El coste de la ruptura familiar

El precio que pagan los contribuyentes por la ruptura de las familias

Advertencias sobre las drásticas consecuencias sociales y económicas

ROMA, domingo, 25 mayo 2007 (ZENIT.org).- La desintegración de la vida familiar está costando un gran parte de los impuestos. Un informe publicado en abril calcula el coste anual en 112.000 millones de dólares, sólo en Estados Unidos.

«El coste de los impuestos del divorcio y de criar a los hijos fuera del matrimonio: primeras estimaciones para la nación y otros 50 Estados», ha sido publicado por cuatro organizaciones: el Institute for American Values, el Georgia Family Council, el Institute for Marriage y la Public Policy and Families Northwest.

«Este estudio documenta por primera vez que el divorcio y el criar a los hijos fuera del matrimonio – ambas cosas malas para los niños – también están costando un montón de dinero a los contribuyentes», afirmaba David Blankenhorn, presidente del Institute for American Values, en una nota de prensa que acompañaba el informe.

El matrimonio es más que una institución moral o social, observa el mismo estudio. Es una institución económica, y cuando se rompe los costes para los gobiernos locales, estatales y federales son muy altos.

El informe calcula en 112.000 millones de dólares el coste anual – o más de 1 billón de dólares en la pasada década -, algo que los autores consideran una estimación mínima. El gobierno federal soporta la carga más pesada, 70.100 millones de dólares, seguido por los estados con 33.000 millones, y 8.500 millones a nivel local.

Estos costes vienen de diversas fuentes: aumento de los gastos provenientes de impuestos para los programas contra la pobreza, la justicia penal y los programas de educación, y una aportación menor a los impuestos por parte de individuos que, como adultos, ganan menos debido a la reducción de oportunidades, resultado de haber crecido con más probabilidad en la pobreza.

El estudio sostiene que el apoyo del gobierno al matrimonio y a la familia sería una política económica inteligente. Sólo una ligera reducción de la tasa de divorcios podría ahorrar miles de millones de dólares al año.

Algunos estados se han dado cuenta de esto y el informe cita el ejemplo de Texas, que aprobó recientemente dedicar 15 millones de dólares en los próximos dos años para educación matrimonial y otros programas. El estudio explica que si esto trae consigo un descenso de menos del 1% en las rupturas matrimoniales, tendrá un resultado real para los contribuyentes tejanos.

Cambios espectaculares

El estudio presenta una visión general de los enormes cambios de la vida familiar en las últimas décadas.

– Entre 1970 y el 2005, la proporción de niños que viven con sus dos progenitores casados ha descendido del 85% al 68%.

– Más de un tercio de los niños de Estados Unidos nacen actualmente fuera del matrimonio: el 25% de los bebés blancos no hispanos, el 46% de los hispanos, y el 69% de los afroamericanos.

– En el 2004, casi 1,5 millones de niños nacieron de madres no casadas.

– Ha habido un ligero descenso en el número de divorcios desde 1980, no obstante esto se ha compensado por el aumento del número de niños criados por parejas no casadas, por lo que el porcentaje de niños que viven con un único progenitor ha aumentado sin descanso de 1970 a 1998, con una pequeña disminución después de 1998.

– El informe admite que un tema crucial es verificar hasta qué punto hay una relación causal entre la fragmentación familiar y los costes económicos para el gobierno.

Los autores prosiguen mostrando evidencias de diversas fuentes que prueban su afirmación. Existe una amplia documentación, observan, de que el divorcio contribuye a la pobreza infantil.

El análisis sugiere que prácticamente todo el aumento en la pobreza observado entre las madres divorciadas tiene su causa en el mismo divorcio, indica el informe citando un reciente estudio.

También se han investigado con profundidad los efectos en los niños del divorcio y de ser criados por un solo progenitor. El estudio cita investigaciones académicas en las que se indica cómo el vivir estas situaciones lleva a índices de criminalidad más alto y a problemas de delincuencia.

Colapso de los ingresos

Las evidencias de otros países respaldan el informe de Estados Unidos. En Inglaterra, entre 1991 y 1997, el descenso medio de los ingresos de una madre tras la separación fue del 30%, informaba un estudio publicado por el Institute for Social and Economic Research de la Universidad de Essex.

En su reportaje del 5 de marzo sobre el estudio, el periódico Guardian observaba que en los últimos años este descenso se ha suavizado de forma sustancial. Entre 1998 y el 2004, el descenso de renta fue sólo del 12%.

No obstante, los investigadores atribuían parte de esta mejora a un incremento en el nivel de apoyo económico del estado.

Los hogares rotos también crean problemas para los colegios, informaba el 19 de marzo el periódico Telegraph. El declive de la familia tradicional está creando un «círculo vicioso» de fracaso escolar, pobreza y crimen, según la Association of Teachers and Lecturers, una organización de más 160.000 miembros.

El Telegraph indicaba que se ha manifestado esta preocupación precisamente en el momento en que se publicaban las cifras oficiales de madres solteras en Gran Bretaña que han aumentado en la pasada década en 250.000, llegando hasta casi los dos millones.

Otra consecuencia para los niños en medios de las rupturas familiares es una salud mental más pobre. El 24 de abril, el Times de Londres informaba que, según un estudio encargado por Children’s Society, más de un cuarto de los jóvenes de menos de 16 años se sienten deprimidos por las tensiones de la vida familiar, las amistades y el colegio.

Miles de niños tomaron parte en el estudio y, para muchos de ellos, la ruptura familiar era el problema.

Los apuros europeos

Europa también está sufriendo grandes cambios en la vida familiar, como apuntaba un estudio reciente publicado por la agencia de noticias Fides, la agencia misionera del Vaticano. En un dossier titulado «La Crisis de la Familia en Europa», la agencia reunía información de varios estudios y organizaciones.

La población de Europa pronto empezará a disminuir y ya está envejeciendo rápidamente, advertía Fides. Cada 25 segundos hay un aborto en los 27 países miembros de la Unión Europea, indicaba el informe, mientras que, al mismo tiempo, se cierran 3 escuelas al día debido a la escasez de niños.

Tanto hombres como mujeres posponen el matrimonio, y en el 2005, casi 1,9 millones de niños nacieron fuera del matrimonio. En algunos países cerca de la mitad de todos los nacimientos se atribuyen a madres solteras o a parejas de hecho. El número de divorcios sigue aumentando, con millones de niños afectados.

En medio de estas tendencias, Fides indicaba también que, del 27% de producto interior bruto que Europa destina a gastos sociales, sólo un parte muy pequeña se dirige a apoyar a las familias, que, según parece, no se consideran una prioridad.

De hecho, el informe establece que «las instituciones y la legislación europeas consideran la familia como un legado histórico, en vez de una institución que pueda formar parte del futuro».

Por ello, añadía, los gobiernos no apoyan de forma activa a la familia basada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer y, a la contra, apoyan diversas formas de cohabitación.

También hay medidas que permiten la adopción de niños por solteros, en lugar de por parejas casadas, así como permitir la adopción a las parejas de hecho y a las del mismo sexo.

Realidad fundamental

Benedicto XVI, consciente de la calamitosa situación de la familia, suele expresarse pidiendo a las autoridades públicas que apoyen el matrimonio. El respeto a la familia basada en el matrimonio es «imperativo», decía el Papa el 10 de enero al dirigirse a los representantes del gobierno local de Roma y de la región del Lacio.

«Lamentablemente, cada día constatamos cuán insistentes y amenazadores son los ataques y las incomprensiones con respecto a esta realidad humana y social fundamental», comentaba el Papa.

«Por consiguiente, es muy necesario que las Administraciones públicas no secunden esas tendencias negativas, sino que, por el contrario, ofrezcan a las familias un apoyo convencido y concreto, con la certeza de que así contribuyen al bien común», concluía.

El 16 de mayo, el Papa comentaba que muchas familias están reclamando ayuda a las autoridades civiles. Benedicto XVI hizo estas afirmaciones sobre la familia durante una audiencia con los representantes del Foro de Asociaciones Familiares y de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas, reunidos en Roma para una conferencia.

«Existe la necesidad urgente de un compromiso común para apoyar a las familiares con todos los medios disponibles, sea desde el punto de vista social y económico, como del jurídico y espiritual», afirmaba el Papa.

El Santo Padre alababa la iniciativa de movilizar a la gente para apoyar políticas fiscales de apoyo a la familia. Una iniciativa dolorosamente necesaria en muchos países del mundo.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

 

El fin justifica los medios

LA PERVERSA TEORÍA DEL FIN BUENO

Robert Spaemann

Publicado en Die Frankfurter Allgemeine

Un cálculo corrupto en el fondo del debate sobre el certificado de asesoramiento previo al aborto en Alemania.

(Por ley las mujeres que quieren abortar en Alemania, tienen que recibir un asesoramiento previo, sea de la Iglesia sea de otra institución reconocida. El aborto procede cuando la mujer tiene en mano el certificado del asesoramiento previo recibido. La Iglesia ha participado inicialmente con la esperanza de lograr que la mujer desista del aborto. Por iniciativa de Juan Pablo II la Iglesia alemana ha dejado de participar porque de alguna manera aparece como colaboradora del aborto).

En el año 1952 el Tribunal Supremo alemán condenó a dos médicos por cooperación al homicidio. Los médicos, durante el año 1941, habían tomado parte en la campaña gubernamental de eutanasia masiva para los enfermos mentales. Habían elaborado listas de enfermos, entregándolos así a la muerte. Ante el Tribunal quisieron hacer valer de forma incontestable que sólo habían cooperado en la acción homicida para salvar a una parte de los enfermos que estaban amenazados de muerte. De hecho, habían excluido de las listas, aproximadamente un 25% de enfermos, infringiendo así las disposiciones vigentes. Con su conducta habían librado de una muerte segura en la cámara de gas a otros pacientes, poniéndolos a salvo o alojándolos en establecimientos confesionales.

Estos médicos fueron absueltos en la primera instancia judicial, aceptándose las alegaciones mencionadas. Sin embargo, el Tribunal Supremo federal revocó la resolución absolutoria y fundamentó su fallo del siguiente modo: ‘Cuando están en juego vidas humanas, sostener la oportunidad de aplicar el principio del mal menor en atención a valores efectivos razonables, así como intentar hacer depender la legitimidad jurídica de la acción del resultado global de la misma desde una perspectiva social, se opone a la cultura que mantiene la enseñanza moral cristiana acerca del ser humano y su índole personal’.

Los acusados ‘no habrían actuado en desacuerdo con la opinión mantenida entonces por los médicos más responsables y serios si se hubiesen negado a participar en la matanza de enfermos mentales, al precio de ser apartados de cualquier puesto de interés decisorio dentro de la maquinaria del exterminio’. El caso es que, como el juicio puso de manifiesto, hubo muchos médicos honestos que prefirieron dejar sus puestos de especialistas clínicos antes que cooperar, aun indirectamente, en la masacre de inocentes.

Los tiempos han cambiado. Los ‘patrones culturales dominantes’ ya no están orientados por la enseñanza moral cristiana que, por su parte, tiene elementos comunes con las doctrinas judaica, griega y romana. Buena parte de los herederos de esa enseñanza, y que tienen la misión de transmitirla, renuncian precisamente a seguir haciéndolo. Los médicos que entonces se apartaron de toda cooperación en el exterminio -aun tratándose de una cooperación remota- y desistieron de cualquier intento de influir en el proceso, hoy serían censurados en Alemania por ciertos obispos católicos, pues para tales médicos es mucho más congruente con su ‘bata blanca’ esa postura ética que la de contribuir a salvar el mayor número posible de vidas amenazadas y a rebajar la cifra total de muertos. Igualmente les censuraría el ‘Comité Central de los católicos alemanes’, incluso les acusaría del delito de omisión de auxilio, por su irresponsable retirada. El Papa, uno de los últimos defensores de la vieja Ética, con dos milenios y medio de antigüedad, ha sido cuestionado por algunos obispos alemanes por el hecho de que miles de no nacidos sean abandonados a la muerte. La respuesta clásica a esta cuestión es clara. Nadie tiene responsabilidad de lo que sin su intervención sucede, siendo así que esto sólo podría evitarse haciendo algo que no le incumbe hacer.

El deber de una omisión incondicional

Todo el mundo reconoce que nadie puede ser censurado por omitir una acción que le era físicamente imposible realizar, como por ejemplo en el caso de que no tuviera manos. El modo de pensar europeo -aunque no sólo de los europeos- siempre tuvo en cuenta que existen acciones que no es posible realizar moralmente. No existe responsabilidad alguna por lo que sucede sin poderlo evitar mediante tales acciones. Los médicos que no participaron en aquel asunto de la eutanasia, se encontraron como si carecieran de manos para rellenar las listas. El viejo legislador romano tenía, para esto, la clásica fórmula: ‘Las acciones que contradicen las buenas costumbres han de considerarse como aquellas que nos es imposible llevar a cabo’ (Digesto XXVII). Se podría comparar la quintaesencia de ese pensamiento con la fórmula popular de que el fin no justifica los medios.

Esta concepción será calificada por sus nuevos adversarios como fundamentalismo ético. Según ellos, el fundamentalista ético es quien piensa que hay algo a lo que no está dispuesto, aunque esté en juego el más noble de los fines. En Europa, el arquetipo literario de dicho ‘fundamentalismo’ ha sido siempre Antígona, cuya convicción de que estaba obligada a sepultar a su hermano, fundada en una tradición inmemorial, no se subordinaba a la razón de Estado. La ética filosófica clásica, que fue integrada en el cristianismo desde su comienzo, advierte que la bondad de una acción depende no sólo de ella misma -del tipo de acción que sea-, sino también de las circunstancias, de los efectos resultantes, de las alternativas disponibles y de las intenciones subjetivas de quienes toman parte en ella. Existen, no obstante, acciones cuya intrínseca malicia es perfectamente reconocible aun sin un conocimiento previo de las circunstancias, de las intenciones y motivaciones subjetivas. Son siempre reprobables, y el propósito de alcanzar un fin bueno a través de semejantes acciones nunca puede ser un buen propósito. El fin bueno no hace bueno al mal medio.

De aquí se infiere que no son válidos los imperativos que previamente desconsideran las circunstancias y que, más bien al contrario, existen mandatos incondicionales de omisión: hay cosas que el hombre debe estar dispuesto a no hacer. ‘Ese hombre es capaz de todo’ es, ciertamente, una buena tarjeta de presentación en los regímenes totalitarios y en las bandas mafiosas. Para las personas normales, se trata de una advertencia, de una señal de peligro. Y lo mismo para la ética filosófica clásica, para Aristóteles, Tomás de Aquino, Kant o Hegel. Contraponerlas como ‘ética de la convicción’ (Gesinnungsethik) y ‘ética de la responsabilidad’ (Verantwortungsethik), en el sentido de Max Weber, es errar la puntería. La cuestión no es si asumimos una responsabilidad por las consecuencias de nuestras acciones y omisiones, sino más bien a qué se refiere esa responsabilidad y si ella nos alcanza. Por eso la noción de ‘ética teleológica’ (teleologische Ethik) resulta también inadecuada como rasgo diferenciador. Toda ética es teleológica en tanto que se refiere a acciones que son siempre teleológicas, es decir, que tienen un fin. El carácter incondicionado de ciertos deberes de omisión descansa en que tenemos una responsabilidad preferente frente a los efectos por los que se define nuestra respectiva acción, así como frente a quienes están afectados inmediatamente por tales efectos. Determinadas acciones son, sin embargo, con independencia de sus consecuencias posteriores, incompatibles con esa responsabilidad. La acción de excluir a alguien de la lista para el exterminio, en el caso de los médicos mencionados al principio, afectaba directamente a quienes habían sido seleccionados para morir. De ahí que la acción sea irresponsable, aunque la contrapartida fuera que otros pudieron salvarse por ella.

En esta distinción se fundamenta el que la omisión de una acción reprobable sea una obligación absoluta, análoga a la de evitar o combatir cierta conducta. Quien considera el aborto como algo reprobable, nunca debe prestarle su cooperación. El deber que el Estado tiene de impedirlo es ciertamente un deber de rango superior, pese a la notoria insuficiencia de nuestra legislación en este punto. No obstante, ese deber ha de considerarse como la obligación de una intervención positiva con un tipo de incondicionalidad distinto al que corresponde al deber de omisión. El deber de intervenir siempre está sujeto a una ponderación en la que se tiene en cuenta que el principio del mal menor tiene un puesto legítimo, que sin embargo no entra en juego cuando se trata del deber de omisión.

Max Weber lo expuso claramente con el ejemplo del pacifista. Quien considera reprobable cualquier muerte, incluso en tiempo de guerra, puede negarse justificadamente a prestar el servicio militar. Weber sentía mayor respeto por la ‘ética de la convicción’, frente a quienes se alinean hoy con la mayoritaria ‘ética de la responsabilidad’, mientras no se politice la cuestión. Ahora bien, quien no sólo se niega a prestar el servicio militar, sino que trata de manipular políticamente la insumisión, se hace responsable de sus consecuencias, ya que se convierte en autor de aquélla. Si consigue, aunque sólo sea debilitar las fuerzas armadas de su propio país, sin llegar desde luego a suprimirlas completamente, podrá ser también responsable del estallido de la guerra, como fue el caso de los movimientos pacifistas occidentales antes de la segunda guerra mundial. En el contexto de estas ideas radica el sentido de la distinción propuesta por Weber.

Cuando Tomás Moro renunció a su puesto de Lord Canciller y volvió a su vida privada, siguió exactamente ese mismo principio. Reprobó el cisma de la iglesia de Inglaterra; no quiso contribuir de ninguna forma a su separación de la de Roma. Pero no se sentía obligado a actuar en contra como un político activo, conociendo sobre todo lo inútil de tal intento, pues a la hora de intervenir siempre se piensa en la posibilidad de éxito. Tomás Moro no estaba interesado en un inútil comando suicida. Si finalmente fue ejecutado, al no permitírsele vivir en paz ni tan solo como una persona privada, lo fue porque se esperaba de él una confesión que no concedió por ser incompatible con su conciencia. Él no se sintió llamado a hacer de héroe, que muere entregando su vida por una causa.

Una ética estratégica no es ética

Sin embargo, él estaba preparado para morir si en ello consistía el precio por la omisión de algo que consideraba reprobable. Y tampoco se dejó arrastrar por las sugestiones de su hija, que decía que finalmente todos los obispos de Inglaterra, con excepción de unos pocos, no veían la reprobación que sí veía Moro. Éste se apoyaba en el amplio consenso alcanzado por la cristiandad en los últimos mil quinientos años, consenso que ha sido quebrado, en lo que se refiere a la definición de las acciones buenas y malas, en el campo de la ética filosófica desde hace más de cien años. En el seno de la doctrina moral católica se ha roto desde hace más tiempo incluso, y en el de la teología moral católica desde hace unas décadas. No hay lugar aquí para ocuparnos de las causas de estas quiebras. El hecho es que en el debate sobre el certificado de asesoramiento que se exige como condición del aborto legal en Alemania, ambas partes se acusan recíprocamente de falta de respeto a la vida humana -una, por cooperación a la muerte, otra por omisión de la prestación de ayuda-, lo que hace que esa fractura se manifieste abiertamente sin que las partes en litigio le den su verdadero nombre.

Quizás pueda destacarse más claramente la distinción acudiendo a Kant, si bien este autor no puede ser considerado como un representante cabal de la ética clásica. Kant propone considerar las acciones desde el punto de vista de si pueden ser representadas como parte de un orden general de la vida digno del hombre. La nueva ética, en cambio, propone preguntarse si una acción es idónea para producir un cierto estado de cosas humanamente digno. A lo que nosotros hoy denominamos buenas acciones, los griegos las llamaban ‘bellas’ acciones, es decir, aquellas que se conciben en sí mismas como justas y, por ello, como posibles partes de un orden de vida justo. La nueva ética, por el contrario, considera buena una acción si el conjunto de sus efectos resulta más deseable que el conjunto de resultados que se deriven de cualquier otra alternativa disponible.

La nueva ética juzga las acciones como parte de una estrategia. La acción moral va a ser entonces una acción estratégica. Esta forma de pensar, que en un principio se denominaba corrientemente ‘utilitarismo’, tiene su origen en el pensamiento político. Bentham, padre del utilitarismo, tenía ante los ojos la política social. Y aquí se encuentra el ámbito legítimo origen de esa forma de pensamiento. La política es siempre utilitarista, y si existen límites al utilitarismo, entonces se trata de los límites que hay que poner a la política, de límites éticos. Bentham creía asimismo disponer de un claro concepto determinante de la utilidad, el placer, y a ser posible con la mayor cantidad posible de bienestar subjetivo.

Cuando John Stuart Mill introduce criterios cualitativos en semejante concepto del bienestar, afirmando ser preferible un Sócrates infeliz que un cerdo feliz, entonces se da ya un paso más allá del utilitarismo político. Posteriormente, G.E. Moore cuestionó el principio hedonista del interés utilitario, así como el que éste hubiese asumido como objetivo de la estrategia ética el incremento del contenido axiológico del mundo. Tal ‘utilitarismo ideal’ fue el que produjo, en los años sesenta, la orientación consecuencialista en la teología moral católica, cooperando en la irrupción de una visión moral de carácter estratégico enmascarada tras el equívoco concepto de una ‘ética teleológica’.

Antes de que esta ruptura encontrara su primera expresión dramática sociológicamente relevante en el asunto del certificado alemán, ya se había hecho reconocible a los observadores a través de tímidas manifestaciones. Así, por ejemplo, en las plegarias de la Iglesia ya no se pedía a Dios, como una dádiva suya, que nos haga justos, pacíficos y valientes, sino más bien que nos ‘predisponga’ en favor de la justicia, la paz y los derechos humanos, etc., lo cual, según la nueva ética, se puede conseguir sin necesidad de poseer las virtudes antes reseñadas. A la luz de la ética estratégica, el cuidado de la propia salvación -que constituía una preocupación central, tanto para la filosofía antigua como para el Cristianismo- aparece como una forma de egoísmo espiritual.

¿Es egoísmo moral tener la bata limpia de sangre?

Jean-Paul Sartre formuló constantemente este reproche contra el ‘interés por una conciencia limpia’, y finalmente lo hizo en los inacabados Cahiers pour une morale. En todo caso, esa advertencia la había limitado a los ateos. Según él, éstos estaban obligados por el consecuencialismo radical, y nadie podía arrebatarles la responsabilidad respecto del mejoramiento del mundo. Para quien persiga ese objetivo valen las palabras de Lenin: ‘Todo nos está permitido’. Para los creyentes es válida otra cosa, añade Sartre. Ellos reconocen, en primer lugar, que el destino del mundo está en las manos de Dios. Si se empeñan, según las palabras del Apóstol Pablo, en ‘conservarse sin mancha ante el mundo’, entonces no se trata de egoísmo moral, pues ellos asumen una responsabilidad ante Dios por su propia vida. Dicha responsabilidad se confirma cuando intentan que sus acciones sean ‘bellas’ (decorosas). A mí me parece que Sartre comprendió mejor que ciertos teólogos lo que supone las consecuencias morales de la fe en Dios.

Volvamos nuevamente a los argumentos obrantes en el conflicto sobre el certificado del asesoramiento en Alemania, ejemplo actual y muy controvertido del planteamiento consecuencialista. Parece en primer lugar que se trata de salvar vidas humanas, y precisamente mediante un compromiso que se asume en relación al aborto despenalizado a través de un asesoramiento previo. Y también con el objetivo de ‘no dejar a las mujeres en la estacada’, allanándoles el camino para el aborto a las que lo deseen. Aquí están en juego, evidentemente, dos diferentes objetivos que se engarzan de manera ingeniosa. Pero, ¿dónde está escrito que la Iglesia deba estar interesada, ante todo, en evitar la muerte prematura? El primer interés de la Iglesia es la ‘salvación de las almas’, no el ‘derecho a la vida’, proteger el cual es una misión del Estado. En la medida en que se delegue esa protección en la Iglesia, ambas instituciones acaban corrompiéndose. En el asesoramiento eclesiástico de ninguna manera se pone en primer lugar a los niños, sino más bien a las mujeres. La muerte prematura no existe en ningún caso sub specie aeternitatis. Ahora bien, al matar se produce el suicidio espiritual. Deja a una mujer en la estacada quien coopera a ese suicidio espiritual. De este modo se está ya programando el futuro certificado eclesiástico para la eutanasia.

Esto es así, en todo caso, si el aborto es lo que los cristianos creen que es, algo reprobable, tanto para el cristianismo como para Sócrates, cuyo análisis filosófico se ha convertido durante dos mil años en patrimonio común, pese al hecho de que pareció escandaloso a sus contemporáneos: obrar injustamente es siempre mucho peor para los que cometen la injusticia que para quienes la padecen.

El consecuencialismo continúa siendo, hoy en día, un paradigma dominante en la teología moral católica en Alemania, a pesar de que el Papa Juan Pablo II haya hecho una crítica detallada a este tipo de ética en su encíclica Veritatis splendor, señalando además su incompatibilidad con la enseñanza cristiana. La incompatibilidad de ambas morales se puso claramente de manifiesto, de manera ejemplar, en el período en el que se proyectó un nuevo certificado de asesoramiento en el que debía hacerse constar expresamente que no podía emplearse para el aborto despenalizado. Este fue nuevamente rechazado, ya que los portadores del certificado de referencia amenazaban con demandar al Estado en el caso de que mantuviera ese texto y ya no fuera reconocido, en cuanto certificado eclesiástico, como aval para la realización del aborto. El escarnio público no se hizo esperar, pero la burla y la protesta desde casi todos los sectores tradujeron realmente el panorama trágico de la cuestión, es decir, el fracaso del intento de forzar una compatibilidad entre dos formas irreconciliables de ética.

En la discusión filosófica hubo de considerarse el consecuencialismo como algo superado desde hacía tiempo. Ese modelo no es capaz de ayudarnos a formular teóricamente nuestras intuiciones morales elementales. En este sentido, John Rawls ya demostró cómo la exigencia de justicia no puede fundarse desde el consecuencialismo. Las consecuencias de una legislación pueden ser muy ventajosas en determinadas circunstancias para la mayoría, mientras una minoría puede ser privada de sus derechos por esa legislación. La objeción de que dicha ventaja pudiera no constituir una auténtica ventaja, ya que está acompañada por una corrupción moral, no le afecta al consecuencialismo. Es decir, el consecuencialismo sólo puede incluir, según su cálculo, valores extramorales, pues de lo contrario tendría que argumentar de forma circular: moralmente bueno es todo aquello que promueve un bien moral.

Una debilidad añadida a esta argumentación estratégica reside en que descubre que no disponemos de suficiente información para poder juzgar acerca de una optimización a largo plazo. Los futurólogos, que creen saber más del futuro que las personas corrientes, tendrían que exigirles a éstas que delegaran en ellos su conciencia. Así, el consecuencialismo constituye una inhabilitación moral de las personas corrientes. De nuevo el certificado del que venimos hablando supone un buen ejemplo. La cooperación al aborto puede servir quizá para impedir otros abortos, pero con gran probabilidad la presentación del certificado obtenido de instituciones cristianas sirve para debilitar la conciencia de lo injusto y de ese modo contribuye, a la larga, a multiplicar los abortos. Y es que, precisamente por medio de ese certificado, también se le arrebata al Estado su deber de protección constitucional.

Por regla general, los consecuencialistas son, asimismo, inconsecuentes. Sencillamente rechazan de todo punto y de forma concluyente aceptar las responsabilidades por las amplias consecuencias que se producen. El consecuencialismo, entonces, no puede responder de sus propias consecuencias. Esta contradicción interna, que ha desarrollado, por ejemplo, Julian Nida-Rümelin en su Crítica del consecuencialismo (1993) con matemática precisión, supone también su refutación. Una sociedad compuesta de puros estrategas privados, que subordina su acción comunicativa y su capacidad de mantener los compromisos al cálculo optimizador, quedaría paralizada. Además, el consecuencialismo promueve la extorsión, pues un consecuencialista debe estar siempre preparado para cometer un homicidio si se le amenaza con que, en caso de negarse, morirían diez personas: solamente a un consecuencialista se le puede amenazar con esto, y en este sentido aparece nuevamente el ejemplo del certificado de asesoramiento mencionado. Se intenta extorsionar a la Iglesia con la amenaza de que sin su cooperación morirían más niños. Quien participa de la deforme concepción consecuencialista de responsabilidad, tiene que sucumbir a dicha extorsión. La realidad es que, por una parte, ningún hombre puede vivir a la larga con ese concepto de responsabilidad sin corromperse moralmente y, por otra, sin sentirse permanentemente presionado.

Si nuestro deber se limita siempre a perseguir un programa de optimización, no nos estará permitido hacer casi nada más, sencillamente porque con aquel programa nos quedamos tranquilos y toda creatividad queda ahogada en ese cálculo. De todas formas, aquí es válido el dicho de que ‘lo mejor es enemigo de lo bueno’. Si siempre mantenemos el criterio de ‘lo mejor posible’, según el punto de vista de las consecuencias, entonces dejaremos de preocuparnos más ante una reflexión tan simple.

El Apóstol Pablo condena en la Carta a los Romanos la máxima: ‘Permítenos hacer el mal de modo que salga de él algo bueno’. Los consecuencialistas no se sienten aludidos por esa condena; más bien al contrario, asumen la tesis de que lo que Pablo ahí condena no se da realmente. O sea, que ellos han redefinido lo bueno y lo malo: moralmente bueno es lo que tiene consecuencia buena. La frase de Mefistófeles: ‘Yo soy una parte de aquella fuerza que siempre quiere el mal, pero siempre procura el bien’, sería aplicable únicamente a los que no saben que están procurando el bien. Mefistófeles, que lo sabe -por eso él dice que sí- es eo ipso bueno.

Aristóteles ha introducido una distinción conceptual cuyo alcance no debe ser desestimado: la que se da entre ‘poíesis’ y ‘praxis’, entre producir y actuar. El producir posee la medida de su rectitud en algo distinto del mismo producir, en un objeto producido o en una situación causada, mientras que la rectitud del actuar, por el contrario, radica en él mismo, en su adecuación a una situación, en su inserción dentro del plexo de las relaciones morales, en su ‘belleza’. La rectitud del producir viene juzgada por el ‘arte’, que los griegos denominan techné, mientras que la rectitud del obrar viene dada por la ética. Naturalmente, todo producir se halla inscrito por su parte en un contexto práctico, y por ello tampoco está exento de una evaluación moral.

¿Qué es lo que acontece, sin embargo, cuando la ética comienza a entenderse como técnica, como estrategia, como arte de la optimización? Lo que entonces ocurre es que se suprime la instancia que pone límites a la prosecución de nuestros objetivos. Se suprime lo que para los griegos representaban esos límites, el pudor -¿qué cara se pone cuando se dice algo así?, pregunta Neoptolomeo a Odiseo cuando le propone acabar con el amigo Filoctetes mediante una mentira para salvar a los griegos de Troya-; sólo queda entonces un imperativo: perseguir los fines buenos oportunamente, por lo que, con todo ello, finalmente desaparecen las que Hegel llamaba ‘relaciones morales’. En efecto, entre el que da su palabra y el que la recibe se establece una relación de este tipo. La obligación de mantener un compromiso nace de la palabra dada, y se trata de un compromiso frente a aquel a quien se le hizo la promesa. Para los consecuencialistas sólo existen obligaciones respecto a personas individuales de un modo indirecto. El auténtico objeto de la moral sólo sería ‘lo mejor’, tomado genéricamente. La posibilidad de fiarse de un compromiso representa, no obstante, un elemento importante en la convivencia humana, y la perturbación de esa confianza perjudica ese elemento. El deber de mantener un compromiso se deriva, para los consecuencialistas, del deber de la optimización. Ésta constituye una responsabilidad para el mantenimiento de la importante institución del compromiso. Pero, por ejemplo, quien se compromete a solas ante la petición de un moribundo, puede prometer lo que quiera, dada la circunstancia de estar sin testigos, sin sentirse vinculado en todo caso por la muerte del interlocutor. Promesa y ruptura de ésta quedan, pues, sin consecuencias.

Esto no es precisamente lo que la gente corriente entiende como moral, pero el consecuencialista tiene que encontrar también correcto que la gente corriente no piense de un modo consecuencialista. Esta gente podrá pensar tranquilamente en categorías de relaciones morales y seguir unas reglas normativas como si éstas contuviesen en sí mismas alguna importancia. Esto no puede ser sino una ventaja. El filósofo o teólogo consecuencialista conoce, no obstante, el arcano de la moral, y ese conocimiento lo eleva por encima de las personas corrientes. ‘Todo le está permitido’, y las normas morales le supeditan de la misma manera que a los peatones la prohibición de cruzar el semáforo en rojo. En buena ley, deberían respetarse, pero no hace falta, si las infracciones carecen de consecuencias, por ejemplo si es de noche y se cruza la calle sin niños. Ejemplo de una regla técnica, que solamente tiene consecuencia moral de modo secundario.

Tomás de Aquino dio en su Summa Theologiae un ejemplo convincente para fundamentar las normas morales que tiene conexión con lo que he denominado ‘relaciones morales’ en Hegel. Tomás describe el caso de un hombre buscado por un delito. ¿Habrá que auxiliarle, o más bien habrá que ayudar a la policía? Tomás responde: depende de las responsabilidades concretas. El gobernante ha de pensar en la eficacia policial, y la mujer del delincuente debe ayudar a su marido a ocultarse, pues ella es responsable del ‘bienestar particular de su familia’, mientras que el gobernante, por el contrario, ha de responsabilizarse del ‘bien público del Estado’. Ambos, según y cómo, deben respetar el deber del otro; la mujer no puede convertirse en terrorista, y el juez no puede perseguirla por ‘obstrucción a la justicia’. (De este modo puede el Estado, cumpliendo con su deber, hacer disminuir el número de los abortos, y la Iglesia, cumpliendo con el suyo, no cooperar en ninguno de ellos, no poniendo en práctica ninguna de las conductas cuyo resultado es el aborto).

El derecho moderno de los Estados libres contempla, por lo demás, esa misma concepción. Ni el juez ni la mujer del delincuente antes mencionados saben lo que el consecuencialista afirma saber: que, en realidad, al final ocurrirá lo mejor para todos. Tomás dice: eso sólo lo sabe Dios. Él es el único que cuida por el ‘bien del universo’. A nadie le está permitido suplantar a Dios, pues tampoco nadie conoce lo suficiente. G.E. Moore, el fundador del ‘consecuencialismo axiológico’, ha reconocido como ningún otro de sus sucesores el carácter utópico de esta teoría, cuando dice que desconocemos fundamentalmente las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones, por lo cual, como consecuencialistas, tampoco podemos conocer lo que sea lo moralmente bueno. No nos queda más que aceptar que los resultados benéficos a corto y medio plazo también lo sean a la larga. Pero, continúa Moore, no podemos afirmar tajantemente que las cosas no puedan ser de otra forma.

Que lo bueno tenga consecuencias buenas no lo consideraban Kant y Fichte como una verdad analítica, como hacen los consecuencialistas, sino como una cuestión religiosa, de fe en un gobierno divino del mundo. En lugar de querer lo que Dios quiere que suceda -y esto únicamente lo podemos conocer a posteriori- debemos, como afirma Tomás de Aquino, querer lo que Dios quiere que queramos. Esto, a diferencia de lo primero, sí podemos conocerlo, pues la razón práctica nos ilustra sin ningún esfuerzo moral de predicción

El significado del cuerpo

El significado del “cuerpo” en el hombre y en el matrimonio (Juan Pablo II)

Las enseñanzas de San Pablo sobre la pureza de corazón (4. II.81)

1. En nuestras consideraciones del miércoles pasado sobre la pureza, según la enseñanza de San Pablo, hemos llamado la atención sobre el texto de la primera Carta a los Corintios.

El Apóstol presenta allí a la Iglesia como Cuerpo de Cristo, y esto le ofrece la oportunidad de hacer el siguiente razonamiento acerca del cuerpo humano: . Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno de ellos como ha querido. Aún hay más: los miembros del cuerpo que parecen más d débiles son los más necesarios; y a los que parecen más viles los rodeamos de mayor respeto, y a los que tenemos por menos decentes los tratamos con mayor decencia, mientras que los que de suyo son decentes no necesitan de más. Ahora bien: Dios dispuso el cuerpo dando mayor decencia al que carecía de ella, a fin de que no hubiera escisiones en el cuerpo, antes todos los miembros se preocupen por igual unos de otros’ (1 Cor 12, 18. 2225).

2. La ‘descripción’ paulina del cuerpo humano corresponde a la realidad que lo constituye: se trata, pues, de una descripción ‘realista’. En el realismo de esta descripción se entreteje, al mismo tiempo, un sutilísimo hilo devaluación que le confiere un valor profundamente evangélico, cristiano. Ciertamente, es posible ‘describir’ el cuerpo humano, expresar su verdad con la objetividad propia de las ciencias naturales; pero dicha descripción con toda su precisión no puede ser adecuada (esto es, conmensurable con su objeto), dado que no se trata sólo del cuerpo (entendido como organismo, en el sentido ‘somático’), sino del hombre, que se expresa a sí’ mismo por medio de ese cuerpo, y en este sentido ‘es’, diría, ese cuerpo. Así, pues, ese hilo de valoración, teniendo en cuenta que se trata del hombre como persona, es indispensable al describir el cuerpo humano. Además, queda dicho cuán

justa es esta valoración. Esta es una de las tareas y de los temas perennes de toda la cultura: de la literatura, escultura, pintura e incluso de la danza, de las obras teatrales y, finalmente, de la cultura, de la vida cotidiana, privada o social. Tema que merecería la pena de ser tratado separadamente.

3. La descripción paulina de la primera Carta a los Corintios (12, 1825) no tiene, ciertamente, un significado ‘científico’: no presenta un estudio biológico sobre el organismo humano, o bien sobre la ‘somática’ humana; desde este punto de vista, es una simple descripción ‘precientífica’, por lo demás concisa, hecha apenas con unas pocas frases. Tiene todas las características del realismo común y es, sin duda, suficientemente ‘realista’. Sin embargo, lo que determina su carácter específico, lo que de modo particular justifica su presencia en la Sagrada Escritura, es precisamente esa valoración entretejida

en la descripción y expresada en su misma trama ‘narrativo realista’. Se puede decir con certeza que esta descripción no sería posible sin toda la verdad de la creación y también sin toda la verdad de la ‘redención del cuerpo’ que Pablo profesa y proclama. Se puede afirmar también que la descripción paulina del cuerpo corresponde precisamente a la actitud espiritual de ‘respeto’ hacia el cuerpo humano, debido a la ‘santidad’ (Cfr. 1 Tes 4, 35. 78) que surge de los misterios de la creación y de la redención. La descripción paulina está igualmente lejana tanto del desprecio maniqueo del cuerpo como de las varias manifestaciones de un ‘culto del cuerpo’ naturalista.

4. El autor de la primera Carta a los Corintios (12, 1825) tiene ante los ojos el cuerpo

humano en toda su verdad; por tanto, al cuerpo, impregnado ante todo (si así se puede decir) por la realidad entera de la persona y de su dignidad. Es, al mismo tiempo, el cuerpo del hombre ‘histórico’, varón y mujer, esto es, de ese hombre que, después del pecado, fue concebido, por decirlo así, dentro y por la realidad del hombre que había tenido la experiencia de la inocencia originaria. En las expresiones de Pablo acerca de los ‘miembros menos decentes’ del cuerpo humano, como también acerca de aquellos que ‘parecen más d débiles’, o bien acerca de los ‘que tenemos por más viles’, nos parece encontrar el testimonio de la misteriosa vergüenza que experimentaron los primeros seres humanos, varón y mujer, después del pecado original. Esta vergüenza quedó impresa, en ellos y en todas las generaciones del hombre ‘histórico’, como fruto de la triple concupiscencia (con referencia especial a la concupiscencia de la carne). Y, al mismo tiempo, en esta vergüenza como ya se puso de relieve en los análisis precedentes quedó impreso un cierto ‘eco’ de la misma inocencia originaria del hombre: como un ‘negativo’ de la imagen’, cuyo ‘positivo’ había sido precisamente la inocencia originaria.

5. La ‘descripción’ paulina del cuerpo humano parece confirmar perfectamente nuestros análisis anteriores. Están en el cuerpo humano los ‘miembros menos decentes’ no a causa de su naturaleza ‘somática’ (ya que una descripción científica y fisiológica trata a todos los miembros y a los órganos del cuerpo humano de modo ‘neutral’, con la misma objetividad), sino sola y exclusivamente porque en el hombre mismo existe esa vergüenza que hace

‘ver’ a algunos miembros del cuerpo como ‘menos decentes’ y lleva a considerarlos como tales. La misma vergüenza parece, a la vez, constituir la base de lo que escribe el Apóstol en la primera Carta a los Corintios: ‘A los que parecen más viles los rodeamos de mayor respeto, y a los que tenemos por menos decentes los tratamos con mayor decencia’ (1 Cor 12, 23). Así, pues, se puede decir que de la vergüenza nace precisamente el ‘respeto’ por el propio cuerpo: respeto, cuyo mantenimiento pide Pablo en la primera Carta a los Tesalonicenses (4, 4). Precisamente este mantenimiento del cuerpo ‘en santidad y respeto’ se considera como esencial para la virtud de la pureza.

6. Volviendo todavía a la ‘descripción’ paulina del cuerpo en la primera Carta a los Corintios (12, 1825), queremos llamar la atención sobre el hecho de que, según el autor de la Carta, ese esfuerzo particular que tiende a respetar el cuerpo humano, y especialmente

a sus miembros más ‘débiles’ o ‘menos decentes’, corresponde al designio originario del Creador, o sea, a esa visión de la que habla el libro del Génesis: ‘Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho’ (Gen 1, 31). Pablo escribe: ‘Dios dispuso el cuerpo dando mayor decencia al que carecía de ella, a fin de que no hubiera escisiones en el cuerpo, antes todos los miembros se preocupen por igual unos de otros’ (1 Cor 12, 24-25). La ‘escisión en el cuerpo’, cuyo resultado es que algunos miembros son considerados ‘más d débiles’, ‘más viles’, por tanto, ‘menos decentes’, es una expresión ulterior de la visión del estado interior del hombre después del pecado original, esto es, del hombre ‘histórico’. El hombre de la inocencia originaria, varón y mujer, de quienes leemos en el Génesis (2, 25) que ‘estaban desnudos. sin avergonzarse de ello’, tampoco experimentaba esa’ desunión en el

cuerpo’. A la armonía objetiva, con la que el Creador ha dotado al cuerpo y que Pablo llama cuidado recíproco de los diversos miembros (Cfr. 1 Cor 12, 25), correspondía una armonía análoga en el interior del hombre: la armonía del ‘corazón’. Esta armonía, o sea, precisamente la ‘pureza de corazón’, permitía al hombre y a la mujer, en el estado de la inocencia originaria, experimentar sencillamente (y de un modo que originariamente hacía felices a los dos) la fuerza unitiva de sus cuerpos, que era, por decirlo así, el substrato ‘insospechable’ de su unión personal o communio personarum.

7. Como se ve, el Apóstol, en la primera Carta a los Corintios (12, 182 5), vincula su descripción del cuerpo humano al estado del hombre ‘histórico’. En los umbrales de la historia de este hombre está la experiencia de la vergüenza ligada con la ‘de desunión en el cuerpo’, con el sentido del pudor por ese cuerpo (y especialmente por esos miembros que somáticamente determinan la masculinidad y la feminidad). Sin embargo, en la misma ‘descripción’ Pablo indica también el camino que (precisamente basándose en el sentido desvergüenza) lleva a la transformación de este estado hasta la victoria gradual sobre esa ‘de desunión en el cuerpo’ victoria que puede y debe realizarse en el corazón del hombre. Este es precisamente el camino de la pureza, o sea, ‘mantener el propio cuerpo en santidad y respeto’. Al ‘respeto’ del que trata en la primera Carta a los Tesalonicenses (4, 35), Pablo se remite de nuevo, en la primera Carta a los Corintios (12, 18-25), al usar algunas locuciones equivalentes, cuando habla del ‘respeto’, o sea, de la estima hacia los

miembros ‘más viles’, ‘más débiles’ del cuerpo, y cuando recomienda mayor ‘decencia’ con relación a lo que en el hombre es considerado ‘menos decente’. Estas locuciones caracterizan más de cerca ese ‘respeto’, sobre todo, en el ámbito de las relaciones y comportamientos humanos en lo que se refiere al cuerpo; lo cual es importante tanto respecto al ‘propio’ cuerpo como evidentemente también en las relaciones recíprocas (especialmente entre el hombre y la mujer, aunque no se limitan a ellas).

No tenemos duda alguna de que la ‘descripción’ del cuerpo humano en la primera Carta a los Corintios tiene un significado fundamental para el conjunto de la doctrina paulina sobre la pureza.

(Catequesis de Juan Pablo II sobre el matrimonio)

El invierno demográfico europeo

El invierno demográfico europeo: causas, consecuencias, propuestas (Francisco J. Contreras)

SUMARIO: 1) La demografía como tabú; 2) La trampa de la baja fertilidad; 3) La inmigración como panacea; 4) Causas económicas de la baja fertilidad (y cómo contrarrestarlas); 5) Causas ideológicas de la baja fertilidad.

La demografía como tabú

Un espectro vaga por Europa: no es el del comunismo, sino el de la senilidad. Se cierne sobre el continente un “invierno demográfico” que pondrá a muchas naciones, si no al borde de la extinción física, sí al de la evidente insostenibilidad socio-económica. Varios países –Alemania entre ellos- están

1
perdiendo ya población. Según las proyecciones de la ONU (que son

“optimistas”, en el sentido de que dan por supuesta una futura recuperación del índice de natalidad en los países en que más ha caído: esto, como veremos, es cuestionado por algunos demógrafos), Italia pasará de 61 millones de habitantes en 2010 a 56 millones en 2060; Alemania, que tenía 83 millones en 2005, habrá caído a 72 millones en 2060. Los países de Europa del Este llevan ya décadas de sangría demográfica: Bulgaria alcanzó su pico de población en 1985 (9 millones), ha bajado a 7.9 millones (2010), y se habrá despeñado hasta los 5 millones en 2060; Rumanía ha pasado desde un pico de 23 millones en 1990 a 21.5 en la actualidad, y debe descender hasta 17 millones en 2060; Rusia ha perdido ya 5 millones de habitantes desde 1995 (de 148 a 143), y debe perder 22 más en el próximo medio siglo. Todos estos cálculos incluyen ya el alivio demográfico aportado por la previsible llegada de inmigrantes (en los casos de Italia y Alemania; los países de Europa del Este no reciben inmigración).

Las tremendas consecuencias socio-económicas de este proceso se visualizan mejor si las formulamos en términos de envejecimiento de la población. La modificación de la estructura de edades de muchas sociedades europeas va a ser dramática, planteando desafíos inabordables. El índice más

1 UNITED NATIONS (Department of Social and Economic Affairs), “World Population Prospects: The 2010 Revision” [http://esa.un.org/unpd/wpp/JS-Charts/pop-tot_0.htm]-.

1

expresivo al respecto es la “old age dependency ratio” [OADR]: el porcentaje

de jubilados (más de 65 años) en relación a la población activa (entre 20 y 64

2
años). Según los datos de la ONU , en España la OADR pasará desde un 26%

en la actualidad a un 68% en 2050 (esto significa: en la actualidad hay un jubilado por cada cuatro activos [20 a 64 años]; en 2050 habrá dos jubilados por cada tres activos). En Portugal, la OADR pasará desde el 29% (2010) al 71% (2055). En Italia, desde el 33% (2010) al 67% (2050). Tales porcentajes indican el total de jubilados dividido por el número total de personas entre 20 y 64 años; ahora bien, sabemos que, en países como España, con un alto nivel de desempleo juvenil endémico, la población realmente activa es bastante inferior. Si descontamos los desempleados, la ratio real se aproximaría probablemente al 100% en 2050: un jubilado por cada trabajador.

Otro indicador revelador es la edad media de la población: se sitúa en

torno a los 40 años actualmente en la mayoría de los países; en 2050, habrá

3
subido a los 50 . El alemán medio en 2050 será una persona de 51.2 años, sin

hermanos (habrá sido hijo único: tasa de fertilidad alemana en 2000: 1.33

4
hijos/mujer) ; su “familia extensa” se reducirá a un primo(a).

La Historia, obviamente, no conoce ningún precedente de sociedades tan envejecidas, con pirámides de población “antinaturales” en las que los ancianos superan en número a los jóvenes. Los interrogantes inquietantes surgen de inmediato: en casi toda Europa, las pensiones de jubilación se basan en un sistema “de reparto”: la generación joven paga las pensiones de la generación jubilada (y espera, a su vez, ser sostenida en la vejez por la generación siguiente). Este sistema sólo es viable mientras el número de jóvenes exceda razonablemente al de viejos. Algo similar cabe plantear respecto al gasto

EUROSTAT, “Median age on 1 January of selected years” [http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statistics_explained/index.php?title=File:Median_age_on_1_Ja nuary_of_selected_years.PNG&filetimestamp=20110609133339].
4 UNITED NATIONS, Department of Social and Economic Affairs, “World Population Prospects: The 2010 Revision” [http://esa.un.org/unpd/wpp/Excel- Data/DB01_Period_Indicators/WPP2010_DB1_F01_TOTAL_FERTILITY.XLS].

3

UNITED NATIONS, “Old Age Dependency Ratios” [http://esa.un.org/unpd/wpp/JS-

2 Charts/aging-old-dep-ratio_0.htm].

2

sanitario, condenado a crecer en flecha en una sociedad que envejece

(obviamente, las personas mayores requieren más atención médica). Mantener a

un anciano le cuesta al Estado once veces más que educar a un niño hasta los

5
18 años . ¿¡Quién pagará todo eso!?

El europeo medio prefiere no plantearse estas cuestiones; si alguna vez rozan su conciencia, se encomienda pseudorreligiosamente al crecimiento económico y el progreso tecnológico (es decir, intenta creer que, a mediados del siglo XXI, Europa será tan rica y tecnológicamente avanzada que podrá permitirse sostener a un jubilado con el sobrante de lo producido por un solo trabajador). Pero se trata de una suposición muy poco razonable. El envejecimiento de la población está poniendo ya plomo en las alas de la prosperidad europea (como lo hace también en la japonesa). No hay

6
crecimiento económico sin crecimiento de la población . Más gente significa

más personas que pueden trabajar y crear riqueza, y una mayor demanda de

7
bienes de consumo y duraderos . Cuando la población envejece, disminuyen el

8
consumo (salvo el de servicios sanitarios) y la inversión . Por otra parte, el

porcentaje creciente de población jubilada obligará a los gobiernos a incrementar constantemente la presión fiscal para sostener el gasto sanitario y

5 El dato se refiere a Estados Unidos: HOWE, Neil – JACKSON, Richard, “Entitlements and the Aging of America: 2001: Chartbook”, National Taxpayers Union Foundation-Institute of Public Policy Studies, University of Denver, 2001, charts 2-3.
6 “There is no precedent in human history for economic growth on declining human capital – and that’s before anyone invented unsustainable welfare systems” (STEYN, Mark, America Alone: The End of the World As We Know It, Regnery Publishing, Washington DC, 2008, p. 3). “Over the last three decades, population growth has accounted for between one half and two- thirds of all economic growth in all industrialised countries” (LONGMAN, Phillip, The Empty Cradle: How Falling Birthrates Threaten World Prosperity and What to Do About It, Basic Books, New York, 2004, p. 42).

7 Alemania e Italia no se beneficiaron del boom inmobiliario de 1998-2007 (fuente principal del rápido crecimiento español en ese período) porque tienen pirámides de población ya envejecidas. ¿Para qué construir casas, si no hay nadie para comprarlas? Vid. MACARRÓN LARUMBE, Alejandro, “El suicidio demográfico de España (II)”, Libertad Digital [http://www.libertaddigital.com/opinion/autores-invitados/el-suicidio-demografico-de-espana-ii- 54639/].

8 “Como consecuencia del desplome demográfico que empezó hace un tercio de siglo, hay actualmente un 30% menos de españoles nativos con edades entre 18 y 25 años que hace sólo una década. Y en el segmento de edad de 25 a 35 años, de vital importancia para la productividad de las empresas, el consumo o la compra de viviendas, hay un 15% menos de españoles nativos que en el año 2000, y cada año, hasta el 2020, habrá como media un 3% menos que el año anterior. No serán ellos quienes impulsen de nuevo el crecimiento económico […]” (MACARRÓN, A., op.cit.).

3

de pensiones; esa presión asfixiará el dinamismo económico. Desde 1980, el

crecimiento del PIB de los EEUU ha sido, como promedio, un punto anual

superior al de Europa; según el detallado estudio de Philippe Durance y Michel

9
Godet , el 80% de ese diferencial se debe a la mejor situación demográfica de

EEUU (EEUU: 2.1 hijos/mujer; Europa: 1.5 hijos/mujer). Las sociedades seniles están condenadas al declive en todos los aspectos: también en el económico y científico-tecnológico (a menor porcentaje de jóvenes, menor

10 espíritu emprendedor, inventiva y disposición a asumir riesgos) .

En realidad, Europa se va a ver probablemente arrastrada a una espiral nefasta, en la que el deterioro económico y el demográfico se retroalimentarán. El creciente gasto en sanidad y pensiones impedirá el crecimiento económico; al mismo tiempo, el sombrío horizonte económico disuadirá a las parejas jóvenes de tener hijos (¿quién se atreve a procrear en un país sin futuro?). La recesión actual puede ser simplemente el comienzo de esa agonía.

Sin embargo, la élite política y cultural-mediática (especialmente en España) sigue evitando la cuestión demográfica, con irresponsabilidad suicida. Tony Blair confió al escritor Martin Amis que el problema del envejecimiento europeo sólo podía ser evocado “entre susurros” en las cumbres de estadistas; “para el ethos del relativismo –concluía Amis- el problema demográfico está tan saturado de implicaciones [morales y políticas] repulsivas, que se ha

11
prohibido el debate sobre ello” . Mencionar el colapso demográfico es

considerado ineducado y “alarmista”; proponer políticas natalistas parece todavía, en muchos países, reaccionario y fascistoide. Cuando la Xunta de Galicia debatió hace unos meses el incremento de ayudas a la maternidad, la

9 DURANCE, Philippe – GODET, Michel – MARTINEZ, Michel, « Demographie, activité, croissance : Comment expliquer les écarts de croissance entre les États-Unis et les pays européens ? », Futuribles, no 316 (2006), pp. 3-20; cf. DURANCE, Philippe – GODET, Michel, “Pas de croissance durable sans enfants”, Fondation Robert Schuman [http://www.laprospective.fr/dyn/francais/articles/articles/questions_europe26.pdf].

10 Vid. LONGMAN, PH., op.cit., cap. 9 (“The Slowing Pace of Progress”).
11 “The ethos of relativism finds the demographic question so saturated in revulsions that it is rendered undiscussable. […] The multiculturalist ideologue cannot engage with the fact that a) the indigenous populations of Spain and Italy are due to halve every thirty-five years, and b) this entails certain consequences” (STEYN, M., op.cit., p. xviii)

4

portavoz del PSOE Beatriz Sestayo se opuso, declarando que el proyecto

buscaba “exportar a Galicia el modelo familiar de la ultraderecha”, conseguir

12 “que las mujeres se queden en casa” y “vulnerar el derecho al aborto” ;

también el Consejo Económico y Social de Galicia se mostró escandalizado

ante lo que consideró “una recuperación de la retórica de la familia

13 heterosexual y la maternidad como rol social vital” .

En Hungría (un país que ha perdido ya el 6% de su población desde 1980

y que, de persistir las tendencias actuales, seguirá desangrándose aun más

14
rápido en las próximas décadas) , el gobierno utilizó hace unos meses fondos

europeos del programa PROGRESS para financiar una campaña de desincentivación del aborto (anuncios con el mensaje: “comprendo que no estás lista para recibirme … ¡pero dame en adopción y déjame vivir!”). Se calcula que, en la Europa actual, uno de cada cuatro embarazos termina en aborto; en los países excomunistas, el porcentaje es más alto. Pero la campaña suscitó la santa indignación progresista de la comisaria europea de Justicia Viviane Reding, que estimó que el mensaje pro-vida “no estaba en sintonía con la

15
agenda social europea” ; un grupo de catorce diputados del Parlamento

16 europeo interpuso también una protesta .

Diversos factores de la atmósfera cultural conspiran, pues, al eterno aplazamiento de la cuestión: la aureola “conservadora” de la idea natalista-

12 Faro de Vigo, 9-02-2011 [http://www.farodevigo.es/galicia/2011/02/09/mato-ve-ley-familia- pionera-defensa-mujer-oposicion-paso/516873.html].

La Gaceta, 16-02-2011, “Sólo los fascistas tienen hijos” [http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/solo-los-fascistas-tienen-hijos- 20110215].
14 http://esa.un.org/unpd/wpp/JS-Charts/pop-tot_0.htm

15 European Dignity Watch, “Hungary: EU-funded pro-life poster banned by the Commission” [http://www.europeandignitywatch.org/day-to-day/detail/article/hungary-eu-funded-pro-life- poster-banned-by-the-commission.html].
16 El documento rezaba: “Is the Commission aware of the fact that its PROGRESS funds, designed to support the implementation of the European Union Social Agenda, are being used to finance an anti-abortion campaign? If so, can the Commission […] explain how this campaign supports the EU policy of promoting gender equality and non-discrimination?” [http://www.europeandignitywatch.org/day-to-day/detail/article/hungary-eu-funded-pro-life- poster-banned-by-the-commission.html].

13

5

17
familiarista ; la creencia según la cual todo lo relacionado con el amor, el sexo

y la procreación pertenece a la sacrosanta y libérrima esfera privada (¡pero

tiene consecuencias públicas!); la tendencia a imputar motivaciones “racistas”

a cualquiera que alerte sobre los conflictos previsibles en una Europa cuyos

huecos demográficos serán colmados (insuficientemente) por inmigrantes de

18

… Y también, la inercia del paradigma neomalthusiano (la inquietud por la “explosión demográfica”, característica de los años 60-70, que muchos no se han molestado en revisar) y la simple pereza mental. Las encuestas muestran que casi la mitad de los ciudadanos creen que “la población

19
mundial se dobla cada 20 años o menos” ; son muy pocos los que saben que el

ritmo de crecimiento se ha desacelerado enormemente (y que, de hecho, la población mundial comenzará probablemente a descender en algún momento entre 2045 y 2060). Mucha gente sigue instalada en un imaginario a lo Paul Ehrlich-Al Gore, en el que la gran amenaza es la superpoblación, el

20 21 agotamiento de recursos naturales y el “calentamiento global” .

La “trampa de la baja fertilidad”

17 “Taboue dans certains pays comme l’Allemagne, l’Espagne et l’Italie où elle rappelle des périodes historiques de dictature, la question de la politique familiale, en France même, souffre d’une image de droite conservatrice, alors que ses promoteurs à la Libération, comme Alfred Sauvy, étaient plutôt d’inspiration socialiste » (DURANCE, Philippe – GODET, Michel, « Pas de croissance durable sans enfants », cit.).

18 “The refined antennae of Western liberals mean that whenever one raises the question of whether there will be any Italians living in the geographical zone marked as Italy a generation or three hence, they cry, “Racism!”. […] But it’s not about race; it’s about culture” (STEYN, M., America Alone, cit., p. xlii). En efecto, la conflictividad no está relacionada con el color de la piel, sino con valores y visiones del mundo incompatibles (en este sentido, un angoleño cristiano, por ejemplo, puede resultar más asimilable culturalmente –en Europa- que un marroquí musulmán, aunque su tez sea más oscura). “Racist!” is no more than the cry of a western liberal who can’t stand his illusions being disturbed” (op. cit., p. xxi).

19 ADAMSON, David M.- BELDEN, Nancy- DaVANZO, Julie- PATERSON, Sally, How Americans View World Population Issues: A Survey of Public Opinion, Rand Corporation, Washington DC, 2000.
20 Huelga decir que las catástrofes ambientales y económicas profetizadas repetidamente por el movimiento ecologista (por ejemplo, el célebre informe “Los límites del crecimiento” [1972] del Club de Roma) nunca se han materializado. La inversión de la pirámide demográfica europea, en cambio, avanza inexorable, y puede documentarse en los gráficos de la ONU. “Today we’re the dwindling resource, not the oil. We’re the endangered species, not the spotted owl. The “population explosion” is a prop of the Western progressive’s bizarre death-cultism” (STEYN, M., op. cit., p. 7).

21 Sobre la histeria “calentológica”, vid. PHILLIPS, Melanie, “The Myth of Environmental Armageddon”, en The World Turned Upside Down, Encounter Books, New York-London, 2010, p.13 ss.

cultura musulmana

6

Creo que lo que subyace más profundamente a los diversos tics, autoengaños y prejuicios “progresistas” que impiden apreciar la gravedad del desafío demográfico (o reaccionar a él de manera consecuente) es una actitud paradójicamente … conservadora. Se trata de la inclinación a “dar por supuesta” la reproducción de la especie: que la gente tenga hijos se considera “lo natural”, lo esperable, lo asegurado en todo caso, lo que va de suyo. Hablo de “conservadurismo” porque, en definitiva, se trata de presuponer que la humanidad conservará indefinidamente ese interés en la procreación que ha acreditado durante 150.000 años. Los progresistas, alérgicos a la noción de “ley natural”, confían implícitamente, sin embargo, en una ley natural que impediría a la especie suicidarse demográficamente.

En el gremio de los demógrafos profesionales, esta confianza básica en la sensatez reproductiva de las sociedades adopta la forma de la “teoría trifásica”; todos los países estarían llamados a completar una secuencia configurada por: 1) fase de alta fertilidad tradicional; 2) “transición demográfica”: caída acelerada de la natalidad (con la llegada de los anticonceptivos, la incorporación de la mujer al mercado laboral, etc.) y 3) fase de post-transición, en la que el índice de fertilidad se estabiliza finalmente en torno a 1.85

22 hijos/mujer. Esta teoría informa todas las proyecciones de Naciones Unidas ,

incluidas las que expusimos supra. Esos cálculos (de por sí ya bastante

sombríos) presuponen que las tasas de fertilidad de los numerosos países

europeos que en los años 90 cayeron a pozos de lowest-low fertility de 1.3

23

hijos/mujer o menos

volverán a subir hasta 1.85.

En realidad, la pequeña historia de la ciencia demográfica debería haber vacunado ya a las organizaciones internacionales frente a esta fe en “leyes

22 “In general, it was assumed that fertility would recover from very low levels of fertility, following a uniform pace that would also converge to the fertility floor of 1.85 children per woman” (UNITED NATIONS, “Assumptions Underlying the 2010 Revision” [http://esa.un.org/wpp/Documentation/WPP2010_ASSUMPTIONS_AND_VARIANTS.pdf]).

23 Entre otros: Rusia: 1.25 en 1995-2000; Bulgaria: 1.22 en 1995-2000; Ucrania: 1.15 en 2000- 2005; Italia: 1.22 en 1995-2000; Grecia: 1.28 en 2000-2005; España: 1.19 en 1995-2000 (vid.: http://esa.un.org/unpd/wpp/Excel- Data/DB01_Period_Indicators/WPP2010_DB1_F01_TOTAL_FERTILITY.XLS).

7

[demográficas] naturales” y “umbrales irrebasables”. Por ejemplo, en los años

70 la ONU afirmó que la esperanza media de vida no podría superar un techo

biológico cifrado en los 72.6 años para los varones y los 77.5 para las

24
mujeres . En estadísticas posteriores, por supuesto, tuvo que desechar este

principio, cuando se comprobó que la expectativa de vida seguía creciendo (Francia: varones, 79; mujeres, 84); por supuesto, el incremento de la esperanza de vida repercute negativamente en la estructura de edades de la población. En lo que se refiere al índice de natalidad, hasta 1999 la cifra mágica de convergencia (la tasa en torno a la cual, según la ONU, terminarán agrupándose todos los países cuando completen sus transiciones demográficas) iba a ser la de 2.1 hijos/mujer (¡exactamente el índice de reemplazo generacional!: ¡qué bien hechas están las “leyes naturales”!). El hundimiento de las tasas de natalidad en muchos países en los 90 (fenómeno de la lowest- low fertility) obligó a la ONU a rebajarla a 1.85 … de momento25.

La confianza en una convergencia post-transicional global en un reconfortante 2.1 o en un menos reconfortante 1.85 parece, pues, más un postulado de wishful thinking que una conclusión científica sólida26. Los demógrafos están sorprendidos por la velocidad a la que está teniendo lugar la caída de los índices de natalidad en el Tercer Mundo: la “convergencia demográfica” (caída de la fertilidad de los países pobres a los niveles propios de los países desarrollados) se está adelantando en mucho a la económica, con la inquietante consecuencia de que muchos de esos países “se harán viejos

27 antes de hacerse ricos” .

24 Vid. LUTZ, Wolfgang – SKIRBEKK, Vegard – TESTA, Rita, “The Low Fertility Trap Hypothesis: Forces that May Lead to Further Postponement and Fewer Births in Europe”, Vienna Yearbook of Population Research, 2006, p. 169.
25 “For decades population forecasters have assumed that fertility would not fall below replacement, only to find that already more than half of the world’s population today is below replacement” (LUTZ, W.-SKIRBEKK, V.-TESTA, R., “The Low Fertility Trap Hypothesis”, cit., p. 179).

26 “For what reasons do these projections assume such an unusual reversal in the trend? […] [N]one of these population projections provide the users with a clear theoretical reason for why, in the case of fertility, the declining trend is assumed to reverse […]” (LUTZ, W.-SKIRBEKK, V.-TESTA, R., “The Low Fertility Trap …”, cit., p. 171).

27 “The spread of below-replacement fertility to formerly high fertility countries has occurred at a remarkably rapid pace and implied a global convergence of fertility indicators that has been quicker than the convergence of many other socioeconomic characteristics” (KOHLER, Hans-

8

Una leve recuperación de las tasas de natalidad en los primeros años del

siglo XXI llevó a algunos demógrafos a anunciar “el final de la lowest-low

fertility”28. En realidad, el análisis de las curvas lleva a la conclusión de que,

efectivamente, se ha producido cierta remontada, pero ésta queda limitada a la

Europa nórdica y atlántica (Dinamarca pasó de un mínimo histórico de 1.43

hijos/mujer en 1980-85 a 1.85 en 2005-10; Francia, de 1.71 en 1990-95 a 1.97

en 2005-10; Holanda, de 1.52 en 1980-85 a 1.75 en 2005-10; Noruega, de 1.69

en 1980-85 a 1.92 en 2005-10). El relativo optimismo de la ONU y de

demógrafos como Goldstein y Sobotka se basa en la suposición de que la

Europa central, oriental y mediterránea seguirá también esta pauta. Sin

embargo, la recuperación esbozada en estas otras regiones es verdaderamente

mínima (Alemania sólo ha subido desde 1.30 en 1990-95 a 1.36 en 2005-10;

Austria, de 1.37 en 1995-2000 a 1.38 en 2005-10; Italia, de 1.22 en 1995-2000

a 1.38 en 2005-10) y reversible. Es especialmente ilustrativo el caso de España:

tras haber subido desde 1.15 (1998) a 1.46 (2008) –sobre todo, por la avalancha

de inmigrantes con tasas de natalidad más altas- ha vuelto a descender hasta

1.37 (2010). La trayectoria de los países atlánticos y nórdicos tampoco es

uniforme e irreversible (Suecia, tras subir desde 1.65 [1980] a 2.01 [1990],

volvió a bajar a 1.56 [2000], para subir nuevamente a 1.90 [2010]). Estos datos

parecen avalar más bien la conclusión de Kohler, Billari y Ortega: “la fertilidad

lowest-low va a ser probablemente una pauta persistente, al menos durante 29

varias décadas” .

Peter – BILLARI, Francesco C. – ORTEGA, José Antonio, “Low Fertility in Europe: Causes, Implications and Policy Options”, en HARRIS, F.R. (ed.), The Baby Bust: Who Will Do the Work? Who Will Pay the Taxes?, Rowman & Littlefield, Lanham (MD), 2006, p. 48).
28 GOLDSTEIN, Joshua R. – SOBOTKA, Tomás – JASILIONIENE, Aiva, “The End of “Lowest- Low” Fertility?”, Max Planck Institute for Demographic Research, 2009.

29 “This pattern is unlikely to be a short-term phenomenon that will quickly disappear from the demographic landscape. In our opinion, lowest-low fertility is likely to be a persistent pattern, at least for several decades. […] In addition, we believe that lowest-low fertility is likely to spread in the near future to several other countries that currently experience a TFR between 1.3 and 1.4” (KOHLER, H.P.-BILLARI, F.-ORTEGA, J.A., “Low Fertility in Europe”, cit., p. 75).

9

30

Peter McDonald
umbral crítico de fertilidad (que él situaba en los 1.5 hijos/mujer) por debajo del cual se activarían mecanismos retroalimentadores que hacen extremadamente difícil la recuperación (como hemos visto en el párrafo anterior, los países del noroeste de Europa que han visto mejorar su fertilidad

31
en las últimas dos décadas no habían llegado a caer por debajo de 1.5) . La

teoría de McDonald condenaría a toda la Europa central, oriental y mediterránea a permanecer indefinidamente atrapada en la “trampa de la baja fertilidad”.

Partiendo de la hipótesis de McDonald, Wolfgang Lutz, Vegard Skirbekk y Maria Rita Testa han diseccionado tres mecanismos que, al reforzarse recíprocamente, configuran la “trampa” en cuestión.

El primero de ellos es simplemente matemático: las bajas tasas de natalidad del pasado generan un momentum o inercia negativa al modificar la estructura de edades de la población. El porcentaje de mujeres en edad fértil respecto al total de la población tiende a descender: cuanto más descienda, más tendría que subir el índice de fertilidad para obtener el mismo número de nacimientos (en un país en el que las mujeres en edad reproductiva hayan llegado a ser, por ejemplo, sólo un 15% de la población, éstas necesitarían un índice de fertilidad doble al de un país en el que representen el 30%, para

32 obtener el mismo número de nacimientos) .

30 McDONALD, Peter, “Low Fertility in Singapore: Causes, Consequences and Policies”, Forum on Population and Development in East Asia, Beijing, May 16-17, 2005.
31 Con la sola excepción de Dinamarca: 1.43 a principios de los 80.
32 “[T]he age distribution of a population exerts an independent influence on the number of births […], which is not a function of the fertility level of that period but results from past fertility, mortality and migration. This momentum can be a force towards shrinking in the case of a history of very low fertility that has modified the population age structure to such an extent that fewer and fewer women will enter reproductive age and, hence, the number of births will decline, even in the hypothetical case that fertility instantly jumped to replacement level” (LUTZ, W. et al., “The Low Fertility Trap Hypothesis”, cit., p. 174; cf. KOHLER, H.P.- BILLARI, F.-ORTEGA, J.A., “Low Fertility …”, cit., p. 86). “In Spain, for example, the cohort now in its infancy (ages 0-4) is more than 42% smaller than the cohort now in its prime reproductive years (ages 30-34). What will happen when this tiny younger generation reaches adulthood? In order to replace the members of the previous generation, each female would have to bear close to four children, as compared to the 1.15 children produced by their mothers [in the late 90s]” (LONGMAN, Phillip, The Empty Cradle, cit., p. 61).

formuló en 2005 la hipótesis según la cual existe un

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El segundo mecanismo es la interacción entre la fertilidad real y la “fertilidad deseada” (el tamaño ideal de familia: el número de hijos que la gente querría tener). Existe consenso entre los demógrafos sobre el hecho de que, en las sociedades desarrolladas (con mujeres que trabajan, anticonceptivos fácilmente accesibles, etc.), la fertilidad real siempre es inferior a la deseada: si el ideal de alguien es tener tres hijos, terminará teniendo probablemente sólo dos. Ahora bien, se ha detectado también una repercusión de la fertilidad efectiva sobre la fertilidad ideal-“deseada” de la siguiente generación: los niños que han crecido en un entorno de familias pequeñas tienden a reducir, cuando llegan a la edad adulta, su tamaño de familia soñado (por ejemplo, un estudio de Goldstein, Lutz y Testa indica que el número ideal de hijos deseado por las alemanas, que durante décadas había permanecido en 2, había

33
descendido en 2001 a 1.7) . Se da, pues, una retroalimentación descendente

entre ambas variables: cuantos menos hijos sueñe tener la gente, menos tendrán

34 de hecho, y viceversa .

El tercer mecanismo, inicialmente analizado por Richard Easterlin

35
(1980) , tiene que ver con las circunstancias económicas: no con el nivel de

renta objetivo (que no ha dejado de crecer en los países desarrollados), sino con lo que podríamos llamar “percepción subjetiva de la renta”. En efecto, lo decisivo no es el ingreso real, sino la mayor o menor correspondencia entre la renta efectiva y las aspiraciones económicas del sujeto; el contraste entre lo

36
poseído y lo esperado . Ahora bien, las expectativas económicas de la persona

(su concepción de lo que constituye “un nivel de vida digno”) se forjan en la

33 GOLDSTEIN, Joshua- LUTZ, Wolfgang- TESTA, Maria Rita, “The emergence of sub- replacement family size ideals in Europe”, Population Research and Policy Review, 22 (2003), pp. 479-496.
34 “Once the number of children (siblings, friends, children seen in other families, media) experienced during the process of socialisation falls below a certain level, one’s own ideal familiy size would become lower, which in course may result in a further decline in actual family size and still lower ideals in the subsequent generation” (LUTZ, W.-SKIRBEKK, V.- TESTA, R., op. cit., p. 179).

35 EASTERLIN, Richard, Birth and Fortune: The Impact of Numbers on Personal Welfare, Basic Books, Nueva York, 1980.
36 “Poverty and affluence are relative terms. People feel affluent not when they achieve some absolute standard of living, but when their material growth exceeds their expectations” (LONGMAN, PH., op.cit., p. 77).

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infancia y juventud, y dependen en gran medida del nivel de bienestar disfrutado en el hogar paterno. La tesis de Easterlin es que la fertilidad sube en las épocas en que existe una importante movilidad intergeneracional ascendente (las épocas en que los hijos tienen la sensación de poder progresar notablemente –educativa, económica y profesionalmente- respecto a sus padres), y desciende en aquellas en las que, habiendo sido criados los hijos en hogares acomodados, no tienen ya la expectativa de poder progresar mucho respecto a lo conseguido por sus progenitores. Aquí residiría una de las explicaciones del baby boom de la posguerra: la sensación de mejora de la generación de 1945-60 (época del Wirtschaftswunder) respecto a la de 1930-45 (que había padecido las penurias de la Gran Depresión y la Guerra Mundial) era vertiginosa, y favorecedora de la fertilidad.

Pero la ley de la utilidad marginal decreciente (la adquisición de un segundo coche genera inevitablemente menor satisfacción que la del primero, y la del tercero menos que la del segundo) hace inevitable –incluso en un contexto de crecimiento económico- el declive de la “riqueza subjetiva” (y, por tanto, también de la fertilidad). Y se genera, como en el mecanismo anterior, una retroalimentación fatal: la baja natalidad terminará afectando al crecimiento económico, y entonces el retroceso respecto a la generación anterior será, no ya sólo “psicológico”, sino real (ya conjeturan muchos que, en España, los jóvenes actuales serán la primera generación que vivirá

37
objetivamente peor que sus padres) . Lo cual hundirá aun más la natalidad. Y

así sucesivamente, hacia un deterioro económico-demográfico irreversible.

La inmigración como panacea

37 “As to expected income, a declining number of births is shaping the age distribution in a way that will result in more rapid ageing, which in turn triggers necessary changes in the social security system, which typically means cuts that will mostly affect today’s younger cohorts […]. [R]apid population ageing may also result in lower productivity and […] lead to less investment and less economic growth in the future. Both factors result in a more pessimistic outlook for today’s younger generations, which is widely documented in opinion surveys. On the other hand, aspirations for material consumption are probably higher today than they ever were boefore [advertising, wealthy homes, etc.]” (LUTZ, W. et al., “The Low Fertility Trap …”, cit., p. 176).

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Junto a la confianza voluntarista en la autorregulación espontánea de los índices demográficos (no hay tal, como acabamos de ver), el “progresista” cree tener una segunda tabla de salvación: “si no se recupera la natalidad, siempre nos quedará la opción de abrir las puertas a la inmigración”. La inmigración masiva hacia Europa comenzó en los años 50-60, cuando llegó a faltar mano de obra en el Benelux, Alemania y Francia; se la entendió en un principio como “provisional”, pero cuando sobrevino la crisis de estanflación de 1973-74, se comprobó que los inmigrantes no regresaban a sus países: al contrario, intentaban el “reagrupamiento familiar”. Grosso modo, cabe decir que los gobiernos europeos promovieron la inmigración desde los 50 a principios de los 70, intentaron restringirla en los 70 y 80, y se propusieron la “inmigración

38
cero” en los 90 (sistema de Schengen, red FRONTEX, etc.) . En los últimos

años, sin embargo, se ha producido de hecho una reconsideración de la política anti-inmigración, condicionada por la progresiva toma de conciencia sobre el invierno demográfico que se abate sobre Europa. La primera voz de alarma fue lanzada por el Informe Süssmuth en Alemania (2001); le siguió el Libro Verde Europeo sobre la Inmigración (2005), que planteaba la necesidad de abrir las fronteras a una inmigración selectiva: Europa debe “incorporarse a la

39 competición mundial por el reclutamiento de los más cualificados” . En

España, el gobierno regularizó a más de un millón de ilegales en 2005; en Francia, la ley Hortefeux (2007) introdujo el concepto de “inmigración elegida” (esto es, sólo de trabajadores cualificados: la ley CESEDA [2006] prevé para ellos una carta “compétences et talents”), que se contrapondría al de “inmigración sufrida”.

Todo parece indicar que la élite dirigente ha comprendido que la inmigración resulta inevitable en una Europa que envejece. Sin embargo, esta nueva actitud no puede ser anunciada abiertamente, pues la opinión pública no lo aceptaría: han surgido en muchos países partidos anti-inmigración, que ganan terreno constantemente. No todos son de extrema derecha: en Holanda,

38 Vid. WIHTOL DE WENDEN, Catherine, “Démographie, immigration, intégration”, Fondation Robert Schuman, 2008 [http://www.robert-schuman.eu/doc/questions_europe/qe-111-112-113- fr.pdf].
39 WIHTOL DE WENDEN, C., op. cit.

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el sociólogo homosexual Pim Fortuyn (asesinado en 2002) alcanzó gran éxito electoral alegando el peligro que corría la Europa laica, feminista y sexualmente tolerante si seguía creciendo una inmigración musulmana

40 refractaria a tales valores .

Y ésta es, precisamente, una de las razones por las que la solución inmigratoria no es una verdadera solución. La asimilación cultural-moral de la población alógena (especialmente, la de origen musulmán) ha fracasado en gran parte; Europa ha demostrado ser un melting pot mucho menos eficaz que Estados Unidos. Una Europa en la que crezca constantemente el porcentaje de musulmanes será, por decirlo suavemente … muy inestable. Las tensiones interétnicas que se han hecho patentes en los últimos años se exacerbarán, con consecuencias imprevisibles.

Confiar el futuro demográfico de Europa a la inmigración resulta lamentable desde un punto de vista histórico-moral: un continente, demasiado cansado para reproducirse, pide ser invadido por otros … Los europeos, demasiado refinados (y egoístas) para dedicarnos a criar niños, delegamos en asiáticos y africanos la “primitiva” costumbre de la procreación. Por lo demás, la inmigración –en un mundo en el que la mano de obra joven y cualificada se convertirá en un bien cada vez más escaso- constituye una verdadera rapiña de capital humano [brain drain] por parte de Europa. La solución “progresista” para la crisis demográfica europea consiste, al parecer, en arrebatarles a las

41
regiones más pobres del mundo sus mejores profesionales . Hay ya más

médicos de Malawi en la ciudad de Manchester que en todo Malawi (un país

azotado por el SIDA). El 61% de los médicos egresados de las Facultades de

42 Medicina de Ghana en 1986-96 emigraron a Europa .

40 Para una advertencia similar, vid. BAWER, Bruce, Mientras Europa duerme: De cómo el islamismo radical está destruyendo Occidente desde dentro, Gota a Gota, Madrid, 2007.
41 “[T]he complaceniks cling to the long-held Euro-Canadian policy of using the Third World as a farm team and denuding developing societies of their best and brightest. […] Personally, I’ve never seen what’s so liberal and enlightened, rather than lazy and selfish, about fleecing the Third World of its doctors and engineers” (STEYN, Mark, op. cit., p. 13).

42 Cf. datos en WIHTOL DE WENDEN, C., op.cit.

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Más allá de las objeciones morales y de la conflictividad socio-cultural previsible en una Europa semi-islamizada, lo cierto es que la inmigración no es una solución … porque no habrá suficientes inmigrantes. Los índices de natalidad, como dijimos, están cayendo a toda velocidad también en el Tercer Mundo. La ONU calculó en 2000 que llegarían a Europa 18.8 millones de inmigrantes (unos 376.000 anuales) en la primera mitad del siglo XXI. Para mantener constante la “old age dependency ratio” actual en 2050, la UE

43 necesitaría … 161 millones de inmigrantes (nueve veces más) . Los

inmigrantes, por otra parte, llegan en edades intermedias, y envejecen también:

el efecto rejuvenecedor de su llegada no es comparable al conseguido mediante

el nacimiento de niños. Es cierto que tienen, en principio, tasas de natalidad

superiores, pero tienden a imitar las pautas de (in)fertilidad locales al cabo de

44
algunos años . La inmigración no detendrá el envejecimiento europeo.

Por lo demás, la confianza de Europa en su capacidad de seguir atrayendo indefinidamente inmigrantes recuerda a la de esos patéticos ex-seductores de cabellos plateados, que creen mantener a los 60 años el charme que tenían a los 25. ¿Seguro que todavía querrán venir africanos hacia 2025 o 2030 a una Europa-geriátrico, económicamente estancada, que estará perdiendo posiciones a toda velocidad (precisamente, por su senil estructura demográfica) frente a los “países emergentes” (todavía no envejecidos) de Asia o Hispanoamérica, si

45

es que no ha sido ya superada por ellos?
consideración la hipótesis opuesta: que, cuando el declive de Europa se haga definitivamente patente, muchos de los inmigrantes retornen a sus países … y que los últimos jóvenes europeos prefieran emigrar a EEUU, Australia o Brasil. De hecho, quizás ha empezado a ocurrir ya: España ha tenido un saldo migratorio negativo en 2009 y 2010; los inmigrantes han dejado de afluir, y

43 Vid. KOHLER, H.P.-BILLARI, F.-ORTEGA, J.A., “Low Fertility …”, cit., tabla 6).
44 “[L]a fecundidad de los inmigrantes también suele caer drásticamente cuando se acostumbran a nuestro modo de vida, con la excepción parcial de los musulmanes […]” (MACARRÓN, Alejandro, “El suicidio demográfico de España (I)”, cit.).
45 “In 2020 “talented people” will be much sought after by all countries within the developed- but-depopulating world […] How attractive will the prospect of moving to the European Union and supporting a population of geriatric ingrate Continentals be?” (STEYN, Mark, op. cit., p. 14).

En realidad, habría que tomar en

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cada vez más jóvenes españoles buscan un futuro más prometedor en otros países. ¿Qué joven soportará quedarse en una deprimente Europa sin niños?

Causas económicas de la baja fertilidad (y cómo contrarrestarlas)

En el hundimiento de la natalidad europea concurren, a mi modo de ver, tanto factores socio-económicos como ideológico-culturales. Entre los primeros, los más importantes son, sin duda, la prolongación del período formativo (que ocasiona un aplazamiento del matrimonio y la procreación), la plena incorporación de la mujer al mercado laboral y la creciente “penalización” económica que comporta la paternidad. Mientras que los dos primeros factores parecen difícilmente reversibles, el tercero puede resultar compensable mediante las políticas adecuadas.

¿Cúanto cuesta criar a un hijo? Jean-Didier Lecaillon realizó en 1995 un estudio sobre cómo había evolucionado en Francia el coste de la paternidad; su conclusión fue que tiende a crecer en términos relativos: en 1979, una familia con un hijo debía tener ingresos un 19% superiores a los de una familia sin hijos para gozar del mismo nivel de vida; en 1989, la distancia había pasado a ser de un 30%. En 1979, una familia con dos hijos debía percibir ingresos un 42% superiores a los de una familia sin hijos para poder disfrutar del mismo

46 nivel de vida que ésta; para 1989, el porcentaje había subido hasta el 57% .

Phillip Longman cita una estimación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (realizada en 2001): a la familia media norteamericana le costará 211.370 dólares el mantenimiento y educación de su primer hijo, entre los 0 y los 17 años (no se incluye, pues, el precio de la universidad); el coste de cada hijo sucesivo es algo inferior (“economía de escala”: los niños compartirán quizás una misma habitación, “heredarán” ropa, etc.). Ahora bien, este balance sólo incluye partidas como alimentación, alojamiento (los metros adicionales de vivienda necesarios para hacer sitio a un niño), vestido, etc.

46 LECAILLON, Jean-Didier, La famille, source de prosperité, Régnier, París, 1995, p. 27.

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Longman arguye, razonablemente, que deberían añadirse los “costes de oportunidad”: el lucro cesante y perjuicios profesionales ocasionados por la maternidad. Si la mujer deja totalmente el trabajo para dedicarse a criar a su hijo, estará renunciando a unos ingresos totales de 823.736 $ [unos 596.000 €, o 100 millones de ptas.]; sumados a la partida anterior, completarían un total de más de un millón de dólares. Habría que añadir aún el coste derivado de la reducción de la pensión de jubilación de la madre (que no habrá podido cotizar

47 durante los 17 años de crianza) .

Ciertamente, el “coste de oportunidad” será inferior si la mujer no interrumpe su actividad profesional. Pero no dejará de existir: se ha comprobado que las madres experimentan, como promedio, una “penalización” salarial (por rendimiento inferior, discriminación empresarial [los empleadores prefieren a trabajadoras sin ataduras], etc.) de entre un 5% y un 9%; a ello habría que sumar la inversión en nannies, guarderías, etc.; el total de ello, durante 17 años, se aproxima a los 100.000 $ [72.000 €, 12 millones de ptas.].

Las ventajas fiscales, subsidios, etc. que puedan recibir las familias con hijos (que varían mucho de unos países a otros: en España, por ejemplo, son insignificantes) no compensan en ningún caso la enorme inversión realizada por los padres (una inversión que, por supuesto, no es sólo económica: también incluye noches sin dormir, pérdida de libertad, etc.). En lo esencial, el Estado sigue tratando la paternidad como una opción personal más, una cuestión de gustos: unos cifran su felicidad en tener hijos, igual que otros la cifran en viajar, pintar o cultivar un huerto (y se supone que el Estado debe permanecer

48
neutral entre todas esas “concepciones de la vida buena”) . Por ejemplo, el

sistema de pensiones penaliza de hecho a los padres frente a los childless: la mujer sin hijos (que no habrá tenido que sacrificar su carrera profesional) recibirá en la jubilación una pensión mucho más alta que la mujer que dejó de

47 Vid. LONGMAN, Phillip, The Empty Cradle, cit., p. 72 ss.
48 Este es un principio esencial del liberalismo de John RAWLS, quizás el filósofo práctico más influyente del último medio siglo.

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trabajar y cotizar … para engendrar los hijos que pagarán las pensiones de ambas. Un caso flagrante de free-riding.

La línea divisoria más importante en una sociedad post-industrial ya no es la de clase o raza, sino la reproductiva: padres frente a no padres. El Estado del Bienestar clásico (Bismarck-Beveridge) fue diseñado en una época en que lo importante era atenuar la tensión burguesía-proletariado, compensando las desigualdades de clase, mientras que la reproducción se daba simplemente por supuesta49 (“niños se tendrán siempre [Kinder hat man so wie so]”, contestó Konrad Adenauer en los 50, cuando alguien comentó que una futura caída de la natalidad podría poner en peligro el sistema de pensiones de la República Federal). La política social clásica ha dejado de ser vital en una época en que ya están garantizadas las oportunidades educativas para todos, en que el proletariado se ha aburguesado y la tensión interclasista ha perdido mordiente. En cambio, se ahonda cada vez más la distancia (en renta, en oportunidades, hasta en consideración social) entre los padres y los no padres. Con la importante diferencia de que la pertenencia a una u otra categorías es electiva: uno no escoge en qué clase social nace, pero sí decide si engendra hijos o no.

Es precisa una completa reorientación de la función redistributiva del

50
Estado del Bienestar hacia el fomento de la natalidad . Unos padres de clase

media merecen más ayuda estatal que unos no-padres de clase baja (que, si tienen ingresos bajos –en una sociedad como la europea, donde la educación es gratuita- es presumiblemente porque no quisieron estudiar o no se esforzaron lo suficiente). Las medidas imaginables son muy variadas, y no es éste el lugar para entrar en una consideración detallada. Reflejemos, a título de ejemplo, una de las propuestas de Phillip Longman: reducir en un tercio las contribuciones de Seguridad Social de los padres casados que tengan un hijo, en dos tercios las

49 “We still live in a cultural era dominated by the consequences of the 1950s baby boom. It is an era in which most members of the public still take U.S. population growth for granted, and accordingly think of no harm done to society by a childless couple” (LONGMAN, PH., op.cit., p. 163).

50 “The cost of children is now rising so rapidly in the United States and elsewhere that long- term population loss will become nearly inevitable without a more equitable sharing of the economic burdens and benefits of parenthood” (LONGMAN, PH., The Empty Cradle, cit., p. 72).

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de los que tengan dos, y eximir totalmente de contribución a los que tengan tres

o más. Llegada la edad de la jubilación, estas personas recibirían una pensión

equivalente a la que recibirían si hubiesen estado cotizando con la contribución

máxima, siempre que el hijo o hijos hayan al menos obtenido el título de

educación secundaria. Este sistema tendría varias ventajas: sólo beneficiaría a

los padres que trabajan (es decir, no incentivaría la dependencia respecto a las

prestaciones estatales como alternativa al trabajo); promocionaría el

matrimonio (la sociedad necesita que las parejas tengan un compromiso fuerte;

está comprobado que las parejas casadas tienen más hijos y los educan

51
mejor) ; no primaría a los padres simplemente por engendrar niños, sino que

requeriría de ellos que, además, velasen por su formación (hasta conseguir que, al menos, el niño obtenga el graduado escolar). La pérdida de cotizaciones motivada por las exenciones a los padres podría ser compensada de varias formas: por ejemplo, mediante una reducción general del monto de las pensiones (que dejarían de actualizarse con arreglo a la inflación) que afectaría en menor medida a los padres (pues ellos cobrarían la pensión máxima). Debe tenerse presente que el envejecimiento de la población obligará en todo caso a una reducción de las pensiones: el sistema de Longman discrimina entre padres y childless, obligando a estos últimos a soportar un porcentaje mayor de la reducción (en cambio, la otra medida aplicable –la elevación de la edad de jubilación- no distingue entre ambas categorías).

La propuesta de Longman es interesante: no requiere un difícilmente financiable aumento de las prestaciones del Estado del Bienestar sino, al contrario, una reducción selectiva de cotizaciones y prestaciones, estructurada en forma tal que beneficie lo más posible a los padres. Las políticas natalistas no tienen por qué implicar “más Estado”. Por ejemplo, reformas liberales como la implantación del co-pago sanitario (o mejor aún: co-pago para los adultos y gratuidad para la atención pediátrica) o el cheque escolar podrían tener un efecto pro-natalidad: al reducir el gasto sanitario y educativo (las escuelas

51 “Even in an age of easy divorce, the decision to marry signals commitment. Limiting benefits to married couples helps to ensure (however imperfectly) a greater increase in human capital than if the money is shared with those who have not demonstrated such a commitment” (LONGMAN, PH., op. cit., p. 175).

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privadas rentabilizan más eficazmente los recursos que las públicas: la implantación del cheque escolar permitiría una reducción importante del presupuesto en educación), permitirían una atenuación de la presión fiscal que podría beneficiar –mediante las discriminaciones y desgravaciones adecuadas- sobre todo a los padres. Lo mismo cabe decir de la liberalización del mercado laboral: parece claro que uno de los factores que contribuyen a la baja natalidad de los países mediterráneos es el alto índice de paro juvenil. Y los Estados Unidos tienen la natalidad más alta de Occidente con “menos Estado” que los países europeos y un mercado mucho más libre (que permite, por ejemplo, horarios más flexibles y hace que las mujeres encuentren más

52 fácilmente un empleo tras un período de maternidad-crianza) .

Causas ideológicas de la baja fertilidad

Una retribución más justa de la vital aportación que hacen los padres a la sociedad contribuiría, sin duda, a cierta recuperación de la natalidad … Y, sin embargo, es preciso reconocer que los condicionamientos económicos no son

53
quizás los decisivos . Transmitir la vida es lo más trascendente y misterioso

que pueden hacer las personas. Es claro que en una decisión tan importante no intervienen sólo consideraciones financieras: influyen también los valores y las creencias sobre el amor, la familia, la posición del hombre en el cosmos, el

54

sentido de la vida y de la muerte

Ningún país ha aplicado políticas natalistas tan radicales como la sugerida por Longman (que haría depender la cuantía de las pensiones de

52 “Compared to other high-income countries, this cost [of childbearing] is diminished by an American labor market that allows more flexible work hours and makes it easier to leave and then re-enter the labor force. […] As a result, despite of a lack of public financial support for families with children, it appears that the flexibility offered to individuals through the market in the U.S. facilitates integration of work and traditional family life” (KOHLER, H.P.- BILLARI, F.-ORTEGA, J.A., op. cit., p. 79).

53 “It would be foolish to suppose that money alone can explain a question as subtle and mysterious as what motivates human beings to procreate” (LONGMAN, PH., op.cit., p. 71).
54 “[S]e trata, sobre todo, de una cuestión de valores. Aunque muchos alegan que ahora no tenemos apenas hijos porque “salen muy caros” y “dan pocas ayudas”, lo cierto es que la renta per cápita real de los españoles en tiempos de nuestros abuelos y bisabuelos era 8-10 veces inferior a la actual. […] Sin embargo, nuestros ancestros tenían muchos más hijos que nosotros” (MACARRÓN, A., “El suicidio demográfico de España”, cit.).

20

jubilación del número de hijos criados). Quizás conseguirían un impacto importante. Sí se ha podido rastrear el efecto de las políticas natalistas “moderadas” (aumento de los subsidios a las madres; medidas de compatibilización familia-trabajo; prolongación de la baja maternal; disponibilidad de guarderías …). Joëlle Sleebos, en un estudio de 2003, llegó a

55
la conclusión de que su incidencia en la natalidad era … muy débil . Países

con pocos subsidios (EEUU) tienen tasas de natalidad mucho más altas que países con fuertes subsidios a la maternidad (Alemania, Austria). Anne Hélène Gauthier y Jan Hatzius calcularon en 1997 que un aumento de un 25% en los subsidios familiares se traduce en un incremento de la natalidad de sólo un

56 0.6% (es decir, 0.07 hijos/mujer) .

Por tanto, será imprescindible dar la batalla por la natalidad, no sólo en el terreno jurídico-económico, sino también en el de los valores y las ideas. Existe una ideología antinatalista compartida, de manera más o menos implícita, por muchos europeos. Muchos de nuestros contemporáneos se abstienen de la procreación, no (sólo) por “egoístas” consideraciones económicas, sino por idealismo: creen sinceramente que así prestan un servicio a la sostenibilidad ambiental y, en definitiva, a la humanidad futura. Ha tenido efectos desastrosos la filosofía ecologista-neomalthusiana a lo Club de Roma, con su mensaje apocalíptico de superpoblación, deterioro medioambiental y agotamiento de los recursos naturales (su encarnación más reciente es la “calentología” de Al Gore). En la Europa que se desliza hacia un envejecimiento fatal, todavía resuenan mensajes como el de John Guillebaud, profesor de Planificación Familiar en el University College de Londres: “la forma más eficaz de ayudar al planeta que tiene a su alcance cualquier

57
británico consiste en tener un hijo menos” . O la militante ecologista que

anunció que había abortado y se había ligado las trompas para salvar a los osos

55 SLEEBOS, Joëlle E., “Low fertility rates in OECD countries: Facts and policy responses”, OECD Social, Employment and Migration Working Papers, No. 15, 2003 [http://www.oecd.org/dataoecd/13/38/16587241.pdf].
56 GAUTHIER, Anne Hélène – HATZIUS, Jan, “Family benefits and fertility: An econometric analysis”, Population Studies, 51(3), pp. 295–306.

57 Citado en MALKIN, Michelle, “The suicide of Emma Beck and silence no more” [http://michellemalkin.com/2008/02/27/the-suicide-of-emma-beck-and-silence-no-more/].

21

polares: “cada persona que nace consume más comida, más agua, más

combustibles fósiles, y produce más basura, más polución, más gases de efecto

58
invernadero, contribuyendo a la sobrepoblación” . Como indica Mark Steyn,

vistos los raquíticos índices de natalidad europeos, rusos y japoneses, se diría

que “gran parte del mundo ha decidido actuar preventivamente contra el

59
cambio climático mediante el suicidio como sociedad” . El ecocentrismo

(Earth First!) ha rebajado drásticamente la autoestima de la humanidad: ya no somos los reyes de la creación, sino la especie advenediza que sobreconsume, se reproduce desconsideradamente y rompe los equilibrios naturales. No es de extrañar que algunos radicales deseen desagraviar a Gaia-Pachamama mediante la extinción.

Otro vector de la “ideología antinatalista” es, sin duda, el feminismo

radical. El cual casa bien con el ecocentrismo: si debemos detener a toda costa

el peligroso crecimiento de la humanidad, nada mejor que convencer a la mujer

de que los roles de esposa y madre son alienantes. Es significativo que, en el

primer capítulo de The feminine mystique (Biblia del ultrafeminismo) de Betty

Friedan (1963), el célebre ataque contra la familia americana de clase media (a

la que la autora describe como “un confortable campo de concentración”) vaya

precedido de consideraciones neomalthusianas sobre la “explosión

60
demográfica” . Y Friedan tuvo éxito: advinieron la liberación sexual (con su

secuela de volatilidad amorosa e incapacidad para el compromiso duradero), el “derecho al aborto”, el descenso de la nupcialidad, el porcentaje creciente de mujeres que aseguran no necesitar la maternidad para sentirse realizadas (un 40% de las alemanas con título universitario no tienen hijos) …

La crisis del matrimonio y la familia es, sin duda, uno de los factores que más ha influido en el descenso de la natalidad. El matrimonio es el ecosistema ideal para la vida incipiente: es más fácil adoptar la decisión de tener un hijo

58 Citado en MALKIN, M., op. cit.
59 “A large chunk of the world has evidently decided to take pre-emptive action on climate change and opt for societal suicide” (STEYN, M., op.cit., p. 8).
60 FRIEDAN, Betty, The Feminine Mystique (1963), W.W. Norton & Co., Nueva York, 1977, p. 32.

22

con una persona con la que se está comprometido “para siempre” que con un amante ocasional. Junfu Zhang y Xue Song encontraron que, en EEUU, las parejas casadas son cuatro veces más fértiles que las que cohabitan sin casarse (el 61% de las parejas que cohabitan no tienen hijos; entre las casadas, el

61
porcentaje es sólo del 22%) . Lo cual no puede sorprender, si tenemos en

cuenta que el matrimonio, pese a la incidencia creciente del divorcio, dura más (11.4 años como promedio) que la cohabitación (tres años). Y si tenemos en

cuenta que la infidelidad

62

y la violencia doméstica

63

son más frecuentes en las

parejas que cohabitan; que, en la cohabitación, lo habitual es que cada partner 64

conserve su independencia financiera ; que, consiguientemente, en el marco de

un matrimonio la mujer se atreve más fácilmente a asumir el coste económico y

65 profesional que presumiblemente comportará la maternidad , etc.

Kohler, Billari y Ortega dan a entender que se ha roto el nexo entre natalidad y nupcialidad, basándose en el dato de que algunos de los países europeos con mejores índices de fertilidad (Francia, Suecia, Noruega …) tienen

61 “On average, a married couple has 1.63 children, considerably more than the average of 0.42 among cohabiting couples. About 61% of cohabiting couples are childless, while only 22% of married couples have no children” (ZHANG, Junfu – SONG, Xue, “Fertility Differences between Married and Cohabiting Couples: A Switching Regression Analysis”, Institute for the Study of Labor, December 2007, pp. 13-14. [http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1136407].

62 TREAS, Judith – GIESEN, Deirdre, “Sexual Infidelity Among Married and Cohabiting Americans”, Journal of Marriage and the Family, 62 (2000), pp. 48-60.
63 La probabilidad de que la mujer sea agredida es tres veces superior en la cohabitación que en el matrimonio (Vid. BACHMAN, R. — SALTZMAN, L.E., “Violence Against Women: Estimates from Redesigned Survey”, Bureau of Justice Statistics, Aug. 1995, p. 3).

64 HEIMDAL, Kristen R. – HOUSEKNECHT, Sharon K. “Cohabiting and Married Couples’ Income Organization Approaches in Sweden and the United States”, Journal of Marriage and the Family, 65 (2003), pp. 539-549.
65 ¿Por qué las parejas casadas tienen más hijos? Es el hecho mismo de estar casados (y no otras características como el nivel educativo o de renta) lo que favorece la fertilidad, concluyen ZHANG y SONG tras analizar todas las variables: “The marriage itself, rather than any other individual characteristics, influenced their fertility behavior. Why does marriage make a couple behave so differently from a cohabiting couple? Most likely, it is because the closeness and stability of marriage enables married couples to specialize according to their competitive advantages, where a woman will spend more time raising children with little concern of the resulting decline of earnings capacity in the labor market. In contrast, the shorter expected duration of cohabitation makes it less feasible for such couples to […] invest in “durable goods” like children” (ZHANG, J.- SONG, X., “Fertility Differences …”, cit., p. 22).

23

66
altos porcentajes de nacimientos fuera del matrimonio . Pueden replicarse

varias cosas: que el país más fértil de Europa es la nupcialista Irlanda (2.10

hijos/mujer); que tanto en Francia-UK-Holanda-Escandinavia como en España-

Italia sigue siendo cierto que las parejas casadas son más fértiles que las no

casadas (el mayor índice de fertilidad total en Francia, etc. podría deberse, por

tanto, a otros factores, como la fuerte presencia de inmigrantes); y que

presentar a España o Italia como países “nupcialistas” es algo que sólo puede

hacerse con importantes matizaciones: también en España crece a toda

velocidad la incidencia del divorcio, el porcentaje de nacimientos fuera del

67
matrimonio, etc. … sin que eso haya servido para que se recupere la

natalidad. No cabe afirmar que el matrimonio goce de buena salud en el sur de

68

(en la treintena: la larga permanencia en el hogar paterno –una constante en los países mediterráneos- es, precisamente, uno de los factores causantes de la baja natalidad), y con la conciencia de que hay una posibilidad sobre dos de que la unión termine en divorcio. Un matrimonio fácilmente disoluble es poco más “asegurador” para la mujer que la cohabitación. El temor al divorcio (a encontrarse de pronto solas criando niños)

es una de las razones por las que las mujeres no se atreven a tener más hijos.

Junto al ecologismo antihumanista y el feminismo antifamiliarista, diría que la “ideología” que más ha dañado a la procreación es el que podríamos llamar “epicureísmo presentista”. Su principio único es “pásalo lo mejor posible mientras puedas”. Su norte es la felicidad individual de pequeño formato, poco compatible con ataduras irreversibles como la paternidad o el

66 “[C]ountries with high fertility levels no longer exhibit high marriage propensities. A similarly shifting relation occurs also with respect to fertility and divorce. […] Marriage formation and dissolution are no longer important predictors of national fertility levels” (KOHLER, H.P.-BILLARI, F.-ORTEGA, J.A., “Low Fertility …”, cit., p. 60).

67 En España el número de matrimonios al año por cada mil habitantes ha descendido de 5.88 (1980) a 4.70 (2006); el porcentaje de nacimientos extramatrimoniales ha pasado del 3.9% (1980) al 26.5% (2005); el número anual de rupturas familiares (separaciones y divorcios) ha pasado de 16.334 en 1980 a 145.919 en 2006 (Instituto de Política Familiar, “Informe sobre la Evolución de la Familia en España, 2007” [http://www.ipfe.org/Informe_Evolucion_de_la_Familia_en_Espana_2007_def.pdf]).

68 “The more common reason people wind up without children or with only one child seems to be that they defer parenthood until they believe they are economically and emotionally ready for children and then it is too late” (LONGMAN, PH., op.cit., p. 82).

Europa: la gente se casa tarde

24

emparejamiento vitalicio. Gana terreno a medida que declinan las concepciones religiosas del bien y de la salvación, así como las “grandes causas” colectivas que funcionaron como sus sucedáneos laicos (la nación, la revolución comunista …). Fenecidos los grandes relatos (religiosos o históricos), sólo queda el pequeño relato de la diversión individual. Cambiar pañales -o soportar a un adolescente rebelde- no es divertido.

Cuando el credo occidental se reduce a “comamos y bebamos, que mañana moriremos”, es lógico que los niños salgan de la escena. No importa lo que le ocurra a la sociedad dentro de 50 años: yo ya no estaré aquí para sufrir las consecuencias. Algunos culpan al capitalismo y su cuerno de la abundancia

69
de favorecer este egoísmo presentista . Otros acusan al Estado del Bienestar

socialdemócrata, que desresponsabiliza a los ciudadanos, convirtiéndolos en niños mimados que sólo saben reclamar más y más “derechos”, sin pararse a pensar quién y cómo los financiará. Los niños mimados tienden a ser egoístas.

70
Es la tesis de Mark Steyn , quien considera que el europeo medio quizás intuye

que el sistema de bienestar (pensiones, sanidad, etc.) no es sostenible a largo plazo … pero, lejos de plantearse en serio los sacrificios pertinentes (tener más hijos, aceptar recortes de las prestaciones, jubilarse más tarde, etc.), exige que se le dé lo suyo, y “después de mí, el diluvio”71. Fiat ius meum, pereat mundus. La hostilidad mostrada hasta ahora por la ciudadanía europea ante cualquier medida de ahorro que afecte al “gasto social” o los “derechos adquiridos” (disturbios en Gran Bretaña por la subida de las tasas de matrícula y en Francia por el retraso de la edad de jubilación [¡tan sólo a 62 años!], oposición sindical en España a cualquier medida de flexibilización del mercado laboral …) parece

69 Viene a ser la tesis de Daniel BELL: con su éxito, el capitalismo está minando las virtudes (de ahorro, frugalidad, esfuerzo, etc.) que permitieron su despegue. Vid. BELL, Daniel, The Cultural Contradictions of Capitalism, Basic Books, Nueva York, 1976.
70 “Since 1945, throughout the West, a variety of government interventions –state pensions, subsidized higher education […]- has so ruptured patterns of inter- generational solidarity that Continentals now exist almost entirely in a present-tense culture of complete self-absorption” (STEYN, M., op.cit., p. 43).

71 “[N]othing makes a citizen more selfish than socially equitable communitarianism: once a fellow’s enjoying the fruits of government health care and all the rest, he couldn’t give a hoot about the general societal interest; he’s got his, and if it’s going to bankrupt the state a generation hence, well, as long as they can keep the checks coming till he’s dead, it’s fine by him. “Social democracy” is, it turns out, expliclity anti-social” (STEYN, M., op.cit., p. 45).

25

abonar esta interpretación. Todo lo cual vuelve aun más dramático el problema demográfico. No sólo no parecen dispuestos los europeos a tener más hijos: tampoco están preparados para asumir los contundentes recortes de prestaciones estatales que el envejecimiento de la población inevitablemente traerá consigo.

Egoísmo, irresponsabilidad, horizonte corto … Pero, ¿por qué tendría que manejar un horizonte más largo quien está convencido de que nuestra especie no es sino un capricho de la química del carbono, que nuestros pensamientos y sentimientos no son sino fenómenos neuroeléctricos, y que nada del individuo sobrevive a su muerte física? Para cada uno de nosotros –piensa el materialista- el mundo termina dentro de 10, 30, como mucho 60 años: ¿qué sentido tiene preocuparse por lo que vaya a ocurrir después (sobre todo, si uno ha tenido la

72 precaución de no engendrar hijos por cuyo porvenir inquietarse)? .

73

(en Europa, que no en el resto y el descrédito de sus sucedáneos seculares (en los dos primeros tercios del siglo XX todavía muchos europeos creían que era preciso tener hijos “por la patria” o “por el socialismo”: ahora ya no), probablemente la filosofía implícita del hombre de nuestra época viene a ser: “he sido arrojado por azar a una existencia en la que me descubro atrapado, y que carece de todo sentido o

72 “Almost by definition, secularism cannot be a future: it’s a present-tense culture that over time disconnects a society from cross-generational purpose. Which is why there are no examples at all of sustained atheist civilizations. “Atheistic humanism” became inhumanism at the hands of the Fascists and Communists and, in its less malign form in today’s European Union, a kind of dehumanism in which a present-tense culture amuses itself to extinction. Post-Christian European culture is already post-cultural and, with its surging Muslim populations, will soon be post-European” (STEYN, M., op.cit., p. 98).

73 “[T]here is some direct, indissoluble bond between faith and the will to a future […] This is why post-Christian Europe seems to lack not only the moral and imaginative resources for sustaining its civilization, but even any good reason for continuing to reproduce” (David HART, citado en WEIGEL, George, The Cube and the Cathedral: Europe, America, and Politics without God, Basic Books, Nueva York, 2005, p. 163).

74 Vid. MICKELTHWAIT, John — WOOLDRIDGE, Adrian, God is Back: How the Global Revival of Faith is Changing the World, The Penguin Press, Nueva York, 2009; cf. CONTRERAS PELÁEZ, F.J., “Return of Religion and Western Cultural Divide”, European Ideas Network, 2010 (http://www.europeanideasnetwork.com/files/2010/seminar_9juin/M._CONTRERAs_inter vention.doc).

del mundo)

74

Con el declive creciente de la religión

26

finalidad; ya que estoy aquí, intentaré minimizar el sufrimiento durante los

años que me toquen, llevarme bien con los demás, etc. … pero nada de

sacrificarme por grandes empresas a largo plazo, ni de esfuerzos cuyo fruto no

me vaya a dar tiempo a cosechar”. Alguien que interpreta así la vida no sentirá

ninguna urgencia por multiplicarla. ¿Seguro que hacemos un favor a nuestros

hijos trayéndolos al ser? El filósofo David Benatar se ha atrevido a explicitar

lo que muchos europeos piensan ya secretamente, en un libro cuyo título es

Mejor no haber sido nunca: El daño de la existencia75. Básicamente, está de

acuerdo con Schopenhauer y Cioran en que la vida humana es sobre todo

frustración: deseo insatisfecho, carencia, tensión constante hacia objetivos que,

una vez alcanzados, decepcionan (la “melancolía del cumplimiento” de que

habló Hegel); el saldo emocional de la vida es claramente deficitario: existe

una asimetría placer-dolor; los contados momentos de plenitud no compensan

los innumerables de frustración, temor, decepción, tedio, vacío … “Si

contempláramos nuestra vida objetivamente –comenta Peter Singer en su reseña

sobre Better Never to Have Been- veríamos que no es algo que debamos infligir 76

a otros” . Singer tiene la valentía de llevar la argumentación hasta el último

paso: “Entonces, ¿por qué no nos convertimos voluntariamente en la última

generación sobre la Tierra? Si nos pusiéramos de acuerdo todos para

esterilizarnos, no serían precisos sacrificios. ¡Podríamos estar de fiesta hasta la

77
extinción!” . No estaríamos violando los derechos de nadie, pues “las

generaciones venideras” aún no existen. En todo caso, estaríamos haciéndoles un favor.

La crisis demográfica europea, por tanto, es probablemente la expresión de un cansancio civilizacional y de un nihilismo larvado: para desear transmitir la vida, es preciso creer que ésta tiene un significado. La batalla cultural por la

75 “[E]ach life contains a great deal of bad –much more than people usually think. The only way to guarantee that some future possible person will not suffer this harm is to ensure that that possible person never becomes an actual person” (BENATAR, David, Better Never to Have Been: The Harm of Coming Into Existence, Oxford University Press, Oxford, 2006, p. 5).

76 SINGER, Peter, “Should This Be the Last Generation?”, The New York Times, June 6, 2010.
77 SINGER, P., op.cit.

27

natalidad tendrá que descender hasta ese nivel fundamentalísimo: conseguir

que los europeos vuelvan a creer en algo que les trascienda y proporcione

sentido78. Alemania lo está intentando con el patriotismo (campaña Du bist

Deutschland: anuncios que ensalzan la belleza de la procreación y la vida de 79

familia, recordando al final que cada niño “es [el futuro de] Alemania”) . Los

creyentes debemos intentarlo con la religión (hay tímidos indicios de

80
recuperación de la inquietud religiosa en Europa : por cierto, es comprobable

81 estadísticamente que los creyentes tienen más hijos que los ateos) . Los

agnósticos deberían mirar con simpatía nuestros esfuerzos (en lugar de con

hostilidad: sirvan de botón de muestra los virulentos ataques de la prensa

82
“progresista” contra la reciente JMJ en Madrid , donde 2 millones de jóvenes

se habían reunido para proclamar, entre otras cosas, su convicción de que la vida tiene sentido y merece ser transmitida).

En definitiva, Europa necesita una ofensiva cultural (a favor del sentido de la vida, contra el aborto, a favor del matrimonio y la familia, etc.) similar a

78 “El problema más urgente al que se enfrenta Europa […] es la necesidad de esperanza, una esperanza que nos permita dar sentido a la vida y la historia y continuar juntos nuestro camino” (JUAN PABLO II, Ecclesia in Europa, 2003).
79 http://www.youtube.com/watch?v=PKA1M4yaDmc

80 Por ejemplo: cuatro millones de jóvenes en los funerales de JUAN PABLO II, reactivación de los centros de peregrinación [Santiago, Czestochowa, Knock, Paray-le- Monial, Medjugorje, etc.], éxito del “curso Alfa” y de las “misas de Tomás”, inmigración cristiana desde países del Sur [no toda la inmigración es musulmana], éxito inesperado de películas como “El gran silencio”, “La última cima” o “De dioses y hombres”, etc. Vid. JENKINS, Phillip, God’s Continent: Christianity, Islam, and Europe’s Religious Crisis, Cambridge University Press, Cambridge, 2007, p. 55 ss.

81 La tasa de fertilidad de las europeas en edad reproductiva que acuden a la iglesia más de una vez a la semana es 1.74; la de las que van una vez a la semana es 1.44; la de las que no van nunca es 1.19. En Europa occidental (Francia, Gran Bretaña, Holanda …), la parte más secularizada del continente, las diferencias son más acusadas: 2.66 las que van más de una vez; 1.66 las que van semanalmente; 1.10 las que no van nunca. En Europa del Sur (España, Italia, Portugal …), la tasa de natalidad de las que no pisan la iglesia es … ¡0.58! (por 1.38 de las que van más de una vez a la semana). Cf. datos en FREJKA, Tomas – WESTOFF, Charles F., “Religion, Religiousness and Fertility in the U.S. and in Europe”, Max Planck Institute for Demographic Research, 2006, p. 16 [http://www.d.umn.edu/~okuhlke/Fall%202006%20Classes/GEOG%203762%20Europe/Re adings/Week%2013%20-%20Demography/EUdemogr1.pdf].

82 “El espectáculo ha sido dantesco y de un primitivismo descorazonador: las jóvenes huestes uniformadas (unas parecían de Falange, otras boy-scouts) deambulando sin sentido, en riadas, gritando y cantando antiguallas sin cesar […], esperando a vislumbrar a Ratzinger para luego exclamar cosas propias de tarados mentales” (MARÍAS, Javier, “Excomuniones de quita y pon”, El País, 4-09-2011). “Ratzinger […] sabe que sus comandos terroristas están incardinados en todos los estamentos del Estado, en la política, en las finanzas, en la judicatura, que son quienes sostienen el tinglado de su farsa” (SACO, Manolo, “El farsante de Roma”, Público, 17-08-2011).

28

la que el movimiento conservador norteamericano ha puesto en práctica en los

83
EEUU desde hace 30 años . Esta ofensiva debería partir de la propia sociedad

civil (los creadores de opinión: los novelistas, los docentes, los periodistas, los

cineastas [películas como ¡Qué bello es vivir! o Family man pueden conseguir

más que muchas leyes]). Pero el Estado puede colaborar: la legislación envía

mensajes morales a la población. Por ejemplo, si se cuasi-equipara el

tratamiento jurídico de las parejas de hecho al de los matrimonios, se está

enviando un mensaje anti-familia: “casarse es anticuado; las leyes os prometen

las mismas ventajas sin necesidad de “atarse” para toda la vida”. Si se rodea a

la pareja casada del máximo de privilegios legales y económicos, se está

transmitiendo un mensaje de signo inverso: “casarse y tener hijos no es una

antigualla rancia y castrante, sino algo digno, noble, merecedor de

84
reconocimiento” . Probablemente, lo que necesitan los “últimos padres” no es

tanto estímulo económico como reconocimiento cultural: prestigio, gratitud, revalorización de la función parental.

83 Vid. MICKELTHWAIT, John — WOOLDRIDGE, Adrian, Una nación conservadora: El poder de la derecha en Estados Unidos, Debate, Madrid, 2006; ALONSO, Martín, La ciudad en la cima, Tébar, Madrid, 2008.
84 “Il faudrait dire clairement (mais en est-on vraiment convaincu?), et montrer concrètement, que c’est la famille en tant que telle, cellule de base de la société, premier lieu d’apprentissage des relations sociales, qui est le creuset de toute vie humaine. A partir de là, […] il convient d’engager une action en profondeur pour revaloriser culturellement la fonction parentale et accueillir l’enfant » (LECAILLON, J.D., op. cit., p. 114).

29

El padre Loring

El padre Loring, a los 89 años, hace de Internet su púlpito
Publica un nuevo sobre respuestas a preguntas de fe y vida

MADRID, jueves 25 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- El padre Jorge Loring S.I. es incombustible. A sus casi 89 años ha hecho de Internet su púlpito. Trabaja 12 horas al día. Este último año ha estado seis meses en América dando charlas y conferencias por medio continente, además de acudir a programas de radio y televisión.

Acaba de publicar «Más de 200 respuestas a preguntas que usted se ha hecho sobre la fe, la moral y la Doctrina católica» (Vozdepapel) en donde recoge las principales y reiterativas inquietudes y dudas, y sus convenientes respuestas, a las más de 50.000 preguntas que le han hecho por Internet en los últimos años. Y sigue contestando a todo el que le pregunta en jorgeloring@gmail.com.

-¿Cuándo y por qué vio la necesidad de utilizar la nuevas tecnologías para la evangelización?

Padre Loring: Porque pienso que debemos aprovechar los adelantos de la técnica para evangelizar. Por eso me metí en Internet en cuanto comenzó, hace unos diez años. Cuando, en los Juegos Olímpicos de Atlanta (EE UU), un terrorista puso una bomba, yo me enteré que aprendió a hacer bombas en Internet, y me dije: «Internet sirve para hacer terroristas, ¿por qué no va a servir para hacer católicos? Mi libro a Internet». Y así ha sido. He recibido correos electrónicos de ateos y protestantes que han abrazado la fe católica después de leer mi libro. ¡¡¡Con la ayuda de Dios!!!

Entonces, ¿se podría decir que usted fue de los primeros sacerdotes en utilizar Internet?

Padre Loring: Posiblemente. Pero no me consta ser el primero.

-¿Cuántas preguntas e inquietudes lleva respondidas en estos años?

Padre Loring: Más de cincuenta mil.

¿Cuántas horas dedica al día a responderlas?

Padre Loring: Cuando no estoy de viaje unas diez horas diarias. Muchas consultas las contesto a bote-pronto. Otras las tengo que pensar cuando me dirijo a decir Misa, pues en mi despacho no paro de escribir. Todo no lo sé. A veces consulto a los compañeros jesuitas de mi comunidad o incluso pregunto a un especialista del tema. Muchas veces las tengo ya escritas: copio, pego y mando. Pues muchas consultas se repiten. Sobre todo los protestantes que siempre repiten lo mismo, pues no quieren enterarse de las soluciones que ya se han dado.

¿Cuáles son las dudas más comunes: fe, moral o doctrina?

Padre Loring: Las de moral. Mucha gente tiene inquietudes de conciencia. Necesitan que se les oriente. Quizás el anonimato de Internet les ayude. También son frecuentes las preguntas sobre textos bíblicos. Por eso he publicado un libro titulado «Los Evangelios con 2.000 dudas resueltas» (Planeta+Testimonio), pues pongo dos mil notas escogidas de veinte Biblias.

-¿Cuál es la inquietud común y más universal que le han preguntado?

Padre Loring: Las relacionadas con lo que los protestantes acusan a la Iglesia Católica. Muchos internautas son de Hispanoamérica, y allí están invadidos de sectas que les engañan con falacias y sofismas.

¿Y la respuesta más difícil de responder?

Padre Loring: A los casados por la Iglesia, divorciados, y vueltos a casar que quieren comulgar. Uno quisiera ser amable con todos, pero no siempre puedes decir lo que ellos quieren oír.

Otro tema desagradable es el control de natalidad. Hay muchos matrimonios que no desean más hijos, y cuando se les dice que la solución es el método Billings, no se fían. Sin embargo está demostrado que el método Billings es el más seguro, el más sano, el más barato, el más sencillo y el más moral.

Usted tiene 88 años, y este verano cumple los 89 ¿A su edad no le gustaría estar felizmente retirado?

Padre Loring: De ninguna manera. Lo que le pido a Dios es ser útil hasta última hora. Cuando me quede imposibilitado, quiero morirme pronto.

-¿Qué es lo que le mantiene con esa vitalidad?

Padre Loring: Porque creo que el sacerdote debe evangelizar mientras no esté imposibilitado. Ahora tengo entre manos varios proyectos apostólicos que creo son de mucha gloria a Dios. Le pido a Dios que me aguante un poco hasta que los realice.

Entre otros estoy gestionando la traducción al chino de «Para Salvarte» por un catedrático de Shanghai. Cuando esté terminada la pienso colgar en Internet para que todos los chinos puedan leerlo gratis. Seguro que algunos, al informarse de la religión católica, abrazarán nuestra fe.

¿Cuándo vio claro que su en vocación sacerdotal estaba incrustada su vocación de divulgador?

Padre Loring: Porque desde que era joven estudiante jesuita empecé a hablar en cuarteles y cárceles. Al mes de ser jesuita me mandaron a hablar a quince soldados de un cuartel. Me temblaban las piernas debajo de la sotana. Hoy tengo delante tres mil hombres o las cámaras de televisión y estoy tan tranquilo como lo estoy mientras escribo esto. Las «tablas» dan serenidad.

¿Cuántos libros lleva vendidos de su famoso «Para Salvarte»?

Padre Loring: Más de un millón trescientos mil en España. Además se han hecho ediciones en México, Ecuador, Perú y Chile. Y se ha traducido al inglés en Los Ángeles (California) , al árabe en El Cairo y al hebreo en Jerusalén, Hoy se está traduciendo al ruso en Moscú y al chino en Shanghai.

¿Le siguen invitando por América para dar conferencias?

Padre Loring: Desde hace tiempo voy todos los años. En 2009 he dedicado a América seis meses, y dentro de dos meses vuelvo otra vez. Va a ser mi 77 salto del Atlántico, pues ya lo he saltado 76 veces. El año pasado he dado conferencias en Miami, San Diego, doce ciudades de México, Bogotá, Medellín y Lima. Ahora vuelvo a repetir en algunas y a otras nuevas.

¿A cuánta gente calcula que ha hablado en directo a lo largo de su vida?

Padre Loring: Creo que a varios cientos de miles, pues he dado muchos miles de conferencias y en muchas de ellas se han superado los mil asistentes. Conservo fotos de enormes auditorios en teatros, universidades, polideportivos, plazas de toros y fábricas. Durante veinticinco años he dado conferencias mensualmente en tres grandes factorías navales de la bahía de Cádiz de 3.000-4.000 obreros cada una, con una asistencia del 90 por ciento de los obreros.

¿Qué destacaría de su último libro «Más de 200 respuestas a preguntas…»?

Padre Loring: Que respondo a lo que la gente pregunta. Son temas que están en la calle y no siempre se tienen las respuestas correctas.

-¿Qué utilidad puede tener para sus lectores?

Padre Loring: Aclarar dudas presentes o futuras. A veces me dice la gente que me he adelantado a su duda, pues no se le había ocurrido, pero le gusta mi respuesta.

¿Cuál puede ser para usted la actividad apostólica más importante que haya tenido?

Padre Loring: Mis intervenciones en la televisión norteamericana EWTN, de la Madre Angélica, donde grabé cuarenta temas de media hora, que emiten, y repiten, desde hace años semanalmente y, según me dijeron allí, lo ven semanalmente 80 millones de hogares en toda Hispanoamérica.

De hecho he experimentado que en mis vuelos, me conoce muchísima gente: el matrimonio que está a mi lado en la cola del mostrador, la azafata que está en el mostrador, el policía de la aduana, varias personas en la sala de embarque, el piloto que pasa hacia el avión, la azafata de vuelo y la persona que se sienta a mi lado en el avión. Naturalmente no todos estos en el mismo vuelo, pero todos son casos reales en distintos vuelos. Y estos casos se han repetido. Es que 80 millones es mucha gente.

Por Sara Martín

Fuente: www.zenit.org

un gobernador que impone sus convicciones

Aceprensa

Un gobernador que sí impone sus convicciones

  •   IGNACIO ARÉCHAGA
  •   3.JUL.2011

El movimiento gay ha alcanzado un gran triunfo político con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado de Nueva York, por un margen de 33 a 29 votos en el Senado. No parecía el mejor momento para plantear la cuestión. El Senado del estado tiene mayoría republicana, que podría haberse opuesto a que el asunto se debatiera. En los distritos rurales fuera de la capital, que son cruciales para el apoyo al partido republicano, no había respaldo para esta redefinición del matrimonio. Y, con una población preocupada sobre todo por un desempleo del 9%, el asunto del matrimonio gay estaba muy abajo en la lista de prioridades. De hecho, la medida había sido rechazada por la cámara legislativa en 2009 (cfr. Aceprensa, 2-12-1009).

Pero aquí entra en juego el gobernador, demócrata, Andrew Cuomo, al frente del gobierno del estado desde enero de este año. Aunque esperó hasta 2006 para abrazar la causa del matrimonio gay, quizá para calibrar dónde podía encontrar más apoyos políticos para su carrera, luego la ha hecho suya con la entusiasta convicción del converso.

Andrew Cuomo, 54 años, es el hijo mayor de Mario Cuomo, que también fue

gobernador de Nueva York entre 1983 y 1994. Mario Cuomo (1932) fue el típico caso de católico “progresista” que, en la vida política, cuando se planteó la legalización del aborto era de los que decían: “Estoy personalmente en contra, pero no puedo imponer mis personales convicciones”, “no todo lo que es idealmente deseable es siempre posible”, etc., con lo cual se consideraba justificado para dejar que se abriera paso al derecho al aborto.

Su hijo mayor, Andrew, también se declara católico, a la vez que apoya la financiación pública del aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo que ha cambiado es que ya ni tan siquiera necesita recurrir al “personalmente en contra, pero…”, ya que está personalmente a favor.

Y no solo personalmente, sino que ha puesto toda la carne en el asador para forzar la maquinaria política del Estado a favor del cambio de concepto del matrimonio.

La trastienda

La trastienda de la maniobra política la cuenta The New York Times (25-06-2011),

con la sinceridad de quien se felicita por el cambio y la objetividad de un diario prestigioso.
De entrada, Cuomo, con una meticulosa coordinación, unifica a los cinco grupos que hacen campaña a favor del matrimonio gay, y reprende cualquier acción por libre. Después, identifica a los senadores que pueden vacilar entre el sí y el no, y se dedica a presionarles. Los hombres de Cuomo reúnen a un grupo de ricos donantes del partido republicano, que pueden resultar muy convincentes para ganarse el voto de los senadores republicanos que están en el filo de la navaja.

Los donantes son convencidos, y pocos días después cada uno de ellos aporta un cheque de seis cifras para el lobby que lleva adelante la campaña, estimada en un millón de dólares. Estos donantes, dice el NYT, “tienen la influencia y el dinero para proteger a los nerviosos senadores de la reacción conservadora a que puede dar lugar su apoyo al matrimonio gay”. Así, senadores que en su campaña electoral se habían manifestado en contra del matrimonio gay, acaban cambiando su voto.

A uno de ellos, el republicano James S. Alesi, “los donantes republicanos le invitaron a una reunión en Park Avenue, y le dijeron que le apoyarían con entusiasmo si respaldaba el matrimonio entre personas del mismo sexo”. ¿No

huele esto a compra de votos?

Junto al poder del dinero, el reportaje refleja también cómo los lazos familiares condicionan una decisión que debería basarse en lo que es mejor para la sociedad. Sandra Lee, la mujer con la que vive Cuomo después de divorciarse de su mujer en 2003, “tiene un hermano abiertamente gay –dice el NYT– y a menudo recordaba al gobernador cuánto desearía que cambiase la ley”. Imaginemos qué se diría en el caso de un político católico cuya mujer tuviera un hermano cura, y que

recordara a su marido cuánto le gustaría que se respetase el matrimonio de siempre.

Un senador demócrata, Carl Kruger, que hace dos años votó en contra del matrimonio gay, cambió de voto –siempre según el diario neoyorquino– porque un sobrino gay de la mujer con quien vive había dejado de hablarles, lo cual estaba creando tensiones en su casa. Este senador había tenido que sufrir la acción de piquetes gays que gritaban a la puerta de su casa, pues parece que los piquetes solo están prohibidos ante las clínicas abortistas.

Lo que se desprende del reportaje es que el resultado final es el fruto del dinero,

de presiones, de simpatías familiares, de la acción –tenaz y eficaz– de un lobby, coordinado por el gobernador Cuomo. Que esto tenga algo que ver con las prioridades y la voluntad del electorado es mucho menos claro.
No vamos a extrañarnos de las maniobras, tan habituales, del juego político. Pero no cabe duda de que Andrew Cuomo es un hombre con convicciones, que no duda en luchar por imponerlas.

Fuente: www.aceprensa.es

El matrimonio visto por la clase media americana

EL MATRIMONIO VISTO POR LA CLASE MEDIA AMERICANA

 

 

¿Cómo ven los jóvenes adultos de clase trabajadora el matrimonio? Si lo aprecian, ¿por qué lo aplazan? ¿Por qué en EE.UU. la cohabitación, el divorcio y los nacimientos extramatrimoniales crecen sobre todo entre los que no completaron la secundaria? El proyecto Love and Marriage in Middle America, auspiciado por el Institute for American Values, indaga la visión del amor y del matrimonio que predomina entre los estadounidenses sin estudios universitarios.

Una de las tendencias sociales más importantes que está remodelando hoy la institución del matrimonio en EE.UU. es el surgimiento de una “desigualdad matrimonial”. A descubrirla ha contribuido el sociólogo estadounidense W. Bradford Wilcox, director del National Marriage Project y profesor de la Universidad de Virginia.

El estudio que lanzó las tesis de Wilcox a los medios analiza los cambios familiares que están experimentando los estadounidenses que solo completaron la secundaria (working class, en inglés). Representan el 58% de la población adulta con estudios, frente al 30% de los que tienen estudios universitarios (1).

Entre esos estadounidenses sin estudios universitarios, los cambios familiares son notables. En los últimos treinta años, el porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio pasó del 13% al 44%; la tasa de divorcio se mantuvo elevada (37%); y el porcentaje de mujeres de 25 a 44 años que habían vivido en parejas de hecho pasaron del 39% al 68%.

En ese mismo período de tiempo, se observa un panorama muy diferente entre los universitarios. El porcentaje de hijos extramatrimoniales también sube, pero sigue en unos niveles comparativamente muy bajos (del 2% al 6%). Lo mismo cabe decir de la cohabitación, aunque aquí el porcentaje es alto (del 35% al 50%). Pero, sin duda, lo más llamativo es el descenso de la tasa de divorcio del 15% al 11%.

El matrimonio que no llega

El estudio de W. Bradford Wilcox forma parte de un proyecto más amplio llamado Love and Marriage in Middle America. Otra parte del trabajo reúne entrevistas en profundidad a un centenar de jóvenes adultos (están en la veintena o la superan por poco) de una localidad de Ohio, realizadas por los investigadores David y Amber Lapp.

Julia y Rob conviven juntos sin casarse desde hace 12 años. Ella cuida de los dos hijos pequeños de la pareja y, además, hace un curso on line sobre negocios. Él repara tejados en verano, y transporta mesas en invierno. A los dos les gustaría casarse, pero la indecisión termina por imponerse.

Lo curioso es que ambos tienen en alta estima el matrimonio. Cuando los Lapp les llamaban al teléfono durante el mes que duraron las entrevistas, siempre saltaba el contestador con la misma canción: Love Like Crazy. La letra cuenta la historia de una pareja que se casa con 17 años –mientras todos los de su entorno les llaman locos– y, al cabo de los años, acaban celebrando sus 58 años de casados.

Para los Lapp, este hecho muestra de forma gráfica las actitudes paradójicas hacia el matrimonio de los jóvenes como Julia y Rob. Por un lado, expresa el ideal de siempre de la clase trabajadora norteamericana: la aspiración a una vida familiar estable. Por otro, la creciente indecisión que lleva a posponer e incluso a rechazar en la práctica el matrimonio.

“La mayoría de las parejas con las que hablamos –explican los Lapp– aspiran al matrimonio, o al menos a lo que ellos tienen en mente que es el matrimonio, principalmente: amor, fidelidad, estabilidad y felicidad. Esto es coherente con las estadísticas nacionales que revelan que el 76% de los que tienen estudios de secundaria declaran que el matrimonio es ‘muy importante’ o ‘una de las cosas más importantes’ en su vida”.

El problema –añaden– es que aunque los jóvenes de clase trabajadora sueñen con el amor, el compromiso, la estabilidad y la familia, tienen una concepción del amor y del matrimonio que frustra esas aspiraciones. Y si bien es cierto que entran en juego otros factores como los económicos y sociales, esa inadecuada filosofía del amor y del matrimonio es lo que contribuye a forjar, según los Lapp, una “nueva normalidad” entre los jóvenes adultos que solo han completado la secundaria.

Compromiso sí, pero…

¿En qué consiste esta “nueva normalidad”? ¿Qué es lo que falla en la visión del matrimonio de la clase trabajadora? Para explicarlo, los Lapp recurren a los testimonios que les ofrecen las entrevistas realizadas en la localidad de Ohio.

Ricky, de 27 años, es un padre no casado. Nunca ha creído lo suficiente en el matrimonio, pero ahora tiene fecha de boda a la vista. “El matrimonio, dice, es estar al lado de otra persona cuando te necesita en momentos difíciles; alegrándole la vida cuando está triste. Mejorando juntos el uno al lado del otro”. En otras palabras: para Ricky, explican los Lapp, el matrimonio es prestarse ayuda mutua y compañía.

Ricky, que se ha embarcado en varias uniones de hecho, rechaza de plano el divorcio. “Cuando me case, el divorcio ni se me pasa por la cabeza”. Quizá a esta decisión contribuye la experiencia del divorcio de sus tías, de sus tíos y de sus primos.

De modo que Ricky también cree en el compromiso. Y, al igual que todos los que fueron entrevistados por los Lapp, Ricky considera que la fidelidad en el matrimonio es innegociable.

Aquí tenemos los tres rasgos que componen la visión del matrimonio de casi todos los entrevistados: ayuda mutua, compromiso y fidelidad. Pero a medida que profundizan en sus conversaciones, los Lapp descubren que estos rasgos están condicionados a una palabra mágica: felicidad.

Brandon, también de 27 años, aprecia el compromiso matrimonial… pero con posibilidad de devolución. “Si estás casado, pero crees que el matrimonio no funciona y no vas a luchar por él, no veo ningún problema en pedir el divorcio. ¿Qué sentido tiene amargarte la vida?”.

A la espera del partido 10

Los investigadores creen que la idea –bastante extendida entre los jóvenes de clase trabajadora– de que el compromiso matrimonial se puede romper cuando ya no se experimenta satisfacción va unida a una visión del amor centrada en el mito de la pareja perfecta. Un comentario habitual es el siguiente: “Si falta felicidad probablemente es porque te casaste con la persona equivocada o porque faltó amor al principio de la relación”.

John, de 21 años, convive con su pareja. Dice que uno no sabe que ha encontrado a la persona adecuada “hasta que tienes la certeza 100% de que la otra persona será la que te hará feliz”. También Maggie, de 20 años, anda buscando al Príncipe Azul con el que aspira ser feliz toda su vida. Quizá nunca se han planteado que la pareja ideal no es un punto de partida sino de llegada.

En esa búsqueda, las “emociones fuertes” ocupan un papel central y son identificadas como la esencia del amor. Si bien muchos de los jóvenes a los que entrevistaron los Lapp “reconocen los aspectos objetivos del amor –el cuidado atento de la otra persona, la fidelidad o la amistad–, tienden a ver los aspectos subjetivos como el indicador auténtico de que existe amor conyugal”.

A los investigadores del Institute for American Values les sorprende que, en el transcurso de sus conversaciones sobre el matrimonio con estos jóvenes, apenas salen mencionados los hijos. Cuando sacan el tema, a menudo reciben respuestas como las de Ricky: “Claro que un niño necesita un padre y una madre. Pero eso no tiene nada que ver con el matrimonio”.

Con este último rasgo queda perfilada la “nueva normalidad” de la que hablan David y Amber Lapp al definir la visión del matrimonio que caracteriza a los jóvenes estadounidenses de clase trabajadora.

El matrimonio se concibe como una fuente de felicidad individual, que no está vinculada necesariamente a los hijos. Paradójicamente, la búsqueda de una pareja ideal con la que realizar este proyecto de felicidad acaba dando lugar a un período indefinido de cohabitación; un período de prueba donde, normalmente, terminan por llegar los hijos, las rupturas, las nuevas relaciones, pero no la boda.

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NOTAS

(1) W. Bradford Wilcox y Elizabeth Marquardt. The State of Our Unions 2010. When Marriage Disappears. The Retreat from Marriage in Middle America. University of Virginia-Institute for American Values. Diciembre 2010

 

Fuente: Aceprensa

El matrimonio sí importa

 

 

EL MATRIMONIO SÍ IMPORTA

 

 

ROMA, domingo 28 de febrero de 2010 (ZENIT.org). – Con motivo del día de San Valentín, tanto los obispos de Estados Unidos como los de Inglaterra y Gales organizaron una semana de actividades para llamar la atención sobre la importancia del matrimonio y la vida familiar.

En este tiempo, un think tank inglés, Relationships Foundation, publicaba dos informes sobre el matrimonio. El 9 de febrero se publicaba “Counting the Cost of Family Failure” (Evaluar el coste de las rupturas familiares) y, al día siguiente, “Why Does Marriage Matter?” (¿Por qué importa el matrimonio?).

En el primer documento, la fundación pone en 41.700 millones de libras (64.490 millones de dólares) el coste anual de las relaciones rotas. Esto equivale a 1.350 libras (2.088 dólares) por cada contribuyente del Reino Unido. Es necesario que los responsables políticos tengan en cuenta esta pesada carga económica y adopten las medidas apropiadas para asegurar que las relaciones sean más estables, urgía el informe.

“Es una verdad impopular que las decisiones tienen consecuencias y costes, y que estos no siempre son soportados por quien toma la decisión”, comentaba el informe.

La fundación precisaba también que la marcha de las familias es clave para la vida social y la transmisión de conocimientos y habilidades. El informe ponía en 73.000 millones de libras (112.000 millones de dólares) al año la suma aportada por las familias a través de su apoyo a los miembros familiares y los cuidados sociales que proporcionan.

El informe observaba que las rupturas familiares implican costes que no son simplemente económicos. Hacía referencia a estudios que muestran una mayor incidencia de problemas de salud entre los adultos divorciados y sus hijos.

Además, los traumas emocionales, la soledad y la ruptura de las relaciones tienen un impacto que no es ni mucho menos insignificante. La educación de los hijos también sufre puesto que el progenitor divorciado tiene menos tiempos para ayudarles en sus deberes y para animarles a aprender.

“Los delegados de la Conferencia Anual de la Asociación de Maestros y Profesores de 2008 afirmaron que las vidas caóticas en el hogar y la pobreza vuelven a los niños incapaces de aprender”, observaba el informe.

La fundación admitía que no hay solución fácil o a corto plazo para el problema de la inestabilidad en la vida familiar, pero la carga de la desintegración familiar es insostenible para la sociedad, concluía.

Cara y cruz

El segundo informe de la Relationships Foundation consideraba el otro lado de la moneda y examinaba las ventajas del matrimonio. En “Why Does Marriage Matter?” se explicaba que, aunque casi cualquier relación tiene sus beneficios, las ventajas son mayores para las parejas casadas.

El informe observaba que algunos sostienen que estos asuntos deberían ser una mera decisión privada entre dos personas y, por lo tanto, no conciernen a las autoridades públicas. “Pero el matrimonio no sólo afecta a los dos adultos que dan su consentimiento, sino también a cualquier niño implicado, a las familias en sentido amplio y a la sociedad como conjunto”, afirmaba el documento.

“Al apoyar el matrimonio, la política está reconociendo en primer lugar que es beneficioso ver las relaciones como instituciones públicas, no sólo como elecciones privadas”, continuaba la fundación.

De ahí que se deba rechazar como algo que no es más que un mito que las relaciones privadas deberían gozar de las mismas protecciones legales y sociales que apoyan al matrimonio, sostenía el documento.

El informe reunía la investigación de numerosos estudios para respaldar la afirmación de que el matrimonio es beneficioso para las familias y la sociedad en general. Entre los beneficios para la pareja están los siguientes:

— Los hombres casados ganan entre un 10% y un 40% más que los solteros con educación e historial laboral similar;

— Las parejas casadas en promedio crean más riqueza que otras parejas similares solteras o cohabitando, incluso aquellos con rentas similares;

— El matrimonio está asociado con una reducción sustancialmente significativa de la depresión;

— El estado matrimonial afecta al avance del Alzheimer en edad avanzada;

— Las personas casadas es más probable que sobrevivan al cáncer;

— Las personas casadas tienen un menor riesgo de suicidio que los individuos no casados, un efecto protector que se ha mantenido en los últimos 25 años.

— El matrimonio hace a la gente más sana y más feliz, y las personas casadas viven más.

El matrimonio también beneficia a los hijos:

— Los bebés nacidos de padres casados tienen un índice menor de mortalidad infantil. De media, el riesgo de mortalidad infantil aumenta entre un 25%-30% si la madre forma parte de una pareja de hecho, y un 45%-68% si la madre es soltera;

— Los padres casados pasan más tiempo con sus hijos, les proporcionan más recursos materiales, trabajan más cerca de la madre de sus hijos, y están más comprometidos, emocional y moralmente, en contribuir al futuro de sus hijos;

— El 70% de los niños nacidos en 1997 de padres casados pueden aspirar a pasar toda su infancia con ambos padres naturales, en comparación con el 35% de los hijos de parejas de hecho;

— Teniendo en cuenta factores como la raza, la educación de la madre, la calidad del barrio, y las capacidades cognitivas, los niños criados en hogares con un solo progenitor tienen el doble de riesgo de acabar en prisión al llegar a los treinta;

— Los niños que viven con madres, solteras, padrastros, o novios de su madre es más probable que sean víctimas de abusos, y los niños que viven en hogares sólo con su madre tienen un índice más alto de muertes por lesiones intencionadas;

— Los niños cuyos padres se casan y permanecen casados tienen más posibilidades de tener ellos mismos matrimonios estables y esperar hasta estar casados para convertirse en padres.

Las parejas de hecho que suelen presentarse hoy como una alternativa aceptable al matrimonio, simplemente no traen consigo las mismas ventajas que el matrimonio, concluía el informe.

Vivir juntos

El informe explicaba que las parejas de hecho, de media, tienen un nivel inferior de satisfacción en su relación, más conflictos, más violencia y un menor nivel de compromiso. En general, la falta de ventajas de las parejas de hecho respecto a los matrimonios viene del hecho de que las personas que eligen vivir juntas suelen comprometerse menos en una relación de por vida.

El informe comentaba que algunos opinan que la relación entre familias sólidas y las ventajas que dimanan de ellas se debe a un efecto de selección, es decir que sólo las personas “matrimoniables” se comprometen con el matrimonio y todas las ventajas se deben al tipo de persona que lo elige.

El informe respondía que este argumento no es válido. En primer lugar, ignora el resultado positivo de tomar una decisión clara y un compromiso, que tiene lugar cuando la gente se casa.

En segundo lugar, el aumento de nacimientos fuera del matrimonio es resultado de un cambio dramático de las últimas décadas, que tiene naturaleza social y no es el resultado de una especie de cambio genético que hace que las personas sean menos “matrimoniables”.

Parejas

Estos dos informes no son más que la última entrega de todo un aluvión de documentación que prueba lo importante que es el matrimonio para la sociedad. El pasado octubre, otra organización del Reino Unido especializada en relaciones, One Plus One, publicaba un informe titulado: “When Couples Part: Understanding the Consequences for Adults and Children” (Cuando se rompen las Parejas: Comprender las Consecuencias para Adultos e Hijos).

Tras una revisión de los datos que proporcionan muchos estudios de investigación, el informe concluía que, aunque la evidencia del impacto de las rupturas matrimoniales es muy compleja, “la conclusión predominante es su asociación con las desventajas de adultos y niños”.

Este nexo sigue siendo fuerte a pesar del hecho de que el divorcio y la separación estén extendidos en la sociedad de hoy puesto que la investigación muestra que los impactos negativos no han diminuido con el paso del tiempo, añadía el informe.

“De ahí la urgente necesidad de aumentar el reconocimiento político por promover que la familia funcione y sea estable”, concluía.

Niños

Benedicto XVI hablaba recientemente de los beneficios del matrimonio al dirigirse, el 8 de febrero, a los participantes de la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la familia. Haciendo referencia a la necesidad de proteger a los niños el Papa comentaba: “Pues bien, precisamente la familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es la mayor ayuda que se puede dar a los niños”.

“Estos quieren ser amados por una madre y un padre que se aman, y necesitan vivir, crecer y vivir junto con ambos padres, porque las figuras materna y paterna son complementarias en la educación de los hijos y en la construcción de su personalidad y de su identidad”, añadía.

“Por lo tanto, es importante que se haga todo lo posible para ayudarles a crecer en una familia unida y estable”, recomendaba el Papa.

Sea desde una perspectiva sociológica o religiosa, parece tener sentido el respaldar y proteger el matrimonio.

[Traducción del inglés por Justo Amado]