Carta a los mayores sobre los niños de hoy

Comentario al libro “Una llamada de atención. Carta a los mayores sobre los niños de hoy”

Autor: Philippe Meirieu 

Firmado por Antonio del Cano 
Fecha: 7 Diciembre 2010

“Necesito compartir mi enfado y mi indignación” escribe el autor al describir la lamentable situación actual de la enseñanza. Conoce la problemática de primera mano, como experto en su condición de profesor universitario de Ciencias de la Educación y también como sufrido profesor en un liceo de los suburbios de Lyon. Autor de diversos trabajos sobre el aprendizaje, es sobre todo un pedagogo que reflexiona sobre el proceso educativo, aunque son constantes sus referencias a la situación de los padres y sus responsabilidades: “¡Es tan hermoso tener hijos y buscar su felicidad! Y es tan fácil confundir la felicidad con su satisfacción inmediata”.

Describe la educación como el proceso de trasmisión de códigos sociales, a la par que nuestra propia historia, en un continuo proceso de interacción entre la familia y la escuela. La primera parte se centra en la transformación de la educación pública, desde la escuela tradicional, que generaliza la enseñanza obligatoria, a la aparición del “catecismo pedagógico de la antiescuela”, con pensadores como Dewey y proyectos como el de Summerhill, “que torcieron la vara en el otro sentido, (…) y frente a una maquinaria escolar reducida a un sistema de normalización por inculcación de conocimientos fragmentados, antepusieron el carácter irreductible del compromiso del alumno”.

Ante ambos extremos se intenta el equilibrio en una “pedagogía madura” que busque el interés del alumno, trabajando en proyectos, con métodos activos. Pero entre tanto llegan los años 60, y un cambio radical: el fin de la época de los grandes relatos y de las referencias comunes y la irrupción del individualismo extremado; una situación inédita en la que el tener sustituye al ser y en la que nuestros hijos están tan saturados y sobreestimulados que son ya incapaces de gestionar con un mínimo de discernimiento todo lo que les llega. “Para superar las dificultades que tenían con sus hijos, los padres de antes podían remontarse a su propia educación y tratar de emplear los métodos que sus padres habían empleado con ellos; hoy están obligados a inventar”. En el siglo XXI, cada familia debe volver a redescubrir los límites morales de la conducta humana, para poder así fundamentar mínimamente sus criterios educativos.

Nuevas tecnologías, nuevas tentaciones y también nuevas patologías, que plantean retos distintos. Antes adaptábamos a nuestros hijos al mundo, mientras que ahora debemos formar sujetos capaces de crear un futuro, resume el autor. Y para ello concluye con varias sugerencias, algunas tan atractivas como enseñar a los niños a controlar al tirano que todos llevamos dentro, o la urgencia por lograr su conexión con el mundo de la cultura, de modo que sea posible enlazar lo más íntimo de cada cual con las propuestas antropológicas universales.

Un ensayo serio, y una más que interesante aportación al debate sobre el qué y el cómo de la educación. Necesitamos un proyecto educativo y por lo tanto una visión del hombre para que la educación no sea un fracaso. “¿Qué mundo vamos a dejarles a nuestros hijos? ¿Qué hijos vamos a dejarle al mundo?”.

 

Clip prensa educación para la ciudadanía

Descarga aquí el clip de prensa:

clips_prensa_EpC

Claves para un matrimonio duradero

Claves para un matrimonio duradero

Según una encuesta a 100 matrimonios felices y duraderos

Esta es una informacion basada en un estudio realizado a 100 matrimonios encuestados que, hasta ahora, han sido un éxito. La mayoria de ellos tiene un minimo de diez años de vida matrimonial.

Todos los matrimonios tuvieron que afrontar dificultades y problemas en su convivencia.
En algunos casos hubo crisis importantes que, al final, no les impidió llegar al exito conyugal que actualmente tienen.

Con ello nos hacen ver que la armonia en la vida de matrimonio, no surge espontaneamente y para siempre, sino que requiere esfuerzo diario y perseverante.

Veamos cuales fueron los secretos: ¿Como reconocieron estos matrimonios que son felices y que hicieron para lograr ser duraderos?

1. La Felicidad Matrimonial se reconoce por 4 sintomas:

> El gozo por la presencia de la persona amada que genera el deseo y la necesidad de estar juntos y cuidar el uno del otro. La insatisfaccion de estar separados.

>Tener una buena relacion conyugal, basada en un amor intenso, en la buena comunicacion, en el respeto y confianza mutuos.

>El crecimiento y la maduracion del amor con el paso del tiempo. >Hijos felices

2. Circunstancias que contribuyeron al éxito matrimonial:

>El buen ejemplo de los padres >Un buen Noviazgo

>El acierto en la elección del conyuge
>La educacion para el amor en familia
>La llegada del primer hijo (si la pareja lo desea)

3. Los principios basicos de la vida conyugal:

>Casarse para siempre
> La entrega total al otro conyuge en la vida diaria
>Construir el amor cada dia
> Ser amigos, ademas de conyuges
> Ser matrimonio autónomo con respecto a la familia de origen >Contar con que habrá dificultades y que se pueden superar >Buscar la felicidad del otro
>Aceptacion mutua incondicional

4. El secreto para mantener vivo el amor:

> Tener detalles con el otro >Expresar el amor
> Renuncia, sacrificio
> Compañia intima
>Rehacerse y empezar cada dia >Apelar a los buenos recuerdos

5. Actitud ante los defectos del otro conyuge:

> Aceptarle con sus defectos
>Aceptarle a pesar de sus de sus defectos
> Aceptarle y esperar pacientemente el cambio

>Aceptarle y corregirle con cariño y tacto

6. Los aspectos de la vida matrimonial que merecen mayor esfuerzo:

> Compartir y comunicar > Estar alegre por el otro > Dedicar tiempo al otro > Cuidar los detalles

> Ser mejor para el otro. Crecer en virtudes > Pedir perdon y perdonar
> Autocontrolar el caracter

7. Los recursos para mejorar la convivencia y la comunicacion entre los esposos:

> La sinceridad. No tener secretos con el otro > Dialogar
> Ceder
> Escuchar

> Buenos modales
> El respeto
> Interes por las cosas del otro
> Hacer cosas juntos
> Dar libertad al otro. No invadir su espacio > La confianza mutua

Casarse por la Iglesia o por lo civil

Autor: Guillermo Juan Morado | Fuente: Catholic.net

¿Casarse por la Iglesia o por lo civil?

El matrimonio no es, en ningún caso, una institución puramente humana, sino que obedece al plan creador de Dios

¿Casarse por la Iglesia o por lo civil?

El matrimonio no es, en ningún caso, una institución puramente humana, sino que obedece al plan creador de Dios: «El mismo Dios es el autor del matrimonio», enseña el Concilio Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, 48. Es decir, el matrimonio es una realidad que se encuadra en el orden de la creación. Dios ha creado al hombre y a la mujer, y los ha llamado al amor; de tal modo que «el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre»(Catecismo de la Iglesia Católica, 1604).
Por su propia naturaleza, el matrimonio, que es «la íntima comunidad de vida y amor conyugal» (Gaudium et spes, 48), está provisto de leyes y características propias: exige la unidad y la indisolubilidad; la fidelidad inviolable y la apertura

a la fecundidad. Y la razón última de estas propiedades del matrimonio la encontramos en la totalidad que comporta el amor conyugal, como enseña Juan Pablo II en Familiaris consortio, 13. El matrimonio, por su propia naturaleza, está ordenado al bien de los cónyuges, así como a la generación y educación de los hijos (Catecismo, 1660).

Jesucristo, Nuestro Señor, no ha instituido un «matrimonio nuevo», sino que ha elevado a la dignidad de sacramento el matrimonio entre bautizados: «La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados» (Catecismo, 1601; Código de Derecho canónico, canon 1055, & 1).

¿Qué significa que el matrimonio entre bautizados es sacramento? Significa que es signo eficaz de la alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Efesios 5, 31-32). Es signo y comunicación de la gracia y, por consiguiente, es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza: «Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna» (Catecismo, 1661).

El hecho de que Jesucristo no instituyese como sacramento una realidad nueva, sino el matrimonio tal como había salido de las manos de Dios en la creación, tiene una consecuencia de gran importancia: «Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento» (Código de Derecho canónico, canon 1055, & 2). Es decir, entre bautizados no se puede separar la realidad «natural» del contrato y la realidad «sobrenatural» del sacramento significante de la gracia. Lo que es elevado a sacramento es, precisamente, esa misma realidad del orden natural.

Para los bautizados, la sacramentalidad no es un añadido, no es un adorno, sino que pertenece a la misma raíz del matrimonio: «La dimensión natural y la relación con Dios no son dos aspectos yuxtapuestos; al contrario, están unidos tan íntimamente como la verdad sobre el hombre y la verdad sobre Dios» (Juan Pablo II, «Discurso a la Rota Romana», 30 de Enero de 2003).

Tratándose de bautizados, si no hay contrato válido no hay sacramento; y si no hay sacramento, no hay contrato.

Puesto que, para los bautizados, el matrimonio válido es un sacramento, corresponde a la Iglesia regular cómo ha de ser su forma canónica. A la Iglesia le compete, cuando se trata del matrimonio entre católicos, aprobar lo que se requiere para su validez y para su celebración lícita (cf Código de Derecho canónico, canon 841). La forma canónica ordinaria para el matrimonio aparece descrita en el canon 1108: «Solamente son válidos aquellos matrimonios que

se contraen ante el Ordinario del lugar o el párroco, o un sacerdote o diácono delegado por uno de ellos para que asistan, y ante dos testigos…». De acuerdo con el canon 1117 del Código de Derecho Canónico, la forma canónica se ha de observar «si al menos uno de los contrayentes fue bautizado en la Iglesia católica o recibido en ella y no se ha apartado de ella por acto formal», sin perjuicio de la normativa aplicable a los matrimonios mixtos.

La exigencia de una forma canónica para contraer matrimonio entre católicos no es un capricho, sino que viene motivada por la seriedad del matrimonio.
La Iglesia quiere velar para que el matrimonio de un católico se ajuste a la disciplina eclesiástica y, por consiguiente, al derecho divino.

Hasta aquí hemos hecho, básicamente, tres afirmaciones: El matrimonio es obra del Creador y, por su propia naturaleza, tiene unas leyes; el matrimonio válido entre bautizados es sacramento; y la Iglesia establece, para los católicos, cuál ha de ser la forma válida para contraer matrimonio.

Las tres afirmaciones están interrelacionadas. Si la Iglesia exige una forma canónica para el matrimonio entre católicos, es para asegurar su sacramentalidad y su correspondencia a la voluntad de Dios, expresada ya en el orden de la creación.

¿Qué sucede entonces cuando un católico obligado a contraer matrimonio según la forma canónica descrita contrae sólo matrimonio civil? Pues lo que sucede es que no contrae matrimonio. No se trata sólo de que no reciba el sacramento del matrimonio, sino de que no contrae válidamente matrimonio; pues, para un bautizado, es imposible contraer un matrimonio que no sea sacramental. Y, para un católico, ordinariamente al menos, no hay matrimonio sacramental válido sin observancia de la forma canónica.

En consecuencia, la Iglesia considera nulos los matrimonios de los católicos que, estando obligados a observar la forma canónica, contraen matrimonio solamente de forma civil. Estos matrimonios son, para ella, inexistentes. Es como si no se hubiesen celebrado. Por tanto, estas personas, a los ojos de Dios y de la Iglesia, siguen estando solteros. Si ese matrimonio civil, no reconocido como válido por la Iglesia, se disuelve por una sentencia de divorcio, no hay impedimento para que esas personas puedan contraer el matrimonio canónico. Y no es que la Iglesia reconozca el divorcio en ese caso, no; se trata simplemente de que la Iglesia no ha reconocido ese matrimonio, de que para ella nunca ha existido.

El hecho de que Cristo haya elevado a la dignidad de sacramento la realidad natural del matrimonio acarrea también unas consecuencias a la hora de admitir a los novios a la celebración del matrimonio canónico. No se les exige, para contraer matrimonio, que sean unos católicos perfectos ni que vivan en plena armonía con su fe. Un católico debe esforzarse por ser santo,por el hecho de ser católico. Pero un católico, aunque no sea ejemplar en su vida ni tenga apenas fe personal, tiene derecho a contraer matrimonio; y, de ordinario, sólo puede ejercer este derecho casándose por la Iglesia: «La Iglesia no rechaza la celebración del matrimonio a quien está bien dispuesto, aunque esté imperfectamente preparado desde el punto de vista sobrenatural, con tal de que tenga la recta intención de casarse según la realidad natural del matrimonio. En efecto, no se puede configurar, junto al matrimonio natural, otro modelo de matrimonio cristiano con requisitos sobrenaturales específicos» (Juan Pablo II, «Discurso a la Rota Romana», 30 de Enero de 2003).

Sería necesario, para no admitir a la celebración del matrimonio canónico, que los contrayentes excluyesen las propiedades esenciales que el matrimonio, ya en el plano natural, posee: «No se debe olvidar esta verdad en el momento de delimitar la exclusión de la sacramentalidad (cf. canon 1101, 2) y el error determinante acerca de la dignidad sacramental (cf. canon 1099) como posibles motivos de nulidad. En ambos casos es decisivo tener presente que una actitud de los contrayentes que no tenga en cuenta la dimensión sobrenatural en el matrimonio puede anularlo

sólo si niega su validez en el plano natural, en el que se sitúa el mismo signo sacramental.
La Iglesia católica ha reconocido siempre los matrimonios entre no bautizados, que se convierten en sacramento cristiano mediante el bautismo de los esposos, y no tiene dudas sobre la validez del matrimonio de un católico con una persona no bautizada, si se celebra con la debida dispensa»(Juan Pablo II, «Discurso a la Rota Romana», 30 de Enero de 2003).

En conclusión, podemos decir que la doctrina católica sobre el matrimonio posee una gran profundidad. Dos son las preocupaciones fundamentales de la Iglesia: no apartarse del plan de Dios sobre el matrimonio – que Cristo ha elevado a la dignidad de sacramento – y no perjudicar a los contrayentes, falsificando la verdad del amor conyugal. Para la Iglesia, el camino de la fidelidad a Dios es el camino adecuado para asegurar la felicidad del hombre. La lectura detenida del Catecismo de la Iglesia Católica y, para quienes deseen profundizar, de los Discursos anuales del Santo Padre a la Rota Romana, constituye un precioso medio para conocer mejor la riqueza y la hondura de la comprensión católica del matrimonio.

Casados a medias

Casados a medias

Autor: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net

Gran parte de los matrimonios están casados a medias

Es casi general ver tristeza o preocupación en los rostros de los matrimonios que tienen algunos años de casados

Gran parte de los matrimonios están casados a medias

Es casi general ver tristeza o preocupación en los rostros de los matrimonios que tienen algunos años de casados.
Pareciera que cuando están juntos o salen en pareja no demuestran ninguna alegría. Se aceptan, conviven con cara de pocos amigos.

Es cierto que no somos responsables de la cara que tenemos, pero si de la cara que ponemos.
Y la cara que pongo es reflejo de lo que siento y es reflejo de lo que en mi interior, hay .

¿Estamos nosotros en esta situación?
Si así fuera, deberíamos reflexionar seriamente sobre dos preguntas que tienen que ser claves para aquellos que han decidido hacer de su vida un solo camino.

¿Entre nosotros hay encuentro, sabemos encontrarnos?
¿Entre nosotros hay amistad? ¿Sabemos mantener esa relación profunda y abierta de todas nuestras cosas?

Gran parte de los matrimonios están casados a medias. ¿Qué quiere decir, estar casados a medias?
Se encuentran sus cuerpos pero no se encuentran sus almas. Se usan, se desahogan pero no crecen en espíritu.
No crecen en ser persona en unidad con el otro.

Y cuando esto ocurre, aparece en su vivir el egoísmo, el encerrarse en un montón de actitudes. ¿Dónde quedó aquel inicio tan hermoso, dónde quedó aquella luna de miel que eran nuestros primeros años de casados?

La luna de miel se acaba cuando chocan los dos egoísmos.
La luna de miel continúa cuando me preocupo por lo que quiere el otro.
Hay que aprender a vivir con el otro ser humano.
Hay que aprender sus vicios, sus virtudes, sus defectos y caprichos, sus alegrías y sus malos humores.
Sus días de mala luna, como se dice por ahí.

La vida de un hombre y una mujer está hecha de pequeños momentos cotidianos, está hecha de pequeñas incomprensiones, olvidos, gestos dulces y amargos, diálogos cálidos y también enojosos.

La vida de los esposos, hay que entenderlo bien, es la historia de su vida compartida, hecha en la responsabilidad común. Cada uno aceptando al otro. Y al hacerlo harán crecer su ser personal y el del otro.

Eso si, la comunión entre varones y mujeres no puede hacerse en un instante, en un momento. Se necesita de su tiempo.
Por creer esto fracasa muchas veces la experiencia de la pareja.
No se puede amar a otra persona sin tener en cuenta su propia historia, cuyo conocimiento iremos descubriendo poco a poco.

La comunión se edifica día a día, compartiendo, dando, recibiendo.

Lo justo en esto de vivir juntos sería –si no pueden evitar los malos momentos– que cada uno de los cónyuges tuviese por turno riguroso sus días de mal humor.
Por desgracia, sucede a veces, que uno de los dos detenta el monopolio del mal humor.
En tal caso………en tal caso al otro no le queda más remedio que armarse de valor y tratar de tener otro monopolio: ¡el monopolio de la paciencia!

En toda vida de a dos hay y habrá obstáculos. Veamos algunos: “nuestro pobre corazón” tan versátil e imprevisible.

El cónyuge prudente sabe que es preciso mantenerlo bajo control.
A veces, sin embargo, hay quien se engaña.
Cree poder descuidar un tanto la vigilancia y permitirse alguna distracción.
La tan común llamada “cañita al aire”
La familia se fue de vacaciones, uno va los fines de semana y de lunes a viernes es fácil la tentación. Estoy sólo, sabré controlarme.

Y se dice: ¡es solo un momento! ¡No saldré de mis limites!
El momento se convierte en una hora y la hora en traición.
Dice San Francisco de Sales: nadie despierta voluntariamente el amor sin hacerse su prisionero.

En este juego, el que atrapa es atrapado.
El fuego del amor es más activo y poderoso de lo que parece; uno cree que le ha tocado solamente una chispa y uno se queda estupefacto viendo que, como un rayo, se ha incendiado el corazón, reduciendo a cenizas aquel propósito y en humo nuestra reputación, nuestra fidelidad.

Conocemos los grandes navegantes de la mitología griega. Estos prometían a sus amigas y amantes volver a casa, después de algún tiempo de aventuras y trabajos, pero nunca volvían. En el mar, escuchaban los cantos de las sirenas, quedaban fascinados y cambiaban de rumbo para estar con ellas. Las mujeres no los veían nunca más.
Pero hubo uno -Ulises- que previó el peligro. Quiso que sus compañeros le ataran al mástil de la nave. Cuando pasaron por la isla de las sirenas, también él escuchó su canto maravilloso, también él se quedó fascinado, pero no podía seguir las voces y los cantos de las sirenas, ya que estaba atado. Así, las sirenas no pudieron seducirle. Fue el único que volvió a casa.
Ser precavido como Ulises da buenos resultados
Toda persona -incluso el más acérrimo crítico del matrimonio- anhela, si es sincero consigo mismo, tener alguien en quien poder abandonarse completamente, alguien que siempre esté con él, pase lo que pase, que confíe en él también cuando todo está en contra suya; también cuando sufre fracasos y enfermedades, cuando se hace mayor y más débil.
“La edad no protege contra el amor, más el amor, en cierta medida, protege contra la edad” (Jeanne Moreau)

Los celos son también un obstáculo que aparece en algunos matrimonios.
Los celos no ennoblecen el amor –como a veces se dice y se cree– sino que lo humillan y corrompen.
Los celos son ciertamente indicio de la fuerza del afecto, pero no de su calidad, ni de su pureza y perfección.

Quién está celoso, duda de la fidelidad de la persona amada, duda de la fidelidad del otro. Los celos terminan por destrozar la sustancia del amor, porque producen disputas y discrepancias.
Disputas y discrepancias no son tierra fértil para que el amor crezca.

Jutta Burggraf piensa que el humor, el reírse o al menos sonreírse es importante para un buen

clima hogareño.
La mejor educación es la convivencia familiar alegre y armónica.

«Cuando hayas estado un día entero sin reír, habrás perdido totalmente ese día». Este lema es muy importante precisamente para la vida cotidiana de la familia. Las personas carentes de humor e incapaces de reír llevan una vida poco atractiva. Los matrimonios y las familias, que han dejado de reír, están perdidas.

En cambio, el que tiene sentido del humor, puede olvidarse de sí mismo, y de este modo está libre para los demás. Todos tendemos a veces a plantearnos problemas existenciales por cosas insignificantes, y esto afecta a las relaciones entre los hombres. Debemos esforzarnos por no contemplar las múltiples cosas pequeñas de la vida cotidiana desde su aspecto negativo. Cada cosa, como es sabido, tiene dos caras, y vale la pena centrar la vista en aquella cara de la que podemos reírnos a gusto, o al menos sonreír.

Pablo Neruda escribió: Podrán cortar todas las flores, pero nada impedirá la llegada de la primavera.
Igual sucede en los que se aman.
Habrá obstáculos, habrá discrepancias, habrá malos momentos, podrá haber infidelidades, pero el amarse hace posible que siempre llegue una primavera.

Que siempre llegue un nuevo brotar, una nueva primavera en nuestra vida. Simplemente porque se aman.
Y en toda primavera si algo se necesita, si algo sobra es el amor
Y desde el amor todo es superable.

Si no existiera el amor no habría primavera. ¡Existen primaveras! en la vida de todos, porque es amando que uno llena en profundidad toda su vida si somos capaces de volver amar
Salvador Casadevall
salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

————–

Educación para la ciudadanía

COF Virgen de Olatz

Madrid, 6 de Octubre de 2007

 

 

Queridos amigos:

 

A raíz de las polémicas suscitadas por el Gobierno y en los medios de comunicación sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía no hemos querido dejar pasar la oportunidad e informaros a fondo de lo que supone esta materia. Es por ello que el próximo 22 de Octubre estará con nosotros Rafael Lozano, Director del Foro Español de la Familia.

El Foro Español de la Familia es una confederación de asociaciones familiares de carácter civil, ámbito nacional y vocación internacional. Nace el 23 de Julio de 1999 en Santiago de Compostela cuando varios centenares de representantes de diversas entidades – con objeto de cubrir en España la carencia de una plataforma familiar tal y como existen en otros países europeos- firmaron un DOCUMENTO MARCO para su Constitución como un FORO civil, no confesional, que aglutinara al mayor número posible de Organizaciones de familia.

Lo constituyen en la actualidad más de 5.000 asociaciones, agrupadas en 117 federaciones, 19 confederaciones y otras entidades que en total  representan, estimativamente, a más de  4 millones de familias. Su objetivos principales persiguen: 1) propagar, promover y defender en el seno de la sociedad los valores esenciales de la persona y de la familia. 2)Investigar los problemas actuales de la familia y generar soluciones y alternativas que permitan su fortalecimiento en la sociedad actual. 3)Acceder y actuar ante las instituciones y organismos responsables de la política familiar, canalizando las convicciones y los esfuerzos de muchas personas respecto a dichos valores. Y 4)facilitar la comunicación y el encuentro entre entidades y personas que promuevan y defiendan valores fundamentales de la persona y de la familia.

Esperamos que la conferencia sea de vuestro interés. Seria muy bueno que extendierais esta invitación a todos vuestros conocidos con inquietud por este tema.

Un abrazo

Ana Martinez y Jose Sastre

Directores del COF Virgen de Olatz

Aún tenemos valores

 

 

Buena noticia: todavía tenemos valores

 

 

José J. Castellanos

 

Para algunos fue una mala noticia, para mí fue una muy buena. Se dieron a conocer los resultados de una investigación del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM sobre salud reproductiva, y resulta que después de muchos años de campañas intensivas de promoción de conductas sexuales liberadas, la juventud mexicana, al menos en cinco estados de la República, mantiene valores que, para los “estudiosos”, indican que entre los jóvenes mexicanos «persisten férreos tabúes sexuales y de género ‘conservadores’». Esto seguramente decepciona, si no es que enfurece, a quienes se han propuesto pervertir a la sociedad mexicana.
Los tabúes de referencia son la virginidad de la mujer y la intención del 80 por ciento de los encuestados de dichos estados, de casarse por la Iglesia. Esto, para los autores del estudio, estaría relacionado con la ignorancia y prejuicios que se ha pretendido desterrar de la sociedad mexicana, y en la que tanto el Estado como organizaciones sociales feministas, principalmente, han gastado miles de millones de pesos. Sin embargo, convicciones más profundas que la “modernidad”, prevalecen en medio de deslices y devaneos.

Pensar en casarse por la Iglesia es, en la cultura mexicana, no en las modas impuestas desde el exterior, sinónimo de compromiso profundo, sólido y duradero. Podrá haber fallas, infidelidades y hasta rupturas, pero no cabe duda alguna –no sé si lo investigó así el estudio– de que el vínculo que se genera con el compromiso religioso es sinónimo de mayor garantía y seguridad, por encima del puro matrimonio civil o el amasiato, por más que muchos también recurran a estas prácticas.

También resulta sorprendente el alto número de quienes consideran que las mujeres deben llegar vírgenes al matrimonio (80 por ciento de los encuestados). Y afirman los investigadores: “esta ideología se refuerza de generación en generación al pasar de madres a hijas, debido a que sienten que serán reconocidas socialmente, así como protegidas y respetadas”. Efectivamente, el principio de ser una para uno, difiere de las conductas promiscuas que se promueven ahora, incluso en textos escolares, con el pretexto de que ya existen métodos de protección anticonceptiva.

La virginidad se menosprecia hoy públicamente, pero es claro que su necesidad sigue vigente como expresión de fidelidad, no sólo después del matrimonio, sino aún antes de él. Guardarse el uno para la otra, y viceversa, implica que el sentido de donación exclusiva es algo importante en la vida conyugal, que conlleva, sí, la relación sexual, pero con un sentido de amor y de perpetuación de la especie. Esto, con perdón de los investigadores, no es una “ideología”, es toda una concepción de vida y la relación entre hombre y mujer en el matrimonio. Este guardarse para el que se ama, genera, por el sacrificio que representa y por la virtud que conlleva, el necesario reconocimiento social y produce respeto. En cambio, las ofrecidas, las manoseadas y promiscuas, generan desconfianza e inseguridad.

En un tiempo donde impera el cinismo y la desvergüenza, me felicito de que el resultado sea la consecuencia de 15 mil 488 interrogatorios a jóvenes entre los 13 y 19 años, quienes revelaron que sólo el 21 por ciento de los hombres ya habían tenido relaciones sexuales, en tanto que entre las mujeres llegó al 5.5 por ciento. Esto, a pesar de la información que dichos jóvenes ya poseen, pero como indica el estudio, una cosa es tener información y otra, muy diferente, recurrir a esos medios echando por la borda otros valores que son, gracias a Dios, parte de nuestra cultura, a pesar de los pesares.

Ven los investigadores pasividad en la mujer. Quizá no les falte razón, es necesaria una mayor valoración de la vida sexual como parte de la realización personal, pero habría que ver cómo concluyen que no se atreven a pedir “protección” para no contraer enfermedades –resultado de la promiscuidad– o no quedar embarazadas, cuando la misma investigación concluye que las mujeres se valoran “sólo como madres y esposas”.

Finalmente, aplaudo lo que han señalado los jóvenes respecto del condón, porque coincido con ellos: “se le ve como símbolo de relaciones ocasionales, falta de confianza hacia la pareja, y libertinaje sexual”.

Para los promotores del condón y el libertinaje sexual, esta fue una pésima noticia. Para mí, por el contrario, una gran y esperanzadora nueva. La juventud, finalmente, no ha sido engañada, ni por quienes se escudan en argumentos de modernidad, ni por quienes esgrimen supuestos conocimientos científicos. Nadie que sea fiel corre el riesgo de infectar a su pareja con Sida, a menos que haya recibido una transfusión infectada. Todos saben que la consecuencia natural de amar y tener relaciones sexuales, es tener hijos

 

 

Fuente: www.yoinfluyo.com

La familia, escuela de virtudes

Benedicto XVI: la familia, primera escuela de virtudes humanas y sociales

Destaca el compromiso de la Iglesia en la educación en Belice

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- En el discurso que dirigió el jueves por la mañana a Henry Llewellyn Lawrence, nuevo embajador de Belice ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI subrayó que la familia está en la base de todo tipo de educación, y que representa el primer lugar en el que la persona aprende las virtudes humanas y sociales.

Recibiendo al diplomático con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales, el Pontífice recordó el compromiso de la Iglesia en varios frentes del país caribeño, citando sobre todo el sector educativo, “en cooperación con el Estado”.

“La educación prepara a los individuos y obtiene lo mejor de ellos para que ellos contribuyan voluntariamente en el ámbito social, cultural y económico a la sociedad en su conjunto”, observó.

La educación, añadió, “da sus frutos cuando se basa en la virtud enraizada en la familia, célula primaria de la sociedad humana y primer campo de entrenamiento para las relaciones armoniosas a todos los niveles de la coexistencia, humana, nacional e internacional”.

La educación religiosa, la educación católica en particular, “da su propia contribución al bienestar de vuestra gente”, preparando a las nuevas generaciones “a considerar a los demás como sus hermanos y hermanas, con los que están llamados a caminar y a trabajar juntos, y así se sientan miembros vivos de una gran familia humana”, prosiguió el Papa.

El papel de la Iglesia en el sector educativo fue reconocido también por el embajador en su saludo al Pontífice, en el que citó en particular el caso de la Escuela Superior “Nuestra Señora de Guadalupe”, en la capital de Belice, Belmopan, cuyos estudiantes se han beneficiado de un nuevo edificio escolar.

“Auguramos otras colaboraciones similares en el futuro”, añadió el diplomático, según informa L’Osservatore Romano.

Libertad religiosa

Benedicto XVI recordó también las “cordiales relaciones” que la Iglesia católica mantiene con las autoridades civiles de Belice, “en una atmósfera propicia para llevar a cabo la misión confiada a ella por el Señor”.

“Este ambiente se debe en gran parte, a los fundamentos que Belice estableció, una base que se apoya en los valores tradicionales cristianos y reconoce el valor perenne de los derechos humanos auténticos y de las libertades fundamentales políticas y civiles que promueven el respeto por la persona humana, la armonía social y el progreso de la sociedad en su conjunto”, reconoció.

Entre las leyes aprobadas en el país, citó en particular las relativas al derecho a la libertad religiosa y a la libertad de culto.

El derecho a la libertad religiosa, subrayó el Pontífice, “se basa en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendental no puede ser ignorada o pasada por alto”.

“La libertad religiosa y la libertad de culto permite a los creyentes prosperar como individuos y contribuir positivamente y completamente a la vida del país en todos los ámbitos de actividad humana”, concluyó, augurando que Belice “sea un ejemplo a este respecto para sus vecinos y a aquellos que busquen disminuir las consecuencias de tales derechos y sus correspondientes valores”.