¿Puedo ayudarle a vencer su timidez?

De 7 a 12

¿Puedo ayudarle a vencer su timidez?

» Desde pequeño era tímido. Pensábamos que se le pasaría a medida que fuera creciendo, pero su timidez va en aumento. Sufre mucho en su relación con los demás». La timidez no se cura sola, hay que tratarla, cambiando determinadas formas de pensar, sentir y actuar, Y en esta tarea, padres y profesores podemos ayudarle mucho a modificar esas conductas.

Patricia PALACIOS Asesora. Inmaculada NÚÑEZ LAGOS Psicóloga

 

Antes de los seis años, un niño tímido puede ir modificando conductas y com­portamientos si padres y profesores le estimulan con pautas educativas en su relación con los demás. Pero si por el contrario antes de esta edad no se ha logrado y el pro­blema va en aumento, no es tarde para actuar ahora, en la etapa de Primaria.

Debemos examinar el entorno en el que está cre­ciendo el niño y las causas de su timidez: ambien­te competitivo, situaciones en las que le han podido avergonzar delante de otros, momentos en los que le han forzado en su relación con los demás cuando lo pasaba fatal, carencia de habilidades sociales o exce­siva protección de sus padres.

 

Factores externos

Es tímido por una predisposición biológica, pero los últimos estudios relativos al tema aseguran que los factores ambientales, educativos y sociales influ­yen más que el factor genético en el desarrollo de la timidez. Por lo tanto, un niño «vergonzoso» puede serlo además de por las razones antes mencionadas, por conducta aprendida, por experiencias vergonzantes que no ha sabido superar, por baja autoestima o alteraciones de la vida familiar.

Sin embargo, tendremos que observar en nuestro hijo si es tímido como una disposición permanente de su personalidad o son respuestas emocionales ante ciertas situa­ciones sociales. El tratamiento será diferente se­gún los casos. Lo que está claro es que hay ma­neras, formas y estrategias que podemos llevar cabo para ayudarle a vencer su inseguridad, siempre sin forzarle.

 

En relación con los demás

La timidez siempre está relacionada con los demás, con las relaciones sociales. No se sabe qué decir, ni có­mo actuar. El niño tímido teme a ser calificado nega­tivamente. Evita el contacto social. Sufre. Un niño tí­mido se pone rojo a la primera de cambio, le sudan las manos, tartamudea, se siente más tranquilo con una sola persona que con un grupo, le cuesta horro­res hablar en público, no quiere ser objeto de aten­ción, teme la mirada de los otros, le cuesta decir lo que piensa y cualquier frustración le puede paralizar.

Puede también utilizar mecanismos de defensa para ocultar su timidez como por ejemplo, enfer­mar para no enfrentarse a un problema o culpar a otros de su situación. Tienden al aislamiento.

 

La especialista Mª Inés Monjas, en su libro “La timidez en la infancia y adolescencia”, identifica tres facetas de la timidez:

– Baja sociabilidad: niños poco sociables, introverti­dos.

– Baja aceptación social: niños aislados, ignorados o rechazados por los demás.

– Timidez propiamente dicha.

 

Debemos observar cuál es la situación concreta de nuestro hijo. No hay que olvidar que la timidez y el retraimiento social en la infancia tienen futu­ras consecuencias negativas en la juventud y vi­da adulta, tanto desde problemas emocionales hasta de personalidad. Pero si no se le ayuda en la infan­cia y en la adolescencia, puede incluso llegar a la fobia social, esto es, miedo a las relaciones so­ciales sin ninguna justificación concreta.

 

Rechazado por otros

Algunos niños son excluidos y rechazados por los demás por su timidez. Mª Inés Monjas afirma que en investigaciones llevadas a cabo por alumnos de Primaria y Secundaria, se ob­serva que el 29% de los alumnos es re­chazado por sus compañeros y el 17% es ignorado. Las razones que aducen los demás niños son las siguientes: «Es muy tímido, es muy soso y no habla con nadie, se corta mucho y lo pasa mal cuando le ves tan nervioso».

Algunos niños se retraen debido a una imagen ne­gativa de sí mismos que les produce una ansiedad so­cial. Por esta razón, evitan el contacto social con otros y al mismo tiempo, los compañeros le aíslan o le ig­noran. Hay otra clase de niños inseguros de sí mis­mos que evitan a los otros por miedo, porque les ven como un peligro o como una amenaza. Más que ti­midez es desconfianza, inseguridad.

 

Un tercer grupo de niños son los que se esfuer­zan por integrarse, a pesar de su timidez y de sentirse y saberse aislados por el resto. Si este es el caso, tu hijo deberá intentar tres modos de vencer su timidez:

 

1° Hablar a solas con el líder del grupo que le re­chaza y empuja a los demás a hacer lo mismo. Es muy difícil, pero hay que intentarlo, aunque uno se ponga amarillo. Ensayarlo primero en casa.

 

2° Enfrentarse a él (de buenas formas) en el grupo. Los demás verán que tampoco era tan tímido si sabe exponer lo que le están haciendo. Dejará bien claro que le están excluyendo por su timidez, y que esa forma de actuar no es de buenas perso­nas ni de amigos.

 

3° Si después de actuar de esta manera no consigue que le acepten, deberá buscar otro grupo de amigos y reforzar su seguridad con los aspectos positivos que hay en él. En Secundaria, los niños maduran y es cuando se forjan las verdaderas amistades.

 

Pautas educativas y estrategias

Ya sea por cualquiera de las tres facetas anteriormente expuestas, desde casa y desde el colegio, podemos lle­var a cabo diferentes estrategias para ayudarle a ven­cer su timidez. Eso sí, que él las identifique como un juego, como algo divertido y natural, no como una «técnica impuesta que ahora toca«, porque en lugar de re­sultarle agradable, se sentiría forzado y no le ayudaría a resolver su problema.

 

 

 

 

Reforzar la autoestima y el autoconcepto.

La ima­gen que tiene de sí mismo normalmente se forma por la opinión que recibe sobre él de sus padres, profesores, compañeros. Lo primero que hay que hacer es co­nocer qué piensa el niño de sí mismo. Con total segu­ridad su conducta responderá a ese concepto. Una vez conocida su opinión, se podrá analizar, ver qué hay de cierto, qué importancia tiene, qué no hay de cierto, etc. En ese autoconcepto negativo, el niño se comparará con otros. Hay que hacerle ver que es importante la va­riedad de estilos de personas. Algunos son más habla­dores, otros más reflexivos, otros más populares, otros más tranquilos, etc. Cada cual tiene algo bueno.

 

Habilidades sociales para estar con los demás. Sin forzarle, podemos llevar a cabo algunos planes de ac­ción para reforzarle su seguridad ante los demás. Por ejemplo, en casa podemos representar una situación, un conflicto. Nuestro hijo, con tranquilidad y sin mie­dos, intentará manifestar lo que haría para solucionar ese problema. Ensayar previamente en casa las situa­ciones que le paralizan por su timidez, es muy posi­tivo para reforzar su seguridad.

 

Conocer a sus amigos. Invitar a casa a sus amigos, conocer a sus padres, dejarle ir a casa de otros niños si él lo pide, apuntarle a algún equipo deportivo sin forzarle, enseñarle a interesarse por los demás, saber escuchar y también utilizar el sentido del humor cuan­do se encuentra en una situación conflictiva, son al­gunos métodos en relación con los demás que le ayu­darán a aumentar su autoestima.

 

Reforzar sus habilidades comunicativas. Por ejem­plo, animarle a iniciar conversaciones en casa, pre­sentarse ante gente nueva, hacer peticiones a los adultos, pedir favores, pedir y prestar ayuda, decir lo positivo de los demás, ofrecer sugerencias e ideas, etc.

 

Habilidades comunicativas no verbales. Mejorar sus formas de transmitir mensajes a los demás a tra­vés de la mirada, mantener el contacto visual, sonri­sa, expresión de emociones.

 

Reducción de la ansiedad. Uno de los sufrimientos que más le acarrea al niño tímido es la ansiedad que experimenta en las situaciones interpersonales. Para reducir esta ansiedad, hay diferentes técnicas: expo­ner en voz alta a padres o profesores sus temores, en­sayar cómo uno va a reaccionar si por casualidad ha­ce el ridículo en una situación, etc.

Aumentar las relaciones sociales en la familia. De­beremos también pensar nosotros cómo son nuestras relaciones sociales, nuestros amigos, nuestro trato con otras familias. Si son escasas, esforzarse por aumen­tar nuestros contactos con los demás.

Abrir la comunicación en la familia. Este es un te­ma esencial. Padres tímidos, que no hablan en casa, niños tímidos. Hay que buscar oportunidades para ha­blar en familia, para conocerse y tratarse. Además, es muy importante preguntar a nuestro hijo, a solas, so­bre sus dificultades para relacionarse con los demás. En la medida que él lo sepa y nosotros también, le podremos ayudar a ser más objetivos y a no ver pro­blemas donde no los hay.

Evitar un estilo educativo autoritario. El hecho de obligar siempre al niño a determinadas conductas en casa, sin razones, sin diálogo, con distancia, provoca mayor timidez en los niños.

Implicación en el colegio

Junto a la familia, el colegio tendrá un papel esencial para mitigar la timidez en el niño o por el con­trario, aumentarla.

Es uno de los temas que padres y profesores deben ponerse de acuerdo y trazar planes conjuntos.

Los profesores deben prestar especial atención con sus alumnos tímidos. Así, deben motivarles a ser más va­lientes, tienen que evitar críticas por su timidez, hacer que se sientan capaces de realizar proyectos, de tener iniciativas, reforzar positivamente sus logros, permitir que expresen sus emociones u opiniones aunque no sean de nuestro agrado y no avergonzarlos jamás.

 

Otro de los puntos importantes es observar con quién juega en los recreos. Un niño de 10 u 11 años que juega solo, que está algo aislado, puede ser una causa grave de timidez o baja sociabilidad. Ade­más, a partir de los 10 u 11 años, es cuando los com­pañeros de colegio diferencian quién es tímido y quién no. Si el niño juega habitualmente solo, el pro­fesor deberá preguntarle por qué y encontrar entre ambos los problemas y soluciones. Para ello, podrá pedirle poco a poco que preste ayuda a otros niños, encomendarle trabajos en grupo, hacerle participar en clase sin forzarle, ver cuáles son las habilidades positivas y fomentarlas. Por otra parte, el tutor deberá hablar con otros alumnos y encomendarles que se preocupen por el compañero tímido.

 

¿Qué hay que HACER?

Darle confianza, estimularle, motivarle, valorarle, escucharle «activamente», reconocer explícita­mente sus logros y esfuerzos, animarle, ayudarle cuando tenga dificultades, aceptarle y respetar sus características, no forzarle, demostrarle afecto, apoyarle ante los fracasos.

 

¿Qué hay que EVITAR?

Criticarle, humillarle, descalificarle, ridiculizarle, ame­nazarle, castigarle por su timidez, presionarle, exi­girle demasiado, exigirle perfeccionismo, comparar­le con otros, sobreprotegerle, poner en evidencia sus faltas y errores, consentirle en exceso y no exigirle, mostrar una actitud fría y distante.

 

Toma en cuenta

 

No confundas timidez con una conducta reflexiva y callada. Un niño reflexivo es observa­dor, poco expansivo, secundario, pero no tiene por qué ser tímido. Si tiene amigos, aunque sean pocos, comunica sus sentimientos, participa en clase, etc., no tiene ningún problema.

 

Es esencial ayudar a nuestro hijo a cambiar pensamientos negativos a positivos. A veces piensa: «No voy a hablar porque los demás van a pensar que he dicho una tontería». Y debemos ayu­darle a que piense: «Aunque digas una tontería, di lo que piensas, porque todo el mundo a veces dice tonterías. Es mejor opinar que quedarse callado siempre. Además, ¿por qué va a ser una tontería?».

 

Ayúdale a definir su personalidad. Eso le dará seguridad. Pensar en sus gustos, actividades, opi­niones, lo que se le da bien. Y que las desarrolle.

– Observa si su timidez le impide tener amigos buenos o por el contrario, hay algunos que abu­san de él. Hazle entender, sin forzarle, que a lo mejor se están aprovechando. Habrá que pensar con él en otros compañeros estupendos para que sean sus amigos.

 

No contestes por él cuando un familiar, un adul­to o el médico le preguntan. Ten paciencia, él puede.

 

Evita también situaciones que puedan provo­car su ansiedad. Por ejemplo, esperar a que él hable u obligarle a realizar un plan con algunos amigos cuando no está seguro.

 

– Si ante determinada acción, por ejemplo, pedir sal a la vecina, se pone de los nervios, que le acompañe su hermano. Pero que se esfuerce en pedir él la sal.

 

– Hay que acudir al psicopedagogo cuando la timidez le impida hacer una vida normal.

 

Toma medidas

 

– Si es tímido por ejemplo, para participar en clase, hablar delante de todos los compañeros, mani­festar sus opiniones, podemos realizar con él distintos ensayos y ejercicios previos en casa. Uno de ellos, por ejemplo, es grabar una pequeña conversación, un dis­curso suyo, su opinión ante un tema, etc., como si estuviera hablando en público. Después, lo escuchare­mos con él y descubriremos que no ha pasado nada malo y que lo ha hecho muy bien. Siempre con senti­do del humor.

Llega el momento decisivo de influir en tus hijos

13 a 16

      ¡PAPA! : Llega el momento decisivo de influir en tus hijos

Los adolescentes esperan tu autoridad, tu firmeza y también tu comprensión.

La educación de los hijos es algo que se hace entre la madre y el padre, entre lo masculino y lo femenino. La falta de un modelo u otro implica un desequilibrio. El seno de la familia es un lugar que necesita de la presencia y la sensibilidad del hombre y de su forma de ser masculina. Todo niño necesita de esta presencia, una presencia dife­rente, que no envuelve como la madre, sino que enseña, que abre horizontes. Y, al llegar la adolescencia, el papel del padre resulta clave.

Ignacio Iturbe

Si la educación de los hijos fuera una película, podría decirse que el padre se convierte en el principal pro­tagonista al llegar al nudo de la trama: la adolescencia. Los hijos tienden a hacerle más caso, especialmente los varones. Los cambios de esta época desorientan y confunden a los adoles­centes, por lo que necesitan un apoyo firme y seguro. Esto es justo lo que ven en la figura del padre. Sin embargo, como toda madre sabe, también la presencia materna en estos años sigue siendo fundamental…, lo único es que quizá sea menos llamativa.

Trueque de papeles

Con la adolescencia se produce el trueque en los papeles entre el padre y la madre que se había ido gestando durante los años previos. Ahora es papá quien ha de tomar una postura más activa, especialmente con los hijos varones.

Los cambios psíquicos y físicos que acompañan la adolescencia implican un mayor entendimiento de las cosas; es decir, que las reglas que hasta ahora no se cuestionaban quedan en entredicho, la supremacía intelectual, física y moral de los padres ya no es

creíble y el orden de la realidad ya no tiene la base segura de antes.

 

Papel contradictorio

Estas características, propias de la edad y de las hormonas, les llevan (sobre todo a los varones) a distan­ciarse de lo femenino que representa la madre y a acercarse a lo masculino del padre, sobre todo a unos rasgos que identifican más con él: seguridad, autoridad, apoyos firmes.

En este caos de rebelión y aparente seguridad, el adolescente, chico o chica, necesita la tutela benévola de su padre, que delimite el mundo y enseñe con sus palabras y su forma de ser el camino hacia la edad adulta. El ado­lescente, chico o chica, necesita la pre­sencia tranquilizadora de su padre, pero también lo necesita para tener a alguien contra quien rebelarse, alguien que sea capaz de resistir a sus ataques y de mantenerse firme contra viento y marea. Este es un aprendiza­je definitivo que marcará, seguramen­te, su forma de relacionarse con los demás y con el mundo.

 

¡Atención, padres!

Llega el momento de influir decisiva­mente y de ejercer la autoridad. Esto requiere actitudes positivas en el padre, que no se limitan a prohibir, corregir o sermonear siempre. Es mejor hablar a los hijos con serenidad, res­peto y tacto; hacerles preguntas que les interesen y les hagan pensar; escu­charles e intentar comprender sus pun­tos de vista; dar explicaciones de las normas y prohibiciones; alabar las buenas conductas…

Estos son temas importantes que debe tener en la cabeza el padre. Importa más el tipo de amigos que tiene, que si se viste con vaqueros rotos… El respon­sabilizarse de los estudios, más que si pone la música un «poco» alta…

 

Autoridad

La presencia estable de una autori­dad masculina en casa es necesaria para controlar los excesos y para enseñar a los hijos el autocontrol, especialmente durante la adolescen­cia. Si la autoridad del varón adulto desaparece, falla el proceso de socia­lización y la vida de los chicos puede volverse caótica. Algo así como la des­cripción que el novelista William Golding hace en «El señor de las mos­cas», del proceso de desintegración de un grupo de chicos al que falta la auto­ridad del adulto.

La presencia del padre-marido es importante porque ofrece un modelo con el que se identifica el joven. Sin esa aspiración, se deteriora su empeño en la educación y en el trabajo. Hay que tener en cuenta que si un joven no se identifica con esa figura, otros modelos vendrán a ocupar ese vacío, con gran­des probabilidades de que sean mode­los no precisamente ejemplares, como el jefe de la pandilla, etc. Se constata también que cuando ese varón no se ve ya a sí mismo en su papel de apoyo y protección de la mujer, cambian tam­bién la naturaleza de las relaciones sexuales, que se convierten en algo, cuando menos, egoísta.

 

¿He hecho algo mal?

Esto no significa que la madre haga mal las cosas en esta etapa. Como todas las madres con hijos adolescentes saben, en realidad siguen siendo prota­gonistas en su casa, pero de otro modo.

Ella sigue siendo el marco de unión de la familia, quien puede aliviar las ten­siones propias de esta etapa, ella tiene mucha mano izquierda para conciliar. Es el momento de ir, más que nunca, junto al marido y de dejarle que se encargue él de ciertos asuntos. La ado­lescencia rebosa temas conflictivos que exigen muchas vueltas, mucho hablar entre los cónyuges y mucho actuar en la misma línea los dos.

 

Chicas: «Hambre del padre»

El hambre del padre es un deseo pro­fundo y persistente de conectar emocionalmente con el padre, experimentado por todos los niños. Cuando esta nece­sidad es satisfecha, los niños suelen cre­cer confiados, seguros, fuertes y agradables. A menudo, sin embargo, esta necesidad no se satisface y la necesi­dad de lazos con el padre crece. Para las chicas, esto puede transformarse en conflictos con la comida, el peso y la imagen. En tiempos recientes, ha sido frecuente minusvalorar el papel del padre con respecto a las hijas. Pero el padre es el modelo masculino para la mayoría de las chicas, y la ausencia de relación emocional con el mismo se puede traducir en una desconfianza hacia sus posibilidades de relación con los hombres.

El padre desempeña un papel muy especial ayudando a sus hijas a pasar de la infancia al mundo de los adultos.

A menudo, sin embargo, los padres se sienten incómodos con la madurez físi­ca de sus hijas y con la intimidad emo­cional con ellas. También ocurre que tienen dificultades para encontrar inte­reses similares y, por tanto, se distan­cian. Esto, a veces, puede inducir tras­tornos alimentarios: se quiere volver a ser la «niñita de su papá», se pretende ser más masculina o atractiva para ganar su confianza… De lo que no cabe la menor duda es que las mujeres adolescentes necesitan experiencias positivas con los hombres mientras se aproximan a la edad adulta, para evi­tar las dudas sobre sí mismas y la sub­siguiente tristeza.

 

El baile de las influencias

Según un estudio de Juan García Gómez, pedagogo y orientador familiar de Delphos-Cofa, la influencia del padre, en el proceso evolutivo de los hijos, sigue una tendencia desigual. Durante la gestación y los 18 primeros meses, su influencia es casi nula, mien­tras que la de la madre se eleva hasta casi un ciento por ciento. Entre los tres y los doce años, la influencia del padre crece de un 20 a un 40 por ciento. Sin embargo, a adolescencia es un perio­do crítico y convulso y la situación da un vuelco: es el padre e que influye en casi un ciento por ciento… Hasta que no pase este periodo, no se equipararán la influencia de ambos progenitores…

 

Toma en cuenta

Si eres madre:

– No creas que tu papel ya no es importante y que tengas que desentenderte. Al contrario, tu ayuda es igual de nece­saria o más que nunca, pero hay que desempeñarla de otro modo: la misma sensibilidad, intuición e interés, pero ce­diendo el protagonismo a tu marido.

 

– Aunque tus hijos varones no te hagan tanto caso como antes, con las chicas no ocurre de un modo tan radical. Sobre ellas seguirás teniendo mucho ascendiente.

 

– Derrocha cariño y comprensión, aunque los hijos no te cuen­ten todo, como antes, ni te hagan caso. Es mejor actuar así, que gritar para que te oigan más.

 

Si eres padre:

– Te ha tocado; es decir, al llegar la adolescencia tienes que asumir un papel más activo, en el que deberás apoyarte mucho en tu mujer, si quieres que tenga un buen resultado.

 

– Habrá que entrar en los diversos temas conflictivos de esta etapa. Siempre hay que hablar y quien tiene que hacerlo eres tú.

 

– Aprovecha alguna circunstancia para estar con tu hijo o hija, a solas, de excursión, de pesca, tomar un refresco…

 

– Tenéis que actuar ambos en común, charlando con fre­cuencia sobre el hijo o la hija adolescente para compartir esas intuiciones y experiencias. Poneos de acuerdo para actuar en común y para reforzaros uno a otro, cada uno en el nuevo papel que ha asumido.

 

Toma medidas

Durante esta etapa, el padre tiene todo un abanico de res­ponsabilidades. Idealmente, el padre comprometido intenta pasar momentos a solas con sus hijos e hijas adolescentes, es decir, sin el resto de la familia. Se interesa por hacer cosas juntos, por hablar y escucharlos, por compartir sus opiniones con ellos y apoyarlos en sus intentos de ser adul­tos. También conviene hacerles participar en las decisiones familiares y otorgarles (a veces a la fuerza) tanta responsa­bilidad como puedan asumir, sin que por ello sientan que se les deja a la deriva.

La ciencia no puede decir quién es el hombre

 

La ciencia no puede decir quién es el hombre,de dónde viene o a dónde va”, explica el Papa

Promueve la colaboración entre científicos, filósofos y teólogos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 28 enero 2008

Cuando la ciencia actúa con conciencia sus progresos se convierten en actos de amor, considera Benedicto XVI.

Lo explicó este lunes al recibir en audiencia a los participantes en un congreso promovido por la Academia de las Ciencias de París, y por la Academia Pontificia de las Ciencias, en colaboración con otras instituciones académicas de Francia y de la Santa Sede.

«En el momento en el que las ciencias exactas, naturales y humanas han alcanzado prodigiosos avances en el conocimiento del ser humano y de su universo, la tentación consiste en querer circunscribir totalmente la identidad del ser humano y de encerrarle en el saber que podemos tener», comenzó explicando el obispo de Roma.

«Para evitar este peligro –aclaró–, es necesario dejar espacio a la investigación antropológica, a la filosofía y a la teología, que permiten mostrar y mantener el misterio propio del hombre, pues una ciencia no puede decir quién es el hombre, de dónde viene o adónde va».

De este modo, reconoció, «la ciencia del hombre se convierte en la más necesaria de todas las ciencias», pues «el hombre constituye algo que va más allá de lo que se puede ver o de lo que se puede percibir por la experiencia».

«El hombre no es fruto del azar, ni de un conjunto de circunstancias, ni de determinismos, ni de interacciones fisicoquímicas; es un ser que goza de una libertad que, teniendo en cuenta su naturaleza, la trasciende y es el signo del misterio de alteridad que lo habita», indicó.

La libertad, dijo, «pone de manifiesto que la existencia del hombre tiene un sentido. En el ejercicio de su auténtica libertad, la persona realiza su vocación; se cumple; da forma a su identidad profunda».

«En nuestra época, cuando el desarrollo de las ciencias atrae y seduce por las posibilidades ofrecidas, es más importante que nunca educar las conciencias de nuestros contemporáneos para que la ciencia no se transforme en el criterio del bien»¸ afirmó

De este modo, el hombre será «respetado como centro de la creación» y no se convertirá «en objeto de manipulaciones ideológicas, de decisiones arbitrarias, ni tampoco de abuso de los más fuertes sobre los más débiles».

«Se trata de peligros cuyas manifestaciones hemos podido conocer a lo largo de la historia humana, y en particular en el siglo XX», alertó.

De hecho, aclaró, «todo progreso científico debe ser también un progreso de amor, llamado a ponerse al servicio del hombre y de la humanidad y de ofrecer su contribución a la edificación de la identidad de las personas».

«El amor permite salir de sí mismo para descubrir y reconocer al otro; al abrirse a la alteridad, afirma también la identidad del sujeto, pues el otro me revela a mí mismo», dijo comentando el argumento del encuentro que había convocado a los académicos franceses y de la Santa  Sede: «La identidad cambiante del individuo»

 

Fuente: Saint.org

 

La Autonomía como Finalidad de la Educación

La Autonomía como Finalidad de la Educación
Implicaciones de la Teoría de Piaget
Por Constance Kamii

Universidad de Illinois, Círculo de Chicago

El Juicio Moral del Niño (Piaget, 1932) fue publicado hace casi medio siglo y desafortunadamente los educadores no han sido influidos por este importante libro. En él Piaget señala la diferencia entre dos tipos de moralidad: la moralidad autónoma y la heterónoma. También, manifiesta que los niños desarrollan la autonomía, tanto en el ámbito moral como en el intelectual y que la finalidad de la educación debe ser el desarrollo de la autonomía (Piaget, 1948, Capítulo 4).

El propósito de este documento es aclarar qué quiso decir Piaget con » autonomía» y demostrar que su teoría proporciona un fundamento científico, para examinar nuevamente lo que estamos tratando de alcanzar con la educación. Desde hace varios años se sabe que las escuelas de países tecnológicamente avanzados han fracasado, como lo demuestra el libro de Crisis en el Aula (Gilberman, 1970). Frente a este problema, los educadores y el público han estado dispuestos a probar únicamente soluciones superficiales, como lo son un regreso a la lectura, la escritura y la aritmética, una disciplina estricta y la introducción a programas de «test» . Creo que pronto llegaremos a la conclusión de que las medidas severas no produjeron el respeto por las reglas, ni el aprendizaje deseado. Cuando los educadores se dan cuenta de ello, quizás estén dispuestos a reconocer la apatía y la alienación de sus alumnos como una reacción a las instituciones autoritarias, que tratan de encasillarlos en un molde en lugar de desarrollar su autonomía. Discutiré la autonomía como finalidad de la educación y el tipo de educación que implica la teoría de Piaget.

Tengo la esperanza de que no sólo los educadores, sino también el público, y especialmente los padres de familia, consideren seriamente la importancia de la autonomía para las futuras generaciones. Casi todos nosotros hemos sufrido en escuelas autoritarias y esas instituciones no necesitan ser perpetuadas. Piaget nos proporcionó una teoría científica, con la cual podamos conceptualizar de nuevo nuestros objetivos, así como los medios que utilizaremos para alcanzarlos.

La Importancia de la Autonomía
Comenzaré con una discusión sobre la autonomía moral y la autonomía intelectual, demostrando que las materias académicas se enseñarán de una manera muy distinta si se conciben dentro del objetivo más amplio de la autonomía del niño. Por ejemplo, el maestro trata de transmitir la ciencia únicamente por la ciencia misma, el maestro trata de transmitir datos, teorías y conceptos de actualidad, sin preocuparse de que la instrucción tenga sentido para el alumno. Si, por otro lado, se enseña ciencia dentro del contexto del desarrollo de la autonomía, se hará hincapié en que el alumno encuentre sus propias respuestas a sus propias preguntas por medio de experimentos, pensamiento crítico, confrontación de puntos de vista; y sobre todo, en que todas estas actividades tengan sentido para él.

El desarrollo de la autonomía, en resumen, significa llegar a ser capaz de pensar por sí mismo con sentido crítico, teniendo en cuenta muchos puntos de vista, tanto en el ámbito moral como en el intelectual.

Autonomía Moral
Autonomía significa gobernarse a sí mismo. Es lo contrario de heteronomía, que significa ser gobernado por los demás. Se puede ver un ejemplo de la moralidad y la autonomía en Elliot Richardson, con respecto al encubrimiento del asunto Watergate. El fue el único funcionario del gobierno de Nixon que se negó a mentir y que renunció a su posición. Los demás ilustran la moralidad heterónoma. Cuando se les dijo que mintieran, obedecieron a su superior y colaboraron con lo que sabían que estaba mal hecho.

Piaget (1932) proporcionó ejemplos más simples de la moralidad autónoma. En su investigación, le preguntó a niños entre los seis y los catorce años de edad, si era peor mentir a un adulto que a un niño. Los niños pequeños respondieron firmemente que era peor mentir a un adulto. Cuando se les preguntó por qué, contestaron que los adultos saben cuando una afirmación no es cierta. Los niños mayores, en cambio, tendieron a contestar que a veces se hacía necesario mentir a los adultos, pero que era corrupto hacerlo con otros niños. Este es un ejemplo de moralidad autónoma.

Para la gente autónoma, mentir es malo, independientemente de si se es atrapado o no.

Piaget inventó muchos pares de historias y preguntó a los niños cuál de los dos personajes era peor, por ejemplo:

Un niño (o niña) pequeña camina por la calle y se encuentra con un perro grande que lo(a) asusta mucho, entonces regresa a su casa y le cuenta a su mamá que ha visto un perro tan grande como una vaca.

Un niño regresa de la escuela y le cuenta a su mamá que el maestro le ha puesto una buena nota, lo cual no es cierto; el maestro no le puso nota alguna, ni buena ni mala, entonces su madre, muy satisfecha, lo premia. (P148).

Los niños pequeños manifestaron sistemáticamente su moralidad heterónoma afirmando que era peor decir «vi un perro tan grande como una vaca» porque no hay perros tan grandes como las vacas y los adultos no creen esas historias. Por el contrario, los niños mayores, más autónomos, contestaron que era peor decir «el maestro me dio buena nota», precisamente porque dicha afirmación es más verosímil.

Y por cierto ¿Qué es moralidad? La moralidad trata acerca del bien y del mal en la conducta humana, en la moralidad heterónoma, estos asuntos se solucionan de acuerdo con las reglas establecidas y la voluntad de las personas con autoridad. En la moralidad autónoma, al contrario, el bien y el mal lo determina cada individuo a través de la reciprocidad, es decir, la coordinación de los puntos de vista. Para citar a Piaget, 1932, p196:

«La autonomía…… aparece con la reciprocidad, cuando el respeto mutuo es suficientemente fuerte para hacer que el individuo sienta el deseo de tratar a los demás como él desearía ser tratado;… la autonomía moral aparece cuando la mente considera necesario un ideal que es independiente de cualquier presión externa. Por lo tanto, no puede haber necesidad moral fuera de nuestras relaciones con los demás».

En la moral heterónoma, la mentira se considera incorrecta porque está en contra de ciertas reglas y la voluntad de personas con autoridad. En la moral autónoma, por el contrario, la mentira es considerada mala porque socava la confianza mutua y las relaciones humanas. Si no queremos que otros nos mientan, sentimos la necesidad de ser honestos nosotros también.

La moral heterónoma no es deseable, porque implica la obediencia sin crítica a reglas y a personas con poder: La mayoría de los adultos que rodearon a Nixon eran gente obediente. Pero había otras personas afectadas fuera de Nixon y sus subordinados, y Elliot Richardson tuvo en cuenta el punto de vista del público. La moral autónoma está, por lo tanto, basada en la coordinación de los puntos de vista de los demás. Una persona moralmente autónoma no sólo toma en cuenta el punto de vista suyo y el de su jefe, sino el de las otras personas afectadas por su conducta. La lealtad a un superior se convierte entonces en la pequeña parte de una perspectiva más amplia.

El desarrollo de la Autonomía en Relación a la Heteronomía:
Todos los niños nacen indefensos y heterónomos, y desde un punto de vista ideal, el niño se hace autónomo mientras crece. Idealmente, a medida que crece, el niño debe ser cada vez más autónomo y por consiguiente menos heterónomo. En otras palabras, cuando es capaz de gobernarse a sí mismo, será menos gobernado por los demás.

En realidad, la mayoría de los adultos no se desarrollan de una forma ideal. Gran parte de ellos detuvieron su desarrollo en un nivel muy bajo. Piaget dijo (1948) que rara vez un adulto logra alcanzar un alto nivel de desarrollo de autonomía moral. Esta observación puede confirmarse fácilmente en nuestra vida diaria. Los diarios están llenos de historias sobre corrupción en el gobierno y sobre desfalcos, robos, asaltos, incendios premeditados y asesinatos. ¿Qué hace que algunos adultos sean autónomos moralmente?

La pregunta más importante para educadores y padres de familia es: ¿Qué hace que algunos niños lleguen a ser adultos autónomos? La respuesta de Piaget es que los adultos refuerzan la heteronomía natural de los niños al utilizar el castigo y la recompensa, y estimulan el desarrollo de la autonomía cuando intercambian sus puntos de vista con los niños al tomar decisiones. Las sanciones pueden ser positivas o negativas y se asemejan a lo que se conoce como premio y castigo. Cuando un niño miente, por ejemplo, el adulto lo puede privar de su postre o hacerle escribir 50 veces «No mentiré». El adulto también puede abstenerse de castigar al niño y, en su lugar mirarlo directamente a los ojos con gran escepticismo y afecto, y decirle: «realmente no puedo creer lo que dices porque…… «. Este es un ejemplo de un intercambio de puntos de vista que contribuyen al desarrollo de la autonomía en los niños. El niño que percibe que el adulto no puede creerle, se sentirá motivado a pensar qué debe hacer para ser creído. El niño que es educado con muchas oportunidades similares podrá, a lo largo del tiempo, construir la convicción de que es mejor para las personas tratarse con honestidad.

El castigo tiene tres consecuencias. La más común de todas es el cálculo de los riesgos. El niño que es castigado repetirá el mismo acto, pero tratará de no ser sorprendido la próxima vez. Aún a veces se puede oír a los adultos decir «no dejes que te vuelva a sorprender otra vez haciendo eso». A menudo el niño decide de antemano, estoicamente, que aún si es sorprendido, vale la pena pagar el precio del castigo a cambio del placer que obtendrá. La segunda consecuencia posible es la conformidad. Algunos niños sumisos se convierten en perfectos conformistas, porque el conformismo les asegura seguridad y respetabilidad. Cuando llegan a ser totalmente conformistas, los niños no tienen que tomar decisiones; todo lo que tienen que hacer es obedecer. La tercera consecuencia posible es la rebelión. Algunos niños son perfectamente «buenos» durante años, pero en determinado momento deciden que están cansados de agradar todo el tiempo a sus padres y maestros y que ha llegado la hora de empezar a vivir una vida propia. Hasta pueden empezar a involucrarse en diversos comportamientos que caracterizan la delincuencia. Estos comportamientos puede parecer actos autónomos pero hay gran diferencia entre autonomía y rebelión. En la rebelión, la persona está en contra del conformismo, pero el no conformismo no convierte necesariamente a una persona en un ser autónomo.

Por lo tanto, el castigo refuerza la heteronomía de los niños y obstaculiza el desarrollo de la autonomía. Mientras que las recompensas son más agradables que los castigos, éstas también refuerzan la heteronomía de los niños.

Aquellos niños que ayudan a sus padres con el único propósito de recibir dinero o dulces, y los que estudian y obedecen reglas únicamente para obtener buenas calificaciones, estarán gobernados por los demás, como aquellos que son «buenos» sólo para evitar ser castigados. Los adultos ejercen poder sobre los niños utilizando la recompensa y el castigo, y son dichas sanciones las que los mantienen obedientes y heterónomos.

Si queremos que los niños desarrollen una moralidad autónoma, debemos reducir nuestro poder como adultos, abstenernos de recurrir a premios y castigos y animarlos a que construyan sus propios valores morales. Por ejemplo, el niño tiene la posibilidad de pensar sobre la importancia de la honestidad, sólo si no es castigado por decir mentiras, y más bien, es confrontado con el hecho de que los demás no le creen o no confían en él.

La esencia de la autonomía es que los niños lleguen a ser capaces de tomar sus propias decisiones. Pero, la autonomía no es lo mismo que la libertad total. La autonomía significa ser capaz de tener en cuenta los factores relevantes en el momento de decidir cuál es la mejor acción a seguir. No puede haber moralidad cuando se consideran únicamente los puntos de vista propios. Si se consideran los puntos de vista de los demás, no se es libre para mentir, romper promesas y ser desconsiderado.

La habilidad para tomar decisiones, debe ser fomentada desde el inicio de la infancia, porque cuanto más autonomía adquiere un niño, mayores posibilidades tiene de llegar a ser aún más autónomo. Por ejemplo, cuando un niño de tres años llega a su casa con deseos de descansar, el adulto podría preguntarle, «¿dónde te gustaría sentarte a descansar?», para que el niño pueda tomar en cuenta las actividades de los demás al decir dónde se sentirá mejor bajo dichas circunstancias. Este es un ejemplo de las pequeñas decisiones que un niño puede ser instado a tomar con la ayuda de un adulto. Durante la comida, se le puede preguntar al niño cuánto desea del puré de papas, o si desea más leche o cuánto. Antes de ir a hacer una visita, para citar otro ejemplo, los padres pueden preguntar al niño si sería una buena idea llevar un libro o un juguete para que no se aburra.

Más tarde en la infancia, los niños pueden animarse a tomar decisiones más importantes. Algunos ejemplos son qué ropa es la más adecuada para usar durante el día, si sería mejor hacer el mandado antes o después de salir a jugar, y qué hacer con el dinero de bolsillo que recibe cada semana. El contenido específico de estas decisiones, varía de país a país y de un grupo socioeconómico al otro. El principio general, sin embargo, es el mismo. Los niños deben empezar con decisiones pequeñas, antes de ser capaces de manejar otras más importantes.

Cuando los adultos ofrecen una opción a los niños, ésta debe ser real. No debemos ofrecer opciones, si terminamos imponiendo nuestra decisión. Por ejemplo, si preguntamos al niño si desea usar tal o cual vestido, debemos estar preparados para la posibilidad de que éste escoja lo contrario a nuestro propio criterio. Si el niño escoge lo que a nosotros nos parece inadecuado (si escoge por ejemplo un vestido liviano de algodón en un día frío) podemos ofrecer nuestro punto de vista como una simple opinión más y abstenernos de usar nuestro poder de adultos para imponer nuestro criterio. Si no podemos ofrecer una verdadera opción al niño, es mejor decirle desde un principio lo que deseamos que haga.

Piaget fue suficientemente realista para decir que en la realidad de la vida de un niño es imposible evitar los castigos. Las calles están llenas de automóviles y, obviamente, no podemos permitir que los niños toquen equipos de sonido ni tomas eléctricas. Sin embargo, Piaget hizo una diferenciación importante entre sanciones por reciprocidad y por castigo, ya que la relación entre una mentira y un postre es absolutamente arbitraria. Decirle que no podemos creer lo que ha dicho, es un ejemplo de sanción de reciprocidad. Las sanciones por reciprocidad están directamente relacionadas con la acción que queremos sancionar y con el punto de vista del adulto, y tienen el efecto de motivar al niño a construir reglas de conducta a través de la coordinación de puntos de vista.

Piaget (1932, Capítulo 3) discutió seis tipos de sanciones por reciprocidad. La primera es la exclusión temporal o permanente del grupo. Cuando un niño molesta a los adultos durante la cena, los padres frecuentemente dicen, «puedes quedarte sin molestarnos o irte a hacer ruido a tu habitación». Esta sanción está relacionada con la acción cometida y con la necesidad de lo adultos, y le ofrece al niño la posibilidad de construir por sí mismo la regla de ser considerado con los demás. Es seguro que la opción que se le ofrece es coercitiva y está dentro de las alternativas que al niño no le gustan, pero el elemento importante es la oportunidad de tomar una decisión. La implicación es que si el niño decide estar quieto, tiene la posibilidad de regresar al grupo. Esta opción le da la oportunidad de llegar a comprender que otras personas tienen necesidades que pueden entrar en conflicto con las suyas. También le ofrece el incentivo de escoger comportarse mejor.

La opción anterior es diferente de la que se otorga bajo amenaza de un castigo. Cuando el adulto dice «estate quieto o te pego», la opción está entre estarse quieto o ser castigado. Una coerción así arrincona al niño y no le da lugar para que negocie una solución aceptable para todos. Además, para que el niño construya una regla por sí mismo, debe tener suficiente tiempo y libertad para pensar y manejar la restricción de una manera adecuada.

Los maestros también usan a menudo esta sanción de exclusión del grupo. Cuando un grupo está escuchando una historia y un niño altera el orden, el maestro dice, por ejemplo, «te puedes quedar aquí sin molestar al resto de la clase», o «deberé pedirte que te vayas a leer solo al rincón de los libros». Cuando sea posible, se le debe dar al niño la oportunidad de decidir cuándo comportarse lo suficientemente bien para regresar al grupo. Los límites mecánicos de tiempo sirven únicamente como castigo, y los niños que han expiado el tiempo fijado a menudo se siente libres de cometer el mismo error otra vez.

La exclusión del grupo es una sanción muy poderosa, y los niños a menudo usan esta técnica entre ellos mismos. En un juego de grupo, por ejemplo, se les puede oír decir, «no quiero jugar contigo porque haces trampas». La negociación que sigue en busca de una solución aceptable para todos es importante para el desarrollo de la autonomía moral. Únicamente al comprender los puntos de vista de la otra persona y al tratar de coordinarlos en su propia perspectiva, puede el niño construirse la regla de jugar sin hacer trampa.

El segundo tipo de sanción por reciprocidad analizado por Piaget es dirigirse a la consecuencia directa y material de la acción. Ya se ofreció un ejemplo de lo anterior, en relación con los niños que mienten.

El tercer tipo de sanción por reciprocidad es privar al niño del objeto del que ha abusado. Hace algún tiempo, estuve durante 3 días consecutivos en un aula de niños de cuatro a cinco años de edad. La habitación era bastante pequeña para una clase de 25 niños y casi la tercera parte del área estaba reservada para construcciones de cubos que permanecieron allí durante todo el tiempo de mi visita. Me sorprendió que las elaboradas construcciones no sufrieran accidentes durante tres días, y que los niños fueran extremadamente cuidadosos de no perturbar la labor de los otros cuando iban ocasionalmente a sus cubos a modificar su propia construcción. Cuando pregunté a la maestra cómo logró que los niños fueran tan cuidadosos, me explicó que fue muy estricta al principio del año y no permitió que los niños entraran al área de los cubos y derrumbaran algo. Más tarde, negoció con cada niño el derecho de ingresar al área, cuando éstos habían aprendido que debían ganarlo.

La maestra, en la situación anterior, admitió que usó su poder. Pero no lo usó para su propia conveniencia, sino para fomentar la autonomía y reforzar la regla; y para proteger los sentimientos de los niños. La sanción fue particularmente eficaz porque los niños podían ver el punto de vista de sus compañeros y aceptar la necesidad de respetar su trabajo. Cuando una sanción alienta a los niños para que coordinen su punto de vista con el de los demás, los anima a construir una regla por su propia voluntad.

El cuarto tipo de sanción por reciprocidad, Piaget lo presenta con muchas dudas: hacer al niño lo que el niño ha hecho a los demás. Piaget expresó sus reservas alrededor de esta sanción porque puede degenerar rápidamente en una guerra de venganza y agravación. Sin embargo, ésta puede ser a veces una intervención útil cuando, por ejemplo, un niño de dos años muerde a alguien sin la menor idea de que morder duele. El principio importante que se debe recordar es que si la sanción no permite que el niño vea el punto de vista de los demás, se puede estar usando la peor de todas las técnicas.

El quinto tipo de sanción por reciprocidad es la indemnización. Por ejemplo, si un niño pequeño derrama pintura en el piso, la reacción apropiada puede ser decirle «¿te gustaría ayudarme a limpiarlo?». Más adelante puede bastar decirle «¿qué tienes que hacer?».

Cierto día, en un aula de kinder, un niño llegó llorando donde su maestra porque su proyecto de arte había sido dañado. La maestra le dijo a sus alumnos que quería que la persona que había roto el objeto se quedara con ella durante el recreo para ayudarle a repararlo. El niño responsable del daño pudo ver el punto de vista de la víctima, y fue estimulado a construir la regla de la indemnización bajo circunstancias similares. Cuando los niños no temen ser castigados, están perfectamente dispuestos a presentarse para hacer una indemnización. La maestra ayudó al niño a reparar el objeto y le dijo que la próxima vez que le sucediera algo así, le gustaría que se lo dijese para ayudarlo de nuevo.

El sexto tipo de sanción por reciprocidad es una simple expresión de desagrado o desaprobación. A menudo los adultos castigan innecesariamente a los niños, reforzando así su heteronomía, cuando una simple expresión de desagrado es más efectiva para fomentar la construcción autónoma de una regla. Si un niño quiebra un plato, por ejemplo, generalmente se siente mal y una simple expresión de dolor en dicha situación lo conducirá a ser más cuidadoso en el futuro que cualquier castigo.

Piaget indicó que todas las sanciones precedentes pueden degenerar rápidamente en castigos, si no existe una relación de afecto y de respeto mutuo entre el niño y el adulto. El respeto mutuo es, por cierto, esencial para el desarrollo de la autonomía del niño. Es probable que el niño que se siente respetado por su forma de pensar y sentir, respeta la forma en que piensa y siente el adulto.

Constructivismo
La teoría de Piaget sobre cómo los niños aprenden los valores morales es fundamentalmente diferente de otras teorías tradicionales y del sentido común. Desde el punto de vista tradicional, se cree que el niño adquiere valores morales internalizándolos del ambiente. De acuerdo con Piaget, los niños no adquieren sus valores, internalizándolos o absorbiéndolos del ambiente, sino construyéndolos desde adentro a través de la interacción con el ambiente. Por ejemplo, a ningún niño se le enseña que es peor mentir a un adulto que a otro niño; pero los niños construyen esta creencia a partir de lo que se les ha enseñado. De la misma forma, a ningún niño se le enseña que es peor decir «vi un perro tan grande como una vaca», que «el maestro me puso una buena calificación», pero los niños pequeños aprenden a hacer dichos juicios relacionando todo lo que se les ha enseñado. Afortunadamente, continúan construyendo nuevas relaciones y muchos de ellos terminan considerando que es peor decir «el maestro me puso una buena calificación».

Los adultos tienden a asumir, con base en el sentido común, que se hicieron «buenos adultos porque de niños, fueron castigados cuando anduvieron por mal camino». Pero hay una diferencia entre el «buen» comportamiento y el juicio autónomo. El comportamiento es observable, pero el juicio no. Por ejemplo, podemos decidir decir la verdad por miedo de ser descubiertos o por estar convencidos de que la confianza mutua es la única forma en que queremos relacionarnos con los demás. El primero es un ejemplo de moralidad heterónoma. El segundo puede parecer lo mismo superficialmente, pero es un ejemplo de moral autónoma.

Pocos adultos pueden afirmar que son autónomos; y si hemos desarrollado alguna autonomía moral, lo hicimos porque tuvimos la oportunidad de coordinar puntos de vista con los demás. Si creemos en la honestidad ahora, no hemos construido esa creencia porque fuimos castigados, sino porque tuvimos la oportunidad de considerarla necesaria y deseable para las relaciones humanas. La moral autónoma, en otras palabras, es elaborada por cada persona a partir de sus relaciones humanas. Si los niños pueden ver la importancia de poder creer en los demás y de ser creídos ellos también, probablemente construirán dentro de sí mismos el valor de la honestidad. De igual forma, si desean poder confiar en otros y ser considerados como personas confiables, probablemente construirán la importancia o el valor de mantener su palabra. Si desean jugar en grupo sin discutir constantemente, construirán dentro de sí la regla de un juego justo.
Si perciben la conveniencia de tener paz y justicia en una clase, también elaborarán la regla de no ser responsables de una agresión.

En resumen, la moral autónoma es la Regla Dorada de tratar a los demás como queremos ser tratados.

Todos los niños nacen egocéntricos. Egocentrismo significa poder ver únicamente el punto de vista propio. Cuando un niño miente, lo hace en parte porque es demasiado egocéntrico, para saber que la verdad se sabrá tarde o temprano y que será considerado como una persona que no es de fiar. En todo lo que piensa cuando miente, es en la conveniencia de ocultar una verdad embarazosa, al intercambiar puntos de vista con los demás y coordinarlos con los suyos, empieza a salirse de su egocentrismo y a construir el valor de la honestidad. Las negociaciones bilaterales son absolutamente necesarias para que el niño se descentre y para que piense en perspectivas ajenas a la suya. Cuando un adulto dice «no puedo creerte eso porque….», es a menudo el inicio de un intercambio bilateral. El niño puede admitir que mintió para evitar ser castigado, ante lo cual el adulto puede sugerir una indemnización y la promesa de no castigar.

Los niños a los que se les permite hacer lo que quieran están tan privados de las oportunidades de desarrollar autonomía como aquéllos que son educados por padres autoritarios que nunca les permiten decidir nada por sí mismos. Un niño que puede hacer todo lo que desee sin considerar el punto de vista de los demás, permanece atrapado dentro de su egocentricidad. Un niño no puede descentrarse lo suficiente como para desarrollar autonomía, si nunca tiene que considerar los sentimientos de las otras personas. Si todos los demás se pueden doblegar a sus caprichos, el niño nunca tendrá que negociar soluciones justas.

La moralidad heterónoma está, por lo tanto, caracterizada por la egocentricidad y la obediencia a las personas con poder. La obediencia también puede existir hacia reglas absolutas que han llegado a ser sagradas dentro de la mente de un individuo, a través de un ejercicio que nada tiene que ver con las relaciones humanas. Por ejemplo, Piaget presentó el siguiente par de historias a niños entre las edades de seis y doce años y les preguntó qué era peor. En la primera historia, un niño fue llamado a cenar y empujó la puerta sin saber que detrás de ella había 15 tazas en un azafate. Por lo tanto, el primer niño quebró las 15 tazas. En la segunda historia, un niño quebró únicamente una taza mientras robaba jalea en un estante. Los niños pequeños heterónomos, contestaron sistemáticamente que era peor romper 15 tazas. Los niños mayores y más autónomos contestaron que era peor quebrar una taza, porque el criterio que importaba aquí era la intención de la persona.

Nuevamente, a ningún niño se le enseña que es peor quebrar 15 tazas bajo las circunstancias descritas. Pero los niños que son criados para obedecer reglas fuera de alguna consideración humana, construyen reglas absolutas que incluyen únicamente lo que es observable. Para ellos es malo quebrar cosas y cuanto más extenso sea el daño, peor es, independientemente de las intenciones o de circunstancias atenuantes. Afortunadamente, la mayoría de los niños tienen la oportunidad de considerar otros puntos de vista y de continuar descentrándose y construyendo otros criterios para hacer juicios morales.

Lo que es importante para el desarrollo de la autonomía moral, es la proporción general de las situaciones en las que los niños tienen la posibilidad de coordinar sus puntos de vista con los demás. La mayoría de nosotros hemos sido castigados. Sin embargo, en la medida en que tuvimos la posibilidad de coordinar punto de vista con otros, tuvimos la posibilidad de construir una moral autónoma. Elliot Richardson probablemente fue criado para tomar decisiones considerando a los demás en lugar de estimar únicamente el sistema de premio y castigo. Para él, fue más importante tratar a los demás como él quisiera ser tratado, que ser premiado por su jefe.

Se puede notar un fuerte aumento en el desarrollo de la autonomía durante la adolescencia. La razón para esto es que la adolescencia a menudo permite nuevos tipos de relaciones humanas. Muchos adolescentes pasan horas y días discutiendo nuevas ideas con sus amigos e intercambiando opiniones sobre los puntos de vista de sus padres. Aún cuando los niños son criados coercitivamente, si más tarde tienen la oportunidad fuera de la casa de considerar otros puntos de vista, pueden ser capaces de desarrollar autonomía. Casi ningún niño es criado sin coerción, y todos los niños han debido obedecer por lo menos algunas reglas que no tuvieron sentido para ellos. Sin embargo, en la medida en que tiene la oportunidad de construir reglas por sí mismos, los niños podrán desarrollar su autonomía.

El asunto Watergare ilustra el concepto de Piaget de que la autonomía no es únicamente moral sino también intelectual. Se puede decir que los hombres que terminaron encerrados en una prisión son inmorales, pero también se puede decir que han sido increíblemente tontos, como niños pequeños demasiado egocéntricos para saber que la verdad saldrá a relucir tarde o temprano. Para Piaget, el desarrollo intelectual también tiene lugar a través de la construcción interior y de la coordinación de los puntos de vista con los demás.

Autonomía Intelectual
Al igual que en el campo de lo moral, la autonomía intelectual también significa gobernarse a sí mismo y tomar sus propias decisiones. Mientras que la autonomía moral trata sobre lo «bueno» o lo «malo», lo intelectual trata con lo «falso» o lo «veradero». La heteronomía en el campo intelectual significa seguir los puntos de vista de otras personas. Un ejemplo extremo de esto, es el caso de Copérnico, a quien se le atribuye la teoría de la heliocentricidad. Copérnico publicó su teoría en un momento histórico cuando la mayoría de la gente creía que el sol giraba alrededor de la tierra. Esto fue causa de burlas y críticas, sin embargo su posición autónoma logró que se mantuviera convencido de la validez de su idea. Si él hubiese sido intelectualmente heterónomo, tal vez hubiera cedido ante la presión de los demás. Más aún, la persona intelectualmente heterónoma cree, sin cuestionamiento alguno, lo que se le diga, incluyendo conclusiones ilógicas, propagandas y hasta eslogans.

Un ejemplo aún más común de heteronomía intelectual es la creencia del niño en Papá Noel. Cuando el niño tenía seis años, sorprendió a su madre preguntándole: ¿Por qué es que Papá Noel utiliza el mismo papel de regalo que nosotros? La explicación que le dio la madre lo mantuvo tranquilo durante unos minutos, pero la siguiente pregunta fue: ¿Por qué Papá Noel tiene la misma letra de papá? Este niño tenía sus propias ideas, que diferían a las que le habían enseñado.
Los niños pueden aceptar las explicaciones de los adultos durante un tiempo. Sin embargo, ellos continúan pensando en esas explicaciones y terminan por construir relaciones teniendo en cuenta algunos conocimientos que han recibido y otras cosas que ellos saben. Por consiguiente, la adquisición de conocimiento no se puede describir simplemente como la internalización directa de información recibida. Cuando el niño, del ejemplo anterior, pone al Papá Noel en relación con otras cosas que él sabe, empieza a darse cuenta que algo no funciona muy bien.

Con frecuencia, en la escuela, al alumno se le desalienta el pensar en forma autónoma. Déjenme explicar lo que esto significa. Los maestros de primaria gastan mucho tiempo desarrollando hojas de trabajo para sus alumnos. Por ejemplo, desde el punto de vista de los alumnos, las matemáticas se convierten en «responderle las preguntas al maestro, para las cuales él ya tiene respuestas», ya que es el adulto quien hace las preguntas y, a su vez, es él quien las corrige. En matemáticas de 1º elemental, si un niño dice que 8+5=12, la mayoría de los profesores lo corregirían como un error. Así, la matemática se convierte en un área más, donde la verdad y la razón se confunde con la autoridad del adulto. Esto muestra cómo las inferencias acerca de la verdad que deben ser hechas por los alumnos, provienen, ya hechas, de la mente de los profesores. De igual manera, juicios morales que deberían llegar a hacerse a través de deliberaciones, se hacen directamente por la autoridad de los maestros.

Si un alumno que dice que 8+5=12, en lugar de corregirlo de inmediato, se le da la oportunidad de explicarle a otra persona (ya sea al compañero o al maestro) cómo llegó a su respuesta, es muy posible que él mismo se de cuenta del error, ya que su explicación debe tener sentido para la otra persona. Muchas veces al tratar de exponer el punto de vista propio y de contrastarlo con el del otro, el alumno se da cuenta de su propio error.

Los intercambios de puntos de vista con los otros y las «negociaciones» son importantes no sólo para el desarrollo moral, sino también para el desarrollo intelectual. Por ejemplo, cuando uno le dice a un niño que otra persona no puede creer en una mentira, lo motiva a reconsiderar la situación desde la perspectiva adulta. Este tipo de coordinación de diferentes puntos de vista es esencial para el desarrollo de la lógica infantil.

Frecuentemente, los adultos solicitan a los niños que permanezcan quietos en una sala de espera, en la mesa de una confitería, etc. Dicha orden no favorece el desarrollo moral ni el intelectual. Resulta más fructífero «negociar» con ellos una solución, preguntándoles, por ejemplo, qué creen que pueden hacer para entretenerse. Dicha «negociación» requiere inventiva, ya que implica relaciones y coordinaciones de diferentes puntos de vista. Los niños que así «negocian» mutuamente soluciones aceptables van desarrollando la habilidad de pensar lógicamente porque tienen que convencer a los otros de lo que ellos están convencidos. Dicha habilidad para pensar lógicamente constituirá una base importante para los futuros aprendizajes de lectura, de la matemática, como así también contribuirá a organizar toda clase de conocimientos.

Las ideas discutidas pueden requerir una cuota mayor de paciencia de la que consideramos poseer. Pero si queremos que los niños sean capaces de actuar con convicción personal independiente de un sistema de recompensas, debemos reducir nuestro poder adulto, evitando al máximo el uso de premios y castigos. Debemos intercambiar puntos de vista con ellos, «negociar» soluciones, dejando que tomen decisiones por ellos mismos. Sólo así podrán construir sus propios sentimientos personales acerca de lo que es correcto y bueno para cada uno.

 

 

Niños autónomos e independientes

 

Siempre estamos pensando en qué podemos hacer para que nuestros niños sean los mejores, tengan un buen trabajo en el futuro, o al menos que sepan defenderse en lo profesional y en lo personal, y lleguen a ser felices. Es una tarea dificil, pero, como ya sabemos, todo se aprende, y por tanto, todo se enseña. Para que nuestros niños sean independientes y desarrollen cierta autonomía en sus vidas, dependerá mucho de la educación que les demos.

 

 

Niños independientes

Lo que ocurre, generalmente hablando, es que muchos padres suelen anticiparse a las acciones de los niños, a no dejarles actuar o a hacer algunas otras cosas que los niños podrían hacer solitos. Esos padres actúan así porque creen que sus niños no tienen capacidad de realizar cosas solitos, por evitar que se hagan daño, por comodidad para conseguir resultados más rápidos, o porque no confían en la capacidad de reacción de sus hijos.

Los niños aprenden a ser autónomos en las pequeñas actividades diarias que desarrollarán en casa, en la guardería, o en el colegio. Los niños desean crecer, quieren demostrar que son mayores a todo momento. Caben a los padres y educadores, la aplicación de tareas que ayuden a los niños a que demuestren sus habilidades y sus esfuerzos. Poner, recoger, guardar, quitar, abrochar y desabrochar, irse al baño, comer solos, etc., son acciones que ayudarán a los niños a situarse en el espacio en que vive, y a sentirse partícipe en la familia y entre sus amigos.

La educación hacia la independencia

Todos los niños pueden y deben ser educados para ser independientes, pero todos los niños no son iguales. Cada niño desarrolla capacidades de una forma distinta. Se puede pedir todo a todos, pero no se puede esperar que los resultados sean los mismos.
Se debe, primero, conocer cuales son las capacidades reales de cada niño, para poder ayudarle en su justa medida, y no solucionarles la tarea cuando él sea capaz de realizarla solo. Se debe dar la oportunidad de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar, y todo eso lleva un tiempo, según la edad y la capacidad de aprendizaje de cada niño.

Cuando tu hijo, delante de una tarea, diga «yo sólo que ya soy mayor», escúchale y respeta su decisión. Es más importante lo que dicen y cómo actúan los padres en ese proceso, que la disposición que tenga el niño.
No os olvidéis de que una mayor autonomía favorece a una buena autoestima, y a una evolución sana en cuanto a las decisiones y la vivencia del día a día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Autonomia en la educacion – Presentation Transcript

  1. Introduccion
    La autonomia no implica el solo tener los recursos necesarios para aprender a aprender…
    sino
    Convivir armonicamente en comunidad
    deseos instintivos
    modelos coercitivos
    No determinados por
    Para desarrollar autonomia la educacion de trabajar en: la voluntad, la libertad y la autoestima
  2. Autonomia
    El proceso educativo enfrenta dos retos:
    Ser capaces de seguir aprendiendo fuera de los ambitos educativos formales.
    1
    La autonomia no solo ser de indole racional sino considerar los sentimientos y emociones.
    2
  3. Autonomia
    Cuando se habla de AUTOMONIA PARA APRENDER
    Se esta hablando de aprendizaje autodirigido
    Con sujetos capaces de realizar un aprendizaje continuo por toda su vida.
  4. Autonomia
    Conceptos clave en el proceso constructivo de la AUTONOMIA MORAL:
    Voluntad
    Libertad
    Autoestima
  5. Voluntad
    Facultad intelectual
    Facultad irracional
    La voluntad no es en si misma una
    Sus actos se ejecutan conforme a la razon
    Implica asumir la propia responsabilidad en el pensamiento y la accion.
  6. Libertad
    Ser libre es liberarse de:
    La ignorancia pristina
    El determinismo genetico moldeado
    Los apetitos e impulsos instintivos
    La libertad es la capacidad de actuar y realizar con independencia de toda tutela exterior.
  7. Libertad
    Educar en libertad
    No se es independiente,
    se es autonomo.
    Esto implica la aceptacion del otro y no su negacion.
  8. Autoestima
    La autoestima es la aceptacion de si mismo sin preguntarse por su propia legitimidad ni por la de otros
    Es fundamental fomentar en los jovenes para que crezcan en paz consigo mismos, que vivan sin depender de la opinion de otros para valorarse a si mismos.
  9. Modelo de sociedad y educacion actual
    Todo modelo de sociedad determina un modelo educativo.
    autoestima
    Autoeficiencia
    incapacidad
    Ejm. examenes
    Las exigencias y expectativas son negadoras de la autonomia.
  10. Como desarrollar la autonomia
    en la escuela
    «Educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada hombre lo que le impide ser el mismo». Savater.
    «El ser humano tiene que aprender a decir si o no desde si mismo, no desde el temor de perder una oportunidad y quedarse atras». Maturana.
  11. Como desarrollar la autonomia
    en la escuela
    Actitudes fundamentales para transmitir y educar en autonomia:
    Apostar por las capacidades «de las personas»
    darles confianza
    darles una percepcion positiva de futuro
  12. Como desarrollar la autonomia
    en la escuela
    Globalizacion, aumento de informacion, necesidad de aprender nuevas tecnologias
    ES NECESARIO
    Mas autonomo
    Menor perdida de identidad
  13. ¿Es la disciplina incompatible
    con el desarrollo de la autonomia?
    La cultura no es mercancia, requiere de un trabajo creador que la produzca y, ademas, de disciplina y formacion de habitos para llevarlo a cabo.
    El educador debe tener rigor y elasticidad para no ahogar la autonomia.

 

 

 

 

 

 

Hablar de sexo

El diálogo en torno a la sexualidad y los adolescentes

Nota: este artículo está dirigido en primera instancia para docentes. También pensamos en que los docentes son padres y es un escrito también para padres. Finalmente es para adolescentes, alumnos de los primeros e hijos de los segundos)

El diálogo en el hogar es elemental para que los adolescentes (y los hijos de todas las edades) vayan descubriendo en forma tranquila y segura todos los «secretos» de la vida personal, muy especialmente los referidos a su sexualidad. Vale decir que es necesario y fundamental que ellos aprendan en el seno familiar el sentido de su cuerpo (reafirmando su identidad de hombres o mujeres), el significado de la convivencia, la alteridad y el amor. Además acceden así de una manera humana y personalizada a todos los conocimientos que tienen que ver con las etapas de la procreación y el valor que el amor tiene en la transmisión de la vida.

Lógicamente estos son conceptos que debemos transmitirle a los padres pero no podemos descuidar el lugar de los hijos, pues muchas veces ellos son los que se alejan. Más allá de las explicaciones acerca de esta conducta, lo cierto es que no podemos dejar de insistirles que la mejor manera de resolver sus inquietudes es con sus padres. De este modo estaremos haciendo una labor doble, que es la única que nos puede dar resultado: decirle tanto a padres como a hijos que se acerquen mutuamente y refuercen y hagan crecer de este modo el núcleo familiar. El impacto de este tipo de diálogos no es solamente un problema de convivencia, sino que además tiene connotaciones en todos los órdenes de la persona: un chico que descubre la sexualidad en sí mismo de la mano de las personas que desde su amor le dieron la vida tiene más posibilidades de crecer con un cuerpo sano, con un claro sentido de la intimidad, con una emotividad y afectividad a la altura de cada circunstancia y con un espíritu cada vez más abierto y receptivo al amor y sus múltiples manifestaciones.

En este marco es bueno manejar algunas pautas de cómo es más conveniente establecer este diálogo. La siguiente cita es un desarrollo evidentemente para padres, pero lógicamente el mensaje para los adolescentes es la exacta contraparte y complementación.

Aquí al alumno se le hace un juego complementario interesante. Según nos dice la experiencia, muchas de las ideas que adquirimos cuando somos más curiosos en un tema nos acompañan siempre. De este modo puede suceder que pasados muchos años y luego incluso de múltiples oportunidades de cambiar, corregir o mejorar nuestras ideas, seguimos pensando de la misma manera que entonces. Tal es el caso de muchas de las cosas que comentaremos con nuestros alumnos en torno a este tema (ni se diga la magnitud que tienen las expresiones de los padres sobre los hijos).

Aprovechando esto le hacemos un gran beneficio educativo. Los impulsamos a que comprendan que el diálogo padre-hijo es la herramienta que mejores resultados da en la educación. Los motivaremos a que acrecienten el diálogo, a la vez que podrán incorporar este valioso concepto para el momento en que, ya maduros y jefes de familia, lo utilicen.

Veamos lo que dice el Dr. Carlos Ray a propósito:

«En la adolescencia vuelven a cobrar importancia los asuntos relacionados con el sexo. Con fuerte tono subjetivo debido al despertar de las fuerzas hasta entonces dormidas.

Contribuye a formarlos que Usted hable de estos temas, con sus hijos e hijas adolescentes. Además, es un medio eficaz para contrarrestar los estímulos erotizantes anormales que nos envuelven a jóvenes y adultos. Los padres tenemos que estar cerca de nuestros hijos para ayudarlos a consolidar sus conocimientos y a canalizar las emociones: afianzar la personalidad, su actitud con jóvenes del otro sexo, búsqueda de libertad e independencia, necesidad de amigos íntimos, diarios de vida, novelas sentimentales, etc.

1. Es oportuno que los jóvenes conozcan lo vinculado a características y fines de la sexualidad. Tienen que reconocer, comprender y dominar sus instintos sexuales con alegría y orgullo de la propia sexualidad y con amor a la virtud de la castidad. Hay que invitarlos a sublimar los instintos y a desechar lo fácil y permisivo para afianzar la personalidad y evitar la aparición de complejos y tensiones.

2. Se los debe ayudar en el estudio o trabajo y a adquirir costumbres y hobbies interesantes: lectura, periodismo, coleccionar, etc. En la adolescencia la adecuada educación física (gimnasia, atletismo y deportes) y la vida al aire libre (excursiones, campamentos) contribuyen a educar el carácter, templar la voluntad y dominar las pasiones.

3. En las conversaciones ponga Usted la mayor objetividad posible, sin apreciaciones subjetivas ni adjetivos calificativos.

4. En forma prudente converse sobre el tema de los amigos y amigas y la futura elección de novio o novia.

5. Cualquiera escena y episodio de la vida real es bueno para comentarlo entre todos (con intervención de los jóvenes) y sacar las conclusiones oportunas. La crítica en común de las películas cinematográficas es buena oportunidad.

6. Cuando Usted hable con sus hijos sobre temas vinculados a la cuestión sexual y genital, es positivo que lo haga en forma optimista, alegre y verídica.

7. A ambos sexos les interesan los temas generales como el trato con los jóvenes del mismo y otro sexo, las relaciones sexuales, la posibilidad de la castidad, la regulación natural de la paternidad, la homosexualidad, las enfermedades de transmisión genital, sobretodo el SIDA, las drogas, el problema de la prostitución, la masturbación, los anticonceptivos, el aborto, la fecundación artificial, los embarazos en madres sustitutas y temas ligados a estos puntos.

8. Los padres tienen que conversar francamente con sus hijos de estos puntos en la mesa y sobremesa, específicos lugares de encuentro y reunión y en otros momentos oportunos que se presentan a raíz de situaciones concretas de la vida real o al comentar programas de televisión, artículos de diarios o revistas o películas de cine. Ofrescámosles también oportunidades para que se encuentren en ambientes sanos y alegres.

Démosle el ejemplo y presentemos a los y las jóvenes una visión alegre y optimista de lo que es el noviazgo y el matrimonio y de la felicidad que en estos períodos se encuentra si se busca un amor verdadero.» (Cf. Carlos Ray. «Para padres». Editorial Claretiana – Editorial Vida. Buenos Aires, 1993. p. 280. He seguido puntualmente el escrito del Dr. Ray con pequeñas adaptaciones al contexto del artículo que no alteran su contenido. Recomiendo enormemente la lectura de este libro para todo padre preocupado por sus hijos.)

Esto es necesario para que al chico le vaya mejor en la vida. Por tanto no es sólo una labor del padre. Se tiene que quitar la idea de que como es importante que «los padres dialoguen con los hijos» resulta que ahora ya no es importante que los hijos se acerquen a los padres. En última instancia son ellos los más beneficiados de esta actitud. Hablar con los papás y discutir todos estos puntos que hemos mencionados son un negocio extraordinario para los adolescentes. Si ellos lo entienden así es más probable que se acerquen y busquen el consejo y la ayuda.

Fuente: Aciprensa

Educacion sexual durante la adolescencia

Notas para una educacion sexual durante la adolescencia

Queremos empezar dejando claro que ser adolescente no es nada malo ni siquiera un momento de crisis en el sentido peyorativo de la palabra. De hecho la misma palabra adolescencia proviene de dos raíces distintas y de acuerdo a que origen le demos mas importancia se vera la actitud que tomaremos frente al adolescente.

Si se parte de la combinación entre «ad y dolescere» que significa faltan o sufrir, se manifiesta una actitud tal vez negativa que acrecentara la de por si difícil situación del chico. Por eso nosotros preferimos partir de la raíz «adolescentia y adolescere» que se refiere específicamente al crecimiento, o sea: un adolescente esta creciendo, se prepara para la adultez.

«La adolescencia ocupa el lapso de tiempo que transcurre desde el momento en que el niño deja de serlo corporalmente, hasta el momento en que psicológicamente ha logrado la definición de una personalidad propia y adulta.»1

Cierto que a esta edad hay «falta» de madurez, de experiencia y se «sufren» los cambios, pero la principal característica que conviene siempre rescatar como actitud general debe ser positiva, para que toda esta etapa que lo tiene tan absorbido no sea acentuada en su negatividad por los adultos que lo rodean, esto es, principalmente sus padres y docentes.

Debemos partir del concepto de que la adolescencia es un momento crucial en la vida individual, una edad maravillosa durante la cual se asumen decisiones trascendentes frente a oportunidades que la vida ira brindando. Confusión y esperanza se conjugan en un momento que exige de nosotros máxima atención y delicado acompañamiento porque lo cierto es que no esta exento de riesgos.

La adolescencia es una gran oportunidad para reafirmar los lazos de amor con los hijos:

«La adolescencia es la segunda oportunidad que Usted (padre y madre de familia) tiene, para afirmar o ganar la mente y el corazón de sus hijos. No deben desaprovecharla (…) Si usted forma un hogar feliz razonablemente unido, es probable que aunque poco o nada entienda de psicología o pedagogía, sus hijos sean felices. Si Usted vive solo o sola por fallecimiento del cónyuge, puede compensar la ausencia con recuerdo y amor. Si Usted esta separada o separado recuerde que deberá esforzarse más, pero que con dedicación y cariño conseguirá también buenos resultados.»2

Paralelamente para el maestro, que se incorpora al esfuerzo educativo del hogar, es un momento clave:

«El pensamiento que debe tenerse como educador sexual en el colegio de enseñanza media es que la educación sexual, en su esencia, es una educación para ser persona, y que si la adolescencia es la ultima batalla de la personalidad, tenemos que ayudar al adolescente a ganarla.»3

Queremos destacar la trascendencia de esta colaboración con la enseñanza del hogar para que el chico crezca en su camino hacia el ser persona plena y libre: hay que ayudarle a ganar esta «decisiva batalla» que aquí recién comienza. «Si sabemos que en la época de la adolescencia el púber toma distancia del hogar y busca modelos identificativos en personas ajenas al grupo familiar, que mejor cosa puede pasarle que encontrar esos nuevos modelos identificativos en sus profesores. Seria para la familia y para el alumno algo lo suficientemente importante como para asegurar que el adolescente se sentirá contenido en identificaciones con personajes que conocen el problema y trataran de ayudar, en lugar de que esas identificaciones sean puestas en personas no deseables que lo arrastraran por un camino equivocado».4

Ahora bien, conscientes de nuestra labor frente a los adolescentes que nos necesitan veamos algunas de las características de esta especifica etapa para poder entenderlos y tomar conciencia de nuestras posibilidades en la situación.

Tengamos presente que esta descripción justificara las intervenciones posteriores, por lo que no debe extrañarnos que en algunos casos se plantee solamente el problema y se deje hasta cierto punto pendiente su solución.

Como primera medida debemos decir que EL CAMBIO es lo que caracteriza esta etapa: los cambios se dan a todo nivel, comenzando por el físico, y siguiendo por el psicológico, el social y aun el espiritual.

Antes de describir algunos de estos cambios en cada nivel no debemos perder de vista que el chico, para ingresar en esta etapa, pierde muchas cosas: su mundo infantil, su cuerpo de niño, sus padres «de la infancia», su forma de expresar sus afectos, la seguridad de tener todo en su lugar y de saber cual es el suyo.

«Esta etapa existe en si y tiene sus peculiaridades e importancia, tal como las etapas infantiles; de hecho, la adolescencia debe entenderse como ‘el ultimo tribunal de apelaciones’ para enmendar juicios erróneos provenientes de edades previas.»5

Ahora le toca asumir nuevos desafíos, desde los que le presenta su «nuevo cuerpo» hasta los que pone sus estados de animo y la sociedad. Ya entiende mejor las cosas pero el ingresar a este nuevo mundo lo desorienta porque desconoce las «técnicas» para ubicarse en el. Por lo tanto comienza un esfuerzo por ingresar a un «lugar distinto» al cual teme pero a la vez desea pertenecer: el mundo de los adultos.

Constantemente se esta queriendo establecer con exactitud que marca el inicio de esta etapa. Evidentemente los cambios físicos son los primeros en aparecer con notoriedad pero ni siquiera ellos son ilustrativos de un momento tajante de inicio y fin de la etapa.

Lo cierto es que hoy día, por ejemplo, la consolidación del desarrollo físico no tiene prácticamente ninguna conexión con el fin de la adolescencia que es un fenómeno que abarca toda la persona y su relación con el entorno:

«Pero, +cuando empieza realmente? También aquí estamos sumidos en imprecisiones.

En la mujer existe un elemento clarísimo que es la menarca, es decir la primera menstruación, pero aquí no comienza la pubertad.

Este signo configuraría mas bien la coronación de un proceso que arranca mucho antes con el incremento en la secreción de hormonas que culmina en la aparición del flujo menstrual. El hacerse ‘señorita’, es el sello identificatorio psicofísico y social de este proceso.

La invasión hormonal al torrente sanguíneo hace posible la presentación de los caracteres sexuales secundarios, el cambio de la voz, un tipo femenino o masculino de crecimiento corporal, el aumento progresivo de las mamas en las niñas, el vello pubiano y axilar, el desarrollo de los órganos genitales, la barba. Los cambios psicológicos, etc.

La imprecisión y la ambigüedad se hace mas notoria aun en el varón en quien se dan todos los estos cambios sin tener un signo tan evidente como la menstruación. Sin embargo normalmente la simple observación visual con un poco de atención nos mostrara la diferencia entre un niño y un puber.»6

«De los cambios que se producen en su organismo el que reviste mayor dramatismo es el que se refiere a la madurez sexual. El equilibrio logrado en el periodo de latencia se rompe, ya que, por ejemplo, un niño de 14 años que haya logrado su madurez sexual no ha conseguido la misma madurez en cuanto a sus conductas sociales, que le permitan adaptarse críticamente a su medio ambiente. Aunque biológicamente maduro, el adolescente es inmaduro emocionalmente. Como alguien dijo: el adolescente es un cuerpo maduro en una mente inexperta.

Esta condición madurez biológica e inmadurez emocional le produce un estado de tensión y se ve obligado a realizar un lento aprendizaje que le permitirá adquirir nuevas técnicas que faciliten su ingreso al mundo adulto. Esta compleja situación da lugar a la llamada crisis de la adolescencia»7

Es oportuno que volvamos a recalcar que esta crisis no es sinónimo de desastre (como pudo ser la «Crisis del Golfo Pérsico») sino como apertura y crecimiento.

Aquí hay un elemento que también debemos agregar en la comprensión de la realidad del adolescente: Este tan profundo cambio físico, que también lo es claramente tanto de estatura como de largo de piernas y brazos, obliga al chico a reelaborar su antiguo esquema corporal. Esto significa que antes el «intuitivamente» sabia hasta donde llegaba su cuerpo y tenia un control total de sus movimientos. Pues a partir de ahora la cosa ya no es así.

Solemos ver, por tanto, a muchos adolescentes «torpes», que se llevan por delante todo, que tiran la silla al levantarse de la mesa, que se golpean contra marcos y ventanas abiertas, etc. Para comprender bien esto es como si el hubiese aprendido a manejar en un carro pequeño de dos puertas y de buenas a primeras le diéramos a conducir un camión: evidentemente tardara un poco en habituarse a sus nuevas medidas. Tengamos paciencia y sobre todo evitemos hacerlo sentir inútil, ya que este proceso es natural hasta que consolide definitivamente su nuevo esquema corporal.

Esta referencia a los cambios físicos nos abre la puerta para entender una de las causas de los cambios psicológicos. La mencionada descarga hormonal para favorecer y motorizar el crecimiento rompe un equilibrio e introduce en el chico una serie de sensaciones nuevas, grandes cantidades de energía que va a tener que ir aprendiendo a manejar.

Las energías que sobreabundan en el adolescente son fundamentalmente sexuales, pues este torrente hormonal comienza a establecer el paso de un cuerpo infantil a uno que pueda «hacerse cargo del otro» y transmitir vida.

Ante esto algunas fantasías se tiñen de connotaciones eróticas y se da un re-surgimiento del querer autosatisfacerse sexualmente que va acompañado de una mayor dosis de agresividad.

Algunos han querido ver en esta autosatisfacción de la masturbación una forma de ir re-equilibrando el origen de las energías y el dominio del cuerpo, hasta el punto de verlas fisiológicamente necesarias para recobrar el equilibrio psicofísico. Ahora sabemos que esto no es así.

Partiendo del innegable hecho de que la pulsión existe tenemos que analizar cual es la mejor forma de relacionarse con ella de modo tal que no se vuelva fuente de neurosis y que al mismo tiempo beneficie al adolescente en su consolidación personal.

La solución a esto se entiende cuando comprendemos la naturaleza de la llamada pulsión sexual.

De alguna manera se trata de reordenar la fuerza interior natural de la persona en capacidad de abrirse a los valores. Los valores, contenidos objetivos de las cosas, personas y situaciones que el hombre capta en su interioridad, dan a toda la persona la razón existencial necesaria para equilibrar la propia vida en la búsqueda de lo que los antiguos llamaban «vida lograda». La apertura posibilita objetividad y al mismo tiempo el compromiso con valores reales hacen crecer y afianzar esta apertura.

Todo lo anterior significa que la mejor forma de ayudar al adolescente a restablecer el equilibrio roto en este proceso de crecimiento es propiciar (no imponer) actividades:

* que demanden derroche físico (físico, montañismo, campamentos, etc.),

* gran atención (ya con el estudio tiene bastante, pero paralelamente se lo puede estimular al aprendizaje de algún idioma o instrumento musical),

* lo obligue a salir de si y a compartir (ayuda social, comunitaria y demás).

Al salir de si el adolescente empieza a comprender el mundo como es, y no desde un egocentrismo que lo hace poco objetivo.

Esta es la etapa en la cual el grupo es importante y ahora hablaremos de ello, solamente queremos recalcar que el adolescente en la medida de que «desde si mismo» salga y comparta lo que tenga para dar en forma altruista, estará encontrando el mejor camino para canalizar esa energía, que en su origen es sexual, pero que esta en el para que crezca en todo sentido.

Si esto no se diera el mismo adolescente buscaría la forma de equilibrarse y recuperar el control perdido, ya sea aislándose y convirtiéndose en una persona mas o menos antisocial centrada únicamente en si mismo y con una mirada poco objetiva sobre la realidad en general, pero sobre todo sobre la realidad de las personas. Se convierte en un «fantasioso» incapaz de relacionarse con el mundo real al que critica despiadadamente y sin mayor intención de aportar soluciones.

Otra forma de querer restablecer el equilibrio perdido pasa por la intelectualización excesiva que finalmente termina en una separación entre lo que piensa «muy racionalmente» y como actúa en su vida cotidiana.

En ambos casos se puede detectar un gran componente de agresividad y egocentrismo que son los elementos presentes en el inicio de la etapa como dos componentes del crecimiento.

Un adolescente que incorpora, no sin dificultades pero bien estos elementos a su desarrollo, logra convertir la agresividad en fuerza interior bajo su control y al egocentrismo (que en esta etapa no es egoísmo) en autentica autoimagen que le ayude a ubicarse en el mundo.

Si no se logra sacar al chico del ensimismamiento que significa la masturbación se corre el riesgo de no permitirle afianzar correctamente su autoimagen y por lo tanto abrirlo a la verdadera comunicación con el otro en el amor: le dificulta en un grado bastante grande el abrir la puerta de su existencia para que «otro» y comparta todo lo que dentro de si tiene.

Y en esto tenemos que ser sumamente cuidadosos frente a los estímulos que externamente le esta proyectando la sociedad, pues esa descarga que normalmente se debe canalizar a través de actividades creativas se ve entorpecida tanto por la actitud muelle que transmiten los medios como ideal de «felicidad» como por la carga erotizante que comunica la pornografía, que por otro lado desvirtúa el sentido de la sexualidad.

Egocentrismo (que, repetimos, no necesariamente es egoísmo como tal, pero que no debe ser descuidado), un cierto grado de agresividad, tendencia a la critica mordaz y subjetiva son algunas de las características de este paso obligado a la madurez y como se ha visto solo hace falta saberlo capitalizar hacia la concreción de la personalidad. Es necesario potenciar claro esta las virtudes que trae el chico: pureza en la mirada sobre el mundo, tendencia al altruismo, sinceridad y por sobre todas las cosas un marcado deseo de asegurar la felicidad y un derroche muy particular de energías.

Tenemos que tener presente también que el adolescente se encuentra como desconcertado frente a sus cambios anímicos y de humor. Así como su cuerpo se descompensa para ser «mas grande», toda su psicología también se «desbalancea» para crecer de modo de ir incorporando esas sensaciones nuevas de una manera adecuada. Esto lleva a que la susceptibilidad sea una de las actitudes mas frecuentes que se presente en una relación que hasta ese momento era armónica y estable.

Reacciona violentamente en ocasiones como una forma de tratar de ocultar la inseguridad en la que se encuentra. El esta como en un puente colgante, en medio de la noche.

Sabe que no puede volver atrás y cada paso que da hace que el puente se mueva en forma alarmante por lo que tiene mas que miedo, ansiedad. Anhela (y de alguna manera sabe interiormente) que al final del puente este la punta de «inicio» de su camino, pero mientras tanto tiene que recorrer madera tras madera.

Mas que miedo tiene inseguridad como si esto fuera una prueba que el tiene que pasar para no quedar mal con los demás que «lo observan». Por lo tanto no deja que casi nadie entre verdaderamente en ese puente, mucho menos «papa y mama», después de todo es su puente.

Por momentos siente que una voz le dice: «quédate, el puente puede ser inseguro, pero es mejor que llegar al final»; se instala en medio del proceso básicamente por miedo a asumir la responsabilidad (cuando el adolescente, falto de apoyo y hasta estimulado por la sociedad a que haga caso a esta voz se queda inmovilizado da lugar a lo que conocemos como los eternos adolescentes). Por otros sugiere: «ya hace demasiado que estas aquí, mejor sal corriendo», cosa que cuando hace remueve de tal modo su puente que se vuelve a inmovilizar o sigue corriendo, ojos cerrados, aun a riesgo de «caerse o golpearse».

Es el llamado sentimiento de omnipotencia («yo lo puedo todo y a mi nada me puede pasar») que lleva al adolescente a actuar con inconsciencia y sin valorar las posibles consecuencias de sus actos. Justamente esta actitud, cuando se da cuenta de sus limitaciones, lo decepciona, con lo que pasa de la euforia a la depresión.

Muchas veces esta amplitud entre el sentimiento positivo y el negativo se da cuando nota la ambivalencia del mundo que violenta la visión pura con la que sale de la infancia. Ante la ambivalencia que detecta en la sociedad puede optar por renunciar a si, a su identidad y mimetizarse con la masa para acabar «haciendo lo que le dicen», o por revelarse en forma violenta y no objetiva y actuar por reacción en manifestaciones de agresividad o de una cierta «clandestinidad social», acentuando la pertenencia a un grupo que se ubica como «marginal».

Al experimentar sentimientos tan dispares el adolescente «grita»: se encierra, se vuelve arrogante y desea una privacidad excluyente. Esta suerte de «grito» es algo así como lo que hacían los antiguos guerreros para hacerse la idea de que no tenían miedo: el adolescente no quiere que fundamentalmente sus padres noten la confusión que siente.

Pero correr desaforado o estancarse pasivamente no son las únicas reacciones que pueden tomar los adolescentes: lo mejor es que cobren firmemente conciencia de la necesidad de su propio equilibrio y consolide su personalidad frente a un mundo que es polivalente.

Para ser verdaderamente justos en el análisis debemos tener en cuenta que cuando el chico se lanza a «caminar» comienza a sentirse feliz, seguro y un poco mas tranquilo: «avance, di un paso y ahora parece que el puente es un poco mas sólido, ya estoy mas cerca». Este sentimiento mas sosegado le da seguridad y consolida su personalidad y confianza, puede ir tomando mayores responsabilidades, el mismo y los demás pueden confiar un poco mas en el.

Las dos actitudes anteriores hablaron en mayor o menor medida de la DESPERSONALIZACION, esta ultima conduce a la PERSONALIZACION que hace al hombre libre y que en definitiva es el ideal de todo proceso de educación sexual: una educación para ser persona.

De lo dicho se desprende la necesidad de no perder de vista ninguno de los variados aspectos que hemos tratado de tener en cuenta a lo largo de todos los cursos, aunque muchas de las dimensiones tocadas no tengan aparentemente mucho que ver.

Queremos aclarar que es totalmente normal que la mayoría de los adolescentes pasen de una forma u otra por sentimientos como los descritos hasta aquí, por lo que no hay que asustarse.

Sin embargo hay que tener en cuenta que no se quede instalado en ninguna de las dos primeras actitudes, tanto en el de la omnipotencia imprudente como en el del autoabandono y apatía desinteresada que le impedirá llegar a consolidar su personalidad.

Debemos siempre apuntalar por el contrario la ultima actitud, la de seguridad ante el logro lo que le permitirá a nuestro hijo o alumno arribar al final del puente con éxito. Pero no lo olvidemos, mientras tanto se debe tener paciencia; un tropezón no es caída y los tres sentimientos se pueden suceder en varias ocasiones.

Pero el mundo del adolescente no se agota allí. Lo que hasta ahora revisamos son algunas de las consecuencias del rompimiento del chico con su «cuerpo infantil». Sin embargo otra esfera de conflicto intenso también se instala en el rompimiento con el lugar que los padres, la familia y en general toda autoridad ocupaban poco tiempo antes.

«Al llegar la pubertad y entrar en la adolescencia al joven quiere ser independiente. Gusta tener libertad y ejercer dicha libertad, pero al mismo tiempo, no sabe y no esta acostumbrado a usarla.

Necesita ayuda, precisa el consejo paterno y materno y se siente fuertemente ligado por los lazos que lo ataban a sus padres hasta ese momento. Se produce así una sorda lucha entre sus deseos de independencia y su miedo a perder la dependencia»1

Es como si cada chico cruzara el tormentoso mar entre la niñez y la adultez a nado: quiere y tiene que hacerlo solo, pero sus padres son ese imprescindible bote que siempre esta y al que se recurre en caso de necesidad. Si no hay bote la soledad del nadador es grande y busca cualquier salvavidas para descansar. lamentablemente en ese mar existen demasiados salvavidas de plomo.

En función de la tensión entre la ruptura con todo lo anterior y el desafío de lo nuevo mas el ansia de libertad enfrentada a la natural limitación madurativa, el «yo» del adolescente, su núcleo mas intimo, esta como removido, conmocionado; se pregunta por si mismo y la respuesta aparece difusa. Descubrir y afianzar su personalidad y su lugar en el mundo son entonces una y la misma cosa: su misión.

Tengamos en cuenta que esto también forma parte de la causa de la confusión que manifiesta y que la resolución de cualquiera de los aspectos descubiertos no será posible si no se toma en cuenta la totalidad del contexto de la vida del chico, incluida la relación con la sociedad:

«En esa búsqueda de identificación es común que el adolescente se revele contra el sistema de valores y los consejos e intromisiones de los padres. Rechaza la identificación con el padre del mismo sexo -lo que era habitual en la infancia- y trata de buscar otros modelos identificatorios fuera del hogar. Pero la separación que hace de sus padres coloca al adolescente en situación de peligro. Antes tenia a donde recurrir cuando aparecían dudas o no podía manejar la realidad.

Ahora, al separarse de ellos se queda sin la fuente de protección y amor. Tratara desesperadamente de conseguir otro grupo que reemplace al familiar y le permita tener pertenencia a el. Se agrupara entonces con otros adolescentes, que tienen sus mismos problemas, y constituirán «la barra» (la pandilla), que ha de asumir el rol que antes desempeñaban los padres.»2

«La barra (pandilla) impone las normas de conducta, desde como vestirse hasta como hablar»3

He aquí lo que suena mas paradójico: por un lado el adolescente busca casi desesperadamente su yo personal, nuevo, afirmado, y por otro desea tanto pertenecer (aunque lo que mejor deberíamos decir es que teme quedar fuera) que puede llegar a sacrificar cualquier conquista en esta línea. Pero debemos decirlo con claridad: el hecho que los adolescentes se junten y armen grupos es algo natural, sumamente sano, propio de la edad y que puede servir para motorizar su proceso de personalización y socialización. Lo importante es tener perfectamente claras las reglas de los grupos en los que se integran y como se ejerce el liderazgo en ellos. «Aun cuando los hijos han recibido mensajes positivos y veraces, que les permiten disfrutar de su existencia, valorarse y valorar a las demás personas, y mantener una actitud básica de optimismo y de confianza ante la vida, durante la adolescencia tendrán que revisar y cuestionar estos conceptos ‘sentidos’, para convertirlos en conceptos razonados acerca de la vida, de ellos mismos y de los demás.

Por eso será sano y positivo el riesgo de cambiar los afectos seguros de sus padres y de su familia, por los ‘cariños’ y ‘lealtades’ inciertos de amigos y personas ajenas a la familia. Necesita saber -demostrarse a si mismo- si en realidad vale, es capaz, aceptado, apreciado, hábil, apto para disfrutar y hacer disfrutar a otros de la existencia.»4

El chico y la chica estrenan socialmente, ante sus «amigotes», un yo que van construyendo con esfuerzo, por lo que tanto la lealtad al grupo como el ansia de pertenencia hacen fuerte mella en su actuación.

Si el grupo tiene una finalidad claramente definida y busca tanto el altruismo (ayuda social, religiosa, comunitaria, etc.), como la expansión sana de las potencialidades de cada uno (campismo, deporte, etc.), es mas sencillo que el efecto sea positivo y tiene posibilidades de brindar verdaderos espacios de participación, ya que todos son importantes: el grupo lo hacen ellos para un fin que a todos ayuda.

Ahora si el grupo no tiene un fin mas o menos definido y se forma por razones demasiado subjetivas (compartir «la incomprensión de los viejos», etc.), suele convertirse en una situación complicada, ya que el grupo suele «hacerlos» a ellos: puede llegar a ahogar su naciente personalidad y ejercer una perjudicial presión de grupo.

Dos cosas concretas pueden hacer los padres:

«Primero, encontrar ambientes sanos y positivos en los que nuestros hijos puedan convivir y apreciar a otros jóvenes alegres, sanos, centrados, generosos, que estudian y trabajan por ellos mismos y por el bien de los demás, y que luchan de modo positivo por la definición de un rol, de una identidad productiva y solidaria. Tal vez hay un grupo a la vuelta de la esquina, o puede que sea necesario ir mas lejos, pero resulta indispensable contrarrestar tantos modelos negativos y perniciosos de la fantasía televisiva y cinematográfica. Segundo, acompañar moral y afectivamente al hijo, para que se sienta orgulloso de el mismo, de su valentía, de su verticalidad y de su fidelidad.»5

Sencillamente lo mas oportuno es tratar de conocer, en el caso de los padres, con quien se junta sus hijos, teniendo una gran paciencia en el aspecto formal pero observando el fondo del desenvolvimiento del grupo. Finalmente hay que enseñar al adolescente a incorporarse a los grupos con criterios de selección para que aprenda el valor verdadero de la amistad, la solidaridad, la camaradería y la lealtad sin caer en actitudes que sean contrarias a sus opciones mas profundas. Hay que inculcarle la noción de que el grupo esta ahí para ayudarlo en su camino y no para ser un obstáculo mas.

Para el docente es importante esforzarse naturalmente en ser esa compañía que el chico necesita, sabiendo que es relativamente fácil que se impacte positivamente con la imagen que le transmitamos y nos incorpore como modelos. Si esto ayuda a crecer y a lograr identificaciones edificantes que realmente aleje a los alumnos de otras mas superficiales y materialistas, se estará entonces cumpliendo con una de las misiones mas importantes que la familia encomienda al maestro en función de sus hijos en esta edad.

Por otro lado no se deben perder de vista los grupos que se van conformando en el ámbito escolar de modo de que, sin caer en la persecución asfixiante, se tenga en cuenta el surgimiento de liderazgos basados en una malsana «fama» que pueda ir en deterioro del resto de los alumnos. Para esto es bueno estimular a quienes demuestren capacidades de guía positiva de modo que sea apetecible conformar el grupo según estas pautas.

De todos modos toda acción en esta línea, tanto de parte de padres como de docentes debe ser muy pero muy prudente, sabiendo que pocas cosas molestan y alejan tanto al adolescente como «algunos adultos entrometidos.»

En función de este diagnostico es mucho lo que la familia y la escuela pueden y deben hacer para ayudar a los chicos y chicas que van creciendo.

«En primer lugar, el educador debe entrar en la vida afectiva de su educando pidiendo permiso y respetando el santuario de su existencia juvenil, tan llena de contradicciones. Nunca imitar a aquellos que pasan por la intimidad de sus hijos como un búfalo por un salón de porcelanas, derribando todo lo que encuentra en su paso, haciendo añicos las obras de arte, para salir triunfante por la puerta trasera como si nada hubiera ocurrido!»6

A continuación ponemos una serie de consejos sencillos que pueden servir para lograr esta tan delicada labor:7

Primero: entender que los adolescentes son protagónicos, no necesariamente antagónicos, es decir, lo que muchas veces les mueve no es sino el deseo de ser y actuar. Debemos dar la mayor cantidad posible de explicaciones razonables: esto es ejercer la autoridad pero dando lugar a que el otro piense por si mismo, protagonice.

Segundo: evitar que el dialogo familiar se convierta en sermón, hay que comprender el punto de vista del chico aunque no se lo pueda comprender.

Tercero: El adolescente necesita orientación, pero mas necesita acompañamiento. No requiere alguien junto a el que le este diciendo toda la vida que hacer y como comportarse: lo que mas falta le hace es alguien que lo acompañe en sus temores, que le diga desde lo mas hondo del alma ‘te entiendo’, ‘comparto tu sentimiento’ de alegría, de tristeza, de nostalgia, de temor, de confianza.

Cuarto: Demostrarles que los estimamos y respetamos en su persona, ideas, proyectos y sentimientos, evitando tanto el rechazo como la sobreprotección afectiva. Acompañarlo sin imponerle compañía; decirle sin palabras que estamos disponibles, que tenemos tiempo para el, que confiamos en su habilidad para manejar sus sentimientos y que no tenemos prisa en verlo superarse.

Quinto: Ayudarle a conocerse -con sus cualidades y limitaciones-, valorarse -en lo que es y en lo que puede llegar a ser- y aceptarse para que entre en competencia con el mismo y no con los demás.

Sexto: Ayudarlo a hacerse responsable. Esto no equivale a abandonarlo a sus fuerzas ni tampoco ignorar sus tropiezos. No debemos «responder por el» liberándolo de las consecuencias de sus actos -bloqueo del desarrollo de la responsabilidad- ni dejarlo completamente solo en forma prematura.

Séptimo: Refrendar la confianza que tenemos en el, si la gente valiosa para el confía en lo que es y hace, el mismo podrá confiar cada vez en si mismo. Sin embargo esta confianza no debe ser ciega ni invariable por mas «fama» que el chico tenga frente a nosotros.

Octavo: No confundir tolerancia con permisividad. Ser en extremo tolerante con todo aquello que es intrascendente, pero al mismo tiempo ser claramente exigente con lo fundamental, corrigiendo cada vez que se requiera, porque están en juego valores humanos inabdicables.

Noveno: Evitar tanto la disciplina rígida e irracional como el caos en la disciplina del hogar. Se debe ejercer una autoridad real y firme, pero por la persuasión en el amor y el servicio, esto le ayudara al adolescente a ir aprendiendo la disciplina que necesitara en la vida. Este ejercicio de la autoridad paterna (y también por que no del docente) debe ser razonable y razonada, estable y constante, útil y benéfica para todo el grupo y lo suficientemente flexible como para poder adaptarse a los cambios que se presenten.

Décimo: Acompañar, acercarse, dialogar y compartir con los hijos y alumnos no significa que los padres y docentes se tengan que «disfrazarse» de adolescentes. En la adolescencia se requiere un modelo cercano y afectuoso que sirva de pauta y referencia para la definición mas completa del propio «yo»; pero ese cierto «modelo» debe ser adulto, firme, estable, hasta cierto punto admirable, nunca lejano ni inaccesible, pero tampoco tan cercano que no represente ninguna guía ni orientación.

El objetivo bien podría ser finalmente como el que plantea Gerardo Canseco para los padres, pero que en el presente caso se aplica a todos los que se involucren con los adolescentes:

«Mas que nunca estos padres perfeccionan su estilo de autoridad persuasiva, basada en el servicio y el amor, logrando que su hijo adolescente los ‘contrate’ como sus consejeros que lo alientan en los tropiezos, lo orientan en las vacilaciones, lo refuerzan en su autoestima, lo ratifican en su confianza y lo reconocen en sus esfuerzos incluso cuando estos no fueron del todo afortunados.

El mensaje afectivo, dotado de fuerte carga espiritual y emocional, que desde estas actitudes envían los padres (y docentes), equivale a ‘eres valioso’, ‘tu puedes’, ‘se tu mismo’, ‘lo vas a lograr’, y muchos otros que ayudan a superar los momentos de incertidumbre, desconcierto, inseguridad o timidez que los acelerados cambios físicos y mentales de esta edad implican».

Autor:Carlos Eduardo Beltramo Alvarez

Fuente: Aciprensa

Educación para la autonomía

1

ÍNDICE//

1. INTRODUCCIÓN

2. LA LIBERTAD Y LA AUTONOMÍA NOS PROPORCIONA LA INDIVIDUALIDAD.

(LA NEUROBIOLOGIA DEL YO)

3. LA PEDAGOGÍA DE LA AUTONOMÍA.

3.1. LA PEDAGOGÍA DE MARÍA MONTESSORI (1870-1952).

3.1.1. PEDAGOGÍA CIENTÍFICA DE MONTESSORI.

3.1.2. METODOLOGÍA PEDAGÓGICA.

3.1.3. COMENTARIOS CRÍTICOS A SU MÉTODO.

3.1.4. CONCLUSIONES A LA OBRA DE MONTESORI.

3.1.5. LA EDUCACION COMO PRÁCTICA DE LIBERTAD.

(PAULO FREIRE, 1921-1997).

3.1.6. EL MÉTODO DE ALFABETIZACIÓN DE FREIRE.

3.1.7. PEDAGOGÍA DE LA AUTONOMÍA DE FREIRE.

4. FILOSOFÍAS DE LA AUTONOMÍA.

5. CONCLUSIONES.
Fernando Mancebo Ibáñez (valoración de la dependencia)

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1. INTRODUCCIÓN //

El ser humano al nacer es el más débil, frágil y vulnerable de los mamíferos superiores y, probablemente también del conjunto de los seres vivos. Sin la atención de sus congéneres adultos apenas sobreviviría. Nacemos dependiendo de los demás, pero justamente por ese motivo tenemos la capacidad de aprender; el resto de animales nace con un conjunto de instintos e instrucciones determinadas que les ayuda a sobrevivir; saben alimentarse, moverse, reproducirse; comportarse de manera adecuada al medio en el que viven, es como si estuvieran diseñados como robots. Nosotros en cambio adolecemos de esa rigidez heredada que determina su conducta, la nuestra se va moldeando con nuestro genoma, el aprendizaje y la experiencia. Prueba de ello es que no existen dos cerebros iguales, incluso en gemelos idénticos.

El propósito de este trabajo es describir y esclarecer, en forma breve, los procesos por los cuales los humanos vamos adquiriendo (aprendiendo) las habilidades y capacidades necesarias para adaptarse al entorno y dominarlo, para lograr la mayor expresión de libertad y autonomía posibles.

La mejor herramienta que hemos inventado para aprender es la educación, que usamos para transmitir nuestras experiencias y conocimientos y es la base de nuestra cultura y civilización, como hemos dicho con ella se puede alcanzar la libertad. Y en ella vamos a basar nuestra disquisición.

Un trabajo en si atractivo e interesante por lo mucho que hay donde indagar y difícil porque pocos autores se han centrado en él, más bien lo han tratado de forma colateral, desde diferentes perspectivas; científicas, humanas y sociales; haremos un breve recorrido por el estado de la cuestión en esas disciplinas, intentando dar una visión de conjunto que sintetice los matices que dan las diferentes lecturas, pero fijando nuestra atención en el capítulo educativo y social por ser objeto preferible de nuestro estudio y por la notable contribución a la pedagogía de autores como Montessori, respecto a los niños y Freire con su educación como práctica de libertad.

2. LA LIBERTAD Y LA AUTONOMÍA NOS PROPORCIONA LA INDIVIDUALIDAD (LA NEUROBIOLOGíA DEL YO)

Una aportación relativamente reciente intenta aunar, desde el paradigma de la ciencia (neurobiología) y el psicoanálisis, cómo el ser humano alcanza la libertad y un grado eficaz de autonomía.

Magistretti y Ansemet en su libro “a cada cual su cerebro” ponen de relieve los mecanismos neurofisiológicos que singularizan a los individuos; la unión de los

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gametos masculino y femenino forma una nueva secuencia genética y un nuevo individuo.

Pero este sería un ser muy determinado si solo utilizara su arsenal genético y su experiencia; existen mil billones de sinapsis que son la asociación entre cien mil millones de neuronas, cuando aprendemos algo esa red de sinapsis se codifica y se potencia, forma la base de la memoria y el aprendizaje, esto al parecer no es suficiente para caracterizar a los humanos que somos capaces de crear nuevas reasociaciones; una red de experiencias combinadas de tal modo que creamos algo nuevo; algo que no estaba asociado. La creatividad es el producto de esa nueva asociación y la que nos permite ser más libres y autónomos; sin ella, por ejemplo, los artistas no existirían.

El inconsciente (la huella psíquica) es esa nueva reasociación de huellas sinápticas que nos permite cierto grado de libertad en nuestra conducta; que seamos, a veces, imprevisibles e irracionales y sobre todo singulares.
Es evidente que la activación de esos circuitos neuronales nos puede proporcionar mayor libertad, entendida en toda su extensión, es decir; en los aspectos cognitivos, emotivos y conductuales. Hoy en día se sabe que tras un accidente cerebrovascular se pueden reconectar las redes neuronales para ejecutar nuevas tareas, el cerebro es mucho más plástico de lo que se pensaba y las secuelas de un ACV no son irreversibles.

El Hombre nace y vive condicionado, pero no determinado (Paolo Freire)

La tarea fundamental de la reflexión sobre la educación es precisamente estar atento a todo ese recorrido de los humanos como especie dentro del mundo de la vida, recorrido que empieza precisamente reproduciendo el diseño de la especie en un cuerpo que no puede sobrevivir sino incorporándose a un espacio relacional compuesto por comunidades de humanos; ahí toma modos de ser y estilos de hacer, desarrolla unas capacidades y se inhibe en otras; allí es donde construye la obra más maravillosa, compleja, exclusiva, participada, comprometida, afiliada, poliédrica, a la que todo señalamos como identidad. (García Carrasco y García del Dujo, 2001, 41)

3. PEDAGOGÍA DE LA AUTONOMÍA

Una vez descrita desde la ciencia la singularidad de nuestro yo, nos preguntamos como se alimenta, como se enriquece y desarrolla, sin duda, la respuesta es la educación, que se debe encargar de descubrir nuestros talentos y la escuela de potenciarlos. Este es el paradigma que pretende, o mejor dicho debería emplear la pedagogía y sería el desiderátum de cualquier pedagogo que se precie como tal, como veremos a continuación tal propósito ha constituido buena parte del entramado de nuestro mundo; nuestra imaginación y afán de saber nos ha llevado a pensar en cuestiones que han suscitado una gran influencia en nuestro pensamiento: el alma, el mas allá, Dios, la mística, la política, la ética, la filosofía, la educación, pero también la lógica, las matemáticas, la geometría, la física, etc. A Platón y a su discípulo Aristóteles les debemos buena parte de esos “descubrimientos”.

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La enseñanza se abre camino así: Platón enseña a Aristóteles y este a Alejandro que convierte su aprendizaje en poderosa arma de conquista y termina por dominar el mundo. Este esquema tan sencillo se ha mostrado muy eficaz y ha determinado, a veces, la historia; Si, ese es el estilo que ha prevalecido entre los detentadores del poder; el dominio por la supremacía, por la fuerza, el abuso de poder, el conocimiento en manos de muy pocos para aprovecharse del resto.

Pero el poder se traiciona y cansado de deambular de la tiranía a la monarquía o viceversa surge la democracia y con ella lo insólito: la educación para todos; todo el mundo tiene derecho a ella, y se crean las universidades, las academias, las escuelas. Los que menos tienen, que son la mayoría, pueden recurrir a las escuelas populares en los barrios. Una de sus precursoras es María Montessori que hoy en día se considera una clásica de la pedagogía, y en su época fue una gran innovadora.

3.1 LA PEDAGOGÍA DE MARIA MONTESSORI María Montessori (1870-1952)

En 1898, en el congreso de pedagogía de Turín, Montessori proclama su “Educación Moral” la supremacía del método pedagógico sobre el médico para el tratamiento de los niños deficientes. Método que interesó a los maestros de primaria que vieron en él una eficaz y renovadora forma de enseñar y que trasladaron a sus escuelas. En esos años dirigía la Escuela Normal Ortofrénica donde sus logros con esos niños y su trabajo en la formación de profesores y animada por los trabajos de Seguin e Iitard le impulsaron a aplicar esos métodos a niños normales porque tuvo la intuición de que esos métodos no tenían nada de “especiales” y más bien se basaban en principios racionales.

En 1906 comenzó a crear y organizar las primeras escuelas pedagógicas en el barrio de San Lorenzo, una zona populosa y obrera, donde las madres tenían que abandonar a sus hijos que no alcanzaban la edad escolar para ir a trabajar, allí quedaban bien cuidados y educados; una amiga suya, Olga Lodi, le puso nombre a esas escuelas, La casa de los Niños.

Dos años después en 1909 publica su primera y mas importante obra: Il metodo Della pedagogia scientifica aplicato alla` educacione infantile nelle case dei banbini y al año siguiente su Antropología Pedagógica.
Durante la 1a guerra mundial viajo a Estados Unidos para formar profesores que siguieran su método y también a España donde se aplicaron sus principios a la educación religiosa.

Su “Montessori method” se divulgó y se tradujo a la mayoría de idiomas y se fundaron muchas escuelas en diferentes países, su obra había calado profundamente y ejerció una gran influencia en la educación de aquel entonces. En 1951 fue propuesta para el premio Novel de la paz como ciudadana del mundo, murió en Holanda en 1952.

3.1.1 LA PEDAGOGÍA CIENTÍFICA DE MONTESSORI

Böhm,1994 aludiendo a Montessori dice” que es todo menos científica” y justifica esta afirmación diciendo que Montessori no cumple con las exigencias de la ciencia porque su método omite los criterios y condiciones que permiten verificar y reproducir sus llamados experimentos, que eran en general experiencias vividas. Según Standing, 1978. su método esta basado en el principio de libertad en un medio preparado. Esto que tiene tintes experimentales se acerca más a la filosofía de Montessori.

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Su método, basado en la organización, el trabajo y la libertad para la puesta en marcha de su filosofía del como, cuando y donde debe tratarse el desarrollo del niño es el objetivo final de su creadora que se pregunta en primer lugar quién es el niño.
“El niño no es un adulto en miniatura, ni una cosa pasiva…tiene necesidades e intereses propios, es un ser que juega, experimenta, y se adapta al entorno”.

La obra de Ellen Key El siglo del niño y los trabajos de la escuela nueva con las aportaciones de Dewey, Decroly, Ferriere, Pestalozzi, ejercieron una gran influencia en sus ideas. También la relectura de Rousseau, para quien enseñar, parte del principio de no enseñar, de que el niño aprenda solo, el niño aprende conociendo el medio en el que vive, es un proceso natural.

Montessori altera ese medio y pretende crear un laboratorio del niño preparado de antemano, con la intención de manejar la relación del niño con ese medio. Para ello idea su “plan de construcción inmanente” fundamentado en “el concepto biológico de libertad” insistiendo en el papel secundario del ambiente: este puede ayudar y construir, también puede destruir, pero nunca crear, ese aspecto solo pertenece a la libertad del niño.

Montessori explica este proceso atribuyendo los orígenes del desarrollo a “fuerzas escondidas” que generan la libertad; es decir la liberación de las trabas que dificultan su desarrollo normal. Los adultos y su entorno deben actuar apoyando su desarrollo sin obstaculizarlo.

Cada niño dispone de la capacidad espontánea de evolución orgánica y de una pulsión innata al desarrollo de esas fuerzas escondidas que le permitirán su desarrollo armónico.”Los conocimientos no deben ser introducidos dentro de la cabeza de los niños. Por el contrario, mediante la información existente los conocimientos deben ser percibidos por ellos como consecuencia de sus razonamientos.”

Hoy en día esa faceta del aprendizaje se llama insight en el que la respuesta genética adquiere un rango decisivo. Montessori lo explica del siguiente modo: “Nosotros podemos ejercer una influencia sobre las variaciones que están relacionadas con el ambiente, aunque siempre dentro de los límites que estas variaciones tienen fijadas en las especies e individuos. Pero no sobre las transformaciones, estas se hayan relacionadas con las fuentes mismas de la vida, y su potencia resiste la influencia del ambiente (…) el ambiente ejerce tanto más influencia sobre la vida, cuanto menos fija y fuerte sea ésta.”

Es fácil deducir la firma Aristotélica de este pensamiento y también su pretensión de crear individuos fuertes que resistan los cambios.

La idea de su educación se basa en agrupar esas fuerzas dispersas; el Hormé: el heredado impulso vital se transforma mediante la educación “en acción de voluntad.” Mediante la ejecución y la actividad se va moldeando el niño para trabajar de forma concentrada y focalizar su atención. Para ello se vale de los ejercicios básicos de la vida diaria (lavarse las manos, vestirse, etc.) ejercicios para relacionarse con el entorno (el jardín, limpiar las mesas,) ejercicios sociales (recibir una visita) ejercicios físicos (caminar sobre una línea). Este adiestramiento por actividades es el que polariza la atención del niño y lo hace crecer como individuo, que según Montessori representa el segundo nacimiento y es el punto de partida para la autoeducación.

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La libertad se reafirma con la actividad, según Montessori el trabajo de la educadora es evitar que el niño confunda el bien con la pasividad y el mal con la actividad al modo de la antigua disciplina; la disciplina sirve para organizar la actividad; para poner método al que todavía no lo tiene; “portarse bien” puede ser confundido con la pasividad, la inmovilidad, la obediencia; principios característicos de la caduca educación y perturbadores de la personalidad del niño.

Esta libertad no debe ser coaccionada por elementos externos por ejemplo la disposición fija de los muebles de la clase o internos la sanción de premios o castigos.

Para que se crezca en libertad otro requisito necesario es la independencia, entendida como autonomía; el niño no puede ser libre sino aprende a ser autónomo, tiene que saber hacer las cosas por si mismo, sin recurrir al auxilio de los demás.

3.1.2 METODOLOGÍA PEDAGÓGICA

El material didáctico importaba menos que el desarrollo del niño, era solo un apoyo para su desarrollo normal. Le permitía dominar el mundo que le rodea y su método procuraba que así fuese para fomentar su autonomía respecto al medio.

Posteriormente, en los años 70 se trató de optimizar ese procedimiento aplicándolo con la intención de estimular la precocidad de los niños en edad infantil, esto se apartaba del objetivo de su creadora que tan solo pretendía “normalizar el desarrollo”, sin embargo, Montessori llegó a decir que con su método se podían ganar 2 años de escolaridad y esto pudo producir esa interpretación.

El material didáctico responde a las necesidades que tiene el niño para dominar su entorno, por lo tanto ese material creado por Montessori y sus colaboradores debería ir evolucionando o cambiado con el transcurrir del tiempo.
Iba encaminado a desarrollar habilidades de la vida cotidiana; los materiales sensoriales para potenciar los 5 sentidos clásicos y temperatura, peso y formas; es decir a tomar en cuenta las dimensiones conocidas; también las académicas, culturales y artísticas (parece que adolecía de esta última) y por ello fue criticada.

El objetivo era que el niño con su libre elección (accesible en el aula) fuese progresando con su propio ritmo de aprendizaje.

El papel de la maestra es una de sus mejores aportaciones: “con mis métodos la maestra enseña poco, observa mucho y sobre todo tiene la misión de dirigir la actividad psíquica de los niños y su desarrollo fisiológico. Por estas razones he cambiado el nombre de maestra por el de directora”.

En las escuelas tradicionales se seguía la disciplina férrea y forzosa de la letra con sangre entra, por ese motivo dinamitó las costumbres y el estilo educativo de aquella época.

“enseñar a un niño a comer, a lavarse, a vestirse es un trabajo más largo, difícil y paciente que darle de comer, lavarlo y vestirlo. Lo primero es la tarea de un educador lo segundo la de un sirviente”.

El escenario de sus aulas inspirado para y por la infancia intentaba crear el ambiente apropiado para cultivar la atención, la voluntad, la inteligencia, la imaginación, la aceptación del otro, es otra de sus mayores contribuciones a la educación.

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3.1.3. COMENTARIOS CRÍTICOS A SU MÉTODO

Han habido varios autores que critican tanto su método como los materiales empleados por Montessori, entre ellos podemos destacar a Dewey en su obra “democracy and ecucation(1916) en la que señala que el Montessory Method adolece del ensayo y error necesario para que el niño pruebe con los materiales nuevos, explorando e interactuando con ellos.

Kilpatrick(1985) encontró fallos en el material empleado por no estimular suficientemente la imaginación del niño: conceptos como calor, dureza, elasticidad, peso, suavidad, etc. No se hallan entre los materiales empleados por Montessori que utiliza mas bien artefactos mecánicos que no están en la experiencia diaria de los niños y por lo tanto no son necesarios, la elección de juguetes sería más sencilla y menos costosa si se eligieran más acertadamente.

Claparade (1946) también discrepa en cuanto a la ayuda ofrecida al niño para favorecer su desarrollo y cataloga esta como excesivamente guiada e inspirada en la educación de deficientes. En la educación debe prevalecer lo natural y espontáneo respecto a la adquisición de experiencias útiles.

Como vemos las críticas de estos autores giran en torno a lo formal y menos a lo nuclear, se refieren a la artificiosidad del método pero no a lo esencial de su doctrina, que sigue manteniendo el interés de muchas generaciones de pedagogos por su enorme aportación a la educación del niño.

3.1.4. ALGUNAS CONCLUSIONES A LA OBRA DE MONTESSORI

Lograr la libertad, la actividad y la independencia del niño es a lo que aspira Montessori con su obra, un trabajo quizá obsoleto en su metodología y aplicaciones, pero que sigue vivo conceptualmente, sobre todo en lo que concierne a la educación para la autonomía. Una autonomía que primero tiene que lograr la educación, inmersa siempre en la sociedad en la que vivimos y excesivamente permeable a los desordenados y serviles criterios de esta y de sus gobernantes.

Parafraseando a Montessori si formamos individuos independientes serán mejores y más generosos y desaparecerán los tiranos que no son otros que los que tienen que ser servidos porque se muestran incapaces ante las tareas y las soluciones.

3.1.5 LA EDUCACIÓN COMO PRÁCTICA DE LIBERTAD (PAULO FREIRE 1921- 1997)

Montessori y Freire (Röhrs 1982) cada uno en su época reinventaron la educación, como arte, ciencia y política.
El mismo freire empezó a sentirse más libre cuando su padre le enseñó, antes de ir a la escuela, a escribir en la arena el abecedario con un trozo de madera, luego construía palabras y las descomponía en sílabas que a su vez evocaban otras palabras. De este

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modo comenzó a construir su universo intelectual y, como veremos a continuación, a emplearlo con las clases más desfavorecidas, en un proceso de alfabetización a gran escala.

La depresión de1929 había empobrecido a su familia y tuvieron que emigrar a zonas del Brasil menos costoso, allí conoció a los parias y excluidos de su país, este hecho le ayudó a sentirse comprometido con los pobres y oprimidos.

En 1943 se matriculó en la facultad de Derecho, donde también estudió Filosofía y Psicología del lenguaje, sus estudios se vieron interrumpidos varias veces por tener que ayudar a su familia. El Departamento de educación y cultura le nombró director en 1946 y empezó a conocer la realidad del pueblo Brasileño y sus necesidades educativas, el orden constitucional requería a los votantes estar alfabetizados para poder ejercer el derecho a votar. Y se propuso, con éxito, idear un método que permitiera una alfabetización masiva. Tuvo esa oportunidad con su jefatura en el departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. En 1962 emprendió su llamada “acción cultural para la libertad” y enseño a leer y a escribir a 300 trabajadores de la caña de azúcar, en tan solo 45 días. Su exitoso método tuvo una gran repercusión en el país y se aprobaron la creación de multitud de circuitos culturales para continuar con su labor de alfabetización- la población analfabeta era aproximadamente de 40 millones- esta campaña se vio interrumpida por el golpe de estado que protagonizó el estamento militar.

Fue encarcelado por “enseñanzas subversivas” durante 70 días, y tras su excarcelación la Embajada Boliviana le brindó asilo político. El gobierno Boliviano lo contrató como asesor en el Ministerio de Educación, a los 20 días había caído el Gobierno reformista de Paz Estensoro y tuvo que exilarse a Chile. Allí trabajó durante 5 años para el Movimiento Demócrata Cristiano y para las Naciones Unidas. En 1967 publica su primer libro Educación como práctica de la libertad en el que plantea que una sociedad cerrada e inexperta en democracia (el caso de Brasil) es terreno apropiado para que aparezca la domesticación: del hombre por el hombre; la dominación por sumisión y la conversión del sujeto en objeto (perteneciente a las clases dominantes). Por ello resalta el papel de la educación emancipadora del yo-objeto como refundación y concienciación del yo-sujeto (para la autonomía personal)

El libro fue muy bien acogido por las universidades de las dos latitudes y se le invitó a dar conferencias y seminarios en diversos estados norteamericanos. También se le ofreció el puesto de profesor invitado en Harvard (1969). Puesto que en parte declinó por su adscripción a las tareas educativas de los pueblos en desarrollo (America y África), en los que ejerció entre otras funciones, asesorías de educación.

Al año siguiente publica Pedagogía del oprimido. En el proceso de concienciación tiene que existir la liberación y esta se alcanza con la esterilización del opresor, con la ruptura del esquema opresores/oprimidos preponderante; intentar anular ese binomio lo conduce, en definitiva, a la lucha de clases. Alfabetizar es algo más, es concienciar. Y no hay concienciación sin revolución que implica transformar las estructuras sociales consideradas opresoras.

El mismo cambio crítico que se opera en el individuo para participar de lo natural y cultural en su pedagogía liberadora: lograr la expulsión del opresor dentro del oprimido (transforma su vida en historia, es capaz de escribir su historia, o como apuntó Ortega

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“proceso en el que la vida como biología pasa a ser vida como biografía”)

trasciende al objetivo de la concientización en la pedagogía del oprimido: emerger como sujeto en una sociedad que haga posible esta transición. De ahí la radicalización de su postura y de su opción revolucionaria; “Ya deben saber que he adoptado una decisión. Mi causa es la de los parias de la tierra. Deben saber que he optado por la revolución”

(Simpfendörfer, 1989).

3.1.6 EL MÉTODO DE ALFABETIZACIÓN DE FREIRE

“Pensar acertadamente implica la existencia de sujetos que piensan mediados por el objeto u objetos en que incide el propio pensamiento de los sujetos”

El procedimiento que empleaba Freire para la alfabetización implicaba acción pensante para la concienciación, se plasmaba en la exposición de imágenes que reflejaran escenas de la vida cotidiana de los educandos, escenas que les resultaran interesantes y estimulantes y sobre todo que generaran otro tipo de temas, situaciones y actitudes: el hombre en el mundo y con el mundo; diálogo por mediación de la naturaleza; cazador iletrado; cazador letrado; el gato cazador; el hombre transforma la materia de la naturaleza con su trabajo; jarrón, producto del trabajo del hombre sobre la materia de la naturaza; poesía; pautas de comportamiento. De esas imágenes los educandos- educadores alentados por los educadores-educandos extraían palabras que descompuestas en sílabas y fonemas generaban nuevas palabras. Gerhardt (1983) describe muy bien este proceso: Los educadores observaban a los participantes para adaptarse al universo de su vocabulario; se llevaba a cabo una difícil búsqueda de palabras y temas generadores, a dos niveles: riqueza silábica y elevado grado de participación de la experiencia; se procedía a una primera codificación de esas palabras en imágenes visuales, que alentaban a los participantes “sumergidos” en la cultura del silencio a “emerger” como autores conscientes de su propia cultura; se introducía el “concepto antropológico de la cultura” con su diferenciación entre el hombre y el animal; se decodificaban las palabras y temas generadores en un “círculo de cultura” bajo el discreto estímulo de un coordinador que no era un “maestro” en el sentido convencional sino un educador-educado en diálogo con educandos-educadores; se producía una nueva codificación creativa, explícitamente crítica y encaminada a la acción, en la que los ex analfabetos empezaban a rechazar su papel de simples “objetos” en la naturaleza y de la historia social. Empezaban a convertirse en “sujetos” de su propio destino.

3.1.7 PEDAGOGÍA DE LA AUTONOMÍA DE FREIRE

Para freire existen una serie de saberes necesarios y fundamentales, saberes inscritos en la relación teoría /práctica (técnicas), sin los cuales el medio que utilizo se hace esquivo a mi persona, no lo domino, me domina, saberes que constituyen mi administración del mundo, o mejor, con el mundo, el mundo es todo lo que me rodea y siento y percibo, el mundo no debe obstaculizarme, debe procurarme un entorno adecuado para que se

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desarrolle la naturaleza humana(entendida en el sentido rousseauniano de bondadosa)inherente a mi persona, derecho ganado a pulso por mis antepasados a través de la historia; primero aprendí y luego enseñe lo aprendido.

Si me enseñan a conducir un coche necesito aprender y saber; como se pone en marcha, como frena, como cambio de marcha, como cambio de dirección; de este modo el coche me llevara al sitio deseado, y me convertiré en conductor, y con la práctica modificare y ampliare mis conocimientos.(quizás me haga piloto de rallies o maestro de autoescuela)

Enseñar no es “transferir conocimientos, sino crear las posibilidades de producción o construcción” (freire, pedagogía de la autonomía). El papel del educador es pues el del enseñar aprendiendo, no existe enseñanza sin aprendizaje, y no existe aprendizaje sin enseñaza. -en este punto Freire omite, o no habla del aprendizaje por el mecanismo del descubrimiento por uno mismo; el insight ; el autoaprendizaje: “Mecanismo intelectual que funciona en base al criterio ‘Prueba-Error’, donde la persona tiende a digerir información referente a procesos individuales”. (Carlos Espinosa.)-sino es así, el educador convierte al educando en objeto donde se depositan los conocimientos, lo transforma en un banco estanco donde archiva los datos, apenas interpretados. La concepción bancaria de la enseñanza parte de la contradicción que se da entre educando-educador que acentúa las desigualdades entrambos, de esta manera la enseñanza no se retroalimenta, más bien se devora, se consume y se pierde.

“Aprender precedió a enseñar, o en otras palabras, enseñar se diluía en la experiencia realmente fundadora de aprender. No temo decir que carece de validez la enseñanza que no resulta en un aprendizaje en que el aprendiz no se volvió capaz de recrear o rehacer lo enseñado” (Freire, pedagogía de la autonomía). “Esto significa que es imposible un estudio serio, si el que estudia se pone en relación al texto, como si estuviese magnetizado por la palabra del autor, al cual le otorga una fuerza mágica. Si se comporta pasivamente “domesticadamente”, procurando apenas memorizar las afirmaciones del autor. Si se deja “invadir” por lo que afirma el autor. Si se transforma en una “vasija” que debe ser llenada por los contenidos que el retira del texto para poner dentro de si mismo.

Estudiar seriamente un texto, es estudiar el estudio de quién, estudiando, lo escribió. Y percibir el condicionamiento histórico-sociológico del conocimiento. Es buscar las relaciones entre el contenido en estudio y otras dimensiones afines del conocimiento. Estudiar es una forma de reinventar, de recrear, de re-escribir – tarea de sujeto y no de objeto. De esta manera, no es posible a quien estudia, en tal perspectiva, alienarse al texto, renunciando así a su actitud critica en relación a él.”(Freire, consideraciones al acto de estudiar 1968) ……………………………………………………………………………………………………………….

La enseñanza debe ser participativa, activa, crítica y liberadora. Y el educador tiene que estar preparado para esta misión, tiene que tener rigor científico, pero también promover el interés y la curiosidad científica.
El acto de enseñar exige crear un vínculo afectivo generoso y se parece a un acto amoroso tanto mejor. Amor, en el sentido generoso, entendido como quien regala algo valioso, un tesoro muy apreciado “a partir de ahora es tuyo, úsalo” esta postura del educador le ayuda a desmitificarse y a ser desmitificado y crea un clima de bonanza apropiado para la relación y el diálogo. Al respeto de los educandos le sucederá el

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respeto de estos por el educador, tarea permanente que además exigirá solidaridad y ética en la comunión de unos y otros en el proceso enseñanza-aprendizaje.

El sujeto empieza a hacer uso de su autonomía, precisamente en el momento que percibe su inconclusión, su escaso saber que lo lleva a buscar, a experimentar, a preguntar, a escuchar, a pensar y a entender, sintiéndose inacabado se va realizando. (1)

(1).Enumerar y razonar los saberes necesarios de Freire excedería el marco de este trabajo, remito para su estudio la obra “Pedagogía de la Autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa”. También es interesante observar “los 7 saberes Necesarios” de Edgar Morin.

4. FILOSOFÍAS DE LA AUTONOMÍA.

Algunos filósofos y pensadores han contribuido de forma relevante en concebir qué grado de libertad y autonomía ostentamos y cual deberíamos tener. Este grado de autonomía se ha estudiado y determinado a través de la historia de los pueblos y sus sociedades (antropólogos y sociólogos) o de los individuos (psicólogos, científicos) los filósofos se han fijado más en estos últimos pero mediatizados por su forma de ver el mundo y lo que hace el hombre para cambiarlo y cambiar él mismo porque al fin y al cabo el mundo es él.

La independencia y la autonomía a la que aspira el ser humano se antoja paradójica, en cierto modo dependemos los unos de los otros aunque esto nos conduzca al caos. ¿Porque el hombre sólo que puede hacer? Acaso iniciar un acontecimiento que acabe con la secuencia de estos; es decir; puedo terminar algo en el sentido gnoseológico; la realidad de la autonomía viene dada por la realidad de la creación ontogénica (auténtica) y esta parece que no puede escapar de la orbita del todo, de hecho solo suponemos un avance interminable hacia lo que ha de ser. Así pues la autonomía en sentido holístico (total) es mera ilusión, pero quizá la existencia precede a la esencia (Sartre) y por esa corriente existencialista, más “humana” y útil, convenga navegar para llegar a comprender los problemas inherentes a nosotros mismos y a la sociedad a la que pertenecemos.

Adorno (1967) consternado por las cicatrices de la guerra pretende crear en la sociedad y en sus instituciones una actitud antibeligerante sostenida por elementos educadores como la autonomía, para aceptar al otro y prevenir la violencia y la crueldad «La única fuerza verdadera contra el principio de Auschwitz sería la autonomía, si se me permite emplear la expresión kantiana; la fuerza de la reflexión, de la autodeterminación, del no entrar en el juego de otro».

Alcanzar un grado de autonomía, anidada en la reflexión, nos aparta de la sumisión, del pensamiento único y evita la tentación de comulgar con el autoritarismo. El pensar por sí mismo es una de las formas como las personas pueden estar mejor preparadas ante las prácticas manipuladoras y autoritarias, mediante las cuales otros terminan pensando y decidiendo por uno. (Luis Sine).

Las masas atraídas por discursos nutritivos sientan a la mesa a un sinfín de dictadores, que alentados por ese apetito voraz suministran el alimento envenenado por el odio y la barbarie. La Alemania nazi fue un claro ejemplo de este escenario pero es fácil, para otros pueblos caer en la tentación de sumarse al sentimiento de considerarse únicos e

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irrepetibles, esterilizando y suprimiendo al otro. Es pues necesario prevenir esa posibilidad, para evitar que se repita el pasado, es en las escuelas donde se deben realizar propuestas educativas para prevenir la violencia y promover el pensamiento independiente y la compresión para, y, con el otro. En el año 2000 se realizó una encuesta a los habitantes de los cinco continentes, para saber que consideraba importante en la vida.

Me gustaría preguntarte ¿qué es lo que le importa más en la vida?

Mund o

Améri ca

Áfric a

Asia

Europa Occident al

Europ a Orient al

Tener buena salud

44

35

20

42

53

55

Tener una vida familiar feliz

38

40

23

41

45

36

Tener trabajo

27

30

44

24

15

29

Vivir en un país donde no haya guerras

17

12

10

16

20

21

Vivir en libertad

16

20

8

12

27

11

Vivir en un país sin violencia ni corrupción

15

21

16

14

13

13

Tener un buen nivel de vida

15

10

18

17

9

20

Tener educación

12

16

30

15

7

6

Ser creyente de mi religión

1 0

10

26

13

4

5

No sabe

1

1

1

1

1

1

Fuente: La encuesta del milenio. Datum Internacional. El Comercio. 2003

Obviamente a la gente le preocupa aquello que no tiene; por poner un ejemplo a los Africanos les preocupa mucho no tener trabajo, bastante más que las guerras, por el contrario a los Europeos, les preocupa mucho menos el trabajo, pero sí las guerras. Según Bourdieu el “habitus”, el medio en el que se vive determina al individuo porque adquiere un conjunto de pautas, estilos y contenidos culturales que caracterizan a un sector de la pirámide social y aceptan como algo natural la pertenencia a su clase social ayudando a fomentar la endogamia social y por tanto a cerrar las puertas a los cambios sociales, reemplazar ese orden, ese sistema hiperdependiente debe regularizarse a través de una educación democrática y emancipadora.

El hombre libre entonces se despoja de sus etiquetas, disfraces y personajes y emerge de nuevo su naturaleza espontánea y fraternal. Cuando nos privan de esa condición

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pasamos de corderos inocentes a lobos enfurecidos para defender egoístamente nuestros intereses.
“Las relaciones entre los sujetos se basan en pautas y comportamientos esperados, socialmente requeridos, de manera que se ritualizan. Cesa la espontaneidad y la imprevisibilidad del trato humano es sustituida por la norma. El ejemplo más evidente, y quizás más trivial, es el riguroso protocolo de la aristocracia, todo un ritual que hay que aprender y que designa a quienes están dentro o fuera de ese universo de privilegios. Y el sujeto pasa la vida en un intento desesperado de obtener los símbolos de su grado, en la búsqueda envidiosa de la distinción que lo sitúe por encima de los demás”. (Bourdieu, 2000)

Para situarnos en lo alto de la jerarquía, desde donde podremos aplastar al otro.

“En la base de los fenómenos fascistas y autoritarios estaría esta suerte de vivencia enajenada, que, según Fromm, es buscada por el propio sujeto (a menudo inconscientemente) que siente lo que él denomina “miedo a lalibertad” (Fromm, 1976). Debido a dicho miedo hacia lo que la libertad y la autonomía implican de separatidad, a la amarga sensación de soledad e incertidumbre que acompañan a los primeros pasos del sujeto hacia la autonomía y madurez psíquicas, el individuo se anula y enajena, en una suerte de postura regresiva a estadios de

inmadurez. (Santos 2004)

5. CONCLUSIONES.

Nuestra intención no ha sido adentrarnos en colectivos que por sus circunstancias se han visto privados de parte o de la totalidad (?) de la autonomía y que por su condición de dependientes tienen más derecho que nadie a reclamarla y alcanzarla. Por si solos merecen decenas de capítulos aparte, que contribuyan a mejorar su estado con el apoyo, la solidaridad y la labor de todos, especialmente de los que se ocupan directamente de ellos. Tampoco los hemos excluido porque son personas, que aun viviendo de forma diferente, no son diferentes porque sienten como los demás. La expresión de los autores, ideas y elementos que componen esta educación para la autonomía son igualmente útiles a estas personas y a ellos va especialmente dirigido este estudio.

Hemos intentado mostrar, como el hombre esta preparado para desarrollarse autónomamente y cuan importante es la autonomía para gozar de libertad y la educación para lograrla. Y la hemos observado principalmente desde la educación.
Montessori por sus planteamientos, inicialmente médicos se ocupa de los niños deficientes y observa que esos métodos, nada especiales y si racionales también los puede aplicar al resto de los niños, porque al fin y al cabo ambos necesitan del apoyo para su desarrollo. Y este desarrollo lo debe favorecer el adulto, este no debe representar un obstáculo, una lucha permanente entre ambos: El niño no es un ser extraño que el adulto puede considerarle desde el exterior, con criterios objetivos. El niño es la parte más importante de la vida del adulto. Es el constructor del adulto (…) Es sobre el niño que caerán y se grabarán todos nuestros todos errores y es él que recogerá los frutos en forma indeleble (…) Tocar al niño es tocar el punto más sensible de un todo que tiene sus raíces en pasado más remoto y que se dirige hacia el infinito del porvenir. (Montessori 1937)

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Este proceso de normalización; de llegar- a- ser en el sentido de “constructor del adulto” de Montessori es lo que Freire denomina inconclusión; es un adulto inacabado, y la continuidad en esa inconclusión es lo que hace crecer y desarrollarse, lo hace libre.

En cierto sentido ambas pedagogías persiguen lo mismo: la liberación, Montessori fijando su atención en los niños; Freire más en los adultos. Sus metodologías son diferentes pero ambas distinguen y miran de frente al opresor, Montessori lo identifica en los adultos que son los que detienen el paso natural de los niños. Freire extiende esa opresión; en primer lugar interiorizándola, describiendo como el oprimido se despoja del opresor que lleva dentro, luego reconoce al opresor y finalmente a las estructuras sociales creadas por el tanden oprimido/opresor.

Ambos parece que han partido del mismo sitio para seguir el camino de la emancipación, vislumbrando a lo lejos la libertad.

También hemos echado una tímida y leve ojeada a la ciencia y su particular forma de demostrar que somos capaces de albergar en nuestras estructuras más intimas la libertad y la autonomía.
Mención especial merece la filosofía y el pensamiento que tras una gran labor de reflexión ha puesto en duda permanente nuestros criterios más divergentes reunificándolos para mejorar nuestra existencia. Parafraseando a Fromm y a Sartre “a pesar del miedo a la libertad el hombre esta condenado a ser libre”.

Finalmente parece que todos los caminos conducen a un mismo sitio, a un espacio de libertad que hemos conquistado a través del tiempo.

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REFERENCIAS BIBLIOFRÁFICAS

-Ana Vogliotti “Una propuesta de formación docente desde la pedagogía de la autonomía Contextos
-Ansermet y Magistretti “a cada cual su cerebro” Katz 2006 Buenos Aires.

-Carmen Sanchidrián Blanco estudio introductorio al método de la pedagogía científica de Montessori 2003 Madrid
-García Carrasco y García del Dujo “La teoría de la educación en la encrucijada” 2001 revista interuniversitaria.

-Heinz Peter Gerhardt Paulo Freire (1921-1997) Perspectivas, 1993
-Javier Sadaba,”Conocer a Wittgenstein” dopesa 1980
María Montessori “El método de la pedagogía científica” biblioteca nueva 2003 Madrid

-Marcos Santos “De la verticalidad a la horizontalidad. Reflexiones para una educación emancipadora” Universidad de Granada
– Montse Palomar y otros “autonomía personal y salud infantil, Altamar 2008

-Paulo Freire “La educación como práctica de la libertad” siglo XXI 1973
-Paulo Freire “pedagogía del oprimido” siglo XXI 2005
– Paulo Freire “Pedagogía de la Autonomía” siglo XXI

-Peter Watson “Historia intelectual de la humanidad” Critica Barcelona 2006
-Ricardo Flecha “La pedagogía de la autonomía de Freire y la educación democrática de personas adultas” CREA 2004

Fernando Mancebo Ibañez (Psicólogo, valoración de la dependencia)

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Dar de todo a los hijos es malo

Consumismo y temple humano
Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net

 

Carácter y acierto en el vivir:100 relatos y reflexiones sobre la mejora personal
Alfonso Aguiló

 

Demasiado mimados

A lo mejor has oído aquel chiste de Eugenio del mudo de nacimiento.Iban pasando los años y el muchacho no hablaba. Sus padres lo llevaban de médico en médico, sin resultado, hasta que finalmente dieron el caso por imposible. No encontraban ninguna causa fisiológica de aquel absoluto mutismo.

Cuando la criatura tenía ya treinta y cuatro años, un buen día su madre le puso el café para desayunar, y el chico, con toda naturalidad, se dirigió a ella diciendo:

—Mamá, te olvidaste el azúcar.

—Pero, hijo mío, ¿cómo es que puedes hablar y llevas treinta y cuatro años sin hacerlo?

—Es que hasta ahora todo había estado perfecto —respondió.

Me imagino que tus hijos no estarán tan mimados como éste, que lo estaba tanto que en treinta y cuatro años no necesitó hacer casi nada por sí mismo, ni siquiera hablar. Pero piensa si no estarán llevando una vida demasiado fácil y demasiado cómoda. Es un error que tiene diversas manifestaciones. Por ejemplo:

Cuando los chicos tienen demasiadas cosas. Platón aseguraba que el exceso de bienes materiales produce delicuescencia en el alma, y Schopenhauer decía que es como el agua salada, que cuanto más se bebe, más sed produce.

Culpable quien financia         Los hijos criados en una atmósfera de sobriedad se forjan en la mejor fragua de virtudes. Hay una sencilla ley psicológica: lo que te ha costado mucho esfuerzo conseguir, lo valoras mucho. Lo que se te entrega por la vía rápida, casi lo desprecias. Muchos chicos tienen de todo pero han perdido capacidad para disfrutar lo que tienen porque apenas les cuesta obtenerlo.Cuando permitimos que entren en el juego de la fiebre consumista, del consumir por no ser menos que los demás, por no estar por debajo del promedio estadístico.

Es triste que haya tantas personas que se centran tanto en el tener en vez de en el ser. En las aulas puede observarse con facilidad lo que puede llegar a sufrir un adolescente por esa angustia de vestir a la moda, o de tener mejor material escolar o de deporte que sus compañeros.

Es cierto que poco podemos hacer por suprimir esas modas. Pero cuando claudicas ante ellas no haces bien a tus hijos. El culpable del consumismo es quien lo financia. «Mi padre me echa siempre una charla —decía aquella chica— pero al final me lo compra todo y me deja hacer siempre lo que quiero.»

Lo que cuesta el dinero         Recuerda que la virtud no se adquiere por repetición de charlas, sino por repetición de actos que configuran un modo de ser. Igual que en una clase de gimnasia no bastaría con que el profesor se dedicase todo el tiempo a realizar una exhibición de perfectos movimientos gimnásticos mientras los alumnos miran. No es suficiente con explicar la teoría.Cuando no les enseñamos a conocer el valor del dinero y a administrarlo. Muchos chicos y chicas jóvenes parece que tienen las manos horadadas. No saben lo que es tener dinero para comprar algo y no comprarlo: da igual que sean unas zapatillas de deporte que unas chucherías, o agotar todas sus reservas en la barra de un bar. No saben lo que es el ahorro. No les dura nada el dinero en el bolsillo.

Si no cambian, cuando sean mayores se les escapará el dinero de entre las manos, porque ahora no conocen su valor. Quizá, como decía Wilde, saben el precio de todo pero no conocen el valor de nada.

Es positivo acostumbrarse a la economía ya en los años de la juventud. «Cuando trabajas para conseguirte el dinero, —me decía uno en cierta ocasión— ya lo gastas de otra manera, te lo piensas.» La economía educa el carácter y aumenta el sentimiento de autonomía, mientras que el exceso de dinero induce a la ligereza. El ahorro —sin caer en extremos anormales— puede ser muy formativo.