre heterosexuales, señala Cantella, la sección médica de la Universidad de Texas descubrió recientemente que los preservativos sólo resultan efectivos en un 69 % de los casos para la prevención de la transmisión del VIH.

Un estudio de parejas casadas realizado durante un año y medio en las que uno de ellos está infectado, determinó que, 17 % de los compañeros que utilizaban preservativos para protegerse, fueron contagiados.

Según el doctor Cantella, los planes de educación sexual para los jóvenes traen consecuencias muy peligrosas: La primera es convencer a los jóvenes que sí pueden tener relaciones de manera «cien por ciento segura» , la segunda, es ver la iniciación cada vez más temprana de la sexualidad como un comportamiento «que todos lo están haciendo». Por otro lado hacen creer a los jóvenes «que los adultos ‘responsables’ esperan que lo hagan».

Sin embargo la realidad es otra: un estudio realizado por Bayer, MTV y MySpace en una población de 5.000 jóvenes de Argentina, Colombia y México demostraron que dos de cada tres jóvenes encuestados no utiliza ningún sistema de protección frente a un embarazo no deseado o a las posibles enfermedades de transmisión sexual.

«En lugar de educar en la responsabilidad hemos estimulado un comportamiento sexual que convierte a los jóvenes en las principales víctimas. Cientos de miles de mujeres adolescentes han visto sus vidas y sueños destruidos por la ligereza con la que este tema ha sido manejado desde hace décadas» dijo Miguel Gómez Martínez, en su columna «Así no el guste» publicada en el diario El Espectador de Bogotá – Colombia el pasado 26 de septiembre.

 

 

 

 

 

 

 

Prevención realmente segura

En las ya famosas declaraciones del 18 de marzo pasado durante el viaje a África, el Papa propuso la «humanización de la sexualidad», la cual se define como «una renovación espiritual y humana que lleve consigo un nuevo modo de comportarse el uno con el otro, y segundo, una verdadera amistad también y sobre todo con los que sufren».

Para llevar a cabo dicha propuesta, Raul Cantella indica a ZENIT que «el mejor profesor de educación sexual para los hijos varones es un padre responsable, y la mejor profesora de educación sexual para las hijas mujeres es una madre responsable».

No obstante, los jóvenes, no pocas veces han sido estigmatizados como sordos y ciegos frente a estas iniciativas. Hay ejemplos que demuestran lo contrario. Hace algunos años, en Lexington, Kentucky, en Estados Unidos, un antiguo convicto llamado Harold Morris fue a hablarle a un grupo de jóvenes sobre el valor de la abstinencia.

El foro tenía asientos para 18.000 personas pero había 26.000 adolescentes. Es sólo un ejemplo de varios programas que se desarrollan allí como Opciones (Choices) en California y Respeto por el Sexo (Sex Respect); Yo, Mi Mundo, Mi Futuro (Me, My World, My Future); Razones Razonables para Esperar (Reasonable Reasons to Wait); Sexo, Amor y Opciones (Sex, Love & Choices).

Monseñor Vitillo asegura que estos programas «alientan a los jóvenes a apoyarse los unos a los otros en las actividades de cambios de comportamiento que son positivas, basadas en los valores católicos y que los ayudan a prepararse para sus futuros matrimonios».

Por Carmen Elena Villa

 

Crucifijos en las escuelas públicas

Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos

El crucifijo puede estar en la escuela pública

Las escuelas públicas italianas pueden seguir exhibiendo el crucifijo en las aulas, sin menoscabo de la libertad religiosa y de pensamiento de los no cristianos, ni de la neutralidad del Estado en materia de religión y creencias. Tal es el juicio definitivo e inapelable del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, competente en los casos relativos al Convenio Europeo de Derechos Humanos, del que son signatarios los países miembros del Consejo de Europa.

Firmado por Rafael Serrano 
Fecha: 21 Marzo 2011

La sentencia (1), hecha pública el 18 de marzo, contiene argumentos importantes que delimitan las exigencias de la laicidad, que no equivale a laicismo. Pues el secularismo es una de las convicciones posibles de los ciudadanos, entre las que el Estado debe mostrarse neutral para proteger la libertad de creencia. Así, la presencia de símbolos religiosos en una escuela pública puede o no ser conforme con la libertad ideológica de los alumnos y sus padres, según las circunstancias. Los Estados tienen en esto un margen de apreciación. Italia puede mantener la obligatoriedad del crucifijo en las aulas, que es también la norma en Austria y en unas pocas regiones europeas. Precisamente en Austria se dictó poco antes una sentencia del Tribunal Constitucional favorable al crucifijo.

El caso (Lautsi y otros contra Italia), tiene origen en la demanda de Soile Lautsi, una madre atea que protestó contra la presencia del crucifijo en las clases de sus hijos de 14 y 12 años, alumnos de un centro público de Abano Terme, cerca de Padua. Su demanda fue rehusada por el consejo escolar y por la justicia italiana (cfr. Aceprensa, 8-03-2006). Entonces apeló al TEDH, que le dio la razón en primera instancia (cfr. Aceprensa, 9-11-2009 y artículos relacionados). El gobierno italiano recurrió el fallo, y la Gran Sala del TEDH lo ha revocado.

Dos derechos fundamentales

Primero es necesario precisar, como hacen los mismos jueces, que la sentencia se refiere solo a la presencia del crucifijo en las escuelas públicas, no en otros lugares. Se trata de ver si eso es compatible con el art. 2 del Procolo Adicional 1.º al Convenio Europeo de Derechos Humanos y con el art. 9 del Convenio mismo (2).

En Italia, el crucifijo en las escuelas públicas no supone adoctrinamiento, pues no está asociado a ninguna enseñanza obligatoria sobre cristianismo y el ambiente escolar está abierto también a otras religiones

El primer precepto se refiere al derecho a la educación, y señala: “El Estado, en el ejercicio de las funciones que asuma en el campo de la educación y la enseñanza, respetará el derecho de los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas”. El otro artículo reconoce la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, con el correspondiente derecho de las personas a manifestar su fe y sus convicciones en público y en privado, sin más límites que la seguridad, la moral pública o el respeto a los derechos de otros.

En segundo lugar, la sentencia afirma que el secularismo o el ateísmo, como el de la demandante, puede perfectamente tener la “fuerza, seriedad, coherencia e importancia” necesarias para ser considerado una convicción protegida por esos artículos.

Hay margen para decidir

Con estos preliminares, los jueces comienzan su razonamiento señalando que el crucifijo es ante todo un símbolo religioso. El gobierno italiano había alegado que el crucifijo expresa además valores civiles según la tradición cultural y religiosa del país; pero eso no es decisivo, a juicio del Tribunal.

Ahora bien, dice la sentencia, “no se han presentado pruebas al Tribunal de que la exhibición de un símbolo religioso en las paredes de las aulas tenga influencia en los alumnos, y por tanto no se puede concluir razonablemente si tiene o no efecto en personas jóvenes cuyas convicciones están aún en formación”. Con todo, es comprensible que la demandante viera en el crucifijo una falta de respeto a su derecho a asegurar la educación de sus hijos según las convicciones filosóficas de ella. Sin embargo, “la percepción subjetiva de la demandante no basta por sí misma para establecer una violación del art. 2 del Protocolo 1.º”.

Los Estados deben compaginar el desempeño de sus funciones en educación con el derecho de los padres a asegurar que sus hijos reciben enseñanza conforme a sus convicciones religiosas o filosóficas. El modo de conciliar una y otra cosa cae dentro del margen de discrecionalidad que tienen los Estados, y ahí se incluye el espacio que se concede a la religión. El límite de ese margen es que las opciones que se tomen “no lleven a una forma de adoctrinamiento”.

El crucifijo en las aulas públicas es, en principio, uno de los asuntos sobre los que las autoridades pueden decidir, y de hecho en Europa no hay unanimidad al respecto. La mayoría de los países o regiones no tienen norma expresa al respecto; en la Macedonia ex yugoslava, Francia y Georgia, los símbolos religiosos están prohibidos; Italia, Austria, algunos Länder alemanes y algunos cantones suizos mandan que esté puesto el crucifijo. ¿Es compatible este último caso con los derechos fundamentales?

Ausencia de adoctrinamiento

Desde luego, al prescribir el crucifijo, Italia otorga a la religión mayoritaria del país una “visibilidad preponderante” en el ambiente escolar. Pero esto no supone por sí solo que haya adoctrinamiento. En dos sentencias anteriores, el TEDH admitió que se dé lugar preferente a la fe mayoritaria en los programas de asignaturas sobre ética, filosofía y religión: concretamente, al cristianismo en Noruega (caso Folgerø) y al islam en Turquía (caso Zengin).

Sobre todo, la ausencia de adoctrinamiento se prueba por otros hechos. Primero, “un crucifijo en la pared es un símbolo esencialmente pasivo, y esto es importante a juicio del Tribunal, en particular con respecto al principio de neutralidad (…). No se le puede atribuir una influencia en los alumnos comparable al discurso didáctico o a la participación en actividades religiosas”.

Segundo, la influencia del crucifijo se debe valorar en su contexto, a la luz de otras circunstancias. En Italia, el crucifijo no está asociado a ninguna enseñanza obligatoria sobre cristianismo, y el ambiente escolar está también abierto a otras religiones. Por ejemplo, no está prohibido el llamado velo islámico, se exime a los alumnos judíos de obligaciones escolares en sábado, es normal celebrar el principio y el fin del Ramadán en las escuelas donde hay alumnos musulmanes, se procura acomodo a las prácticas –como normas sobre alimentos–, se organizan clases de religión voluntarias para los distintos credos. Así, dice el fallo, “nada indica que las autoridades sean intolerantes con alumnos creyentes de otras religiones, no creyentes o con convicciones filosóficas no religiosas”.

Tercero, “los demandantes [la madre y sus dos hijos] no han alegado que la presencia del crucifijo en las aulas haya favorecido la aparición de prácticas docentes con tendencia proselitista, ni que [los hijos] hayan oído nunca una alusión tendenciosa a tal presencia por parte de un profesor”.

Finalmente, el Tribunal señala que Lautsi “conservaba plenamente su derecho como madre a ilustrar y aconsejar a sus hijos, a ejercer con ellos sus funciones naturales de educadora y a guiarles por una vía acorde con sus propias convicciones filosóficas”.

 

La neutralidad no es una pared vacía

Cabe deducir de la sentencia que en otras circunstancias no sería admisible la presencia del crucifijo en las aulas públicas, por ejemplo si se impusiera en un lugar donde ese símbolo tiene poca tradición, pues supondría una preferencia forzada por el cristianismo. Donde el crucifijo es tradicional, no merecería reparo salvo que fuera asociado a enseñanzas confesionales obligatorias, aunque en tal caso estas, no el crucifijo, serían lo que violara la libertad de pensamiento y religión.

Por eso, la sentencia del TEDH señala que excluir de las escuelas públicas los símbolos religiosos no es la única fórmula compatible con la laicidad. Aunque el fallo no lo dice así, la práctica italiana es muestra de una neutralidad estatal que protege la libertad religiosa y de pensamiento precisamente permitiendo la presencia de distintos credos en el espacio público. No es evidente que prohibir la manifestación de todos sirva mejor a la aconfesionalidad del Estado o a la libertad de creencias de las personas.

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(1) Ver texto de la sentencia (PDF): francés / inglés.
(2) Cfr. texto en español del Convenio y sus protocolos (PDF).